no hubieras
dicho que me amabas,
si sólo
hubieras dibujado con tu mano cabal
la mansedumbre
de mi cuerpo,
si me hubieras
asaltado en silencio,
como el agua,
si hubieras
venido a mí como como un sonámbulo,
todo pulso, y
calor, y piel y lengua.
Si por lo
menos
no me hubieras
dicho que me amabas,
esta noche,
esta noche tan amarga
me sería más
fácil caminarla.
Caminarla sin
ti que estás mordido
como pan de
vagabundo en la ventana,
caminarla sin
ti que estás herido
como pájaro
de vientre prolongado.
Si por lo
menos no hubieras dicho
que me amabas,
si sólo
hubieras llegado con tu hoy
simple y
rotundo como un cero
y nada más, y
nada de tu ayer y tu castigo,
y tu culpa y
tu viejo carro uncido.
Si me hubieras
penetrado sin palabras,
solo y único,
en silencio, acorazado.
Si me hubieras
medido con tu carne,
con la boca
afirmada a la moneda,
si me hubieras
logrado sin hablarme.
Si por lo
menos no hubieras dicho que me amabas,
si sólo
hubieras descendido oscuro
y anónimo y
feroz y enmudecido,
qué facil
caminar por esta noche
de ciudad
dilatada en bocacalles.
Qué fácil
detenerse en las esquinas
y en las manos
que juegan a ser rosas
sobre el
límpido cristal de las vidrieras.