Carlos
Marx
Vladimir Ilich Lenin
(Nov/14)
I N D I C E
CARLOS MARX[1]
(BREVE ESBOZO BIOGRAFICO,
CON UNA EXPOSICION DEL
MARXISMO)
Escrito de julio a noviembre de
1914.
Publicado por primera vez en
1915 en el Diccionario Enciclo-
pedico Granat, 7a edición, to-
mo XXVIII. |
Firmado: V. Ilín.
|
P R 0 L 0 G 0
El artículo sobre Carlos Marx, que
hoy aparece en folleto, lo escribí (si mal no recuerdo) en 1913
para el Diccionario Granat. Al final del artículo se agregaba una
bibliografía bastante detallada sobre Marx, que abarcaba sobre todo
publicaciones extranjeras. Esta bibliografía no figura en la presente
edición. Además, la Redacción del diccionario, por
su parte, teniendo en cuenta la censura, suprimió la porción
final del artículo, en la que exponiaía táctica revolucionaria
de Marx. Por desgracia no me ha sido posible reconstruir aquí dicha
parte, pues el borrador lo dejé no sé dónde, con mis
papeles, en Cracovia o Suiza. Sólo recuerdo que al final de mi artículo
citaba, entre otras cosas, el pasaje de la carta de Marx a Engels del 16
de abril de 1856, en la que el primero decía: "Todo el asunto dependerá
en Alemania de la posibilidad de cubrir la retaguardia de la revolución
proletaria mediante una segunda edición de la guerra campesina.
De esta manera la cosa será espléndida". Esto es lo que no
entendieron, desde 1905, nuestros mencheviques, que en la actualidad han
llegado incluslo a traicionar completamente al socialismo y a pasarse al
campo de la burguesía.
N. Lenin
Moscú, 14 de mayo de 1918.
Publicado en 1918 en el folle-
to: N. Lenin, Carlos Marx, Ed.
Priboi, Moscú. |
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Se publica de acuerdo con el
manuscrito.
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Carlos Marx nació el 5 de mayo (según
el nuevo calendario) de 1818 en Tréveris (ciudad de la Prusia renana).
Su padre era un abogado judío, convertido en 1824 al protestantismo.
La familia de Marx era una familia acomodada, culta, pero no revolucionaria.
Después de terminar en Tréveris sus estudios de bachillerato,
Marx se inscribió en la universidad, primero en la de Bonn y luego
en la de Berlín, estudiando jurisprudencia y, sobre todo, historia
y filosofía. En 1841 terminó sus estudios universitarios,
presentando una tesis sobre la filosofía de Epicuro. Por sus concepciones,
Marx era entonces todavía un idealista hegeliano. En Berlín
se adhirió al círculo de los "hegelianos de izquierda" (Bruno
Bauer y otros), que se esforzaban por extraer de la filosofía de
Hegel conclusiones ateas y revolucionarias.
Terminados sus estudios universitarios, Marx se trasladó
a Bonn con la intención de hacerse profesor. Pero la política
reaccionaria del gobierno, que en 1832 había despojado de su cátedra
a Ludwig Feuerbach, que en 1836 le había negado nuevamente la entrada
en la universidad y que en 1841 privó al joven profesor Bruno Bauer
del derecho a enseñar en Bonn, obligó a Marx a renunciar
a la carrera docente. En aquella época, las ideas de los hegelianos
de izquierda progresaban rápidamente en Alemania. Ludwig Feuerbach,
sobre todo desde
pág. 2
1836, comenzó a someter a crítica la teología
y a orientarse hacia el materialismo, que en 1841 (La esencia del cristianismo
) se impone ya definitivamente en su pensamiento; en 1843 ven la luz
sus Principios de la filosofía del porvenir. "Hay que haber
vivido la influencia liberadora" de estos libros, escribía Engels
años más tarde refiriéndose a esas obras de Feuerbach.
"Nosotros [es decir, los hegelianos de izquierda, entre
ellos Marx] nos hicimos en el acto feuerbachianos."[2]
Por aquel tiempo, los burgueses radicales renanos, que tenían ciertos
puntos de contacto con los hegelianos de izquierda, fundaron en Colonia
un periódico de oposición, la Gaceta del Rin (cuyo
primer número salió el 1 de enero de 1842). Marx y Bruno
Bauer fueron invitados como principales colaboradores; en octubre de 1842
Marx fue nombrado redactor jefe del periódico y se trasladó
de Bonn a Colonia. La tendencia democrática revolucionaria del periódico
fue acentuándose bajo la jefatura de redacción de Marx, y
el gobierno lo sometió primero a una doble censura y luego a una
triple, hasta que decidió más tarde suprimirlo totalmente
a partir del 1 de enero de 1843. Marx se vio obligado a abandonar su puesto
de redactor jefe en esa fecha, sin que su salida lograse tampoco salvar
al periódico, que fue clausurado en marzo de 1843. Entre los artículos
más importantes publicados por Marx en la Gaceta del Rin,
Engels menciona, además de los que citamos más adelante (véase
la Bibliografía ) el que se refiere a la situación de
los campesinos viticultores del valle del Mosela. Como su labor periodística
le había demostrado que conocía insuficientemente la economía
política, Marx se dedicó afanosamente al estudio de esta
ciencia.
En 1843, Marx se casó en Kreuznach con Jenny
von Westphalen, amiga suya de la infancia, con la que se había comprometido
cuando todavía era estudiante. Su esposa pertenecía a
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una reaccionaria familia aristocrática de Prusia. Su hermano
mayor fue ministro del Interior en Prusia durante una de las épocas
más reaccionarias, desde 1850 hasta 1858. En el otoño de
1843 Marx se trasladó a París con objeto de editar en el
extranjero una revista de tendencia radical en colaboración con
Arnold Ruge (1802-1880; hegeliano de izquierda, encarcelado de 1825 a 1830,
emigrado desde 1848, y partidario de Bismarck entre 1866 y 1870). De esta
revista, titulada Anales franco-alemanes, sólo llegó
a ver la luz el primer fascículo. Las dificultades con que tropezaba
la difusión clandestina de la revista en Alemania y las discrepancias
surgidas entre Marx y Ruge hicieron que se suspendiera su publicación.
En los artículos de Marx en los Anales vemos ya al revolucionario
que proclama la necesidad de una "crítica implacable de todo lo
existente", y, en particular, de una "crítica de las armas"[3]
que apele a las masas y al proletariado.
En septiembre de 1844 llegó a París,
por unos días, Federico Engels, quien se convirtió, desde
ese momento, en el amigo más íntimo de Marx. Ambos tomaron
conjuntamente parte activísima en la vida, febril por entonces,
de los grupos revolucionarios de París (especial importancia revestía
la doctrina de Proudhon, a la que Marx ajustó cuentas resueltamente
en su obra Miseria de la filosofía, publicada en 1847) y,
en lucha enérgica contra las diversas doctrinas del socialismo pequeñoburgués,
forjaron la teoría y la táctica del socialismo proletario
revolucionario, o comunismo (marxismó). Véanse, más
adelante, en la Bibliografía, las obras de Marx de esta época,
años de 1844 a 1848. En 1845, a instancias del gobierno prusiano,
Marx fue expulsado de París como revolucionario peligroso, instalándose
entonces en Bruselas. En la primavera de 1847, Marx y Engels se afiliaron
a una sociedad secreta de propaganda, la Liga de los Comunistas, tuvieron
una participa-
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ción destacada en el II Congreso de esta organización
(celebra do en Londres en noviembre de 1847) y por encargo del Congre so
redactaron el famoso Manifiesto del Partido Comunista,
que apareció en febrero de 1848. En esta obra se traza, con claridad
y brillantez geniales, una nueva concepción del mundo: el materialismo
consecuente, aplicado también al campo de la vida social; la dialéctica
como la doctrina más completa y profunda del desarrollo; la teoría
de la lucha de clases y de la histórica misión revolucionaria
universal del proletariado como creador de una nueva sociedad, la sociedad
comunista.
Al estallar la revolución de febrero de 1848,
Marx fue expulsado de Bélgica. Se trasladó nuevamente a París,
y desde allí, después de la revolución de marzo, marchó
a Alemania, más precisamente, a Colonia. Desde el 1 de junio de
1848 hasta el 19 de mayo de 1849, se publicó en esta ciudad la Nueva
Gaceta del Rin, de la que Marx era el redactor jefe. El curso de los
acontecimientos revolucionarios de 1848 a 1849 vino a confirmar de manera
brillante la nueva teoría, como habrían de confirmarla en
lo sucesivo los movimientos proletarios y democráticos de todos
los países del mundo. La contrarrevolución triunfante hizo
que Marx compareciera, primero, ante los tribunales (siendo absuelto el
g de febrero de 1849) y después lo expulsó de Alemania
(el 16 de mayo de 1849). Marx se dirigió a París, de donde
fue expulsado también después de la manifestación
del 13 de junio de 1849[4]; entonces
marchó a Londres, donde pasó el resto de su vida.
Las condiciones de vida en la emigración eran
en extremo duras, como lo revela con toda claridad la correspondencia entre
Marx y Engels (editada en 1913). La miseria asfixiaba realmente a Marx
y a su familia; de no haber sido por la constante y abnegada ayuda económica
de Engels, Marx no sólo no hubiera podido acabar El Capital,
sino que habría su-
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cumbido inevitablemente bajo el peso de la miseria. Además,
las doctrinas y tendencias del socialismo pequeñoburgués,
no proletario en general, que predominaban en aquella época,
obligaban a Marx a librar constantemente una lucha implacable, y a veces
a repeler (como hace en su obra Herr Vogt [5])
los ataques personales más rabiosos y salvajes. Manteniéndose
al margen de los círculos de emigrados y concentrando sus esfuerzos
en el estudio de la economía política, Marx desarrolló
su teoría materialista en una serie de trabajos históricos
(véase la Bibliografía ). Con sus obras Contribución
a la crítica de la economía política (1859) y
El Capital (t. I, 1867), Marx provocó una verdadera revolución
en la ciencia económica (véase más adelante la doctrina
de Marx).
