La larga soledad de la abuela

¡Tantos años esperando a un cazador! ¿Qué ha pasado? Primero vino el lobo. Yo ya lo sabía y lo estaba esperando. Le di una buena paliza. Más tarde, mi nieta, que me pilló antes de acabar la faena y comenzó a gritar. Hasta aquí, todo fue bien. Ahora le tocaba entrar al cazador, alto, bello y musculoso, y mi futuro marido. Peró no llegó. Y eso que yo gritaba fuerte, como una loca. Pero de nada sirvió. Mi nieta se fue. Y yo enfermé, ahora sí, de verdad...

¡Han pasado tantos años! Acostada en mi lecho veo el final de mi existencia. Han venido tantos lobos, tantas nietas y biznietas, pero ningún cazador, y eso que los oigo por aquí afuera disparando sin parar.

¿Quizás no oían mis gritos pidiendo auxilio?

Y de esta manera he pasado todos estos años en soledad. Esperando, siempre esperando, y imaginando el futuro con buena compañía. Pero, ¿y si tampoco hoy aparece un cazador?, ¿qué haré con tantas latas de carne de lobo almacenadas en la despensa?

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