Llegan las elecciones, y sabemos que nada cambiará. Ninguno de los candidatos dijo algo distinto. En realidad, ninguno de los candidatos dijo algo importante y no aceptamos que se nos obligue a elegir "'lo menos malo". No aceptamos vivir esta ficción de democracia, donde se le hace creer al pueblo que se decide su destino en las urnas, mientras todo se resuelve a escondidas. Los gobernantes son títeres corruptos que se reemplazan. Los que mueven los hilos son los empresarios, los financistas, las empresas multinacionales y los banqueros. Las políticas son las que dictan los grandes monopolios, los embajadores norteamericanos y el estado. No podemos creer en una democracia que se sostiene sobre un ejército mercenario y genocida. Las repúblicas quedan a merced de fuerzas armadas sanguinarias, cuya única misión es someter al pueblo. Sabemos que los políticos mienten cuando dicen que van a luchar contra la pobreza. Porque no se puede pelear contra la pobreza sin pelear contra la riqueza desproporcionada y obscena. Y los políticos son solo los personeros de los depredadores de los pueblos: los terratenientes, los industriales, los financistas, los empresarios y los banqueros.

Jamás negociaremos los principios. Sabemos que negociar es "transar", y un pueblo que "transa" se suicida.

Muchos anarquistas han muerto en estos años. Algunos luchando. Otros secuestrados y asesinados. Pero nuestro deseo es que cuando llegue el último día, podamos mirar hacia atrás y encontrar un surco sembrado con amor, con resistencia y regado con nuestras lágrimas...

Serán otros los que cosechen, serán otros los que retomarán nuestro camino.

Pero se nos recordará por no haber mentido, ni transado, ni negociado, ni claudicado.

Los poderosos asesinaron al pueblo, a los dirigentes gremiales, a los trabajadores, a los estudiantes. Pero no hay cárceles ni tumbas que puedan a callar la voz del pueblo.

Hoy, los políticos, los militares y los religiosos ofrecen la reconciliación. Ellos van pregonando paz, amor y libertad, sentados cómodamente en el lujo y la opulencia. Pero son palabras vacías. Ninguno de ellos habla de la paz cuando ejecutaban a los hijos de la libertad, cuando violaban y mutilaban a jóvenes y niños. La paz que ellos quieren es la paz de los sepulcros.

Nuestra marcha es un grito silencioso que sale de las entrañas del pueblo para traspasar la indiferencia de banqueros, industriales y comerciantes. La nuestra es una voz que los poderosos no quieren escuchar, que lees molesta, porque se interpone denunciando la verdad. Porque nos duelen las calles con niños abandonados. Nos duelen esos seres humanos buscando entre los desperdicios un mendrugo de pan. Nos duelen los jóvenes entregados al analfabetismo, la desnutrición y la marginalidad. Nos duelen los golpes y la tortura de la policía a los pobres. Nqs duelen los allanamientos salvajes en las viviendas humildes. Nos duele la opulencia, el lujo y la frivolidad de los gobernantes. