OBRA
LITERARIA DE
LUISA MUÑOZ DEL VALLE
Indice Alfabético de Poemas:
| A | B | C | D | E | F | G | H | I | J | L | M | N | O | P | Q | R | S | T | U | V | Y |
Admiración
Adoración
Afán (1937)
Afán (1942)
Ahora (Ver: La
hora esquiva)
Al caer la tarde
Al hombre
Alba en las sombras
Alborada
Alborada en el camino
Alegoría de la soberbia
Alegoría del sueño
Alegría de luz
Angelus (libro)
Angelus (poema)
Antorcha
Arbol
El árbol altivo
Armonía
Ascensión
Astros
Bajo la cruz del
sur
Balada de la espera
Balada del rosal
Blanco
Becqueriana
Bucólica
La
Cabeza de San Francisco
Canción
Canción
de la esperanza sin forma
Canción de luna nueva
Canción de Navidad
Canto de novilunio (Ver: Cuento
de Novilunio)
Canciones de Navidad (Ver: Canción
de Navidad)
Cansancio
Canto a las manos
Cantos unánimes
El carretel de tristeza
A los cien años
Civilización occidental
Clarinada del alba
Consejo
Contraste
A Cristo
La cruz en los caminos
Cuando vengas a mi
Cuento de novilunio
Cuento de primavera
Dádiva plena
Dariana
Desaliento
Desengaño
Desolación
Despedida
Despedida en el viento del mar
Desvío
Día sin sol
Diafanidad
Elección
Elegía del momento único
Elegía del recuerdo
Elevación
Empeño
En mis horas
Encanto
Encuentro en Viernes Santo
Envío
La esmeralda del poeta
Estampa de San Juan Bosco (El paseo de los presos)
La estrella
Evasión
Extrañeces
Fiat (Propósitos para cada día)
Filios
Flor de mármol
Flores del alma
Fuente
Fuga
Fugitiva
Gozo
Gozo ingenuo
Gris
Hallazgo
He buscado en la noche
Los hombres tienen sed
La hora esquiva (Ver: Ahora)
Hossana a Dalia
Hosanna a la maestra
Iba a pedirte
Iglesia solitaria
Ignotus
Incorporea
Infantil
Inmovilidad
Invocación
Iris
Junto
a la ventana
Junto al sagrario
Lección de canto en primavera
Lección sideral
La llegada de mayo
Las Madonas de la meditación
Madrigal
Meditación crepuscular
Mi canción
Mi lección
Mística
Momentos afines
Muñeca
N:
Natacha
Natalia Aróstegui
Navidad
Nenúfar
Nieve de abril
No me hables de tu amor
Noche de Navidad
Noche húmeda
Nocturno de pueblo
Optimismo
La oración
del pequeño aprendiz
Oración para la noche de San Silvestre
El paisaje
Palabras a Rosa
Palio de oro
Parábola de la viña
Perdón
Los peregrinos
Plegaria de acción de gracias
Pobre muchachita
Poema de la palabra muda
Poema del dolor mudo
Poema del mar alegre
Poema del mes de mayo
Poema del sueño
Poniente ocre
Profecía
Queja
Regreso
Resurgimiento
Retorno del buen dolor
El Rey
Ritmo
Ritmo de tiempo
Romance a la Virgen de la Caridad (A los niños de Cuba)
Romance de invierno
Romance de Nochebuena
Romance de primera comunión
Romance del caballero
Romance sin palabras
Ronda de luna alegre
Ronda matinal
Rosa
Rosal
Ruego
Ruego al Pastor "Ego sum Pastor bonus"
Rumbo
Ruta,
Salmo de la voz
Salmo de tinieblas
Salmo del nombre
Salmo del silencio
Salmo en tono menor
Sansoriana
Señor (Ver: Iba a pedirte Serenidad)
Si alguna vez...
Si te conocieran
Signo
Sinfonía de
la hora de gracia
Sino
Sinventura
Soberana dulzura
Sol
Solo sé
Solo tú
Sombra
Sombras
Sonata de la horas azules
Soneto del anhelo
Sonreir a la vida
Sortilegio
Soy así
El sueño azul
Sus recuerdos
Tengo miedo
Tímida
Tres poemas breves
Tu alegría
¡Tú también te vas ya!
Ven
Viento
A la Virgen María
Visita de Nuestra Señora de la Noche
La voz del Apóstol
Yo no pido a la vida otra cosa que paz
Yo seguiré cantando
TEXTO DE LOS POEMAS
EN ORDEN CRONOLOGICO DE PUBLICACION
No me hables de tu amor.... que siento miedo
De tarte el corazón;
No me hable de tu amor, porque no quiero
Cantar esa canción.
Que es bella, sí muy bella; pero a veces,
Muy triste suele ser.
Mi vida es quieta, cándida y alegre;
Detesto el padecer.
No me hables, no, de amor, con tus miradas
De ensueño y de ilusión,
Mira que la pasión que ellos retratan,
Me lleva el corazón.
Y luego el desengaño puede ser
La niebla en que se haya de perder.
Firmado bajo el nombre de pluma
de Alma del Valle y fechado en Sancti Spiritus el 12 de abril de 1926.
Publicado en la Revista de la Asociación Femenina de Camagüey
en Julio de 1926.
Ante los viejos muros patinados,
Ante la enredadera blanquecina,
Ante los ramos verdes y morados
Que juegan con la brisa cantarina;
Me he sumido un momento en la poesía,
De aquel jardín alegre, saturado
Fue el recuerdo de la vida mía,
Recuerdo siempre bello y siempre amado.
He pasado pensando en el destino
de aquellas emociones que ya huyeron,
De aquellas que en el raudo remolino
Del tiempo, se abismaron y se fueron.
He añorado cariños y venturas,
Ausentados de mí... lejos... perdidos,
Que el jardín de mis líricas ternuras,
Trae en recuerdo como aromas idos.
Y sintiendo latir mi pecho amante,
A impulsos de mi pobre corazón,
He dicho: Yo también voy adelante,
Dejando mis recuerdos por canción.
ALMA DEL VALLE
Fechada en Santi Spíritus, abril de 1926 y publicada en la revista de la Asociación Femenina de Camagüey, en Julio de 1926.
A la Virgen María
(incompleta)
Hechicera,
Peregrina,
Floración de los consuelos,
la alegría descendiendo de los cielos,
ya se troca en luminosa primavera
para darte su esplendor, Madre Divina.
Viene Mayo con su corte de hermosura,
se prosterna ante tus plantas y te dona,
sol brillante, tiernas yemas, auras, flores,
el verdor de sus campiñas, la blancura
de sus días, y esa ofrenda la corona
con su gama milagrosa de colores.
Quiere Dios que en Mayo reines en el mundo,
con el cántico triunfal de la belleza,
y por eso se perfuma de pureza,
y de júbilo se viste el universo.
Todo en Mayo por lo bello es jocundo
y es poesía que convierte todo en verso.
Flor del alba, Virgen casta, Virgen santa,
tu pureza reclamaba el homenaje,
que los hombres te tributan en tu mes,
y por eso es que se humillan a tu planta,
desde el pobre hasta el más alto personaje
y sus dádivas colocan a tus pies.
Cielo y tierra se han tomado de la mano
como niños que se unen para el juego,
todos blancos, perfumados con espliego
y portando sus guirnaldas de alelí,
hoy desfloran su lenguaje más galano
colocando sus virtudes ante tí.
En tu trono resplandeces, Estrellita,
y con ese tu gitano encanto arrobas,
a las alturas que te aclaman Favorita
por la gracia celestial con que las robas.
Todos te aman por bendita y por sublime,
todos te aman por tu afecto que redime,
yo te adoro, oh María,
porque tú eres Madre mía.
Si los coros del Empíreo te proclaman
de los sueños celestiales, Ideal,
si las cuerdas de los célicos violines,
te regalan su dilecto madrigal,
si en su amor, los ardorosos serafines,
por mirarte solamente, más se inflaman
y se embriagan con tu gloria virginal,
dime, Madre buena:
¿Qué podrán mis labios musitar al verte,
si eres Admirable?
¿qué entonar mi lira, si eres Gratia Plena?
¿qué sentir mi pecho, si eres Madre Amable?
