Traduccion: Guillermina Songini (!Gracias!)"Nosotros" no podíamos ganar la Copa del Mundo, ya que ningún equipo británico había siquiera clasificado para el Mundial en los Estados Unidos. Por eso, los medios británicos decidieron recrear la gloriosa Guerra de Malvinas, con el capitán argentino Diego Maradona en el papel del Belgrano, y completarlo con titulares que rezaban "Te agarramos". Maradona fue echado de la Copa del Mundo luego de dar positivo en un control antidoping, ya que se encontraron restos en su sangre de la sustancia prohibida llamada efedrina. Lo pudo haber tomado para combatir un virus veraniego. Lo pudo haber tomado para que lo ayude a perder peso rápidamente antes de que empezara la segunda ronda de la Copa del Mundo. Pero una cosa es segura: no lo tomó para que lo hiciera jugar la clase de fútbol con la que ha embrujado al mundo por una década. No se ha inventado una droga que pueda hacer a alguien jugar como Maradona. Si lo hubieran hecho, un Inglaterra y Escocia podrían haber clasificado con la ayuda del farmacéutico de la esquina. Pero la prensa británica no estaba interesada en nada de eso. Para ellos, la expulsión de Maradona del torneo, probaba que él era “el sucio y tramposo de Diego” (en inglés, juego de palabras que, dicho rápido, significa “tano sucio y tramposo”), y arrastraron a todos los ex – jugadores británicos a patearlo mientras estaba caído. Gary Lineker dijo que era un caso de “¡Enhorabuena!”, y Terry Butcher anunció que nunca debió permitírsele a Maradona jugar en la Copa del Mundo, debido a que su condena previa (por consumir cocaína, una droga que, definitivamente, no incrementa las habilidades para jugar al fútbol), significaba que les daba un muy mal ejemplo a los jóvenes aficionados. No como el Sr. Butcher, quien les dio un buen ejemplo al pegarles cabezazos deliberadamente a los tunecinos dentro del campo de juego mientras jugaba para Inglaterra. Por supuesto que la ira de personas como Lineker y Butcher venía de su ultrajada ética deportiva, y no tenía nada que ver con el hecho de que estos jugadores eran parte del equipo inglés derrotado por Maradona en los cuartos de final de la Copa del Mundo de 1986. Humilló a Inglaterra durante ese partido... no con la Mano de Dios, sino con el segundo gol, la deslumbrante corrida en la que dejó atrás a la mitad del equipo y que hizo que los Fenwicks y Butchers de la defensa inglesa se vieran como los pateadores de mierda y sin arte que eran. Lineker ganó el Botín de Oro en esa Copa del Mundo por sus seis goles, pero nadie fuera de su pueblo natal de Leicester recuerda ninguno de ellos. Los que Maradona anotó contra Inglaterra y Bélgica en su carrera hacia la obtención del torneo, vivirán por siempre en la memoria. Los bulldogs de la prensa británica que se centran en sus ataques hacia los argentinos, han estado esperando por la venganza desde ese momento, y clavaron sus dientes con placer sobre Maradona. Maradona ha jugado tomando drogas durante casi toda su carrera. Ha tenido que inflarse de calmantes como la cortisona para que lo ayudara a seguir jugando a pesar de las innumerables lesiones que le provocaban los Butchers que encontraba dondequiera que jugaba (en Argentina, España, Italia y las Copas del Mundo) No hubo nunca una queja sobre eso porque la cortisona es legal. En efecto, los ricos dueños de su contrato insistían en que tomara las drogas, ya que sus balances en los bancos lo necesitaban dentro del campo de juego, sin importar el daño que la cortisona puede causar al cuerpo más adelante en la vida. Diferencias morales similares son evidentes en cualquier discusión sobre las drogas y el deporte. Las autoridades y la prensa sobrecargan a los atletas demandándoles que ganen por su país, y luego los tratan como a infanticidas si se los halla culpables de tomar estas demandas tan seriamente como para buscar alguna asistencia química. Y cuando se descubre que alguien tiene restos de alguna sustancia prohibida arbitrariamente, entra en juego otro criterio moral; cuán infame este crimen es considerado, depende de quién es la muestra de sangre de la que se está hablando. Como lo expuso el entrenador atlético Charles Francis: “Es una lástima que Maradona no fuera británico ni estuviera corriendo en los Juegos Olímpicos”. Francis era el entrenador de Ben Jonson, a quien le quitaron la medalla de oro de los 100 metros llanos en los Juegos Olímpicos de 1988, después de haber dado positivo en un control antidoping. El británico Linford Christie también dio positivo en un antidoping después de haber terminado tercero en la misma carrera, pero los oficiales aceptaron su explicación en la que alegaba que sólo había tomado té de ginseng. Como dice Francis, Linford Christie tenía rastros del mismo tipo de droga que Maradona en su muestra de sangre, pero no lo mandaron a casa. Al contrario, le dieron una medalla de plata en lugar de la de bronce que era la que le correspondía. Predeciblemente, los comentaristas británicos no mostraron la misma perspectiva. El usualmente sensato Alan Hansen, de la BBC, hasta sugirió que todos deberíamos haber sabido que Maradona estaba drogado por algo más que adrenalina, debido a su festejo con los ojos desorbitados al anotar un gol en el primer partido de la selección argentina contra Grecia por la primera ronda de la Copa del Mundo. Jugadores como