-!Puta madre!- lo dijo con acritud, con una furia contenida. Lo decia impotente. Ella que observaba el magnífico fenómeno de la caida de ceniza por inercia volteó lentamente al tipo que la habia sacado de su ensoñación balsámica. El desconocido entonces hizo un gesto como de alivio o, mejor dicho, de indiferencia y se replantigo en la espaciosa banca con un sonoro soplido; Mariana aspiro y el humo (una parte) le fue a dar a la cara.

-¿Me das un cigarro? Ella voltea y lo mira, se paraliza. - Sin exagerar era la mirada mas miserable del mundo. Era algo tan sencillo pero ella no supo que hacer.

O quiza si supo solo que no se lo esperaba: luego reacciono, volteo otra vez (la tercera) a mirarlo - las arrugas en la frente y en los bordes de los ojos no muy pronuciadas pero alla al fin - saco la caja- solo quedaban tres (bueno ahora dos: Gonzalo tendria que llegar rapido o habria que comprar otra), saco uno y se lo dio junto con su encendedor, por si acaso era necesario y para que no se lo pida, por si acaso. Prendio su cigarro:

-¿ A quien esperas?

-A nadie - mintio ella-. Solo estoy descansando un poco. ¿Y usted?

-Hablame de tu, por favor - le respondio un poco molesto .- Estoy esperando a mi mujer, tenemos que aclarar ciertas cosas, le dije que nos encontraramos aca.

-¿ Y por que no los hablan en casa? Claro - se apresuro en continuar- si me permites una sugerencia- ella pensaba que ese no era su asunto, por lo que hablaba casi pidiendo permiso.

El semblante del tipo - no tenia cara de señor- con el que estaba hablando era la de alguien que esta a punto de hacer algo crucial en su vida.

-Oye, todavia no se como te llamas, por lo pronto mi nombre es Rubén y…

-Yo soy Mariana.

No se dieron ls manos ni menos el consabido besito en la mejilla. No estaban para eso.

-¿Quieres hablar del tema? Porque si no…

-No, esta bien. Esta bien. En fin, ya llevo media hora de vago mirando las tiendas que estan todas cerradas y en todo este tiempo no he abierto la boca más que para coger el cigarro-. Aspiró una bocanada y la miro como el padre que le cuenta a su hija que ha hecho una tonteria, y ésta lo comprende-. Anoche mientras iba de regreso a la casa, mi amante llamo a mi mujer; sin mas le empezó a reprochar que me deje libre, que yo era completamente suyo, que yo a mi mujer no la quería y así. Lo cierto, y con toda franqueza te lo digo, es que yo tuve una relacion con Veronica, una ex enamorada que no veia !uf! desde el colegio o sea que te puedes imaginar hace mucho tiempo.-La observo para percatarse de su reaccion : ella atino a sonreir.- hasta hace unos seis meses cuando por casualidad me la encontre en un café. Hablamos, recordamos viejos momentos; le conte que estaba casado. Como te estaras imaginando y como siempre suele suceder en estos casos , terminamos la noche juntos.

-Como siempre…- musito Mariana.

-Y lo cierto es que a ella no le importo que yo sea casado, igual nos seguimos viendo, y es que desde cuando eramos enamorados hace ya tanto tiempo habia entre nosotros como una suerte de dependencia… Yo podia haberla engañado con alguien o ella me podia haber hecho la peor bajeza - Ruben se abstuvo de utilizar 'perrada' - y a la semana siguiente continuabamos, como si nada hubiera pasado. No era bonita, hablar con ella no era lo maximo; pero tenia un no-se-que, ¿tu me entiendes, verdad? - Ella asintio.- Pues bien, la he citado para dentro de …¿tienes hora?

-Veinticinco para las once. Pero espera un momentito, no me decias tu que esperabas a tu esposa.

-Yo en ningun momento te he dicho eso - dijo Ruben extrañado y, ahora si, claramente molesto.

-Si -aseguro ella con aplomo-, apenas llegaste.

