ramo.jpg (14085 bytes) EL TESTAMENTO DE UN MENDIGO

Según corre la leyenda, en el 1898 fue hallado un curioso testamento en poder de un mendigo de Chicago, documento que fue dado a conocer por primera vez por la afamada revista Harper's Weekly, bajo el título de "The Will of Charles Lounsberry" (El Testamento de Charles Lounsberry), suerte de poema en prosa atribuido al abogado Williston Fish, de Chicago. Desde entonces ha sido difundido de tal manera que pasó a ser una pequeña pieza clásica de la Literatura de los Estados Unidos.

Y el testamento dice así:
 

"Yo, Charles Lounsberry, de sana y bien dispuesta memoria, hago y aquí publico ésta mi última disposición y voluntad, con el fin de distribuir mi participación en el mundo, entre los hombres que me sucedan.

Siendo insignificante y de poca monta aquella parte de mi participación conocida en derecho como mi propiedad, de ella disposición alguna no hago. Mi derecho a la vida, siendo sólo una propiedad vitalicia, no se halla a mi disposición, pero exceptuadas estas cosas, todo lo demás que hay en el mundo comienzo a legar y transmitir.
 

ARTICULO: Dejo a los buenos padres y madres, en custodia para sus niños, todas las buenas palabritas de elogio y aliento, y todos los raros epítetos de cariño y encariñamiento, y encargo a dichos padres de usarlos con justicia, pero generosamente, como los actos de sus niños lo requieran.
 

ARTICULO: Dejo a los niños, inclusive, pero sólo por el término de su niñez, todas y cada una de las flores de los campos y los retoños de los bosques, con el derecho de jugar entre ellos libremente, de acuerdo con la usanza de los niños, previniéndoles al mismo tiempo, contra los cardos y las espinas. Y lego a los niños las riberas de los arroyos y las doradas arenas que bajo sus aguas reposan, y los sauces que en ellas se remojan el aroma, y las blancas nubes que sobre los gigantescos árboles flotan. Y lego a los niños largos, largos días para que en ellos sean, de mil maneras felices; y la noche, y el tren de la Vía Láctea ante los cuales poder extasiarse, pero sujeto todo sin embargo, a los derechos que más adelante concedidos están a los enamorados.
 

ARTICULO: Lego a los muchachos, conjuntamente, todos los solares vacíos y públicos que útiles sean, donde pueda jugarse a la pelota; todas las placenteras aguas donde se pueda nadar; todas las laderas de nieve cubiertas, donde se pueda deslizar; y todos los arroyos y pozos donde se pueda pescar, o donde llegado el ceñudo invierno, puédase patinar. Todo para que lo disfruten por el período de su muchachez. Y todos los prados con sus flores de trébol y de ellos, sus mariposas; los bosques con sus bellezas; las arditas y los pájaros, y los ecos y raros ruidos; y todos los distantes sitios que visitados puedan ser, junto con las aventuras en ellos hallables. Y doy a dichos muchachos, a cada uno, un sitio propio en la noche junto al hogar, con todas las imágenes que en los maderos ardientes verse puedan, para que todo lo gocen sin trabas ni impedimentos, sin embarazo o cuidado.
 

ARTICULO: A los enamorados, légoles su mundo imaginario, con todo lo que necesitar pudieran, como las estrellas del cielo, las rosas rojas junto al muro, la floración del exicanto, de la música las dulces notas, y toda otra cosa que desear pudieran para figurarse uno al otro de la belleza de su amor la eternidad.
 

ARTICULO: A los jóvenes, conjuntamente, lego todos los turbulentos y fortificantes deportes de rivalidad, y déjoles hacia la debilidad el desdén, y la intrépida confianza en sus propias fuerzas. Légoles el poder para sempiternas amistades hacer y compañeros poseer, y a ellos, exclusivamente, dejo todos los alegres cantos y coros que cantar con voces fuertes.
 

ARTICULO: Y para aquellos que no son niños, ni jóvenes, ni enamorados, lego memoria: y déjoles los tomos de las poesías de Burns y de Shakespeare y de otros poetas, de existir otros, con el fin de que revivir puedan de antaño los días, con entera libertad y absolutamente sin diezmos o disminuciones.
 

ARTICULO: A los seres queridos de níveas testas, lego la felicidad de la senectud y, hasta que se duerman, el amor y la gratitud de sus hijos."
 

CHARLES LOUNSBERRY

 

 

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Revisado: 22 de Septiembre de 2000.