El recrudecimiento de los movimientos democráticos,
a fines de la década del 50 y durante la del 60, llevó de
nuevo a Marx a la actividad práctica. El 28 de septiembre de 1864
se fundó en Londres la famosa Primera Internacional, la "Asociación
Internacional de los Trabajadores". Marx fue el alma de esta organización,
el autor de su primer "Llamamiento" y de gran número de sus resoluciones,
declaraciones y manifiestos. Unificando el movimiento obrero de los diferentes
países, orientando por el cauce de una actuación conjunta
a las diver sas formas del socialismo no proletario, premarxista (Mazzini,
Proudhon, Bakunin, el tradeunionismo liberal inglés, las vacilaciones
derechistas lassalleanas en Alemania, etc.), a la par que combatía
las teorías de todas estas sectas y escuelas, Marx fue forjando
la táctica común de la lucha proletaria de la clase obrera
en los distintos países. Después de la caída de la
Comuna de París en 1871, que Marx analizó (en La
guerra civil en Francia, 1871) de modo tan profundo, certero, brillante
y eficaz, como revolucionario -- y a raíz de la escisión
de la In ternacional provocada por los bakuninistas --, esta última
ya
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no pudo seguir existiendo en Europa. Después del Congreso
de La Haya (1872), Marx consiguió que el Consejo General de la Internacional
se trasladase a Nueva York. La primera Internacional había cumplido
su misión histórica y dejaba paso a una época de desarrollo
incomparablemente más amplio del movimiento obrero en todos los
países del mundo, época en que este movimiento había
de desplegarse en extensión, con la creación de partidos
obreros socialistas de masas dentro de cada Estado nacional.
Su intensa labor en la Internacional y sus actividades
teóricas, aún más intensas, minaron definitivamente
la salud de Marx. Prosiguió su obra de relaboración de la
economía política y se consagró a terminar El Capital,
recopilando con este fin multitud de nuevos documentos y poniéndose
a estudiar varios idiomas (entre ellos el ruso), pero la enfermedad le
impidió concluir El Capital.
El 2 de diciembre de 1881 murió su esposa,
y el 14 de marzo de 1883 Marx se quedó dormido apaciblemente para
siempre en su sillón. Está enterrado, junto a su mujer, en
el cementerio londinense de Highgate. Varios hijos de Marx murieron en
la infancia en Londres, cuando la familia vivía en la miseria. Tres
de sus hijas se casaron con socialistas de Inglaterra y Francia: Eleonora
Eveling, Laura Lafargue y Jenny Longuet. Un hijo de esta última
es miembro del Partido Socialista Francés.
LA DOCTRINA DE MARX
El marxismo es el sistema de las concepciones
y de la doctrina de Marx. Este continúa y corona genialmente las
tres principales corrientes ideológicas del siglo XIX, que pertenecen
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a los tres países más avanzados de la humanidad: la
filosofía clásica alemana, la economía política
clásica inglesa y el socialismo francés, vinculado a las
doctrinas revolucionarias france sas en general. La admirable coherencia
y la integridad de sus concepciones -- cualidades reconocidas incluso por
sus adver sarios --, que constituyen en su conjunto el materialismo y el
socialismo científicos contemporáneos como teoría
y programa del movimiento obrero de todos los países civilizados
del mundo, nos obligan a esbozar brevemente su concepción del mundo
en general antes de exponer el contenido esencial del marxismo, o sea,
la doctrina económica de Marx.
EL MATERIALISMO FILOSOFICO
Desde 1844-1845, años en que se formaron sus
concepciones, Marx fue materialista y, especialmente, partidario de Ludwig
Feuerbach, cuyos puntos débiles vio, más tarde, en la insuficiente
consecuencia y amplitud de su materialismo. Para Marx, la significación
histórica universal de Feuerbach, que "hizo época", residía
precisamente en el hecho de haber roto en forma resuelta con el idealismo
de Hegel y proclamado el materialismo, que ya "en el siglo XVIII, sobre
todo en Francia, representaba la lucha, no sólo contra las instituciones
políticas existentes y al mismo tiempo contra la religión
y la teología, sino también [. . .] contra la metafísica
en general" (entendiendo por ella toda "especulación ebria", a diferencia
de la "filosofía sobria") (La Sagrada Familia, en La herencia
literaria ). "Para Hegel -- escribía Marx --, el proceso del
pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea,
en sujeto con vida propia, es el demiurgo de lo real [. . .]. Para mí
lo ideal no es, por el contrario, más que lo material traducido
y traspuesto a la cabeza del hombre." (C. Marx, El Capital,
pág. 8
t. I, "Palabras finales a la 2a
ed."). Mostrándose plenamente de acuerdo con esta filosofía
materialista de Marx, F. Engels escribía lo siguiente, al exponerla
en su Anti-Dühring (véase ), obra cuyo manuscrito
conoció Marx: . . . "La unidad del mundo no existe en su ser, sino
en su materialidad, que ha sido demostrada [. . .] en el largo y penoso
desarrollo de la filosofía y de las ciencias naturales [. . .].
El movimiento es la forma de existencia de la materia. Jamás, ni
en parte alguna, ha existido ni puede existir materia sin movimiento, ni
movimiento sin materia [. . .]. Pero si seguimos preguntando qué
son y de dónde proceden el pensar y la conciencia, nos encontramos
con que son productos del cerebro humano y con que el mismo hombre no es
más que un producto de la naturaleza, que se ha desarrollado en
un determinado ambiente natural y junto con éste; por donde llegamos
a la conclusión lógica de que los productos del cerebro humano,
que en última instancia no son tampoco más que productos
de la naturaleza, no se contradicen, sino que corresponden al resto de
la concatenación de la naturaleza". "Hegel era idealista, es decir,
que para él las ideas de nuestra cabeza no son reflejos [Abbilder,
esto es, imágenes, pero a veces Engels habla de "reproducciones"]
más o menos abstractos de los objetos y fenómenos de la realidad,
sino que los objetos y su desarrollo se le antojaban, por el contrario,
imágenes de una idea existentes no se sabe dónde, ya antes
de que existiese el mundo." En Ludwig Feuerbach [6],
obra en la que Engels expone sus ideas y las de Marx sobre la filosofía
de Feuerbach, y cuyo original envió a la imprenta después
de revisar un antiguo manuscrito suyo y de Marx, que databa de los años
1844-1845, sobre Hegel, Feuerbach y la concepción materialista de
la historia, escribe Engels: "El gran problema cardinal de toda filosofía,
especialmente de la moderna, es el problema de la relación entre
el pensar y el ser,
pág. 9
entre el espíritu y la naturaleza [. . .]. ¿Qué
está primero: el espíritu o la naturaleza? [. . .] Los filósofos
se dividieron en dos grandes campos, según la contestación
que diesen a esta pregunta. Los que afirmaban que el espíritu estaba
antes que la naturaleza y que, por lo tanto, reconocían, en última
instancia, una creación del mundo bajo una u otra forma [. . .],
constituyeron el campo del idealismo. Los demás, los que reputaban
la naturaleza como principio fundamental, adhirieron a distintas escuelas
del materialismo". Todo otro empleo de los conceptos de idealismo y materialismo
(en sentido filosófico) sólo conduce a la confusión.
Marx rechazaba enérgicamente, no sólo el idealismo -- vinculado
siempre, de un modo u otro, a la religión --, sino también
los puntos de vista de Hume y Kant, tan difundidos en nuestros días,
es decir, el agnosticismo, el criticismo y el positivismo en sus diferentes
formas; para Marx esta clase de filosofía era una concesión
"reaccionaria" al idealismo y, en el mejor de los casos, una "manera vergonzante
de aceptar el materialismo bajo cuerda y renegar de él públicamente".
Sobre esto puede consultarse, además de las obras ya citadas de
Engels y Marx, la carta de este último a Engels, fechada el 12 de
diciembre de 1868, en la que habla de unas manifestaciones del célebre
naturalista T. Huxley. En ella, a la vez que hace notar que Huxley se muestra
"más materialista" que de ordinario, y reconoce que "si observamos
y pensamos realmente, nunca podemos salirnos del materialismo", Marx le
reprocha que deje abierto un "portillo" al agnosticismo, a la filosofía
de Hume. En particular debemos destacar la concepción de Marx acerca
de las relaciones entre la libertad y la necesidad: "La necesidad sólo
es ciega en cuanto no se la comprende. La libertad no es otra cosa que
el conocimiento de la necesidad" (Engels, Anti-Dühring ) =
reconocimiento de la sujeción objetiva de la naturaleza a leyes
y de la
pág. 10
trasformación dialéctica de la necesidad en libertad
(a la par que de la trasformación de la "cosa en sí" no conocida
aún, pero cognoscible, en "cosa para nosotros", de la "esencia de
las cosas" en "fenómenos"). El defecto fundamental del "viejo" materialismo,
incluido el de Feuerbach (y con mayor razón aún el del materialismo
"vulgar" de Buchner, Vogt y Moleschott) consistía, según
Marx y Engels, en lo siguiente: 1) en que este materialismo era "predominantemente
mecanicista" y no tenía en cuenta los últimos progresos de
la química y de la biología (a los que habría que
agregar en nuestros días los de la teoría eléctrica
de la materia); 2) en que el viejo materialismo no era histórico
ni dialéctico (sino metafísico, en el sentido de antidialéctico)
y no mantenía consecuentemente ni en todos sus aspectos el punto
de vista del desarrollo; 3) en que concebían "la esencia del hombre"
en forma abstracta, y no como el "conjunto de las relaciones sociales"
(históricamente concretas y determinadas), por cuya razón
se limitaban a "explicar" el mundo cuando en realidad se trata de "trasformar
lo"; es decir, en que no comprendían la importancia de la "actividad
práctica revolucionaria".
LA DIALECTICA
La dialéctica hegeliana, o sea, la doctrina
más multilateral, más rica en contenido y más profunda
del desarrollo, era para Marx y Engels la mayor conquista de la filosofía
clásica alemana. Toda otra formulación del principio del
desarrollo, de la evolución, les parecía unilateral y pobre,
deformadora y mutiladora de la verdadera marcha del desarrollo en la naturaleza
y en la sociedad (marcha que a menudo se efectúa a través
de saltos, cataclismos y revoluciones). "Marx y yo fuimos casi los únicos
que nos planteamos la tarea de salvar [del descalabro
pág. 11
del idealismo, incluido el hegelianismo] la dialéctica conciente
para traerla a la concepción materialista de la naturaleza." "La
naturaleza es la confirmación de la dialéctica, y precisamente
son las modernas ciencias naturales las que nos han brindado un extraordinario
acervo de datos [¡y esto fue escrito antes de que se descubriera
el radio, los electrones, la trasformación de los elementos, etc.!]
y enriquecido cada día que pasa, demostrando con ello que la naturaleza
se mueve, en última instancia, dialéctica, y no metafísicamente."