-No puede ser. Yo te he dicho que esperaba a mi esposa. En ningun momento…

-Si que lo has dicho- esto ya se estaba volviendo en toda una discusion. Ruben se ofuscaba por la obstinacion de Mariana; y ella, por la suya. Quizas (penso Mariana) seria mejor dejarlo alli, si el no le crei era su problema.

-Pero estas segura…Dios, !a que punto he llegado! Confundirlas a las dos…No - de pronto en aire decidido que ni el mismo se creia capaz de tener- hay que aclarar las cosas.- Chupo la ultima bocanada de humo de lo que quedaba del cigarro y estuvo un rato (un largo rato, a decir verdad) mirando hacia la Trattoria, completamente abatido. Mariana le dio otro:

-Por lo que mas quieras- lo dijo con tono gangoso, para que Ruben en verdad coja el sentido de lo que estaba diciendo-, tranquilizate.

Hablar con un desconocido es dificil. Y lo es mas si de plano uno se da cuenta que el otro esta en un punto definitivo entre salvarse y ahogarse y uno, un simple advenedizo (aunque en este caso el que acababa de llegar era Ruben ), es la unica boya que tiene al alcance. Entonces hay que manejarse con cuidado: oscilar entre la curiosidad y la discrecion de las preguntas y pareceres para no resultar arrogantemente desinteresado ni peligrosamente curioso. Eso lo sabia Mariana.

De este modo siguieron hablando , largo y tendido, pero con precaucion por parte de Mariana; eso si.

Al dar las once ( le vovio a preguntar la hora) Ruben se volvio a inquietar. Eso lo noto ella claramente.

-¿ Y que le vas a decir? - le pregunto mientras jugaba con el encendedor; ya no habian cigarrillos ni dinero para comprarlos.

-Que ya todo termino. Que ya tengo una vida hecha. Que tengo una hija por quien velar.- El consabido fraseo responsible le parecio vacio a Mariana y, peor aun, a Ruben. Le dio pena: si hubiera sido Gustavo o algun amigo lo hubiera cogido de la mano, en forma de apoyo o aunque sea para que por un momento se olvide de lo que ocurria. Pero el era mayor. "No se debe hacer eso"; y aunque quiza no tengan la razon opto por lo mas facil: nada. Exhalo el, ya no ruidosamente sino que ahora con tristeza; el soplido de una resignacion. Ella lo miro directo a los ojos; tenia ojos de querer decir algo (en efecto lo dijo). -Lo curioso es que no estoy seguro ni de mis propias palabras. " Cuantos de nosotros decimos lo que no pensamos y hacemos lo que nuca quisimos que se haga", penso ella con una referencia vaga de algun autor, quiza español ("¿o era portugues?"), que llego a leer y del que no recordaba mas que la frase; o alguna que se le parecia.

-¿Dónde exactamente se van a encontrar?

-Le dije al costado de la pizzeria.

-Entonces creo que me voy- dijo Mariana al vislumbrar una silueta de mujer que se acercaba. Lo miro: la ultima mirada que deberia captar todo por ultima vez pero que no lo hace; la mirada que no graba los rasgos de la cara, sino los borra-. Suerte.

Ruben le quizo decir algo en gesto de agradecimiento pero ella no lo dejo. Tampoco se despidio (al igual como se presentaron) ni con un beso ni con el clasico "Adios". Simplemente se fue como quien regresa dentro de un rato. Este por supuesto que no era el caso.

No dio ni tres pasos y se volvio a acordar de el. Tal vez la efimera conversacion con Ruben la hizo olvidarse de su ausencia . Ya no importaba: lo habia vuelto a recordar. Todavia tenia el cigarro en la boca ( o lo que quedaba de el) y empezo a caminar hacia la salida del centro comercial, como lo hacian muchos a esas horas. Pensaba en Ruben: que podria estar haciendo, ojala no tenga problemas. Quiza buscaba la enesima razon para justificar su demora. De pronto ya no necesito pensar: todas las luces declinaron y lo antes visible se volvio difuso; una niebla perpetua le parecia haberse adueñado de las inmediaciones dificultandole la vista de hasta los objetos mas proximos. Incluso el centro comercial era indistinguible.

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