Oración de un Padre
Dame ¡oh, Señor!, un hijo lo bastante fuerte para
saber cuando es débil, y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo cuando
sienta miedo; un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota; honrado, humilde y
magnánimo en la victoria.
Dame un hijo cuyo corazón sea claro, cuando deba
erguir el pecho; un hijo que sepa conocerte a Ti... y conocerse a sí mismo, que es la
piedra fundamental de todo conocimiento.
Condúcelo, te lo ruego, no por el camino cómodo y
fácil, sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los riesgos. Allí
déjale aprender a sostenerse firme en la tempestad y a sentir compasión por los que
fallan.
Dame un hijo cuyo corazón sea claro, cuyos ideales
sean altos; un hijo que se domine a sí mismo antes que pretenda dominar a los demás; un
hijo que aprenda a reír, pero que también sepa llorar; un hijo que avance hacia el
futuro, pero que no olvide nunca el pasado.
...Y después que le hayas dado todo esto,
agrégale, te lo suplico, suficiente sentido del buen humor, de modo que pueda ser serio,
pero que no se tome a sí mismo demasiado en serio.
Dale humildad para que pueda recordar siempre la
sencillez de la verdaderas grandeza, la imparcialidad de la verdadera sabiduría, la
mansedumbre de la verdadera fuerza.
Entonces, yo, su padre, me atreveré a murmurar:
¡No he vivido en vano!
Gral. Douglas Mac Arthur
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Revisado: 10 de Septiembre de 2000.