FIESTAS DE LA STMA. Y VERA CRUZ DE CARAVACA


LA MAÑANA DEL 2 DE MAYO TIENE UN SABOR ESPECIAL EN CARAVACA, SON LAS FIESTAS DE LA SANTISIMA Y VERA CRUZ, PATRONA DE NUESTRA CIUDAD. CUANDO CARAVACA ES MAS CARAVACA, ES EL DIA GRANDE.


En el festejo donde todo el pueblo participa en unos actos que hunden sus raíces en el siglo XIII.

Nuestras fiestas patronales comienzan el 1 de mayo, aunque como fiesta, para nosotros se inicia el día 30 de abril, y para otros no se sabe donde comienzan y donde terminan. De todos modos el día grande es el 2.

Abre la mañana la misa de aparición. En esta celebración se conmemora la aparición de la Cruz del patriarca de Jerusalén, portada por dos ángeles, al Sacerdote Ginés Pérez Chirinos cuando se ponía a cantar misa sin tener delante la Cruz.

Según la leyenda el rey moro Ceyt Abuceyt (o Muley Acebuey), se convirtió al cristianismo a la vista del milagro. Aquí es donde tiene el origen este apasionante y original festejo.

La mañana continúa con la espectacularidad de la carrera de los Caballos del Vino, donde se une el caballo y cuatro jinetes que le acompañan en la subida al castillo. Corriendo la cuesta enjaezados con mantos bordados trabajados con sorprendente amor.

El bordado de los mantos, en oro y seda, derrama fantasía y buen hacer, dando una lección de hilo, aguja, arte y color.

El origen del festejo se basa en una tradición en la cual los musulmanes granadinos cercaban el castillo, encontrándose este defendido por los Caballeros del Temple, donde se refugia la población. El asedio se hacía insoportable y las aguas al corromperse desatan una epidemia. Cuatro caballeros templarios burlan el cerco en busca de agua, no encuentran agua, pero vuelven al castillo con vino y al ser bendecido lo dan a beber a los enfermos, que milagrosamente sanan.

No se sabe bien si situar los hechos en el siglo XII o XIII.

Desde un punto de vista más histórico, los primeros antecedentes de la celebración de la fiesta propiamente dicha, se remontan al siglo XVII, con el baño de la Cruz en el vino, en la mañana del 2 de mayo. El vino procedía de las fincas importantes de los alrededores, del concejo y la orden de Santiago. Sin embargo, hasta el primer tercio del siglo XIX no fructificaría una interpretación del festejo similar a la actual, siendo la primera referencia escrita sobre la participación del caballo en el año 1.899, se trata de un manuscrito del sacerdote Francisco Salas.

Desde entonces la festividad a evolucionado en su forma y representación.

Se podrían distinguir tres épocas, la primera llega hasta 1.936, cuando nacen las rivalidades entre familias y es el gentío el que decide con sus aplausos cual es el caballo más vistoso y adornado. La indumentaria de los mozos se compone de alpargatas, faja, pantalón negro y pañuelo al cuello. Se viste al caballo tan solo con una colcha, atacolas, brión con los cascabeles y el cabezal.

En 1.920 se realiza el primer documento gráfico sobre los Caballos del Vino: dos minutos de película dentro de un documental sobre Caravaca.

En una segunda época contempla el resurgir del festejo tras la Guerra Civil, aparece el Jurado, y el caballista adquiere mayor importancia. Las familias (todavía no se conocen las peñas) toman cuerpo y se logra que la fiesta perviva en los años difíciles, con los Rajaos, Chavos, El Gamba... Con la costumbre que el dueño del caballo acudiera con los mismos amigos.

En la última etapa, la actual, aparece la complejidad en los bordados, las figuras, las banderas, las faldoneras, y las pulseras en manos y patas. En 1.972 aparecen las primeras peñas, que costean por sí mismas la salida de su caballo, El Zambra o el Terry.

Pero comentemos la fiesta, siendo el 30 de abril cuando realmente se inician con la noche de las migas. En la mañana del 1 de mayo ofrenda floral a nuestra Santísima y Vera Cruz y en la tarde, aparece el caballo, se celebra el concurso de caballos a pelo en la plaza del Hoyo (hoy plaza de los Caballos del Vino), el Jurado premia al mejor caballo, al de mejor estampa, no es un concurso de doma, ni carrera, solo una exhibición del caballo. Al anochecer las gentes recorren los locales para apreciar los mantos expuestos que se lucen en el día 2. ¿Lloverá?, ¿No lloverá?; nunca se sabe.

Sobre las cuatro de la mañana comienzan las labores, limpiar, cepillar, preparar los mantos. ¡ ES EL RITUAL ¡, a puerta cerrada se viste al caballo.

Con el sol, comienzan a aparecer los caballos, los primeros tanteos, acompasar los pasos... el resonar de los cascos y los cascabeles. Después de la misa de aparición y al término, se recorren las calles, ¡ CARAVACA, YA ES CARAVACA ¡, atestadas las calles, los balcones, la Gran Vía, la calle Mayor y como no el Castillo, a ver correr la cuesta. Abriendo el desfile de esta mañana, los Moros y Cristianos. En el convento carmelita se recoge una bandeja de flores, se realiza la bendición de las flores, y a esperar a que lleguen los momentos culminantes, la carrera y los premios al caballo mejor enjaezado.

Durante la carrera, los cuatro caballistas unidos al caballo enjaezado se abren paso entre el gentío. Apenas los pies tocan el suelo.

Según D. Pedro Ballester ser caballista “es un arte, porque correr el caballo con fuerza y elegancia sin quitarle espontaneidad requiere aprendizaje y veteranía”.


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