Reina del Amor?
si personificas a la mujer fuerte,
la mujer perfecta, ¿puedo yo ofrecerte
joya que a tus ojos tenga algún valor?
No, jamás encontraré la rica ofrenda,
digna de Señora tan glorificada,
digna de Hermosura tan resplandeciente,
digna de Princesa tan empurpurada,
digna de una Madre tan condescendiente,
digna de una Santa de tal beatitud.
Digna de una Virgen casta como lirio,
nívea como Sirio,
no se encuentra prenda,
que Ella es un espejo claro de virtud.
Sólo puedo darte como testimonio
de este patrimonio
que por nombre lleva, bien agradecer,
tímida y modesta; pero tierna albricia,
versos que quisieran ser una caricia,
por donarte el alma loca de placer.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Madre, si supieras cuánto es lo que ansío,
que este pecho mío,
pueda revelarte todo su querer!
¡que este mar inmenso de cariño brote....
Boletin San Antonio del 25 de mayo de 1931. Publicada bajo el seudónimo de ALMA DEL VALLE.
A Rosa Casanova de Avilés, con afecto.
En la dorada sala,
hubo gestos de enfado, palabras de soberbia,
silencios, desmayos... y por sólo un momento
floreció tardo ruego en los labios de ella
que hirió él con el filo de agresiva mirada.
Luego, leve suspiro,
una sombra callada que atraviesa la estancia,
una puerta cerrada con ligero gemido
y la figura alta
de la dama, que erguida con su pena agobiante,
mira sin mirar, todo
y tan sólo percibe la caricia silente,
que de un búcaro envían frescas rosas de Francia.
Alma del VALLE
Revista San Antonio, 1931, pág. 164.
A UNA RELIGIOSA CARMELITA
Alma nívea, cual cándido lirio,
Alma ardiente, cual flama de cirio,
Alma pura de niña ideal:
Con su llama de gracia divina,
Tu castísimo amor te ilumina,
Y traspasa cual luz al cristal.
Alma santa de virgen sagrada,
Tu pureza germina enclaustrada
En el vasto y ameno vergel,
Do florecen las cándidas rosas,
Que jamás por abejas golosas
Del placer, han perdido su miel.
Alma casta: Eres cáliz sedeño
Del que brota un perfume de ensueño,
Flor que esparce su aroma sutil
En las alas que bate la brisa;
Es tu vida inocente sonrisa,
Despertar luminoso de Abril.
Alma bella en la cruz inmolada,
Es tu noble existencia abnegada,
Una estoica y valiente lección,
Expiando los insospechados,
De este mundo tremendos pecados,
Con tu siempre inefable pasión.
Alma humilde: Escondida violeta,
Que practicas virtudes de asceta,
En oculta y sublime piedad;
Alma quieta cual agua serena,
Es tu mansa quietud nazarena,
El espejo de Cristo-Bondad.
ALMA DEL VALLE
San Antonio, 25 de junio de 1931, pág. 367.
Para Gloria Ferrer, espíritu recto, entusiasta y luchador
Yo te admiro, Maestro, por tu alma de niño,
por tus mansos modales, tu caracter sencillo
y la fiebre divina, que te llena de luz.
Yo te admiro por esos ojos iluminados
contemplando horizontes de un país más lejano
y la frente bañada por la serenidad.
Por la tierna sonrisa que tu boca engalana,
por la paz que derrama tu palabra inspirada,
por tu afán incesante de inmolarte en la cruz.
Por lo puro y piadoso, por lo pobre y humilde,
por tu amor a la inmensa caravana de tristes...
porque sabes la ciencia de la felicidad.
Fechado en la Habana, 1931 y publicado en la revista San Antonio bajo el seudónimo ALMA DEL VALLE.
Si todos los que sufren contemplaran
tu cuerpo destrozado y dolorido;
si te miraran, todos los que lloran,
sufrir sin una queja ni un suspiro;
si los que en la desgracia desesperan;
si todos esos tristes de la vida
sus miradas alzaran a tus ojos
y vieran cuánto amor en ellos brilla,
a tus plantas cayendo avergonzados,
perdón te pedirían,
por no sufrir, Maestro, como sufres;
por esa rebeldía
que ante el dolor el ser humano siente;
por ese cruel olvido
de todo el sufrimiento que pasaste
a fin de redimirnos.
Fechada Marzo de 1932 y publicada en el Boletin San Antonio del 10 de abril de 1932 junto con la que sigue, titulada Al hombre, bajo el seudónimo de Alma del VALLE.
Sin en la encrucijada
te acucian los fieros lobos del pecado,
si en la mar te azota
la tormenta horrible de las tentaciones,
si en la tierra o mar
te asaltan los cuervos de negras pasiones,
vuelve tu mirada
al cuerpo pendiente de ese ENAMORADO,
que por tí se agota,
piensa cuánto sufre y habrás de lograr,
una luz divina que bañe tu alma
de infinita calma.
Pues nada serena cual considerar,
que todo lo puede su "ciencia de amar".
Publicada junto con la anterior en el Boletin San Antonio del 10 de abril de 1932 bajo el seudónimo de Alma del VALLE.
En el Centenario de Rafael Cabanilla
A los cien años, la vida
debe ser una flor viva
de recuerdos.
A los cien años, el alma
sólo acariciará el arma
del ensueño.
A los cien años, serena
debe ser la mente... estrella
clavada en el firmamento.
El corazón una brecha
por el dolor tendrá abierta
y será tenue su fuego.
A los cien años, las rosas
del camino ¡qué olorosas
han de ser para el romero!
Y la emoción será antena
captadora de tristezas
en medio del universo.
Detrás quedará lo largo
del sendero, y el fracaso
será ángel y no espectro.
Y el valor, como esas hojas
a las que el viento despoja;
pero dora el esqueleto.
A los cien años, el gozo
no ha de ser el grito bronco,
sino el murmullo sedeño.
La ambición, ha de ser una:
tener la paz de la altura,
mientras el pie toque el suelo.
Y el amor, como las palmas,
entrelazará sus ramas
en el cielo.
Fechada en La Habana, Noviembre de 1932 y publicada en el Boletín San Antonio bajo el seudónimo de ALMA DEL VALLE.
No lamentes la ida de ese bien que ahuyentaste,
del tesoro que nunca volverás a encontrar,
los errores pasados son la luz del presente
que te habrá de guiar.
Lamentar es cobarde. Tú naciste valiente
y si ayer desgraciado, en tu marcha pasaste
por errado sendero,
hoy no habrás de extraviarte, pues te guía un lucero
que te muestra la vía prodigiosa de AMAR.
Alma del VALLE
San Antonio, Diciembre de 1932.
En tu boca, en tus ojos, en tus manos,
la vida contemplé
y dije entusiasmada: "Este es el cuerpo
que con vida más rica examiné".
A tu alma volviendo las pupilas,
asombrada quedé,
porque helada e inerte se encontraba...
¡Ni un átomo de vida! --murmuré--
y buscando la causa de su muerte,
que era un jardín, entonces observé;
mas, en este jardín casi desierto,
ni una planta de amor quedaba en pie.
Alma del VALLE
San Antonio, 10 de marzo de 1933. El tema de este poema con algunas variaciones aparecerá en la colección publicada en angelus, bajo el título de Becqueriana.
A Maria Cecilia Folchs Mencia.
¡A gustar el agua
de la fuente nueva;
el agua que tiene
frescor de rocío para la garganta!
¡A ensanchar el iris
con la luz del alba;
que nos abrillante
su claror primero, los ojos y el alma!
¡A otear las ondas
que en el aire danzan;
que el oído capte
la música pura al punto que nazca!
¡A expander el tórax!
Prístinas fragancias
inunden el pecho:
Busquemos resinas y esencias extrañas.
¡A gozar la playa!
El sol y la arena,
el iodo y el aire,
nos den sus caricias en hora temprana.
¡Juventud!: Extiende
tus brazos de bronce
al mundo que marcha.
Hoy es Primavera; acaso mañana
para tí sea tarde....
Este es tu momento:
estrecha con fuerza
el maravilloso instante que pasa.
"Boletin Oficial" de las Antiguas Alumnas de la "Natividad", 10 de julio de 1933. Este poema fue publicado en 1935 con ligeras modificaciones en el libro angelus con el nombre de La hora esquiva.