"La gran idea fundamental -- escribe Engels -- de
que el mundo no se compone de un conjunto de objetos terminados y acabados,
sino que representa en sí un conjunto de procesos, en el que las
cosas que parecen inmutables, al igual que sus imágenes mentales
en nuestro cerebro, es decir, los conceptos, se hallan sujetos a un continuo
cambio, a un proceso de nacimiento y muerte; esta gran idea fundamental
se encuentra ya tan arraigada desde Hegel en la conciencia común,
que apenas habrá alguien que la discuta en su forma general. Pero
una cosa es reconocerla de palabra y otra aplicarla en cada caso particular
y en cada campo de investigación." "Para la filosofía dialéctica
no existe nada establecido de una vez para siempre, nada absoluto, consagrado.;
en todo ve lo que hay de perecedero, y no deja en pie más que el
proceso ininterrumpido del aparecer y desaparecer, del infinito movimiento
ascensional de lo inferior a lo superior. Y esta misma filosofía
es un mero reflejo de ese proceso en el cerebro pensante." Así,
pues, la dialéctica es, según Marx, "la ciencia de las leyes
generales del movimiento, tanto del mundo exterior como del pensamiento
humano".
Este aspecto revolucionario de la filosofía
hegeliana es el que Marx recoge y desarrolla. El materialismo dialéctico
"no necesita de ninguna filosofía situada por encima de las demás
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ciencias". De la filosofía anterior queda en pie "la teoría
del pensamiento y sus leyes, es decir, la lógica formal y la dialéctica".
Y la dialéctica, tal como la concibe Marx, y también según
Hegel, abarca lo que hoy se llama teoría del conocimiento o gnoseología,
ciencia que debe enfocar también su objeto desde un punto de vista
histórico, investigando y generalizando los orígenes y el
desarrollo del conocimiento, y el paso de la falta de conocimiento
al conocimiento.
En nuestro tiempo, la idea del desarrollo, de la
evolución, ha penetrado casi en su integridad en la conciencia social,
pero no a través de la filosofía de Hegel, sino por otros
caminos. Sin embargo, esta idea, tal como la formularon Marx y Engels,
apoyándose en Hegel, es mucho más completa, mucho más
rica en contenido que la teoría de la evolución al uso. Es
un desarrollo que, al parecer, repite etapas ya recorridas, pero de otro
modo, sobre una base más alta ("negación de la negación"),
un desarrollo, por decirlo así, en espiral y no en línea
recta; un desarrollo que se opera en forma de saltos, a través de
cataclismos y revoluciones, que significan "interrupciones de la gradualidad";
un desarrollo que es trasformación de la cantidad en calidad, impulsos
internos de desarrollo originados por la contradicción, por el choque
de las diversas fuerzas y tendencias, que actúan sobre determinado
cuerpo, o dentro de los límites de un fenómeno dado o en
el seno de una sociedad dada; interdependencia íntima e indisoluble
concatenación de todos los aspectos de cada fenómeno
(con la particularidad de que la historia pone constantemente al descubierto
nuevos aspectos), concatenación que ofrece un proceso de movimiento
único, universal y sujeto a leyes; tales son algunos rasgos de la
dialéctica, teoría mucho más empapada de contenido
que la (habitual) doctrina de la evolución. (Véase la carta
de Marx a Engels del 8 de enero de 1868, en la que se mofa de las
pág. 13
"rígidas tricotomías" de Stein, que sería ridículo
confundir con la dialéctica materialista.)
LA CONCEPCION MATERIALISTA DE LA HISTORIA
La conciencia de que el viejo materialismo era una
teoría inconsecuente, incompleta y unilateral llevó a Marx
a la convicción de que era indispensable "poner en consonancia la
ciencia de la sociedad con la base materialista y reconstruirla sobre esta
base". Si el materialismo en general explica la conciencia por el ser,
y no al contrario, aplicado a la vida social de la humanidad exige que
la conciencia social se explique por el ser social. "La tecnología
-- dice Marx (en El Capital, t. I) -- pone al descubierto la relación
activa del hombre con la naturaleza, el proceso inmediato de producción
de su vida, y, a la vez, sus condiciones sociales de vida y de las representaciones
espirituales que de ellas se derivan." Y en el "prólogo a su Contribución
a la crítica de la economía política ", Marx ofrece
una formulación integral de las tesis fundamentales del materialismo
aplicadas a la sociedad humana y a su historia. He aquí sus palabras:
"En la producción social de su vida, los hombres
contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad,
relaciones de producción que corresponden a una determinada fase
de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.
"El conjunto de estas relaciones de producción
forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre
la que se erige una superestructura política y jurídica,
y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo
de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida
social, política y espiritual en general. No es la
pág. 14
conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario,
su ser social el que determina su conciencia. Al llegar a una determinada
fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan
con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más
que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de
propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De
formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten
en trabas de ellas. Y se abre así una época de revolución
social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más
o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre
ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre
entre la revolución material producida en las condiciones económicas
de producción, y que puede verificarse con la precisión propia
de las ciencias naturales, y las revoluciones jurídicas, políticas,
religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, de
las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de
este conflicto y luchan por resolverlo.
"Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo
por lo que él piensa de si, no podemos juzgar tampoco estas épocas
de revolución por su conciencia, sino que, por el contrario, hay
que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material,
por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las
relaciones de producción. . ." "A grandes rasgos, podemos señalar
como otras tantas épocas de progreso en la formación económica
de la sociedad, el modo de producción asiático, el antiguo,
el feudal y el moderno burgués." (Véase la breve formulación
que Marx da en su carta a Engels del 7 de julio de 1866: "Nuestra teoria
de que la organización del trabajo está determinada por los
medios de producción".)
pág. 15
El descubrimiento de la concepción materialista
de la historia, o mejor dicho, la consecuente aplicación y extensión
del materialismo al dominio de los fenómenos sociales, superó
los dos defectos fundamentales de las viejas teorías de la historia.
En primer lugar, estas teorías solamente examinaban, en el mejor
de los casos, los móviles ideológicos de la actividad histórica
de los hombres, sin investigar el origen de esos móviles, sin captar
las leyes objetivas que rigen el desarrollo del sistema de las relaciones
sociales, ni ver las raices de éstas en el grado de desarrollo de
la producción material; en segundo lugar, las viejas teorias no
abarcaban precisamente las acciones de las masas de la población,
mientras que el materialismo histórico permitió estudiar,
por vez primera y con la exactitud de las ciencias naturales, las condiciones
sociales de la vida de las masas y los cambios operados en estas condiciones.
La "sociologia" y la historiografía anteriores a Marx proporcio
naban, en el mejor de los casos, un cúmulo de datos crudos,
recopilados fragmentariamente, y la descripción de aspectos aislados
del proceso histórico. El marxismo señaló el camino
para un estudio global y multilateral del proceso de aparición,
desarrollo y decadencia de las formaciones económico-sociales, examinando
el conjunto de todas las tendencias contradictorias y reduciéndolas
a las condiciones, perfectamente determinables, de vida y de producción
de las distintas clases de la sociedad, eliminando el subjetivismo
y la arbitrariedad en la elección de las diversas ideas "dominantes"
o en la interpretación de ellas, y poniendo al descubierto las raíces
de todas las ideas sin excepción y de las diversas tendencias que
se manifiestan en el estado de las fuerzas productivas materiales. Los
hombres hacen su propia historia, ¿pero qué determina los
móviles de estos hombres, y precisamente de las masas humanas?;
¿qué es lo que provoca los choques de ideas y las aspira-
pág. 16
ciones contradictorias?; ¿qué representa el conjunto
de todos estos choques que se producen en la masa entera de las sociedades
humanas?; ¿cuáles son las condiciones objetivas de producción
de la vida material que crean la base de toda la actividad histórica
de los hombres?; ¿cuál es la ley que rige el desenvolvimiento
de estas condiciones? Marx concentró su atención en todo
esto y trazó el camino para estudiar científicamente la historia
como un proceso único, regido por leyes, en toda su inmensa diversidad
y con su carácter contradictorio.
LA LUCHA DE CLASES
Todo el mundo sabe que en cualquier sociedad las
aspiraciones de una parte de sus miembros chocan abiertamente con las aspiraciones
de otros, que la vida social está llena de contradicciones, que
la historia nos muestra una lucha entre pueblos y sociedades, así
como en su propio seno; todo el mundo sabe también que se suceden
los períodos de revolución y reacción, de paz y de
guerras, de estancamiento y de rápido progreso o decadencia. El
marxismo nos proporciona el hilo conductor que permite descubrir una sujeción
a leyes en este aparente laberinto y caos, a saber: la teoría de
la lucha de clases. Sólo el estudio del conjunto de las aspiraciones
de todos los miembros de una sociedad dada o de un grupo de sociedades,
puede conducirnos a una determinación científica del resultado
de esas aspiraciones. Ahora bien, la fuente de que brotan esas aspiraciones
contradictorias son siempre las diferencias de situación y de condiciones
de vida de las clases en que se divide cada sociedad. "La historia de todas
las sociedades que han existido hasta nuestros días -- dice Marx
en el Manifiesto Comunista (exceptuando la historia del régimen
de la comunidad primitiva, añade más tarde Engels) -- es
la historia de
pág. 17
las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos,
señores y siervos, maestros y oficiales; en una palabra: opresores
y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada
unas veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre
con la trasformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento
de las clases beligerantes [. . .]. La moderna sociedad burguesa, que ha
salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones
de clase. Unicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones
de opresion, las viejas formas de lucha, por otras nuevas. Nuestra época,
la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por
haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose
cada vez más en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases
que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado."
