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Juarista Bolivariano

POR LA SOBERANIA Y LA UNIDAD DE LOS PUEBLOS
DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE

La crisis del neoliberalismo en América Latina y el nuevo proyecto histórico

Por Heinz Dieterich

QUISIERA REFERIRME a los conceptos básicos que nos reúnen hoy día, de soberanía y unidad.

La soberanía hoy día obviamente es otra cosa que cuando se discutía en tiempos de los liberales del siglo XIX. Y obviamente hay que reflexionarla bajo las condiciones de la sociedad global en el siglo XXI. Lo mismo vale para la unidad latinoamericana, los conceptos de Bolívar de la Patria Grande o de Martí de Nuestra América, hoy día se ven amenazados de ser desplazados definitivamente por tres grandes proyectos regionales, dos de ellos hegemónicos, el TLC y el Tratado de Libre Comercio de la Unión Europea. Y lo nacional, igual que lo de la soberanía, hoy día tiene que definirse de otra forma que como se hizo hace 150 años.

Frente a la crisis del neoliberalismo, ¿cuál salida?

Si uno quisiera analizar la situación de América Latina, me parece que debería empezar por la crisis del sistema neoliberal, porque es la crisis del sistema neoliberal actual que determina y que plasma las alternativas políticas, los nuevos sujetos de cambio a corto y a mediano plazo, no hay necesidad de describir esa crisis porque todos la vivimos, los que pertenecen a la clase media obviamente la sufren mucho menos, pero esa pobre mayoría de 70, 80% que son subempleados o desempleados, que viven en la pobreza relativa o absoluta, la viven cotidianamente. Entonces no hay necesidad de hablar de índices de analfabetismo, de desnutrición, de enfermedades endémicas, de desempleo, de falta de escolaridad, todos los conocemos. Más bien habría que pensar en como cambiar esto, me imagino que coincidimos todos que esto tendría que ser el hilo conductor de este encuentro.

El neoliberalismo no sólo ha creado una de las peores crisis estructurales en todos los aspectos. Amenaza la identidad latinoamericana, entendida ésta como el conjunto de factores subjetivos de los latinoamericanos; además también está a punto de cerrar un proceso de neocolonización de doscientos años, desembocándolo en una integración subordinada y neocolonial definitiva, ya sea con Estados Unidos, ya sea con la Unión Europea.

Pero como la mayoría de las crisis, ésta también está abriendo nuevos horizontes. Lo que hace seis, siete años parecía un proyecto monolítico al cual se había vendido la mayoría de los intelectuales, y por supuesto las élites políticas y económicas dominantes criollas, hoy día, ese armazón de concreto que parecía ser, hace aparecer y florecer nuevos elementos de cambio que dan esperanza.

Ese fenómeno es objetivo, y cualquiera que siga con un poco de atención las informaciones periodísticas ha entendido que se está tambaleando el sistema de dominación estadounidense de una manera mucho más fuerte de lo que aparece en la discusión pública.

De hecho, en la discusión pública, en las cabezas de los grandes intelectuales, en las discusiones universitarias, en los planteamientos electorales de los partidos de centro-izquierda o de centro o de derecha, la verdadera dimensión de esa crisis no aparece, no puede aparecer porque acabaría con las ilusiones que están planteando acerca del futuro posible en la Patria Grande.

Venezuela, punto central de la nueva esperanza.

El punto central de esa nueva esperanza, por supuesto, es Venezuela. No es casualidad que casi todo lo que sale sobre Venezuela es peyorativo y manipulador. Sin embargo, esto no puede ocultar el hecho de que la Revolución Bolivariana en Venezuela ha roto un envase, un pesimismo, una apatía que se inició en 88, 89 y que ha durado más de una década.

La caída del socialismo real en Europa, la desmovilización del Frente Farabundo Martí, del Salvador, que tenía toda una estrategia para triunfar. Los problemas que esto acarrea para un proyecto revolucionario como el de las FARC. Todo esto parecía que no había solución, no sólo que no había una solución socialista, sino que tampoco había una solución capitalista a mediano plazo, que estábamos en garras de los neoliberales y que no se trataba ni siquiera de inventarse cambios posibles hacia una mayor democracia participativa de una economía solidaria.

Y en ese momento deprimente, de no tener un futuro posible, irrumpió el Movimiento Patriótico en Venezuela. El movimiento de Chávez nunca fue un movimiento militar "de gorilas" como tantos periodistas sin ética o sin cerebro, o sin las dos cosas, han dicho durante tanto tiempo. El Movimiento Bolivariano en Venezuela siempre fue un movimiento cívico-militar, porque por ejemplo el comandante Hugo Chávez desde hace muchos años había sido miembro de la Dirección Nacional de Causa Radical, un partido civil de cambio profundo, democrático. Desde el inicio fue un proyecto cívico-militar y triunfó finalmente, no a través de los balazos, sino a través de lo que en la escuela llaman hegemonía, es decir, a través de la autoridad moral de esta nueva vanguardia.

Cuando falla en 92 el levantamiento cívico-militar parece que ha terminado ese intento de cambiar las cosas. Pero no es un pugilismo, no es un grupo de tenientes coroneles trasnochados que confiando en el poder del plomo se lanzan para destituir al presidente Carlos Andrés Pérez, corrupto, para reeditar ese mismo régimen y profundizarlo. No es nada de eso.