Sale el alma enamorada de la vida y la alegría
a gozar... y va a la fiesta,
vestida de regocijo.
Todo es ruido y algazara
en la fiesta... todo es brillo,
todo fantástico, todo
carcajadas y bullicio.
Se halla estremecida el alma
ante tanta fantasía
y sus ojos expectantes,
de asombro y sorpresa brillan.
Ante la fiesta se queda
arrinconada y remisa
y mientras los otros bailan,
ella, callada medita
en las turbias carcajadas,
en las frases de caricia
y en los simpáticos gestos
de fraternal acogida.
Porque ha visto, tras la máscara, la faz de la hipocresía
¡Y tantos hermanos lobos
vistiendo vellón de armiño!
Mala fe hay en los ojos
de los hombres, que rendidos
fingen amor a las jóvenes
para gozar sus hechizos.
Picardía en sus miradas; en las de ellas, envidia
por las galas de las otras,
por sus gracias y atractivos.
Y crítica, en las de todos
y en los espíritus, frío...
El alma se siente sola
cerca de tantos amigos.
El alma vuelca sus ansias
y se exhala en un suspiro.
Entre tanta escoria humana
¡cuan inmenso es el hastío!
Cuando torna de la fiesta,
también en su faz hay risa,
una risa que es sarcasmo
y de luto va vestida.
El desengaño del mundo,
su maleficio ha cumplido:
¡Nunca olvidará lo amargo
de las heces de ese vino!
San Antonio, 10 de octubre de 1933.
Frente amplia, pensante, cavilosa;
si muro al exterior, fragua por dentro,
donde palpitan todas las verdades,
y toman forma todas las visiones.
Ojos iluminados, simpre mansos,
siempre dominadores
ojos, que a quien los viera en sus ensueños,
parecerían puertas de la gloria,
por todas las bellezas que externara
el interior derroche.
Hundidas las mejillas, como lirios
que van a morir pronto,
lirios lacios, sedientos,
cruzados de dolores.
Boca firme; labios aun cerrados
de una elocuencia enorme,
que dicen de energía y de ternura,
decisión y prudencia;
labios recios, creados para abrirse
por la palabra noble.
Acusado el perfil, perfil de santo,
más que perfil de hombre;
flácido de expiación; pleno de cielo;
bañado en suavidades,
como si recibiera en pleno rosto
ríos de resplandores.
¡Cabeza nazarena de Francisco,
no se puede mirarla,
sin que prendan incendio los fervores;
no cabe contemplarla sin que rompa
en la conciencia, un despertar de aurora,
por descubrir el hondo y delicado
sentido de la vida,
que hiciera Santo al Hombre!
Alma del VALLE
San Antonio, 2 de octubre de 1934.
Natacha nunca está triste;
¿por qué triste habría de ser?
es niña, sana, bonita
y no sabe de lo amargo de la hiel.
Es hija de proletarios,
proletarios de taller,
y en su casita modesta
Natacha princesa es.
Natacha ya va a la escuela
y la maestra no es
proletaria, es burguesa;
pero no lo quiere ser.
Tampoco quieren los padres
de Natacha carecer
del lujo del hombre rico,
sino competir con él.
Natacha no tiene penas;
ríe que ríe la ves
cada día, con los negros
bucles en loco vaivén.
Pero aquellos que rodean
a Natacha, suelen ser
hoscos y tristes, cargados
de amarguras y acidez
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Natacha, si eres tan linda
como una rosa de té,
¿por qué te enseñarán cosas
que fea te han de volver?
Natacha, si eres tan blanco
lirio de Abril, dí ¿por qué
pondrán en tus manos lodo
para construir con él?
¿Por qué, si vive la risa
en tus labios, ha de ser
que balbucées palabras
como lágrimas?. . . ¿por qué?
¿Por qué tu puñito rosa
se alza en martillo y con él
quieres castigar al cura?
¿qué mal te ha podido hacer?
¿Por qué tus labios se tuercen
al ver al niño burgués?
¿No sabes que tus abuelos
fueron burgueses también?
¿Por qué endureces tus ojos
frente al niño de Belén?
Díme, Natacha, ¿no sabes
que él también obrero fué?
¡Pobre Natacha risueña,
bullicioso cascabel,
pronto no será tu gozo
puro, como ahora es!
¡Pronto la mala... semilla
del odio habrá de nacer
y te ahogarán sus raíces
todas las dichas del bien!
¡Oh, Natacha encantadora,
quién pudiera sustraer
tu futuro, a los que tanto
dicen que te quieren bien!
Aparecido en el boletín
San Antonio, La Habana del 25 de noviembre de 1934
bajo el pseudónimo de Alma del VALLE.
Este es el único libro publicado por la Dra. Luisa Muñoz del Valle. Fue publicado en La Habana en 1935. El libro incluye sendas contribuciones poéticas de Andrés de Piedra Bueno y José Angel Buesa. Ambas composiciones rinden un cálido reconocimiento de los méritos de nuestra autora.
A continuación presentamos los poemas de angelus según el orden en que aparecieron en la publicación original.
I
Se detuvo en la senda que seguían,
cuando llegaron a la encrucijada;
él siguió solo, caminito arriba,
con su fardo de brumas a la espalda.
Ella, lo vió seguir rota de angustia,
por la ruta encarnada de las zarzas,
y sin fuerza en sus miembros doloridos,
cayó rendida por su propia carga.
Allí quedó, mirándolo
marcharse,
hasta perderlo en la extensión lejana,
y llorando por él, que iba tan solo,
cerró sus ojos a la senda larga.
II
Cuando emprendió la ruta nuevamente,
repasando las huellas que él dejara,
una sierpe--el dolor--iba mordiendo,
el corazón en donde se enroscaba,
mientras clavaba en el cerebro turbio
rapaz preocupación, sus finas garras.
Ella iba valiente por la senda,
sin pensar en su vida destrozada.
Iba animosa; pero entre sus labios,
un ruego desolado se hilvanaba:
Señor, que no lo alcance en el camino,
y quiebre mi valor con su mirada.
angelus, La Habana, 1935, pág. 11.
La tarde envuelta en nubes, como el alma,
el cielo, como el alma, también gris;
la casa silenciosa y asfixiante,
y lleno de recuerdos el jardín.
El firmamento amaga con tormenta;
la hora gris-azul, es casi añil;
el caserón desierto, ¡qué penoso!
¡cuántas cosas de ayer latiendo aquí!
Las trompetas del trueno suenan lejos,
el viento va tocando su clarín;
los dedos de la lluvia dan escalas
a los vitrales: do, re, tic, tic, tic...
Y en el reloj del corazón es hora,
de sofocar la angustia de reir.
angelus, La Habana, 1935,
pág. 13.
Nota del Profesor Oscar Fernández de
la Vega:
De las estrofas que tan discubiblemente llamamos tradicionales, Luisa creaba
poco en romance y casi nada en soneto. Este, muy explícito en lo
conceptual subjetivo, es el único que ha llegado a nosotros y nos
parece uno de los puentes más claros entre su lírica estrictamente
individual y la más alta entrega posterior, ampliamente religiosa.
Se hizo el silencio en el salón. El
cielo
tendía su telón de terciopelo,
tras la ojiva marfil de la ventana:
Cayó sobre sus rostros, como un velo,
la duda, y, amargada de recelo,
trazó la angustia su señal arcana.
Grave y pálido él; trémula
ella,
le dieron por final a su querella
callada hostilidad; y hondo quebranto
en sus semblantes dibujó su huella....
Por el telón azul rodó una estrella
que se les antojó su desencanto.
angelus, La Habana, 1935,
pág. 15.
publicado también en "Horizontes" en Abril de 1939.
¡A gustar el agua
de la fuente nueva;
el agua que tiene
frescor de rocío para la garganta!
¡A ensanchar el iris
con la luz del alba;
que nos abrillante
su claror primero, los ojos y el alma!
¡A otear las ondas
que en el aire danzan;
que el oído capte
las músicas puras al punto que nazcan!
¡A expandir el tórax!
Prístinas fragancias
inunden el pecho:
Busquemos resinas y esencias extrañas.
¡A gozar la playa!