A partir de la Gran Revolución Francesa, la historia de Europa pone
de relieve en distintos países, con especial evidencia, el verdadero
fondo de los acontecimientos, la lucha de clases. Y ya en la época
de la restauración se destacan en Francia algunos historiadores
(Thierry, Guizot, Mignet y Thiers) que, al generalizar los acontecimientos,
no pudieron dejar de reconocer que la lucha de clases era la clave para
la comprensión de toda la historia francesa. Y la época contemporánea,
es decir, la época que señala el triunfo completo de la burguesía
y de las instituciones representativas, del sufragio amplio (cuando no
universal), de la prensa diaria barata que llega a las masas, etc., la
época de las poderosas asociaciones obreras y patronales cada vez
más vastas, etc., pone de manifiesto de un modo todavía más
patente (aunque a veces en forma unilateral, "pacífica" y "constitucional")
que la lucha de clases es la fuerza motriz
pág. 18
de los acontecimientos. El siguiente pasaje del Manifiesto
Comunista nos revela lo que Marx exigía de la ciencia social
en cuanto al análisis objetivo de la situación de cada clase
en la sociedad moderna y en relación con el examen de las condiciones
de desarrollo de cada clase: "De todas las clases que hoy se enfrentan
con ía burguesía, sólo el proletariado es una clase
verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando
y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado,
en cambio, es su producto más peculiar. Las capas medias -- el pequeño
industrial, el pequeño comerciante, el artesano y el campesino --
, todas ellas luchan contra la burguesía para salvar de la ruina
su existencia como tales capas medias. No son, pues, revolucionarias, sino
conservadoras. Más todavía, son reaccionarias, ya que pretenden
volver atrás la rueda de la historia. Son revolucionarias únicamente
cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente
al proletariado; defendiendo así, no sus intereses presentes, sino
sus intereses futuros, cuando abandonan sus propios puntos de vista para
adoptar los del proletariado". En una serie de obras históricas
(véase la Bibliografía ), Marx nos ofrece brillantes
y profundos ejemplos de historiografía materialista, de análisis
de la situación de cada clase en particular y a veces de
los diferentes grupos o capas que se manifiestan dentro de ella, mostrando
palmariamente por qué y cómo "toda lucha de clases es una
lucha política". El pasaje que acabamos de citar ilustra cuán
intrincada es la red de relaciones sociales y fases de transición
de una clase a otra, del pasado al porvenir, que Marx analiza para determinar
la resultante total del desarrollo histórico.
La confirmación y aplicación más
profunda, más completa y detallada de la teoría de Marx es
su doctrina económica.
pág. 19
LA DOCTRINA ECONOMICA DE MARX
"Y la finalidad última de esta obra -- dice
Marx en el prólogo a El Capital -- es, en efecto, descubrir
la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna",
es decir, de la sociedad capitalista, burguesa. El estudio de las relaciones
de producción de una sociedad dada, históricamente determinada,
en su aparición, desarrollo y decadencia: tal es el contenido de
la doctrina económica de Marx. En la sociedad capitalista impera
la producción de mercancías ; por eso, el análisis
de Marx empieza con el análisis de la mercancía.
EL VALOR
La mercancía es, en primer lugar, una cosa
que satisface una determinada necesidad humana y, en segundo lugar, una
cosa que se cambia por otra. La utilidad de una cosa hace de ella un valor
de uso. El valor de cambio (o, sencillamente el valor) es, ante todo,
la relación o proporción en que se cambia cierto número
de valores de uso de una clase por un determinado número de valores
de uso de otra clase. La experiencia diaria nos muestra que, a través
de millones y miles de millones de esos actos de intercambio, se equiparan
constantemente todo género de valores de uso, aun los más
diversos y menos equiparables entre sí. ¿Qué es lo
que tienen de común esos diversos objetos, que constantemente son
equiparados entre sí en determinado sistema de relaciones sociales?
Tienen de común el que todos ellos son productos del trabajo.
Al cambiar sus productos, los hombres equiparan los mas diversos tipos
de trabajo. La producción de mercancías es un sistema de
relaciones sociales en que los distintos pro-
pág. 20
ductores crean diversos productos (división social del
trabajo), y todos estos productos se equiparan entre sí por medio
del cambio. Por lo tanto, lo que todas las mercancías encierran
de común no es el trabajo concreto de una determinada rama de producción,
no es un trabajo de determinado tipo, sino el trabajo humano abstracto,
el trabajo humano en general. Toda la fuerza de trabajo de una sociedad
dada, representada por la suma de valores de todas las mercancías,
es una y la misma fuerza humana de trabajo; así lo evidencian miles
de millones de actos de cambio. Por consiguiente, cada mercancía
en particular no representa más que una determinada parte del tiempo
de trabajo socialmente necesario. La magnitud del valor se determina
por la cantidad de trabajo socialmente necesario o por el tiempo de trabajo
socialmente necesario para producir cierta mercancía o cierto valor
de uso. "Al equiparar unos con otros, en el cambio, sus diversos productos,
lo que hacen los hombres es equiparar entre sí sus diversos trabajos
como modalidades del trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen." El valor
es, como dijo un viejo economista, una relación entre dos personas;
pero debió añadir simplemente: relación encubierta
por una envoltura material. Sólo partiendo del sistema de relaciones
sociales de producción de una formación social históricamente
determinada, relaciones que se manifiestan en el fenómeno masivo
del cambio, repetido miles de millones de veces, podemos comprender lo
que es el valor. "Como valores, las mercancías no son más
que cantidades determinadas de tiempo de trabajo coagulado." Después
de analizar en detalle el doble carácter del trabajo materializado
en las mercancías, Marx pasa al análisis de la forma del
valor y del dinero. Con ello se propone, fundamentalmente, investigar
el origen de la forma monetaria del valor, estudiar el proceso
histórico de desen-
pág. 21
volvimiento del cambio, comenzando por las operaciones sueltas y
fortuitas de trueque ("forma simple, suelta o fortuita del valor", en que
una cantidad de mercancía es cambiada por otra) hasta remontarse
a la forma universal del valor, en que mercancías diferentes se
cambian por una mercancía concreta, siempre la misma, y llegar a
la forma monetaria del valor, en que la función de esta mercancía,
o sea, la función de equivalente universal, la desempeña
el oro. El dinero, producto supremo del desarrollo del cambio y de la producción
de mercancías, disfraza y oculta el carácter social de los
trabajos privados, la concatenación social existente entre los diversos
productores unidos por el mercado. Marx somete a un análisis extraordinariamente
minucioso las diversas funciones del dinero, debiendo advertirse, pues
tiene gran importancia, que en este caso (como, en general, en todos los
primeros capítulos de El Capital ) la forma abstracta de
la exposición, que a veces parece puramente deductiva, recoge en
realidad un gigantesco material basado en hechos sobre la historia del
desarrollo del cambio y de la producción de mercancías. "El
dinero presupone cierto nivel del cambio de mercancías. Las diversas
formas del dinero -- simple equivalente de mercancías o medio de
circulación, medio de pago, de atesoramiento y dinero mundial --
señalan, según el distinto volumen y predominio relativo
de tal o cual función, fases muy distintas del proceso social de
producción" (El Capital, I).
LA PLUSVALIA
Al alcanzar la producción de mercancías
determinado grado de desarrollo, el dinero se convierte en capital. La
fórmula de la circulación de mercancías era: M (mercancía)
pág. 22
-- D (dinero) -- M (mercancía), o sea, venta de una mercancía
para comprar otra. Por el contrario, la fórmula general del capital
es D -- M -- D, o sea, la compra para la venta (con ganancia). Marx llama
plusvalía a este incremento del valor primitivo del dinero que se
lanza a la circulación. Que el dinero lanzado a la circulación
capitalista "crece", es un hecho conocido de todo el mundo. Y precisamente
ese "crecimiento" es lo que convierte el dinero en capital, como
relación social de producción particular, históricamente
determinada. La plusvalía no puede brotar de la circulación
de mercancías, pues ésta sólo conoce el intercambio
de equivalentes; tampoco puede provenir de un alza de los precios, pues
las pérdidas y las ganancias recíprocas de vendedores y compradores
se equilibrarían; se trata de un fenómeno masivo, medio,
social, y no de un fenómeno individual. Para obtener plusvalía
"el poseedor del dinero necesita encontrar en el mercado una mercancía
cuyo valor de uso posea la cualidad peculiar de ser fuente de valor", una
mercancía cuyo proceso de consumo sea, al mismo tiempo, proceso
de creación de valor. Y esta mercancía existe: es la fuerza
de trabajo del hombre. Su consumo es trabajo y el trabajo crea valor. El
poseedor del dinero compra la fuerza de trabajo por su valor, valor que
es determinado, como el de cualquier otra mercancía, por el tiempo
de trabajo socialmente necesario para su producción (es decir, por
el costo del mantenimiento del obrero y su familia). Una vez que ha comprado
la fuerza de trabajo el poseedor del dinero tiene derecho a consumirla,
es decir, a obligarla a trabajar durante un día entero, por ejemplo,
durante doce horas. En realidad el obrero crea en seis horas (tiempo de
trabajo "necesario") un producto con el que cubre los gastos de su mantenimiento;
durante las seis horas restantes (tiempo de trabajo "suplementario") crea
un
pág. 23
"plusproducto" no retribuido por el capitalista, que es la plusvalía.
Por consiguiente, desde el punto de vista del proceso de la producción,
en el capital hay que distinguir dos partes: capital constante, invertido
en medios de producción (máquinas, instrumentos de trabajo,
materias primas, etc.) -- y cuyo valor se trasfiere sin cambio de magnitud
(de una vez o en partes) a las mercancías producidas --, y capital
variable, invertido en fuerza de trabajo. El valor de este capital no permanece
invariable, sino que se acrecienta en el proceso del trabajo, al crear
la plusvalía. Por lo tanto, para expresar el grado de explotación
de la fuerza de trabajo por el capital, tenemos que comparar la plusvalía
obtenida, no con el capital global, sino exclusivamente con el capital
variable. La cuota de plusvalía, como llama Marx a esta relación,
sería, pues, en nuestro ejemplo, de 6:6, es decir, del 100 por ciento.
Las premisas históricas para la aparición
del capital son: primera, la acumulación de determinada suma de
dinero en manos de ciertas personas, con un nivel de desarrollo relativamente
alto de la producción de mercancías en general ¡ segunda,
la existencia de obreros "libres" en un doble sentido -- libres de todas
las trabas o restricciones impuestas a la venta de la fuerza de trabajo,
y libres por carecer de tierra y, en general, de medios de producción
--, de obreros desposeídos, de obreros "proletarios" que, para subsistir,
no tienen más recursos que la venta de su fuerza de trabajo.
Dos son los modos principales para poder incrementar
la plusvalía: mediante la prolongación de la jornada de trabajo
("plusvalía absoluta") y mediante la reducción del tiempo
de trabajo necesario ("plusvalía relativa"). Al analizar el primer
modo, Marx hace desfilar ante nosotros el grandioso panorama de la lucha
de la clase obrera para reducir la jornada de trabajo y de la intervención
del poder estatal, primero pa-
pág. 24
ra prolongarla (en el período que media entre los siglos
XIV y XVII) y después para reducirla (legislación fabril
del siglo XIX). Desde la aparición de El Capital, la historia
del movimiento obrero de todos los países civilizados ha aportado
miles y miles de nuevos hechos que ilustran este panorama.
