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P R I M E R VI ER NES DE M ES PRIMERO D E LOS NUEVE Promesa duodécima: Yo te prometo Meditación Punto 1.Yo te prometo...¿Quién promete? Es el Verbo, la palabra sustancial del Eterno Padre, el que era Verbo en el principio, es decir, en la eternidad, en Dios; y el Verbo era Dios con el Padre y el Espíritu Santo; es aquél por quien fueron hechas todas las cosas; Aquel en quien está y es toda vida, y la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Aquel que se hizo hombre por nosotros sin dejar de ser Dios; y Dios Hombre vivió entre nosotros y padeció y murió en la cruz para redimirnos y salvarnos. Èste es el que hace la promesa, y la hace sabiendo lo que ofrece,porque su sabiduría no tiene número, y quiere lo que promete, porque en bondad no tiene límites, y es la eterna verdad, y puede cuanto quiere, porque es el omnipotente con la omnipotencia del Padre y del Espíritu Santo. Es Aquel ante quien pasarán los cielos y la tierra; pero su palabra no pasará, ni su promesa sin cumplirse, porque la hace su bondad infinita y eterna, su amor incomprensible hacia nosotros; y la hace ordenada en su eterna e infinita sabiduría y autorizada por su divina omnipotencia.¡Ah, qué dignidad encierra esta promesa si se considera en su origen¡A qué alteza tan inconcebible levanta al hombre si se considera su fin¡...¡Qué digna es de ser meditada en todas sus palabras, y cuánto más digna de nuestra gratitud y aprecio¡... ¿Y qué se dirá de ella si se considera que esta divina promesa brotó de la infinita misericordia del Corazón de Jesús, y se cumplirá en los devotos del mismo que practiquen lo que en ella se encomienda por medio del amor omnipotente del mismo Divino Corazón, sino que todo en esta promesa es grandioso por el amor?¡Ah¡ Es infinito el que la hace, muy grande la misma promesa, es infinito el amor con que se hace, y así la sabiduría y la omnipotencia que responde de su jecución y realidad. Devoto, que ésto meditas, aspira por el amor a tanta gracia y grandeza, pero mira qué reclama de tí la grandeza de tu amor... Punto 2.Te prometo... ¿A quién?A la bienaventurada Margarita; a la inocente y candorosa hija de la Visitación, tan probada en el siglo, a una con su viuda y virtuosa madre en la escuela de los trabajos, sinsabores, expoliaciones y penas, y en la religión, no solo con los sacrificios que impone la vida religiosa, sino también con algunos más especiales con que quiso Dios fuese purificada y probada, para prepararla a la alta misión que bien pronto la confió, y como aleccionada en la Escuela de Cristo, supo cumplir con tanta fidelidad como heroismo. A esta escondida Margarita, en la fundación admirable de San Francisco de Sales, eligió el divino Corazón para hacer esta promesa, la mayor de cuantas le hizo. Oigamos al divino Corazón, que viéndola un mes de Mayo, tan abismada en su amor, en preparación para recibirle en la eucaristía, toda humillada en su indignidad y en su nada, oyó para su consuelo estas palabras: ¨Aunque Yo, tu criador y Maestro, no necesito de tí, porque soy omnipotente, y puedo cuanto quiero; Yo, que tan pródigo me he mostrado para contigo, enriqueciéndote con los tesoros de mi Corazón, de los cuales te he dado poder para que dispongas y distribuyas con profusión a los demás; Yo, que te elegí para constituirte mi discípula y apóstol de mi culto público y de mi gloria, amor y reparación; Yo, que he puesto en tus manos la devoción a mi Corazón, para que la propagues como remedio eficaz para preservar y curar los males de todos estos últimos tiempos, ¨te prometo en el exceso de mi misericordia...para tí y para todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes consecutivos, la gracia de la penitencia final...¨ que es la perseverancia final. ¡La perseverancia final¡ ¡Ah¡ Por que medio tan fidedigno hizo el Salvador su duodécima promesa. Y para que sea más digno y seguro, ha querido que su esposa, la Iglesia, haya examinado y aprobado su doctrina, en el examen de sus admirables escritos y en el proceso de su beatificación en orden a ésta. ¡Qué bondad la de Jesús para con su humilde sierva, y en ella para con todos los devotos del divino Corazón¡ Y no es una bondad cualquiera (Continua) |
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