El sol y la arena,
el iodo y el aire,
nos den sus caricias en hora temprana.
¡Juventud! Extiende
tus brazos de bronce
al mundo que marcha.
Hoy es Primavera; acaso mañana
ya sea muy tarde....
Este es tu momento:
estrecha con fuerza
el maravilloso instante que pasa.
angelus, La Habana, 1935,
pág. 17.
Publicado con anterioridad en el "Boletín Oficial" de
las Antiguas Alumnas de la "Natividad" el 10 de julio de 1933
con el título Ahora, y
dedicado a Maria Cecilia Folchs Mencia. Esta versión anterior presenta
unas ligeras variantes a la publicada posteriormente en el libro angelus.
En tu boca, en tus ojos, en tus manos,
la vida contemplé,
y dije entusiasmada: ¡Este es el cuerpo
que con vida más rica examiné!
Y, volviendo a tu alma las pupilas,
asombrada quedé,
porque inerte y helada se encontraba.
¡Ni un átomo de vida! murmuré.
angelus, La Habana, 1935, pág. 19. Este tema habia sido publicado bajo el titulo de Contraste en el boletín San Antonio publicado el 10 de marzo de 1933.
He dado a manos llenas
mi gozo, mi energía,
mi comprensión, mis sueños;
toda la delicada,
la honda y misteriosa
armonía del alma.
He volcado las arcas
del palacio interior.
Ya no me queda nada
del íntimo tesoro,
a no ser esta copa,
con su líquido intacto,
que temblorosamente
aun conserva mi mano.
¿La quieres?.... Es de barro
y su vino es anhelo.
Si la aceptas, te llevas
mi propio corazón.
angelus, La Habana 1935, pág. 21.
CON VOZ DE CRISTAL:
I. VEN
Llega pronto, muchacho... Ya hace años
que espero tu llegada,
silenciosa y alerta en mi casita
la cinta del camino contemplando.
Llega pronto, no tardes. Una a una
las cuentas del rosario voy pasando,
el rosario de luz de las quimeras
está casi acabado.
Un centinela ya mi puerta acecha
y con furia da fuertes aldabazos.
Yo te espero a tí sólo y lo desoigo
y firme, no le abro.
No le abro, mas... ¿sabes? ¡temo
tanto
que su fuerza se doble en un instante
que a su impulso se quiebren los cerrojos
entrando en tu lugar el Desengaño!
angelus, La Habana, 1935, pág. 24
Si en la penumbra azul de los recuerdos
entrevieras la sombra de mi alma,
ten para ella suavidad de musgo
y caricia de ala.
Si en la rosada aurora de una dicha,
alguna vez me hallas,
piensa que encadenó tu voz el gozo,
al florecer amor en mis palabras.
Si en la albura de hielo del hastío
un día me encontraras,
no olvides que mi mano fué de seda
para enjugar tus lágrimas.
Evoca los momentos transitorios,
en que ardieron a un tiempo las miradas,
se perdió la palabra en el silencio,
y lloraron las almas.
Pasa callado junto a mi, callado...
y haz intenso el instante,
tendiendo una mirada pura y larga,
para el alma que va, sola entre todas,
y se llama tu hermana.
angelus, La Habana, 1935,
pág. 27.
También apareció en "Afán", de noviembre
de 1947, aunque con la última estrofa reducida a cuatro líneas:
Pasa callado junto a mi, callado...
y haz intensa mirada pura y larga.
para el alma que va, sola entre todas,
y se llama tu hermana.
Huyó la risa; se escondió el
coraje
y el alma se quedó como de seda;
honda, triste y serena como un lago,
un lago que en la noche se durmiera.
Desasida del mundo y su bullicio,
sólo a sí se miró con desconsuelo,
sumió en sus aguas su esperanza mustia
y olvidó sus estrellas y sus vuelos...
Quieta permaneció: Agua estancada,
pensando en el dolor de su destino
y no vió florecer en sus riberas,
ni sintió de la luz el labio ardido.
Así pasó su juventud estéril
y así también el resto de su vida
sin estremecimientos de entusiasmo
y sin cascabeles de alegría.
Como en deshielo por lo lenta y sorda,
se hundió en el Infinito mansa y triste
y nadie comprendió la enorme angustia
cerrada en su inmovilidad de Esfinge.
angelus, La Habana, 1935,
pág. 29.
También habia aparecido ya con anterioridad bajo la firma de Alma
del VALLE en el boletin "San Antonio". La Habana, septiembre
de 1932.
Y todo fué más breve que el relámpago.
Fué luz que me cegó con su destello,
chispa del pedernal del entusiasmo,
un astro que rubrica el firmamento.
Después... desolación, desdén, hastío,
el espíritu herido en pleno vuelo;
un ascua que se apaga: mi esperanza;
un cielo que se nubla: mi deseo.
Y las hondas tinieblas que se tienden,
envolviéndolo todo en manto denso;
nube de proporciones gigantescas,
palio que nos vedara el firmamento.
Sombra negra, tenaz, que se hace mano
para estrujar el raso de los sueños,
sombra que me sofoca, cual ceniza,
y pesa como bóveda de acero.
Sombra de alas sin vuelo, pesimismo
del que en la fuga pierde el movimiento,
vacío doloroso del que anhela
llegar muy alto y siente su descenso.
angelus, La Habana, 1935, pág. 31
DIPTICO DE PRIMAVERA:
I. GRIS
Mi terraza está de fiesta:
Una caja de colores destapada
donde brillan los matices,
de las flores y las ramas,
y las piedras fosforecen,
cuando el sol las encandila,
como lindas lentejuelas de cristal.
Mi terraza es una caja de pintura;
una caja colosal.
Primavera se revela toda entera:
resplandece en los colores,
tiene manos en la brisa,
y su risa está en el canto matinal.
Primavera en la terraza es una niña,
saludable y juguetona,
que alborota su alegría virginal.
En mi caja de pintura, los creyones
juegan su ronda ideal.
angelus, La Habana, 1935,
pág. 34.
Publicado más tarde también en "Azul", en 1951.
Si yo fuera golondrina,
áquella que está en lo azul,
me daría toda al viento,
y, ¡qué gozo sentiría
siendo juguete en sus manos,
calzadas de blanca luz!
Si fuera esa margarita
que entre la hierba se asoma,
en la hierba me acostara
para dormir y soñar.
Cuán lindas cosas soñara,
sobre mi verde sofá!
Si fuera esa perla grande
del arete de la Virgen,
subiría a la conchita
de su oreja de biscuit.
Por decirle muchas cosas,
quedaría siempre ahí.
Si fuera aquella estrellita,
que en el cielo parpadea,
de una nube haría columpio
y de otra cachumbambé.
Con un lucerito hermano
tendría loco vaivén.
Si yo fuera pececito,
aquel de plata y azul,
me daría toda al agua
y nadie aventajaría
la delicia de mecerme
en su regazo de tul.
Golondrina, margarita,
perla, estrella, pececito,
si todo eso fuera yo,
al dormirme cada noche
más lindos cuentos tejiera
con el hilo de mi voz.
angelus, La Habana, 1935,
pág. 39.
También poco después en Matanzas el 30 de noviembre de 1935.
Mes de Diciembre... mes de Diciembre,
¿qué me traerás?
Tus mañanitas frescas y opacas,
sin flores ni aves,
¿qué me traerán?
Tus tardes frias y nebulosas,
¿un rayo tibio
de sol traerán?
Tus noches claras y misteriosas,
¿una estrellita
no me darán?
Mes de Diciembre... mes de Diciembre,
yo bien presiento que me traerás
lo que me diste todos los años:
sueños, anhelos... y nada más.
angelus, La Habana, 1935, pág. 41. Este mismo poema había aparecido ya en el boletín San Antonio del 25 de diciembre de 1932 bajo el título Canciones de Navidad y firmado por Alma del VALLE.
Mi verso, jirón de iris,
es un penacho muy blanco.
Mi verso es un haz de luz
en cien matices volcado.
¿Colores? Una paleta
de mil tornasoles hago.
Este es mi verso, mi verso
de claridad embriagado.
Mi verso es un abanico
que ante las pupilas abro:
su cromático paisaje,
por ser de ilusión, es raro.