Al proceder a su análisis de la producción
de plusvalía relativa, Marx investiga las tres etapas históricas
fundamenta les de la elevación de la productividad del trabajo por
el capitalismo: 1) la cooperación simple; 2) la división
del trabajo y la manufactura; 3) la maquinaria y la gran industria. La
profundidad con que Marx aquí pone de relieve los rasgos fundamentales
y típicos del desarrollo del capitalismo nos demuestra, entre otras
cosas, el hecho de que el estudio de la llamada industria de los kustares
[*] en Rusia ha aportado
un abundantísimo material para ilustrar las dos primeras etapas
de las tres mencionadas. En cuanto a la acción revolucionaria de
la gran industria maquinizada, descrita por Marx en 1867, durante el medio
siglo trascurrido desde entonces ha venido a revelarse en toda una serie
de países "nuevos" (Rusia, Japón, etc.).
Prosigamos. Importantísimo y nuevo es el análisis
de Marx de la a c u m u l a c i ó n d e l c a p i
t a l, es decir, de la trasformación de una parte de la plusvalía
en capital, y de su empleo, no para satisfacer las necesidades personales
o los caprichos del capitalista, sino para renovar la producción.
Marx hace ver el error de toda la economía política clásica
anterior (desde Adam Smith) al suponer que toda la plusvalía que
se convertía en capital pasaba a formar parte del capital variable,
cuando en realidad se descompone en medios de producción
más capital variable. En el proceso de desarrollo del capitalismo
* Kustares : productores de objetos industriales que trabajaban
para el mercado.
pág. 25
y de su trasformación en socialismo tiene una inmensa importancia
el que la parte del capital constante (en la suma total del capital) se
incremente con mayor rapidez que la parte del capital variable.
Al acelerar el desplazamiento de los obreros por
la maquinaria, produciendo riqueza en un polo y miseria en el polo opuesto,
la acumulación del capital crea también el llamado "ejército
industrial de reserva", el "sobrante relativo" de obreros o "superpoblación
capitalista", que reviste formas extraordinariamente diversas y permite
al capital ampliar la producción con singular rapidez. Esta posibilidad,
relacionada con el crédito y la acumulación de capital en
medios de producción, nos proporciona, entre otras cosas, la clave
para comprender las crisis de superproducción, que estallan
periódicamente en los países capitalistas, primero cada diez
años, término medio, y luego con intervalos mayores y menos
precisos. De la acumulación del capital sobre la base del capitalismo
hay que distinguir la llamada acumulación primitiva, que se lleva
a cabo mediante la separación violenta del trabajador de los medios
de producción, expulsión del campesino de su tierra, robo
de los terrenos comunales, sistema colonial, sistema de la deuda pública,
tarifas aduaneras proteccionistas, etc. La "acumulación primitiva"
crea en un polo al proletario "libre" y en el otro al poseedor del dinero,
el capitalista.
Marx caracteriza la "t e n d e n c i a h
i s t ó r i c a d e l a
a c u m u l a c i ó n c a p i t a l i s t a " con
las famosas palabras siguientes: "La expropiación del productor
directo se lleva a cabo con el más despiadado vandalismo y bajo
el acicate de las pasiones más infames, más sucias, más
mezquinas y más desenfrenadas. La propiedad privada, fruto del propio
trabajo [del campesino y del artesano], y basada, por decirlo así,
en la compenetración
pág. 26
del obrero individual e independiente con sus instrumentos y medios
de trabajo, es desplazada por la propiedad privada capitalista, basada
en la explotación de la fuerza de trabajo ajena, aunque formalmente
libre [. . .]. Ahora ya no se trata de expropiar al trabajador dueño
de una economía independiente, sino de expropiar al capitalista
explotador de numerosos obreros. Esta expropiación la lleva a cabo
el juego de las leyes inmanentes de la propia producción capitalista,
la centralización de los capitales. Un capitalista derrota a otros
muchos. Paralelamente con esta centralización del capital o expropiación
de muchos capitalistas por unos pocos, se desarrolla en una escala cada
vez mayor la forma cooperativa del proceso de trabajo, la aplicación
técnica conciente de la ciencia, la explotación planificada
de la tierra, la trasformación de los medios de trabajo en medios
de trabajo utilizables sólo colectivamente, la economía de
todos los medios de producción al ser empleados como medios de producción
de un trabajo combinado, social, la absorción de todos los países
por la red del mercado mundial y, como consecuencia de esto, el carácter
internacional del régimen capitalista. Conforme disminuye progresivamente
el número de magnates capitalistas que usurpan y monopolizan todos
los beneficios de este proceso de trasformación, crece la masa de
la miseria, de la opresión, del esclavizamiento, de la degeneración,
de la explotación; pero crece también la rebeldía
de la clase obrera, que es aleccionada, unificada y organizada por el mecanismo
del propio proceso capitalista de producción El monopolio del capital
se convierte en grillete del modo de producción que ha crecido con
él y bajo él. La centralización de los medios de producción
y la socialización del trabajo llegan a un punto en que son ya incompatibles
con su envoltura capitalista. Esta envoltura estalla. Suena la hora de
la propiedad privada ca-
pág. 27
pitalista. Los expropiadores son expropiados" (EI Capital,
t. I).
También es sumamente importante y nuevo el
análisis que hace Marx más adelante de la reproducción
del capital social, considerado en su conjunto, en el tomo II de El
Capital. Tampoco en este caso toma Marx un fenómeno individual,
sino de masas; no toma una parte fragmentaria de la economía de
la sociedad, sino toda la economía en su conjunto. Rectificando
el error en que incurren los economistas clásicos antes mencionados,
Marx divide toda la producción social en dos grandes secciones:
1) producción de medios de producción y 2) producción
de artículos de consumo. Y, apoyándose en cifras, analiza
minuciosamente la circulación del capital social en su conjunto,
tanto en la reproducción de envergadura anterior como en la acumulación.
En el tomo III de El Capital se resuelve, sobre la base de la ley
del valor, el problema de la formación de la c u o t a
m e d i a d e g a n a n c i a. Constituyeungran progreso
en la ciencia económica el que Marx parta siempre, en sus análisis,
de los fenómenos económicos generales, del conjunto de la
economía social, y no de casos aislados o de las manifestaciones
superficiales de la competencia, que es a lo que suele limitarse la economía
política vulgar o la moderna "teoría de la utilidad límite".
Marx analiza primero el origen de la plusvalía y luego pasa a ver
su descomposición en ganancia, interés y renta del suelo.
La ganancia es la relación de la plusvalía con todo el capital
invertido en una empresa. El capital de "alta composición orgánica"
(es decir, aquel en el cual el capital constante predomina sobre el variable
en proporciones superiores a la media social) arroja una cuota de ganancia
inferior a la cuota media. El capital de "baja composición orgánica"
da, por el contrario, una cuota de ganancia superior a la media. La competencia
entre los capitales, su
pág. 28
libre paso de unas ramas de producción a otras, reducen
en ambos casos la cuota de ganancia a la cuota media. La suma de los valores
de todas las mercancías de una sociedad dada coincide con la suma
de precios de estas mercancías; pero en las distintas empresas y
en las diversas ramas de producción las mercancías, bajo
la presión de la competencia, no se venden por su valor, sino por
el precio de producción, que equivale al capital invertido
más la ganancia media.
Así, pues, un hecho conocido de todos, e indiscutible,
es decir, el hecho de que los precios difieren de los valores y de que
las ganancias se nivelan, lo explica Marx perfectamente partiendo de la
ley del valor, pues la suma de los valores de todas las mercancías
coincide con la suma de sus precios. Sin embargo, la reducción del
valor (social) a los precios (individuales) no es una operación
simple y directa, sino que sigue una vía indirecta y muy complicada:
es perfectamente natural que en una sociedad de productores de mercancías
dispersos, vinculados sólo por el mercado, las leyes que rigen esa
sociedad no puedan manifestarse más que como leyes medias, sociales,
generales, con una compensación mutua de las desviaciones individuales
manifestadas en uno u otro sentido.
La elevación de la productividad del trabajo
significa un incremento más rápido del capital constante
en comparación con el variable. Pero como la creación de
plusvalía es función privativa de éste, se comprende
que la cuota de ganancia (o sea, la relación que guarda la plusvalía
con todo el capital, y no sólo con su parte variable) acuse una
tendencia a la baja. Marx analiza minuciosamente esta tendencia, así
como las diversas circunstancias que la ocultan o contrarrestan. Sin detenernos
a exponer los capítulos extraordinariamente interesantes del tomo
III, que estudian el capítulo usurario, comercial y financiero,
pasaremos a lo esencial, a la teoría de
pág. 29
l a r e n t a d e l s u e l o. Debido a
la limitación de la superficie de la tierra, que en los países
capitalistas es ocupada enteramente por los propietarios particulares,
el precio de producción de los productos agrícolas no lo
determinan los gastos de producción en los terrenos de calidad media,
sino en los de calidad inferior; no lo determinan las condiciones medias
en que el producto se lleva al mercado, sino las condiciones peores. La
diferencia existente entre este precio y el de producción en las
tierras mejores (o en condiciones más favorables de producción)
da lugar a una diferencia o renta diferencial. Marx analiza detenidamente
la renta diferencial y de muestra que brota de la diferente fertilidad
del suelo, de la diferencia de los capitales invertidos en el cultivo de
las tierras, poniendo totalmente al descubierto (véase también
la Teoría de la plusvalía, donde merece una atención
especial la crítica que hace a Rodbertus) el error de Ricardo, según
el cual la renta diferencial sólo se obtiene con el paso sucesivo
de las tierras mejores a las peores. Por el contrario, se dan también
casos inversos: tierras de una clase determinada se trasforman en tierras
de otra clase (gracias a los progresos de la técnica agrícola,
a la expansión de las ciudades, etc.), por lo que la tristemente
célebre "ley del rendimiento decreciente del suelo" es profundamente
errónea y representa un intento de cargar sobre la naturaleza los
defectos, las limitaciones y contradicciones del capitalismo. Además,
la igualdad de ganancias en todas las ramas de la industria y de la economía
nacional presupone la plena libertad de competencia, la libertad de trasferir
los capitales de una rama de producción a otra. Pero la propiedad
privada sobre el suelo crea un monopolio, que es un obstáculo para
la libre trasferencia. En virtud de ese monopolio, los productos de la
economía agrícola, que se distingue por una baja composición
pág. 30
del capital y, en consecuencia, por una cuota de ganancia individual
más alta, no entran en el proceso totalmente libre de nivelación
de las cuotas de ganancia. El propietario de la tierra, como monopolista,
puede mantener sus precios por encima del nivel medio, y este precio de
monopolio origina la renta absoluta. La renta diferencial no puede ser
abolida mientras exista el capitalismo; en cambio, la renta absoluta puede
serlo; por ejemplo, cuando se nacionaliza la tierra, convirtiéndola
en propiedad del Estado. Este paso significaría el socavamiento
del monopolio de los propietarios privados, así como una aplicación
más consecuente y plena de la libre competencia en la agricultura.
