Oda del emigrante
He soñado que estuvieron las aguas alguna vez cercando al hombre que el hombre soñaba que su país era realmente su país y no la confusión de otro país en su país, éste también era mi sueño mi sueño era limpio como yo soñaba que era mi país, pero uno tiende a conservar los ojos ante el pico del cuervo y evitar la horrible mirada de su cara uno siempre se inventa un sueño, una pared de agua que justifique sus propias manchas uno es a veces más soñador que hombre y más falso que su propio país. Yo he soñado que soy el emigrante que se marcha a conquistar el fuego, pero el fuego no existe sólo existen las aguas que me cercan y yo me invento un sueño y me marcho a conquistar lo inexistente; que falsos son los sueños en que uno puede inventarse su país, que falsas son estas paredes de agua que retienen el grito de los que sueñan que alguna vez su tiempo será limpio. Soy el emigrante que ensimismado he vuelto sobre estos muros de la contradicción y me pregunto si alguna vez estuve entre los muertos que heredaron el reino o entre los vivos que maldijeron una y mil veces el vientre de su madre y habitaron una y mil veces el vientre de la bestia y con beneplácito gozaron de sus carnes, e hicieron con beneplácito una trampa azul para sus huesos. Mas yo estoy marcado por la sangre del cordero mi frente es el centro del mundo y en el centro del mundo era el principio de las cosas y en el principio era el verbo y Dios era el verbo y yo no estaba y no estaba mi país, mi país no tiene centro, ni dioses, ni verbos, ni hombres que sueñan, sólo las aguas divisorias de familias, de familias del exilio o familias del odio, de familias que se fueron a buscar la paz eterna y encontraron que la conciencia también era una guerra.
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