Mi verso es de lentejuelas:
rocio policromado.
Pensamientos, fantasías
y emociones, lo formaron.
Mi verso, que sale afuera,
es pálido y débil rayo;
el que adentro resplandece,
es un sol en meridiano,
y su lengua de luz vida
es un inquieto muchacho,
que lucha, trabaja, bulle,
se repliega o se levanta,
sueña, padece o se alegra,
vive, en fin, como mi alma,
y es, a la vez que mi aliento,
mi tirano.
angelus, La Habana, 1935, pág. 43.
En los flecos de una ola,
sepultamos la esperanza.
Las gaviotas de las nubes,
dicen adiós a la espuma,
y está muy lejos tu barca.
En un osario de brumas,
viene a descansar mi alma.
angelus, La Habana, 1935, pág. 47.
He borrado los agravios
en la arena del silencio;
he dado palor de luna
a mis mejores recuerdos,
y me he sentido tan clara
como el cristal de una estrella,
y me he sentido tan suave
como la seda de un beso.
Hay ovejas por mis prados, bueyes de mirar de oveja;
las alondras... ¿se han callado?
Ahora el canto es muy alegre... deben ser los sembradores
que regresan del trabajo.
Porque hoy todo es fortaleza por mis campos,
trigo nuevo;
olor de tierra mojada
por los arroyos del cielo.
Bajo la comba del iris, abre su risa la tarde,
y hay un crisol de esperanza,
y hay una fragua de vida
--aleluya de colores--
en el cosmos de mi alma.
Hoy, que pude perdonarlos,
¡qué manantial de luceros!
¡qué armonia se hace entraña, para latirme por dentro!
angelus, La Habana, 1935, pág. 49.
Oleaje de cabezas
en el aula:
Se ha prendido
un asterisco de oro
al marco de la ventana.
"¡Mire qué linda!"... "¡qué
linda
la mariposa!"... Se alza
un buen silencio, en las puntas
de sus zapatos de pana.
"Yo la quiero, Señorita",
--dice muy bajito un ángel--
Doce sonrisas perfuman
el silencio que se pasa.
Las dos hojitas de oro
se abanican muy despacio:
--"¿Quiere irse, Señorita,
o es que viene muy cansada?"
--Seguramente, Eduardito,
el calor la ha fatigado.
--Vamos a estar quietecitos
--Sí, para que duerma un poco,
antes de emprender su viaje.
--Pero, ¿se va, Señorita?
--Su mamá se pone triste,
si ella no vuelve a su casa!
Doce miradas nodrizas
besan a la bienllegada,
y por acunar su sueño,
en sus trabajos se engarzan.
Las arañitas del Tiempo
dos cuartos de hora devanan.
angelus, La Habana, 1935, pág. 51.
Sobre un pétalo rosado
llegará bogando Mayo,
y en sonrojos de contento
han de envolverse los campos.
Sobre un pétalo gigante
como nube de poniente,
vendrá Mayo--azul sonrisa--
derramando cascabeles.
Vendrá Mayo: las palomas
le harán su ronda de plata,
y las liras de los bosques
le harán rosarios de escalas.
Vendrá Mayo: Por los campos,
tenderá el sol nubes de oro,
y saldrán a sus ventanas
por verlas, trasgos y gnomos.
Las copas de los arbustos
serán sombrilletas verdes;
las arecas, abanicos
que se muevan reverentes.
Diamantes será el rocio,
la brisa será de raso,
la yerba de terciopelo,
y de nácar los guijarros.
Vendrá Mayo, con las manos
enjoyadas de luceros,
los piesecitos descalzos,
por no hacer daño a los pétalos.
Al bailar por los jardines,
besará apenas las yemas,
con su vestido de gasa,
serpiente de nube-seda.
Y tocando los retoños,
hará un milagro en el tiempo;
la madre-perla--semilla--
dará esmeraldas al viento.
Viene Mayo... ¡Viene Mayo!
Guarda esos versos de seda,
y tu traje azul celeste,
porque ese día habrá fiesta.
Viene: Cose el canevá
de tus lecciones, pues viene,
y ella no quiere a las niñas
que cuando estudian se duermen.
Cuando venga, porque juegues,
he de llevarte a su encuentro:
Bordará un nardo, tu gozo,
en las mallas de mis cuentos.
angelus, La Habana, 1935, pág. 53.
Venga la Primavera para los árboles;
que nazcan en sus tallos las esmeraldas.
Venga la Primavera para los ríos;
corra la cabalgata de sus cristales.
Venga la Primavera para el insecto;
con gotas de oro vivo brinden las copas.
Venga la Primavera para las novias,
con raudales de estrellas por azahares.
Para mi, Primavera traiga tan sólo
mi brizna de esperanza.
angelus, La Habana, 1935, pág. 57.
Afuera, sobre el jardín,
la mañana es un cristal;
adentro, el gozo--juglar--
cabalga loco, cabalga,
mientras clava sus espuelas
de ensueño en el ideal.
Tres gorriones tejen danzas
en el hueco del balcón;
la enredadera, en la brisa,
destrenza ondas de olor.
El aire es adolescente,
y acaricia sin herir,
sin deshilachar mis bucles,
dormidos sobre el cojín.
El sol es de muselina
dorada. Ensayo el placer
de cobijarme en sus pliegues,
por sonrosarme la tez.
Hoy es primer día de cielo,
primero de brisa y luz.
Siento las cuerdas del verso,
presas en un arpa azul.
Por mi fuga de la muerte,
deshojo un nardo de música.
El día se alegra más:
curren olas de contento,
por sus venas de titán.
angelus, La Habana, 1935,
pág. 59.
También aparece en "Azul" en 1951.
Hoy me dice la tristeza
un canto de ruiseñor:
me preocupa mi rebaño
por esta vida de hoy.
¡Recreo!... Jorge me implora
"¡Mire!... Parece tisú... "
Voy a la ventana: el día
me da caricias de luz.
Frenta a mi la maravilla:
¿se ha vestido el mar de cielo,
o el cielo se ha vuelto mar?...
Su porcelana celeste
se me figura bandeja,
y sueño una caridad.
Jorge es artista... es poeta,
es el único de mi grey
que entiende el verso del aire
y oye la voz del ayer.
Yo miro su cabecita,
cuna de sueños audaces,
levantada frente al Sol:
--"¿Qué piensas, Jorge?"... --"Quisiera
subir al Sol, a las nubes,
ir sobre el mar, como Dios"--
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Hoy me dijo la tristeza
un canto... Lo esfuma el mar,
lo borra Jorge, lo anula
el gorjeo matinal.
He visto señas angélicas
en las sedas de la luz.
¡Ya triscan mis pensamientos
por un senderito azul!
angelus, La Habana, 1935, pág. 61
LA ORACION DEL PEQUEÑO APRENDIZ
¡Alfarerito!... ¡Alfarerito...!,
datu tu alaria.
Quiero hacer vasos,
como de espumas,
en mi taller.
Sueño facturas inmateriales,
lirios de luna,
amparadores de castidades,
enflorecidos de rosicler.
Nuevo Cellini, mueve mis manos,
resplandecientes de amanecer.
¡Alfarerito! Dame tu alaria.
Trenza mi mente
líneas audaces,
figuras de una nueva beldad.
Yo sé, Maestro, que el barro es burdo.
¡Qué importa el barro!
Alas de ángel cubren mis sueños:
El Arte es todo divinidad.
Dios alfarero: Dame tu alaria.
¡Quiero hacer vasos de eternidad!
angelus, La Habana, 1935, pág. 69.
Te ví llorar,
y en las pupilas tuve
cortinas de cristal.
Te ví reir,
y en mi garganta hubo
cascadas de marfil.
Te ví ascendeer,
y floreció en mi mano
un gajo de laurel.
angelus, La Habana, 1935, pág. 71.
Glin, glan... Glin, glan.
Las campanitas del convento
anuncian la soledad.
Hora de volver adentro
la mirada, y descansar.
¡Ave María! saludan
seis palomas de azahar,
trazando bajo las nubes
una A.
Dice la risa del viento
"llena de gracia"... Glin, glan...
y continúan las frondas
el discurso angelical.