Por eso los burgueses radicales, advierte Marx, han presentado repetidas
veces a lo largo de la historia esta reivindicación burguesa progresista
de la nacionalización de la tierra, que asusta, sin embargo, a la
mayoría de los burgueses, pues "afecta" demasiado de cerca a otro
monopolio mucho más importante y "sensible" en nuestros días:
el monopolio de los medios de producción en general. (El propio
Marx expone en un lenguaje muy popular, conciso y claro su teoría
de la ganancia media sobre el capital y de la renta absoluta del suelo,
en la carta que dirige a Engels el 2 de agosto de 1862. Véase Correspondencia,
t. III, págs. 77-81, y también en las págs. 86-87,
la carta del 9 de agosto de 1862.) Para la historia de la renta del suelo
resulta importante señalar el análisis en que Marx demuestra
cómo la trasformación de la renta en trabajo (cuando el campesino
crea el plusproducto trabajando en la hacienda del terrateniente) en renta
natural o renta en especie (cuando el campesino crea el plusproducto en
su propia tierra, entregándolo luego al terrateniente bajo una "coerción
extraeconómica"), después en renta en dinero (que es la misma
renta en especie, sólo que convertida en dinero, el obrok,
censo de la antigua
pág. 31
Rusia, en virtud del desarrollo de la producción de mercancías)
y finalmente, en la renta capitalista, cuando en lugar del campesino es
el patrono quien cultiva la tierra con ayuda del trabajo asalariado. En
relación con este análisis de la "génesis de la renta
capitalista del suelo", hay que señalar una serie de profundas ideas
(que tienen una importancia especial para los países atrasados,
como Rusia) expuestas por Marx acerca de la e v o l u c i ó n
d e l c a p i t a l i s m o e n l a a g r i c u
l t u r a. "La trasformación de la renta natural en renta en
dinero va, además, no sólo necesariamente acompaña
da, sino incluso anticipada por la formación de una clase de jornaleros
desposeídos, que se contratan por dinero. Durante el período
de nacimiento de dicha clase, en que ésta sólo aparece en
forma esporádica, va desarrollándose, por lo tanto, necesariamente,
en los campesinos mejor situados y sujetos a obrok, la costumbre
de explotar por su cuenta a jornaleros agrícolas, del mismo modo
que ya en la época feudal los campesinos más acomodados sujetos
a vasallaje tenían a su servicio a otros vasallos. Esto va permitiendoles
acumular poco a poco cierta fortuna y convertirse en futuros capitalistas.
De este modo va formándose entre los antiguos poseedores de la tierra
que la trabajaban por su cuenta, un semillero de arrendatarios capitalistas,
cuyo desarrollo se halla condicionado por el desarrollo general de la producción
capitalista fuera del campo. . ." (El Capital, t. III2a,
332). "La expropiación, el desahucio de una parte de la población
rural no sólo 'libera' para el capital industrial a los obreros,
sus medios de vida y sus materiales de trabajo, sino que además
crea el mercado interior." (El Capital, t. I2a,
pág. 778). La depauperación y la ruina de la población
del campo influyen, a su vez, en la formación del ejército
industrial de reserva para el capital. En todo país capitalista
"una parte de la población rural se encuentra cons-
pág. 32
tantemente en trance de trasformarse en población urbana
o manufacturera [es decir, no agrícola]. Esta fuente de superpoblación
relativa flota constantemente [. . .]. El obrero agrícola se ve
constantemente reducido al salario mínimo y vive siempre con un
pie en el pantano del pauperismo" (El Capital, I2a,
668). La propiedad privada del campesino sobre la tierra que cultiva es
la base de la pequeña producción y la condición para
que ésta florezca y adquiera una forma clásica. Pero esa
pequeña producción sólo es compatible con los límites
estrechos y primitivos de la producción y de la sociedad. Bajo el
capitalismo "la explotación de los campesinos se distingue de la
explotación del proletariado industrial sólo por la forma.
El explotador es el mismo: el capital. Individualmente, los capitalistas
explotan a los campesinos individuales por medio de la hipoteca y de la
usura; la clase capitalista explota a la clase campesina por medio de los
impuestos del Estado" (Las luchas de clases en Francia ). "La parcela
del campesino sólo es ya el pretexto que permite al capitalista
extraer de la tierra ganancias, intereses y renta, dejando al agricultor
que se las arregle para sacar como pueda su salario." (El Diecíocho
Brumario.) Habitualmente, el campesino entrega incluso a la sociedad
capitalista, es decir, a la clase capitalista, una parte de su salario,
descendiendo "al nivel del arrendatario irlandés, aunque en apariencia
es un propietario privado" (Las luchas de clases en Francia ). ¿Cuál
es "una de las causas por las que en países en que predomina la
propiedad parcelaria, el trigo se cotice a precio más bajo que en
los países en que impera el régimen capitalista de producción"?
(El Capital, t. III2a, 340). La causa es que
el campesino entrega gratuitamente a la sociedad (es decir, a la clase
capitalista) una parte del plusproducto. "Estos bajos precios [del trigo
y los demás productos agrícolas] son,
pág. 33
pues, un resultado de la pobreza de los productores y no, ni mucho
menos, consecuencia de la productividad de su trabajo" (El Capital,
t. III2a, 340). Bajo el capitalismo, la pequeña
propiedad agraria, forma normal de la pequeña producción,
degenera, se destruye y desaparece. "La pequeña propiedad agraria,
por su propia naturaleza, es incompatible con el desarrollo de las fuerzas
productivas sociales del trabajo, con las formas sociales del trabajo,
con la concentración social de los capitales, con la ganadería
en gran escala y con la utilización progresiva de la ciencia. La
usura y el sistema de impuestos la conduce, inevitablemente, por doquier,
a la ruina. El capital invertido en la compra de la tierra es sustraído
al cultivo de ésta. Dispersión infinita de los medios de
producción y diseminación de los productores mismos. [Las
cooperativas, es decir, las asociaciones de pequeños campesinos,
cumplen un extraordinario papel progresista desde el punto de vista burgués,
pero sólo pueden conseguir atenuar esta tendencia, sin llegar a
suprimirla; además, no se debe olvidar que estas cooperativas dan
mucho a los campesinos acomodados y muy poco o casi nada a la masa de campesinos
pobres, ni debe olvidarse tampoco que las propias asociaciones terminan
por explotar el trabajo asalariado.] Inmenso derroche de energía
humana; empeoramiento progresivo de las condiciones de producción
y encarecimiento de los medios de producción: tal es la ley de la
[pequeña] propiedad parcelaria." En la agricultura, lo mismo que
en la industria, el capitalismo sólo trasforma el proceso de producción
a costa del "martirologio de los productores". "La dispersión de
los obreros del campo en grandes superficies quebranta su fuerza de resistencia,
al paso que la concentración robustece la fuerza de resistencia
de los obreros de la ciudad. Al igual que en la industria moderna, en la
moderna agricultura, es decir en la capitalista,
pág. 34
la intensificación de la fuerza productiva y la más
rápida movilización del trabajo se consiguen a costa de devastar
y agotar la fuerza obrera de trabajo. Además, todos los progresos
realizados por la agricultura capitalista no son solamente progresos en
el arte de esquilmar al obrero, sino también en el arte de esquilmar
la tierra [. . .]. Por lo tanto, la producción capitalista sólo
sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso
social de producción, minando al mismo tiempo las dos fuentes originales
de toda riqueza: la tierra y el hombre". (EI Capital, t. I, final
del capítulo XIII)
EL SOCIALISMO
Por lo expuesto, se ve que Marx llega a la conclusión
de que es inevitable la trasformación de la sociedad capitalista
en socialista basándose única y exclusivamente en la ley
económica del movimiento de la sociedad moderna. La socialización
del trabajo, que avanza cada vez con mayor rapidez bajo miles de formas,
y que durante el medio siglo trascurrido desde la muerte de Marx se manifiesta
en forma muy palpable en el incremento de la gran producción, de
los cártels, los sindicatos y los trusts capitalistas, y en el gigantesco
crecimiento del volumen y el poderío del capital financiero, es
la base material más importante del advenimiento inevitable del
socialismo. El motor intelectual y moral de esta trasformación,
su agente físico, es el proletariado, educado por el propio capitalismo.
Su lucha contra la burguesía, que se manifiesta en las formas más
diversas, y cada vez más ricas en contenido, se convierte inevitablemente
en lucha política por la conquista de su propio poder político
(la "dictadura del proletariado"). La socialización de la producción
no puede dejar de conducir a la trasformación de los medios de producción
en propiedad social, es
pág. 35
decir, a la "expropiación de los expropiadores". La enorme
elevación de la productividad del trabajo, la reducción de
la jornada de trabajo y la sustitución de los vestigios, de las
ruinas de la pequeña producción, primitiva y desperdigada,
por el trabajo colectivo perfeccionado: tales son las consecuencias directas
de esa trasformación. El capitalismo rompe de modo definitivo los
vínculos de la agricultura con la industria pero a la vez, al llegar
a la culminación de su desarrollo, prepara nuevos elementos para
restablecer esos vínculos, la unión de la industria con la
agricultura, sobre la base de la aplicación conciente de la ciencia,
de la combinación del trabajo colectivo y de un nuevo reparto de
la población (acabando con el abandono del campo, con su aislamiento
del mundo y con el atraso de la población rural, como también
con la aglomeración antinatural de gigantescas masas humanas en
las grandes ciudades). Las formas superiores del capitalismo actual preparan
nuevas relaciones familiares, nuevas condiciones para la mujer y para la
educación de las nuevas generaciones: el trabajo de las mujeres
y de los niños, y la disolución de la familia patriarcal
por el capitalismo, asumen inevitablemente en la sociedad moderna las formas
más espantosas, miserables y repulsivas. No obstante, "la gran industria,
al asignar a la mujer al joven y al niño de ambos sexos un papel
decisivo en los procesos socialmente organizados de la producción,
arrancándolos con ello a la órbita doméstica, crea
las nuevas bases económicas para una forma superior de familia y
de relaciones entre ambos sexos. Tan necio es, naturalmente, considerar
absoluta la forma cristiano-germánica de la familia, como lo sería
atribuir ese carácter a la forma romana antigua, a la antigua forma
griega o a la forma oriental, entre las cuales media, por lo demás,
un lazo de continuidad histórica. Y no es menos evidente que la
existencia de un personal obrero combinado,
pág. 36
en el que entran individuos de ambos sexos y de las más
diversas edades, aunque hoy, en su forma capitalista primitiva y brutal,
en que el obrero existe para el proceso de producción y no éste
para el obrero, sea fuente apestosa de corrupción y esclavitud,
bajo las condiciones que corresponden a este régimen necesariamente
se trocará en fuente de evolución humana" (El Capital,
t. I, final del cap. XIII). Del sistema fabril brota "el germen de la educación
del porvenir en la que se combinará para todos los niños
a partir de cierta edad el trabajo productivo con la enseñanza y
la gimnasia, no sólo como método para intensificar la producción
social, sino también como el único método que permite
producir hombres plenamente desarrollados" (Loc. cit.). Sobre esa misma
base histórica plantea el socialismo de Marx los problemas de la
nacionalidad y del Estado, no limitándose a una explicación
del pasado, sino previendo audazmente el porvenir y en el sentido de una
intrépida actuación práctica encaminada a su realización.