Gascoigne, Wright, Beagrie o todo el equipo de Wimbledon deben haber estado todos estos años bajo alucinógenos, a juzgar por sus festejos cada vez que anotan.El único experto en mostrar un poco de sentido común en el caso de Maradona fue, sorpresivamente, Jimmy Greaves, el hombre que una vez, durante la Copa del Mundo post – Malvinas en 1982, anunció que él no querría ver a los argentinitos ni ganar un solo juego de “tiddlywinks” (juego que consiste en embocar pequeños discos en una vasija) Ahora, Greaves le dijo al periódico “The Sun” que a él no le importaba lo que Maradona haya tomado para perder algo de peso y ponerse en forma, y que su expulsión era una tragedia porque el argentino era el mejor jugador de todos los tiempos. Los verdaderos criminales eran los oficiales de la FIFA, que habían permitido que le robaran su estado físico y su salud unos matones con botines. Quizás la propia caída en el fútbol que sufrió Greaves, hizo que fuera comprensivo con la situación de Maradona; él perdió su lugar en el equipo inglés que ganara la Copa del Mundo de 1966 por una lesión, y, en consecuencia, se volvió un alcohólico. Pero su juicio era claramente sobrio cuando dijo que él pondría al argentino aun por encima de Pelé, ya que, a diferencia del gran jugador brasileño, que jugó en grandes equipos, Maradona había ganado la Copa él solo; en efecto, dijo Greaves, si el petiso hubiera jugado para Alemania, y hasta para Inglaterra en 1986, ellos hubiesen ganado la Copa del Mundo. Al final, la única base sobre la cual se debe juzgar a un verdadero grande, no es lo que tomaron para su peso, sino ¿qué ganaron para sus equipos? Maradona no sólo ganó la Copa del Mundo sin ayuda (la ganó en una pierna, ya que su pierna derecha estaba muy débil), sino que también conquistó la liga de más calidad en el mundo, la Serie A italiana. Cuando se unió al Napoli, el club no había ganado nada en su centenaria historia. En cuatro años con Maradona, fueron dos veces campeones y dos veces subcampeones, y ganaron la Copa UEFA por un gran margen. Las personas en el fútbol británico todavía hoy no pueden referirse a un talento como el de Maradona. Prefieren, en las palabras del desagradable Don Howe: “equipos bien organizados como Bélgica”. El record de equipos británicos bien organizados habla por sí solo. Inglaterra, a pesar de haber llegado a la semifinal de la Copa del Mundo de 1990, no ha podido clasificar para tres de los últimos seis torneos. Escocia se ha cansado de clasificar y ser derrotado por Costa Rica. Gales no ha clasificado en casi cuarenta años. Y “nuestro” equipo adoptivo, Irlanda, al que la prensa británica trata como un tesoro nacional, jugó nueve partidos: ganó uno (sin la asistencia de los tiros penales), perdió tres y empató cinco, anotando un total de cuatro goles. Argentina, en comparación, ganó la Copa del Mundo de 1978 y la de 1986, llegó a la final en 1990, e iba en camino de repetir ese logro hasta que les robaron a su capitán e inspiración. Pero no se preocupen, si no les podemos ganar en el fútbol, los británicos podemos barrer el piso con ellos si se trata de la clase de nacionalismo mezquino y cerrado que puede declarar que los jugadores de Corea del Sur son todos iguales (Alan Parry, ITV), y que Maradona es una vergúenza para un deporte que es jugado por gente como Butcher. Los comentaristas británicos están tan cegados por sus propios prejuicios que realmente creen que todos en el mundo deben pensar como ellos. Por eso, el estúpido de Matt Lorenzo le dijo a los televidentes de ITV que Maradona iba a ser sujeto de odio público cuando regresara a Argentina. ¡En tus sueños, cariño! A Maradona se lo sigue festejando como a un héroe, no sólo en Argentina, también entre los pobres de todo el mundo, quienes interpretaron que su expulsión de la Copa del Mundo era otra muestra del desprecio oriental hacia los países del Tercer Mundo. Aun en Bangladesh, que no está muy cerca de Buenos Aires, hubo varios días de revueltas demandando que se lo reincorporara. En parte por su propio pasado, y en parte, sin dudas, como una operación de RRPP, Maradona siempre cultivó su relación con los pobres y oprimidos. En Nápoles, se erigió como el Campeón del olvidado sur de Italia contra el rico norte (cuyo centro futbolístico es el AC Milan) Cuando Argentina jugó contra los italianos en Nápoles en la semifinal de la Copa del Mundo de 1990, Maradona hasta apeló a los napolitanos para que apoyaran a Argentina porque, dijo, “¿qué ha hecho Italia por ustedes?” Maradona ha incurrido en la ira de un no menos fanático como el Papa, ya que, cada vez que Su Santidad da un discurso sobre ayudar a los pobres, Maradona dice que el Vaticano debería darles su propia y extensa riqueza. Y también ha hablado en varias ocasiones contra la oligarquía argentina. Cuando llego a los Estados Unidos para jugar la Copa del Mundo, Maradona dijo que, primero, estaba feliz de estar en un país donde se juega al fútbol con las manos al igual que con los pies, y, segundo, que tenía un mensaje para el presidente de Argentina, Carlos Menem: “En lugar de estar pavoneándose por aquí y declarando a todo el mundo que vamos a ganar la Copa del Mundo, deberíí a pensar en la pobre gente que está en casa, en la calle y sin trabajo”. O, como Maradona podría decir si fuera un jugador británico: “Es un mundo de dos mitades, Brian”.