Glin... glin... glin... se van muriendo
las campanas. La ciudad
enciende sus lentejuelas
a lo lejos... Ya se va
la tarde; pero sentimos
como un beso de cristal.
angelus, La Habana, 1935, pág. 71.
Hoy, un júbilo nuevo me devuelve las alas;
por eso te sonrío y tiendo a ti mis manos;
por eso, las escalas
de mis cantos pascuales, buscan cielos lejanos.
Sin embargo, esa hoja que rueda en la pendiente,
¿no recuerda el destino?...
¡Cuán pesarosamente,
renuncio a acompañarte en el camino!
angelus, La Habana, 1935, pág. 77.
Por la senda vieja,
que al arcano va,
detrás de sus rosas
se irá tu rosal.
Tu rosal de aurora,
un amanecer
plegará sus ramas,
y caerá después.
Sus hojas de jade
--júbilo del mar--
sueñan un espacio,
y un vuelo lustral.
¡Goza la alegría
en verde, el reís
de ramas y hojas!
Pronto será gris.
Recoge sus rosas:
Presiente el rosal,
que un día de Mayo
se adormecerá.
Hazte una guirnalda,
para tu dolor:
Se te van tus flores,
se te oculta el sol.
Tu rosal-poeta,
quiere eternidad:
Una mariposa
busca luz astral.
angelus, La Habana, 1935, pág. 79.
También publicado en Matices en Agosto de 1936.
Ceniza en las franjas de las carreteras,
que cruzan sus brazos de mármol al cielo.
Ceniza en el viento--polvo de algodón--
Cimas de alabastro,
y por todas partes, arrozal en flor.
Justo, en el abrazo de los dos caminos,
un madero apunta
su rumbo al cenit,
y el dolor de Cristo dice a los confines
su albo mensaje,
bajo los extáticos cielos de satín.
¡El dolor de Cristo!... El alma divina
abriendo los brazos, el dolor del mundo
quisiera estrechar
y ¡cuántas angustias van en procesiones
por esos senderos,
sin ver su perdido gesto de amistad!
Los brazos en alto, los ojos en sombra,
Cristo siempre aguarda
la palabra herida que se una a su voz.
Y es invierno siempre cada primavera,
mientras Cristo sueña, pendiente a su árbol,
volver primavera cada corazón.
Copos de azahares perlan los caminos,
el invierno esmalta la extensión dormida,
Jesucristo agranda su palabra-luz;
pero los viajeros tristes, no le escuchan
atentos al ritmo de su propio duelo,
o apresando el ala de algún sueño azul...
Y el invierno en tanto, compasivamente,
al Rey de Dolientes armiña su Cruz.
San Antonio, 10 de enero de 1936.
Natalia: Nombre suave...
de espuma. Nombre-brisa.
Nombre de claridades siderales:
Nombre-alba... nombre día.
Nombre que sabe a miel de fruta y rosa.
Nombre-seda capullo de sonrisa.
Nombre que anuncia un rostro de medalla,
bajo la pompa rubia de unos rizos;
dos pétalos que dicen su mensaje
con cuidados de plumas en caricia;
y el brillo de dos jades embrujados,
que hacen soñar al mundo cuando miran.
Nombre que evoca al niño sol del Norte
y el encanto triunfal de las Walkyrias.
Nombre de una mujer: Nombre de gracia;
síntesis rosa de una gracia viva.
Nombre que abre el azul del horizonte
para pintar una alborada viva;
ala de luz que va encendiendo astros,
con un diamante en llamas: la Poesía.
Publicado en el periódico Avance, del 3 de agosto de 1936 (La Habana, Cuba), precedida de esta nota editorial:
Luisa Muñoz del Valle, poetisa que sabe aunar, en sus bien cincelados versos, a la originalidad de la forma la delicadeza de la idea nos envía ésta ofrenda lírica a Natalia Aróstegui de Suárez, cuyo recital poético anunciado para mañana, en el teatro "Auditorium", es la máxima atracción artística de la semana.
Cuando vengas al fin, por un sendero
que ignoren los demás, habrá en mi frente
un halo milagroso de lucero,
mi voz tendrá los ritmos de una fuente
con deshielo de estrellas,
y habrá mi sombra de aromar mis huellas.
Cuando vengas al fin, nuevo lenguaje
de tisú negro y de arabescos rojos
inventarán mis ojos,
y una hebra de sol en el miraje
de mi inquietud, diseñará--en la hora--
siete franjas de raso de la aurora.
Será en la exhaltación de los jardines,
y mi mano en un gesto de acogida
descifrará inocencias de jazmines.
Será cenit la vida,
y habrá un enfloramiento de fragancias
en la desolación de las distancias.
Cuando vengas, un gozo sin motivo
despertará en sonrisas la arboleda;
dará mi cuerpo al aire fugitivo
un contacto de seda,
y prenderán sus ritmos en los montes
rubias insinuaciones de horizontes.
No sé cuándo vendrás... Acaso vengas
al detener mi brújula el destino,
y acaso te detengas
ante la Esfinge que delante vino.
Mas, sé que llegarás y he de aguardarte,
la mente en flor y el corazón sedeño,
aunque deba encontrarte
bajo el ala de ébano del sueño.
ALMA DEL VALLE
Boletín San Antonio, 10 de septiembre de 1936.
Deja caer su clámide la luna sobre los techos y las azoteas; pero hoy no viene triste y pensativa como las niñas feas. Hoy trae un guiño picaresco, una loca persecución de los celajes, y escribe una misiva en la pérgola húmeda de encajes.
Acaso ha recordado un año mozo y se siente imantada de distancias. Llega fresca de gozo, y ensaya extravagancias.
Hoy ha olvidado sus romanticismos y viene ensortijando confidencias, que hacen gozoso al mar y da espejismos al ensueño, y al aire negligencias.
Ha llegado, y me siento el alma estremecida en claridades, alba de castidades que me envidiara el mismo firmamento. Ha llegado en el viento, y siento en mi alma un vértigo sutil, y gentil, y febril, como si me cubriera un chal de brisa, o como si contara un cuento la risa de Abril.
ALMA DEL VALLE
Boletín San Antonio, 10 de septiembre de 1936.
Lirio de azogue, la luna
le da al estanque su faz.
Las once de la mañana
¡y tan dormida que está!
--¡No le hagan ruido, mis niños;
no se vaya a despertar!
--¿Por qué se ha qudado fuera
de su casa?... ¿No se van
a dormir durante el día
los serenos?... ¿No se van?...
--Si quietecitos se quedan,
ahora todos sabrán
como se durmió la luna
muy antes de madrugar.
Ella estaba custodiando
el palacio celestial,
y en el plato del estanque
contemplándose la faz.
De pronto pasó la brisa
su mano de tafetán
por el diamante del agua
y, ¡prodigio sin igual!
¡veinte lunas como flores
se abrieron sobre el cristal!
Deslumbrada de alegría
hubo pronto de cerrar
los ojos, y aún cerrados
miraba el jardín lunar.
Así, quedóse dormida
y tal vez soñando está,
que las lunas del estanque
le hacen rondas de azahar.
Senderos, La Habana, Enero
de 1937.
Publicada también en Cúspide, 15 de agosto de 1938
bajo el título Canto de Novilunio. Hemos retenido aquí
la puntuación original.
Hombres de las Antillas:
Hermanos de la América sellada y auroral:
No huyamos al Oriente; aquí están las Bastillas
donde defenderemos lo que es nuestro: lo real.
Hombres Americanos:
La Tierra--novia--espera. Traed vuestras semillas--
--arras de nuestros llanos--
Las bodas con la Tierra, son las del Ideal.
Juntemos nuestros brazos
en apretados mazos,
para enjoyar la tierra con granos siderales.
Seamos los plateros de los dormidos yermos.
Ya el alba iza banderas de plata y arrebol.
¡Alerta! Nuestros bueyes se tornarán enfermos
de espera, en los ardientes arenales.
Pongamos al arado la cuchilla del sol.
Salgamos a la aurora,
con un gozo de siglos tocando las alturas.
En el reloj de América se incorporó la hora,
su filo de palabra
desmadejó la luz.
Han desplegado sus arboladuras
las nubes, y han dejado que se abra
sobre los campos yertos el faro de la Cruz.
¡Basta de ídolos falsos! ¿oro?... ¿arcilla?