Los estados nacionales son el fruto inevitable y, además, una forma
inevitable de la época burguesa de desarrollo de la sociedad. Y
la clase obrera no podía fortalecerse, alcanzar su madurez y formarse,
sin "organizarse en el marco de la nación", sin ser "nacional" ("aunque
de ningún modo en el sentido burgués"). Pero el desarrollo
del capitalismo va destruyendo cada vez más las barreras nacionales,
pone fin al aislamiento nacional y sustituye los antagonismos nacionales
por los antagonismos de clase. Por eso es una verdad innegable que en los
países capitalistas adelantados "los obreros no tienen patria" y
que la "conjunción de los esfuerzos" de los obreros, al menos de
los países civilizados, "es una de las primeras condiciones de la
emancipación del proletariado" (Manifiesto
Comunista ). El Estado, es decir, la violencia organizada, surgió
inevitablemente en determinada fase del desarrollo social,
pág. 37
cuando la sociedad se dividió en clases antagónicas
y su existencia se hubiera hecho imposible sin un "poder" situado, aparentemente,
por encima de la sociedad y hasta cierto punto seperado de ella. El Estado,
fruto de los antagonismos de la clase, se convierte en "el Estado de la
clase más poderosa, de la clase económicamente dominante,
que, con ayuda de él, se convierte también en la clase políticamente
dominante, adquiriendo con ello nuevos medios para la represión
y la explotación de la clase oprimida. Así, el Estado de
la antiguedad era, ante todo, el Estado de los esclavistas, para tener
sometidos a los esclavos; el Estado feudal era el órgano de que
se valía la nobleza para tener sujetos a los campesinos siervos,
y el moderno Estado representativo es el instrumento de que se sirve el
capital para explotar el trabajo asalariado" (Engels, El origen de la
familia, la propiedad privada y el Estado, obra en la que el
autor expone sus propias ideas y las de Marx). Incluso la forma más
libre y progresista del Estado burgués, la república democrática,
no suprime de ningún modo este hecho; lo único que hace es
variar su forma (vínculos del gobierno con la Bolsa, corrupción
-- directa o indirecta -- de los funcionarios y de la prensa, etc.). El
socialismo, que conduce a la abolición de las clases, conduce con
ello a la supresión del Estado. "El primer acto -- escribe Engels
en su Anti-Dühring -- en que el Estado se manifiesta efectivamente
como representante de la sociedad, la expropiación de los medios
de producción en nombre de la sociedad, es a la par su último
acto independiente como Estado. La intervención del poder del Estado
en las relaciones sociales se hará superflua en un campo tras otro
de la vida social y cesará por sí misma. El gobierno sobre
las personas será sustituido por la administración de las
cosas y por la dirección de los procesos de producción. El
Estado no será 'abolido'i se extinguirá." "La sociedad, reorganizando
de un
pág. 38
modo nuevo la producción sobre la base de una asociación
libre de productores iguales, enviará toda la máquina del
Estado al iugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antiguedades,
junto a la rueca y al hacha de bronce" (F. Engels, El origen de la familia,
la propiedad privada y el Estado.)
Por último, en relación con el problema
de la actitud del socialismo de Marx hacia los pequeños campesinos,
que seguirán existiendo en la época de la expropiación
de los expropiadores, debemos señalar unas palabras de Engels, que
expresan a su vez las ideas de Marx: "Cuando tengamos en nuestras manos
el poder estatal, no podremos pensar en expropiar violentamente a los pequeños
campesinos (con indemnización o sin ella) como habrá que
hacerlo con los grandes terratenientes. Con respecto a los pequeños
campesinos, nuestra misión consistirá, ante todo, en encauzar
su producción individual y su propiedad privada hacia un régimen
cooperativo, no de un modo violento, sino mediante el ejemplo y ofreciéndoles
la ayuda social para este fin. Y entonces es indudable
que nos sobrarán medios para hacer ver al campesino todas las ventajas
que le dará semejante paso, ventajas que le deben ser explicadas
desde ahora"[7] (Engels, El
problema agrario en Occidente, ed. de Alexéieva, pág.
17; la trad. rusa contiene errores. Véase el original en Neue
Zeit ).
LA TACTICA DE LA LUCHA DE CLASE
DEL PROLETARIADO
Después de esclarecer, ya en los años
1844-1845, uno de los defectos fundamentales del antiguo materialismo,
que consiste en no comprender las condiciones de la actividad revolucionaria
práctica, ni apreciar su importancia, Marx consagra, a lo
pág. 39
largo de su vida, una intensa atención, a la vez que a los
trabajos teóricos, a los problemas tácticos de la lucha de
clase del proletariado Todas las obras de Marx, y en particular
los cuatro volúmenes de su correspondencia con Engels, publicados
en 1913, nos ofrecen a este respecto una documentación copiosísima.
Estos documentos distan mucho de estar debidamente recopilados, sistematizados,
estudiados y analizados. Por eso tendremos que limitarnos aquí exclusivamente
a algunas observaciones muy generales y breves, subrayando que el materialismo,
despojado de e s t e aspecto, era justamente para Marx un materialismo
a medias, unilateral, sin vida. Marx trazó el objetivo fundamental
de la táctica del proletariado en rigurosa consonancia con todas
las premisas de su concepción materialista dialéctica del
mundo. Sólo considerando en forma objetiva el conjunto de las relaciones
mutuas de todas las clases, sin excepción, de una sociedad dada,
y teniendo en cuenta, por lo tanto, el grado objetivo de desarrollo de
esta sociedad y sus relaciones mutuas y con otras sociedades, podemos disponer
de una base que nos permita trazar certeramente la táctica de la
clase de vanguardia. A este respecto, todas las clases y todos los países
se examinan de un modo dinámico, no estático; es decir, no
como algo inmóvil, sino en movimiento (movimiento cuyas leyes emanan
de las condiciones económicas de vida de cada clase). A su vez,
el movimiento se estudia, no sólo desde el punto de vista del pasado,
sino también del porvenir, y, además, no con el criterio
vulgar de los "evolucionistas", que sólo ven los cambios lentos,
sino dialécticamente: "En desarrollos de tal magnitud, veinte años
son más que un día -- escribía Marx a Engels --,
aun cuando en el futuro puedan venir días en que estén corporizados
veinte años". (Correspondencia, t. III, pág. 127)[8]
La táctica del proletariado debe tener presente, en cada grado de
desarrollo, en
pág. 40
cada momento, esta dialéctica objetivamente inevitable
de la historia humana; por una parte, aprovechando las épocas de
estancamiento político o de desarrollo a paso de tortuga -- la llamada
evolución "pacífica" -- para elevar la conciencia, la fuerza
y la capacidad combativa de la clase avanzada, y por otra parte, encauzando
toda esta labor de aprovechamiento hacia el "objetivo final" del movimiento
de dicha clase capacitándola para resolver prácticamente
las grandes tareas de los grandes días "en que estén corporizados
veinte años". Sobre esta cuestión hay dos apreciaciones de
Marx que tienen gran importancia: una, de la Miseria de la filosofia,
se refiere a la lucha económica y a las organizaciones económicas
del proletariado; la otra es del Manifiesto Comunista y se refiere
a sus tareas políticas. La primera dice así: "La gran industria
concentra en un solo lugar una multitud de personas que se desconocen entre
sí. La competencia divide sus intereses. Pero la defensa de su salario,
es decir, este interés común frente a su patrono, los une
en una idea común de resistencia, de coalición [. . .]. Las
coaliciones, al principio aisladas, forman grupos y la defensa de sus asociaciones
frente al capital, siempre unido, acaba siendo para los obreros más
necesaria que la defensa de sus salarios [. . .]. En esta lucha, que es
una verdadera guerra civil, se van aglutinando y desarrollando todos los
elementos para la batalla futura. Al llegar a este punto, la coalición
adquiere un carácter político". He aquí, ante nosotros,
el programa y la táctica de la lucha económica y del movimiento
sindical para varios decenios, para toda la larga época durante
la cual el proletariado prepara sus fuerzas "para la batalla futura". Compárese
esto con los numerosos ejemplos que Marx y Engels sacan del movimiento
obrero inglés, de cómo la "prosperidad" industrial da lugar
a intentos de "comprar al proletariado" (Correspondencia con Engels,
t. I,
pág. 41
pág. 136)[9] y de
apartarlo de la lucha ¡ de cómo esta prosperidad en general
"desmoraliza a los obreros" (II, 218); de cómo "se aburguesa" el
proletariado inglés y de cómo "la más burguesa de
las naciones [Inglaterra], aparentementlo tiende a poseer
una aristocracia burguesa y un proletariado burgués, además
de una burguesía" (II, 290)[10];
de cómo desaparece la "energía revolucionaria" del proletariado
inglés (III, 124); de cómo habrá que esperar más
o menos tiempo hasta que "los obreros ingleses se libren de su aparente
contaminación burguesa" (III, 127); de cómo
al movimiento obrero inglés le falta "el ardor de los cartistas[11]"
(1866; III, 305)[12]; de cómo
los líderes de los obreros ingleses forman un tipo medio entre burgués
radical y obrero" (caracterización que se refiere a Holyoake, IV,
209); de cómo, en virtud de la posición monopolista de Inglaterra
y mientras subsista este monopolio, "no hay nada que hacer con el obrero
inglés" (IV, 433)[13].
La táctica de la lucha económica en relación con la
marcha general (y con el desenlace ) del movimiento obrero se examina
aquí desde un punto de vista admirablemente amplio, universal, dialéctico
y verdaderamente revolucionario.