Por eso, después de salir de la cárcel, después de un par de años en la cárcel, esa gente se dedica a viajar por el país y a hablar de pueblo en pueblo sobre el nuevo proyecto histórico que ellos diseñaron. Y logran convencer a la gente, porque no sólo es sensato el programa de cambio que proponen, también ha habido el ejemplo de estar dispuestos a arriesgarse por la causa del pueblo, por un nuevo ideal. Y entonces, cuando se presenta en el 98 el Movimiento Quinta República, cuando se presenta a las nuevas elecciones, la oligarquía lanza todas las armas que quedan contra ese tipo de sujetos de cambio, la prensa, la televisión corrupta, las grandes empresas, la prensa internacional y, sin embargo, fracasa.

Y por qué fracasa. Porque ha habido ese lazo con las mayorías, construido en años de trabajo, de tal manera que la propaganda de la televisión no tiene el efecto en las cabezas que tiene normalmente, y contra toda esa ofensiva y manipulación de la élite el movimiento de cambio triunfa. Hasta ahí se ha dado sólo el primer paso. Pero hay varias lecciones que aprender. En primer lugar, la televisión no es invencible, como la Iglesia, que fue la televisión del feudalismo, tampoco fue invencible en la revolución burguesa del siglo XVIII. Las instituciones que controlan las cabezas son un poder extraordinario pero no es un poder que no se pueda vencer. Eso es muy importante. Se puede llegar al poder sin tener acceso a los medios oficiales de comunicación.

Un segundo elemento, también muy importante: que ellos no llegaron al poder mediante la mentira, lo que es común en los gobiernos neoliberales. La mayoría de los gobiernos neoliberales llega a través de un fraude de promesas de gobierno, como Fujimori, en Perú; como Menen todos prometieron políticas populares antineoliberales y nada más estuvieron en la silla presidencial aplicaron el neoliberalismo. Esto, en el derecho civil, sería un fraude, obviamente, porque es como si tú le vendes a alguien una casa, una mansión y pagara, y al nuevo dueño le entregara otra muy distinta, una vivienda miserable, esto es un fraude. Es la manera como los neoliberales generalmente han llegado al gobierno.

No fue así en Venezuela, Chávez y su gente dijeron de antemano, tal y como está la situación democrática, política con jueces corruptos, con parlamentarios corruptos, con sindicatos de tipo, en sus liderazgos, con la clase obrera en la situación en que está, no vamos a poder cambiar nada en beneficio del pueblo. Necesitamos refundar la República, decían, y la única manera de hacer eso es hacer una Asamblea Constituyente y crear nuevos órganos y una nueva organización. El pueblo sabía esto, el pueblo votó sobre esa promesa y se cumplió. De ahí que el programa que llevó al poder esta vanguardia se ha cumplido hasta hoy y nadie puede decir que no estaba avisado.

Desde entonces, la lucha obviamente ha arreciado porque no han podido restar la popularidad de Chávez, ahora en mayo se van a celebrar las elecciones y sería ya el elemento decisivo en el proceso de cambio. Podemos estar seguros de lo que está haciendo Estados Unidos para parar ese proceso, pero de eso voy a hablar un poco más adelante.

Venezuela es un proyecto extraordinariamente importante porque es un proyecto de cambio posible en las condiciones del año 2000. Bueno, uno podría decir, fue una configuración especial, una constelación particular de esa torre de poder que permitió que alguien carismático como Hugo Chávez llegara al poder con un movimiento de este tipo. Pero se repitió poco después en Ecuador, el levantamiento indígena en Ecuador, a inicios de este milenio, tuvo características semejantes, un movimiento indígena, popular que logró dividir a las fuerzas armadas y lograron que una fracción progresista, también a ese nivel de tenientes-coroneles apoyara al movimiento.

Y parece que esa vieja verdad de la teoría del Estado, de que no se pueden cambiar las cosas a fondo si no hay una división en las fuerzas armadas o si no se neutraliza al sector golpista de las fuerzas armadas reaccionarias, no se pueden hacer cambios.

Inestabilidad generalizada en la región.

Entonces Venezuela es muy importante, Ecuador también y, por supuesto, Colombia, donde ya en los años sesentas se daba la dualidad de poder fuertemente analizada por Lenin, en su análisis sobre el doble carácter de la revolución, burguesa y socialista, en Rusia. De ahí la lección de que una dualidad de poder sólo puede ser transitoria. Es un equilibrio inestable en el cual uno de los dos actores se atrofia y no puede durar mucho tiempo. En Colombia teníamos esa dualidad de poder con los estados, con los territorios administrados por fuerzas políticas diferentes, por dos proyectos nacionales diferentes.

Si ustedes juntan estos tres países, o los ven en su conjunto, Colombia, Venezuela y Ecuador abajo, y arriba a la derecha está Cuba, entonces ustedes ven que todo hacia el norte de América del Sur está fuera del sistema de dominación de Estados Unidos. Es decir, hay una crisis estructural profunda del sistema de dominación y poder en el sistema de exportación de Estados Unidos sobre su patio trasero.

Si ustedes prolongan el análisis hacia Centroamérica, Panamá no es muy estable, se regresó el Canal de Panamá, pero hay una fuerte resistencia popular a los intentos del gobierno de permitir que los gringos entren otra vez por la puerta trasera de este territorio, si los sacaron por la puerta del frente, no es estable Panamá. Y menos estable es Nicaragua, ustedes saben que en Nicaragua no sólo hay un movimiento popular organizado, sino también armado, que es un elemento importante.

 
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