¿qué importan si son falsos?... La rodilla
sólo debe doblarse ante el Decoro.
Unamos nuestro empeño:
Un haz de voluntad
eleve el firmamento una montaña de oro,
para comprar con ella al extranjero dueño
las tierras que perdiera nuestra debilidad.
Sacerdotes del surco: En alto vuestras manos
relucirán hisopos los puñados de mies.
Ungidas de donaire
desdáblanse las sedas del saludo,
que el alba lanza al horizonte mudo.
Signemos nuestros llanos
con la rubia parábola de los granos
al aire,
y aguardemos el brote de esmeraldas después.
Poetas: Nuestros versos serán nuestros caminos.
¡Qué importan los espinos!
Que nada nos importe:
Tomemos la segur,
y dando las espaldas a la estrella del Norte,
recojamos el fruto bajo la Cruz del Sur.
San Antonio, 25 de enero de 1937.
Salta en mis prados una alegría.
Reír!... Reír!...
Despreocupada me doy al día
y ensayo el cántico del porvenir.
Alas de nácar prende a mi espalda
esta alegría de la asunción,
y se ha trocado clara esmeralda
el corazón.
Venid, hermanos, los pecadores,
los descreídos, venid porque
voy al bautismo de los errores
y llevo el ánfora de santa fe!
Venid los pobres y torturados,
todos los buenos de voluntad!:
Los siete dones me fueron dados,
y voy cantando sobre los prados
en un excelsior de claridad.
Boletín San Antonio, Febrero 1937.
Como un azul fantasma se fué la tarde acaso,
y una errátil luciérnaga de tedio sumergió
sus alas en el vaso
sin bordes del recuerdo y se estratificó.
Yo sé que fué un ocaso
de cielos de magnolias y polvo de zafir,
y sé que en cada tarde dos élitros de raso
hacen vibrar un ópalo con ansias de partir.
En el boletin San Antonio del 25 de mayo de 1937.
Arquero de ensueño:
Lánzate al confín
a prender estrellas, a volverte dueño
del áureo botín.
Angélico Arquero:
mil dardos darás
al paisaje mudo y se hará parlero
cual ninguno más.
Salgan los cohetes
de tu aljaba azul,
y a cada celaje tus mil martinetes
desgarren su tul.
Dale al horizonte
tu haz de color;
un río de auroras rieguen llano y monte,
mariposa y flor.
Al boscaje quieto
lleva actividad:
Tu arco de luna marque su alfabeto
de velocidad.
Y en cuanto domines
el espacio, ven
y mi exhausto cáliz colma de confines,
ízalo de bien.
San Antonio, 10 de agosto de 1937.
Mi carreterl de tristeza,
tiene un hilo de cristal
que resta del cilindro con pereza
su sedal.
Mi carretel, ¿es de plata
o de luna?... No lo sé.
Sé que el recuerdo lo ata
a la vida que se fué.
Velamen gris del poniente,
que me ha llevado al partir,
de espaldas al presente,
de frente al porvenir.
Va en busca de la alborada
mi sierpe de escama-azur,
como una lágrima helada
hacia la ruta del Sur.
San Antonio, 25 de agosto de 1937.
Bendita mi neblina gris de melancolía,
y las rudas raíces de la meditación:
Soy un árbol--en medio de una nube--que ansía
dar al suelo su fértil rocío de emoción.
Si no fuera por esos garfios en el subsuelo,
y esa nube que cerca de gris mi voluntad,
bien sé que olvidaría la tierra por el cielo,
y el ansia de tornarme imán de claridad.
En el boletin San Antonio del 25 de mayo de 1937.
Con un temblor de encantamiento
rozaste la escultura de mi alma
y la vestiste toda de azahares.
Ella estaba en un claustro sin paredes.
Era prisión sin rejas
la pesantez de piedra que la inmovilizaba
y le marcaste ritmos
para trocarla en ala.
Ya vuela para tí, aunque el vacío
la envuelve por ahogarla!
Cúspide, 15 de octubre de 1938.
Velan los pastores.
Los ojos en alto,
frente al pentagrama
mudo de los cielos
consultan los astros.
Los labios desciñen
presagios de oráculos.
La esperanza reza.
En los aires mueve
sus alas la espera.
De pronto, una lanza
de luz rasga el cielo;
un ángel asoma,
y al asombro trémulo
de la grey que aguarda,
entrega un mensaje
fragante de gracia.
¡Gloria en las alturas!...
Músicas de esquilas
danzan por las cimas,
coros de laúdes
traspasan las nubes.
Se aroman los montes,
un canto sin forma
sube hasta los labios
de niños y hombres.
¡Gloria en las alturas!...
La paz que se anuncia
da rutas de júbilo.
Acuerdan hallar al Niño
en un coloquio sin voces.
Sus pensamientos galopan.
La estrella grande blanquea
la caravana de sombras.
Belén, la gruta encendida
como un cristal de diamante.
Los pastores se detienen
extáticos como árboles.
Pero siguen los rebaños;
quieren entrar al establo:
Adentro nació un cordero
más nevado que los nardos.
Un pastor niño los sigue
¿por qué temblar a la entrada?
Ha nacido el Buen Pastor
sin tener cuna ni casa;
el Rey Pastor ha venido
sin corona y sin espada.
Palomas, corderos
y flores le ofrendan.
Los cuerpos se humillan.
El niño los besa
con largas sonrisas.
Los pastores vuelven
con su gozo al monte,
por las anchas rutas
que afelpa la nieve.
Entre rosas de alba
la noche tirita;
mas, no advierten ellos
la herida del frio:
Van hollando arenas
de estrellas molidas.
Semanario Católico, 7 de enero de 1940.
En la ciudad dormida
los ruidos se deshilan:
Como gotas cansadas
cayendo sobre piedras,
da el gran reloj sus largas
voces viejas.
Vuelan buhos de plata,
partiendo el aire al filo
de sus gritos.
Enciende su relámpago
la risa
extiende un ala tímida
la voz;
o un organillo vuelca
su oro de alegría;
o florece a lo lejos
un pregón.
En la ciudad de noche,
mientras duermen las horas,
se desvelan los ruidos.
Vienen a nuestro encuentro
como amigos,
nos toman de la mano
y nos cuentan la historia
de los siglos.
Publicado en el Semanario Católico, La Habana, el 7 de enero de 1940.
El cielo es de cristal
El mar es de cristal
La luz es de cristal
Todo es diafanidad.
El universo me encierra
en dos valvas de cristal.
¡Si vieras la transparencia
que me ha traído la tarde!
De repente ha traspasado
mi carne de claridad.
Toda me he vuelto de estrellas
de agua clara y de diamantes
entre los cielos y el mar.
En el nácar de las olas,
y en el ópalo inmenso de los cielos
¿no me sientes vibrar?
Yo estoy toda en la tarde transparente
y el mundo todo en mi; pero tan puro
tan leve, tan
que si nos miras sentirás cerrarse
las puertas del pecado original.
Semanario Católico, 21 de enero de 1940, pág. 29.
CANCION DE LA ESPERANZA SIN FORMA
Onda que sube a mis labios
desde todas las esquinas de mi ensueño,
mar sin fuentes definidas, sin espacios ni riberas,
mar que viene desde el cosmos
y se expande al infinito
y levanta su oleaje gigantesco
sobre el plano de mi tierra.
Mar-angustia verde-azul de lo futuro
que no asoma,
pero alienta dolorosamente cerca.
Una racha de perfumes ignorados
me sacude toda entera,
incensario de purezas
voy regando la canción que desconozca
y que dentro llevo presa.
Un gran rayo de luz viva
me ha cruzado su saeta.
Soy un prisma traspasado
por un sol que no se acaba
y que en todos los colores por nacer se desintegra.
Voz de todas las gargantas,
como un golpe de trompetas
que se alzara vertical en toda época
sube dentro de mi misma
y los labios y los ojos y las manos
en esfuerzos dolorosos de expresión
rasgan y quiebran.
Voz en luces desangrada
Voz sin formas de lo inerte,
Voz que apresa el corazón de lo futuro
y rechaza los mensajes del presente,
Voz de todas las edades,
hacia todos los confines
por encima de la vida y de la muerte.