El Manifiesto Comunista establece la siguiente
tesis fundamental del marxismo sobre la táctica de la lucha política:
"Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos
de la clase obrera; pero al mismo tiempo defienden también, dentro
del movimiento actual, el porvenir de este movimiento". Por eso Marx apoyó
en 1848, en Polonia, al partido de la "revolución agraria", es decir,
al "partido que hizo en 1846 la insurrección de Cracovia" En Alemania,
Marx apoyó en 1843-1849 a la democracia revolucionaria extrema,
sin que jamás tuviera que retractarse de lo que entonces dijo en
materia de táctica. La burguesía alemana era para él
un elemento "inclinado desde el primer instante a traicionar al
pág. 42
pueblo [sólo la alianza con los campesinos hubiera permitido
a la burguesía alcanzar plenamente sus objetivos] y a llegar a un
compromiso con los representantes coronados de la vieja sociedad". He aquí
el análisis final hecho por Marx acerca de la posición de
clase de la burguesía alemana en la época de la revolución
democrático-burguesa. Este análisis es, entre otras cosas,
un modelo de materialismo que enfoca a la sociedad en movimiento y, por
cierto, no sólo desde el lado del movimiento que mira hacia atrás
: ". . . sin fe en sí misma y sin fe en el pueblo; gruñendo
contra los de arriba y temblando ante los de abajo; [. . .] empavorecida
ante la tempestad mundial; [. . .] sin energía en ningún
sentido y plagiando en todos; [. . .] sin iniciativa; [. . .] un viejo
maldito que está condenado a dirigir y a desviar, en su propio interés
senil, los primeros impulsos juveniles de un pueblo robusto
[. . .]" (Nueva Gaceta del Rin, 1848; véase La herencia
literaria, t. III, pág. 212)[14].
Unos veinte años después, en carta dirigida a Engels (III,
224), decía Marx que la causa del fracaso de la revolución
de 1848 era que la burguesía había preferido la paz con esclavitud
a la simple perspectiva de una lucha por la libertad. Al cerrarse el período
de la revolución de 1848-1849, Marx se alzó contra los que
se empeñaban en seguir jugando a la revolución (lucha contra
Schapper y Willich), sosteniendo la necesidad de saber trabajar en la época
nueva, en la fase de la preparación, aparentemente "pacífica",
de nuevas revoluciones. En el siguiente pasaje, en el que enjuicia la situación
alemana en los tiempos de la más negra reacción, en 1856;
se muestra en qué sentido pedía Marx que se encauzara esta
labor: "Todo el asunto dependerá en Alemania de la posibilidad de
cubrir la retaguardia de la revolución proletaria mediante una segunda
edición de la guerra campesina" (Correspondencia con Engels,
t. II, pág. 108)[15]. Mientras
en Alemania no se llevó a término la revolu-
pág. 43
ción democrática (burguesa), Marx concentró
toda su atención, en lo referente a la táctica del proletariado
socialista, en impulsar la energía democrática de los campesinos.
Opinaba que la actitud de Lassalle era, "objetivamente, una traición
al movimiento obrero en beneficio de Prusia" (III, 210), entre otras cosas
porque se mostraba demasiado indulgente con los terratenientes y el nacionalismo
prusiano. "En un país agrario -- escribía Engels en 1865,
en un cambio de impresiones con Marx a propósito de una proyectada
declaración conjunta a la prensa -- es una vileza alzarse únicamente
contra la burguesía en nombre del proletariado industrial,
olvidando por completo la patriarcal 'explotación a palos' de los
obreros agrícolas por parte de la nobleza feudal" (t. III, 217)[16].
En el período de 1864 a 1870, cuando tocaba a su fin la época
en que culminó la revolución democrático-burguesa
de Alemania, la época en que las clases explotadoras de Prusia y
Austria luchaban en torno a los medios para llevar a término esta
revolución desde arriba, Marx no sólo condenó
la conducta de Lassalle por sus coqueterías con Bismarck, sino que
llamó al orden a Liebknecht, que se había dejado ganar por
la "austrofilia" y defendía el particularismo. Marx exigía
una táctica revolucionaria que combatiese implacablemente tanto
a Bismarck como a los austrófilos, una táctica que no se
acomodara al "vencedor", al junker prusiano, sino que reanudase inmediatamente
la lucha revolucionaria contra él, incluso
en la situación creada por las victorias militares de Prusia
(Correspondencia con Engels, III, 134, 136, 147, 179, 204, 210,
215, 418, 437, 440-441)[17]. En
el famoso llamamiento de la Internacional del 9 de septiembre de 1870,
Marx prevenía al proletariado francés contra un alzamiento
prematuro; no obstante, cuando éste se produjo, a pesar de todo,
en 1871, acogió con entusiasmo la iniciativa revolucionaria de las
masas que "tomaban el cielo por asalto"
pág. 44
(carta de Marx a Kugelmann). En esta situación, como en
muchas otras, la derrota de la acción revolucionaria representaba,
desde el punto de vista del materialismo dialéctico que sustentaba
Marx, un mal menor en la marcha general y en el desenlace de la lucha proletaria,
en comparación con lo que hubiela representado el abandono de las
posiciones ya conquistadas, es decir, la capitulación sin lucha.
Esta capitulación habría desmoralizado al proletariado y
mermado su combatividad. Marx, que apreciaba en todo su valor el empleo
de los medios legales de lucha en los períodos de estancamiento
político y de dominio de la legalidad burguesa, condenó severamente,
en los años de 1877-1878, después de promulgarse la ley de
excepción contra los socialistas, las "frases revolucionarias" de
Most; pero combatió con no menos energía, tal vez con más
vigor, el oportunismo que por entonces se había adueñado
temporalmente del partido socialdemócrata oficial, que no había
sabido dar pruebas inmediatas de firmeza, decisión, espíritu
revolucionario y disposición a pasar a la lucha
ilegal en respuesta a la ley de excepción (Cartas de Marx a Engels,
IV, 397, 404, 418, 422 y 424.[18]
Véanse también las cartas a Sorge).
pág. 45
NOTAS
[1] V.
I. Lenin empezó a escribir el artículo "Carlos Marx" -- destinado
al Diccionario enciclopédico de la Sociedad Granat Hnos.
-- en la primavera de 1914, en Poronin (Galitzia), y lo terminó
en noviembre de 1914 en Berna (Suiza). En el prólogo a la edición
de 1918 de este artículo (aparecida como separata), Lenin cree recordar
el año 1913 como fecha en que fue escrito.
Apareció por primera vez
en 1915, en el Diccionario, con la firma de V. Ilín, seguido
de una "Bibliografía del marxismo". Teniendo en cuenta la censura,
la redacción prescindió de dos capítulos -- "El socialismo"
y "La táctica de la lucha de clase del proletariado" -- e introdujo
una serie de modificaciones en el texto.
En 1918, la Editorial Pribói
publicó este trabajo, con el prólogo de V. I. Lenin, en forma
de folleto, reproduciendo el texto que había aparecido en el Diccionatio,
pero sin la "Bibliografía del marxismo".
El texto completo del artículo,
según el manuscrito, fue publicado por primera vez en 1925, en Marx-Engels-marxismo,
recopilación de artículos preparada por el Instituto Lenin,
anejo al CC del PC(b) de Rusia. [pág.
tít.]
[2] Véase
Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana
(C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXI.)
[pág. 2]
[3] Véanse
La carta de Marx a A. Ruge de septiembre de 1843 (C. Marx y F. Engels,
Obras Completas, t. I.) y "Introducción de la Contribución
a la crítica de la filosofía del Derecho, de Hegel
". (Loc. cit.) [pág.
3]
[4] El
partido de la pequeña burguesia "La Montaña" organizó,
el 13 de junio de 1849, una manifestación pacífica en París
para protestar contra la intervención del Gobierno, que había
enviado al ejército francés a aplastar una revolución
en Italia, pisoteando asi la Constitución de la República
pág. 46
Francesa. Esta Constitucion prohibe utilizar
el ejército francés para oponerse contra la libertad de otros
pueblos. La manifestación fue disuelta por el ejército. Este
fracaso confirmó la bancarrota del democratismo de la pequeña
burguesia francesa. Después del 13 de junio, las autoridades empezaron
a perseguir a los demócratas, emigrados incluidos.
[pág. 4]
[5] Véase
C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XIV.
[pág. 5]
[6] Se
alude a Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica
alemana (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXI.)
[pág. 8]
[7] Véase
El problema campesino en Francia y en Alemania (C. Marx y F. Engels,
Obras Completas, t. XXII.) [pág.
38]
[8] Véase
La carta de Marx a Engels del 9 de abril de 1863. [pág.
39]
[9] Véase
La carta de Engels a Marx del 5 de febrero de 1851. [pág.
41]
[10] Véanse
La carta de Engels a Marx del 17 de diciembre de 1857 y la del 7 de octubre
de 1858. [pág. 41]
[11] Se
refiere a los participantes del movimiento constitucionalista de la década
30 a la 40 del siglo XIX. Este es primer movimiento de masas con una intención
politica. [pág. 41]
[12] Véanse
La carta de Engels a Marx del 8 de abril de 1863, la de Marx a Engels del
9 de abril de 1863 y la del 2 de abril de 1866. [pág.
41]
[13] Véanse
Las cartas de Engels a Marx del 19 de noviembre de 1869 y del 11 de agosto
de 1881. [pág. 41]
[14] Véase
La burguesia y la contrarrevolución. (C. Marx y F. Engels,
Obras Completas, t. VI, pág. 127.) [pág.
42]
[15] Véase
La carta de Marx a Engels del 16 de abril de 1856. [pág.
42]
[16] Véanse
Las cartas de Engels a Marx del 27 de enero de 1865 y del 5 de febrero
de 1865. [pág. 43]
[17] Véanse
las siguientes cartas: La de Engels a Marx del 11 de junio de 1863, la
de Marx a Engels del 12 de junio de 1863, la de Engels a Marx del 24 de
noviembre de 1863, y la fechada el 4 de septiembre de 1864; la carta de
Marx a Engels del 10 de diciembre de 1864, la de Engels a Marx del 27 de
enero de 1865, la de Marx a Engels del 3 de febrero de 1865, las de Engels
a Marx con fecha del 22 de octubre de 1867, y la fechada el 6 de diciembre
de 1867 y la carta de Marx a Engels del 17 de diciembre de 1867.
[pág. 43]
[18]
Véanse las siguientes cartas: de Marx a Engels el
23 de julio de 1877 y el 1 de agosto de 1877; de Engels a Marx el 20 de
agosto de 1879, el 9 de septiembre de 1879 y de Marx a Engels el 10 de
septiembre de 1879. [pág.
44]
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