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Las armas ocupan ya los pueblos de Yugoslavia

El enfrentamiento histórico entre croatas y serbios y la ola de violencia que recorre el país le colocan al borde de la guerra civil o del golpe de Estado

Funerales por la muerte de un miliciano serbio en su aldea natal(31726 bytes)

Juan González Yuste
Enviado especial de El Mundo "Magazine, 1991"

Sorry, no english translation planned in the near future, try Altavista:translations

Hace ahora cincuenta años que serbios y croatas estaban también con las armas en la mano. Los «chetniks» serbios luchaban contra los nazis en favor de la monarquía de los Karageorgevitch; los «ustachi» croatas eran fascistas que colaboraban con el III Reich y cometieron innumerables atrocidades, como en los campos de concentración de Sisak y Jasenovak. La tensión y los incidentes armados entre las dos nacionalidades -una veintena de muertos- llevaron al ministro de Defensa, el general Valjko Kadijevic, a afirmar que Yugoslavia se encontraba ya en un estado de guerra civil y a advertir que el ejército respondería con las armas a cualquier provocación. Ahora, los tanques rodean los pueblos más conflictivos, como el serbio de Borovo Selo, donde doce policías croatas y tres civiles murieron en un enfrentamiento.

La policía croata para nuestro automóvil en las afueras de Mircovchi. Suponemos que es un control más de los cuatro o cinco que hemos pasado en estas carreteras de Eslovenia, la zona de Croacia donde con más violencia ha estallado el conflicto interétnico entre serbios v croatas.

Pero esta vez es distinto;  además de los dos policías uniformados de azul hay cuatro o cinco paisanos sentados en la terraza de un bar al borde de la carretera. ¿Policía secreta? Los civiles toman nuestros documentos y entran en el bar  sin decir palabra. Mientras, hablamos con los policías croatas, que nos confirman que ha habido tiroteos la noche anterior en las afueras del pueblo y que el ejército ha hecho uso de sus armas.

Un coche con matrícula alemana llega a toda velocidad al control de carretera. Frena ruidosamente y de su interior salen cuatro civiles muy jóvenes, que empuñan fusiles Kalashnikov. Seguramente han visto muchas películas y merodean a nuestro alrededor con lo que piensan debe ser una actitud de hombres duros.

Finalmente, el que parece estar al mando, que habla francés, nos aconseja que no sigamos adelante, porque los «terroristas  serbios» están a unos kilómetros más allá y  ellos no pueden garantizar nuestra seguridad. Los policías no dicen ni palabra. Si  queríamos alguna prueba de la colaboración entre las bandas armadas de civiles croatas y su policía, nada puede ser más  evidente.

Millares de armas han entrado en Croacia en los últimos meses, muchas de ellas, desde la vecina Hungría. Se dice que han sido importadas por el gobierno de Franjo  Tudjman,  el presidente de la república croata. A principios de esta semana, en el puesto fronterizo de Dravaszabolos, la policía húngara capturó una cantidad no revelada de metralletas, pistolas y municiones en un automóvil propiedad de un croata de Osijek. una ciudad cercana. Un tribuna militar de Zagreb condenó hace unos día a personas capturadas en circunstancias similares a largas penas de prisión por «preparar una insurrección armada en territorio croata».

Mientras avanzamos por la carretera hacia Vinkovci otro pueblo donde se han registrado tiroteos nocturnos, podemos ver la fachada de una casa alcanzada por los disparos. Hay pintadas escritas en cirílico, hechas por los serbios, y pintadas en alfabeto latino. hechas por los croatas. Al cruzar una aldea es fácil saber quiénes son mayoría e ella, depende de si ondea la bandera croata con el escudo de armas ajedrezado de blanco y rojo  o la bandera actual de Yugoslavia. roja, azul y blanca con la estrella roja de cinco puntas. También los serbios están armados y expectantes. Aunque ellos no cortan las carreteras, al menos por el día, y  se mantienen en puestos de vigilancia en almacenes y edificios en construcción. Sus armas las que están a la vista, parecen más antiguas, como ametralladoras británicas Thompson de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, asemejan partisanos de la guerrilla contra los nazis, con sus ropas de campesinos,   los rostros sin afeitar y esas armas colgadas del hombro.

ELECCIÓN BLOQUEADA.-La pugna entre Serbia y Croacia. las dos principales repúblicas de la federación yugoslava, ha provocado una grave crisis institucional. El nombramiento del presidente federal, que correspondía por rotación al croata Stejpan Mesic  está bloqueado desde hace más de una semana. Los serbios que viven en zonas de Croacia o de Bosnia votan en referéndum permanecer unidos a Serbia, aunque estén separados de ella por centenares de kilómetros. Los croatas votaron masivamente a favor de la independencia.

Esta serie de votaciones, de declaraciones políticas encontradas, hace todavía más tensa la situación para esos centenares de civiles armados que se vigilan mutuamente desde pueblos vecinos. Cualquier mínimo incidente puede desencadenar un baño de sangre y obligar  a una intervención masiva del ejército.

Aunque en las grandes ciudades, como Zagreb v Belgrado,  la situación es de normalidad  en el campo puede apreciarse el miedo de la gente. Corrillos de hombres que miran con sospecha a cualquier automóvil que atraviesa el pueblo. Mujeres que se apresuran a llamar a los niños que juegan junto a la carretera. Alguna anciana que espía desde la ventana.

Dejando a un lado a los exaltados, que no es difícil encontrar en ambos bandos, la mayoría de la gente con la que hablamos por esta conflictiva zona coincide en echar la culpa de todo a los líderes de las dos repúblicas, el serbio Slobodan Milosevic y el croata Franjo Tudjman. Sus ambiciones políticas, sus respectivos sueños de la gran Serbia y de la Croacia independiente integrada en Europa,  han puesto a Yugoslavia al borde de la guerra civil o del golpe de Estado. El turismo, un importantísimo capítulo de ingresos de divisas, ha desaparecido ante el temor a disturbios callejeros o al estallido de una guerra civil.

Estados Unidos y otras naciones occidentales, como Alemania, Francia e Italia, han mostrado su respaldo a una Yugoslavia unida v democrática. Pretenden presionar a los líderes de Serbia y Croacia para que lleguen a algún tipo de acuerdo. A nadie le interesa una guerra civil ni un movimiento de fronteras en el «vientre de Europa».

También el ejército contribuye desde el interior y hace saber, a través del diario Borba (Lucha), que quiere tener cuanto antes un comandante en jefe, cargo que corresponde al presidente federal. Mientras se espera el resultado de su doble presión, los civiles armados y llenos de odio histórico continúan vigilantes en los pueblos de Eslovenia.

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