Semanario Católico, 30 de junio de 1940.
--Papá, yo quiero la Luna.
¿Cómo la podré bajar?
--Luisito, la Luna tiene
siete perros que la cuida
y un ángel es su guardián.
--Pero, yo quiero la Luna,
¿Voy a buscarla, Papá?...
--¿No sabes que está muy lejos
y a pie no puedes llegar?...
--Con una escalera grande
puedo subir hasta allá.
--¿Y si una sola no alcanza?...
--Le pondremos otra más
bien sujeta en la azotea.
¡Vamos a hacerlo, Papá!
--¿Y si se rompe al bajarla
como un globo de cristal?...
--¡no se rompe: yo la traigo
como me duerme Mamá!
En el Semanario Católico, Semana Santa de 1942.
Esta canción ignorada
que solamente oí yo
¿quién sabe de donde vino
por un camino de sol?...
y se quedó aleteando
dentro de mi corazón.
Esta canción increada
que nunca dijo otra voz,
está golpeando la herida
que abrió una tarde el dolor,
pero son alas de sándalo
las que tiene mi canción.
No pidas que te la entregue:
Yo la escucho... la sé yo,
pero no sube a mis labios
el panal de su oración;
para mi sola desgrana
sus perlas mi ruiseñor
y congela en mi garganta
su manantial de emoción.
Hero, Marzo-Junio 1944.
Navidad asoma por la puerta de hoy.
Ya la tarde cayó sobre el mar
e inicia la noche su leve temblor
de luces.
Navidad extiende sus alas de flor
en la brisa de blando cristal
y enciende su llama de vieja emoción
la luna.
Todo en esta noche vive para Dios.
Lo afirma el guijarro, lo grita el pinar,
con tinta de plata lo afirma un candor
de estrellas.
Todo el universo se enciende en fervor
y es una campana que rompe a cantar,
porque viene el Niño--rosita de sol--
al mundo.
Porque viene el Niño--lucerito en flor--
¡abre tus ventanas a la eternidad
y haz pesebre de oro de tu corazón!
la Aurora infinita se te entregará.
Publicado en el boletín "La Milagrosa", La Habana, Diciembre 1944.
Señor: Yo nada soy. ¿por qué me diste
la honra de elegirme?
¿Qué puedo yo inmolar si no poseo
palomas ni corderos?
¿Qué aroma he de ofrecer, si son cenizas
los carbones que tuvo el pebetero?
Señor: Yo no sé hablar. ¿Cómo pudiera
enraizar tus verdades en las piedras
y sacudir tus rosas en el aire
que pasa por las almas?
¿Cómo pudiera conducir rebaños
o guiar caravanas
si me falta el cayado del Pastor
y la estrella polar no está visible
en estas soledades?
¿Cómo ha de construir tus torres
quien sabe que sus manos
están hechas de barro?
Mas, no he de preguntar ¿por qué? ni ¿cómo?.
Entraré por la Puerta que me abre
la lanza de Longinos.
Dentro descubriré por qué le diste
a mi pardo granito de arena
el lugar de un diamante.
La Milagrosa, Febrero de 1945.
Para Elenita y Ana Mari, mis sobrinas
Lindo barquito de plata
que en el cielo estás bogando,
cuando tan lento te mueves
debes traer mucha carga.
Mi niño está mirando
y asaltándote con besos,
mas no pienses que es pirata,
¿sabes?... ¡mi niño es poeta!
Sueña despierto con mares
tan lejanos como astros,
sueña con tierras sin nombre
y con metas ignoradas.
Mi niño sabe de antojos
y no se quiere dormir,
pues presiente que esta noche
has de entrar por la ventana.
Y suspira porque bajes
por tu cauce de cristal,
que al derramarse en la alfombra
forma un lago de hojalata.
Barquito de novilunio,
¿qué guardas en tus bodegas?
¿Qué traes para mi niño,
barquito de porcelana?
Barquero de las alturas,
mi niño quiere naranjas,
una pelota de goma
y un elefante de pana;
pero no quiere cañones,
ni soldados, ni granadas.
El quiere dulces de almibar,
barquillos de mermelada,
un caballito que coma
y un automóvil muy grande,
para pasear a los niños
que nunca han tenido casa.
Para los niños sin madre,
para los niños sin nombre,
para los niños con hambre,
para los niños con lágrimas.
Todos los dones del mundo,
quiere mi niño que traigas.
Baja en seguida, Barquero
en tu nave de azahares,
porque si tardas, mi niño
puede pedirte los cielos...:
Sueña monedas de estrellas
para repartir en dádivas.
¡Barquero, que tu barquito
va a zozobrar por su carga!
Semanario Católico, Abril 1945.
Astros de las alturas.
Astros en las corolas matinales.
Astros en las espaldas de las olas.
Astros en las entrañas de la tierra.
Astros para tus manos.
¿Por qué pedirlos tanto, niño mío?
¡si tú mismo eres astro!
En Azul, Versos para el mes de Mayo, Mayo 1945.
Como eres tan pequeño
y es tu risa tan linda,
quise guardarla toda entre mis manos
por aromar con ella mis nostalgias
y hacer viajar mis barcos de tristeza
en la tersura azul de sus cristales,
pero... ¡que angosto el hueco de mis manos,
que no pudo apresarla!
Azul, Mayo 1945.
In lumine lusce videbimus lumen.
El Señor es mi luz y mi salvación.
Salmos de David
A los RR. PP. Jesús Redín e Isidro Nava.
Hoy el sol me ha faltado
y el aire se me ha vuelto
de piedra.
Cuando es gris mi horizonte
¿qué importan las orgías
de luz de la mañana
y las aves en fiesta?
Hoy el Sol me ha faltado
y me muevo en tinieblas.
Callada frente al mar
vuelan mis ojos
al País que no encuentran.
De allá vienen mi luz, mi primavera,
mi manantial de aire.
Si acaso para siempre se ocultara,
me quedaría inmóvil como el nardo
al que la escarcha besa.
La aleta de diamantes de una ola
sobre mis pies se aquieta,
mas, yo habré de quedar en la marea,
con mis ojos cansados de tinieblas
fijos en el Oriente,
hasta que resplandezca en las alturas
esa Aurora de siglos
que hoy no tocó a mi puerta.
Publicación La Milagrosa, Junio de 1945, pág. 7.
¿Acaso el alma mía álguien oyó? Nietzche
En el alba fragante de dulces claridades
se hizo trémolo de alas mi canción
y fué de cumbre en cumbre y fué de prado en prado;
pero nadie la oyó.
Bajo el domo de oro del sol de mediodía
escapó de mis manos un arpegio en albor,
saltó al arbol, al río, a la nube y la piedra;
mas nadie lo advirtió.
En las trémulas luces de un crepúsculo lila
se deshojó la orquídea de mi voz;
sus pétalos viajaron por campos y ciudades;
pero nadie los vió.
Sobre los pentagramas de diamantes del cielo
música de universos escribe mi emoción;
pero yo sé que nadie ha de leer sus signos,
mas que Dios.
Azul, Noviembre 1945.
Porcelana sin mancha el firmamento:
El último chubasco pasó ya
y en la calle callada --templo muerto--
quedan aún cantando como ecos
voces lejanas de la tempestad.
¿No la sientes jugar--música
de hojas--
en los cedros del parque colonial?
¿No la miras rodando por los charcos
o alisando tus sienes al pasar?
¿No brilla entre las piedras de la calle,
y es olor de pinares sacudidos,
y de tierras risueñas de humedad?
Ahora es sólo una huella indefinida
de algo tenue y profundo que se va,
algo que purifica los sentidos,
algo dulce y tenaz que se nos prende
--silenciosa raíz de eternidad--
algo que nos anuncia formas nuevas
de sentir y soñar,
algo que nos enseña mientras juega
la más grave lección de soledad,
algo nunca escuchado, nunca visto,
pero palpado hasta la saciedad.
¡Algo!... ¡Algo!, por darle un nombre, algo
indeciso, vibrante y auroral,
algo que sube limpio de la tierra
o que baja, sin mácula del éter
con fuerza germinal,
algo que nos conduce al infinito
por alguna escalera de cristal.
La Habana, Azul, Noviembre de 1945.
Para
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Muñoz del Valle.
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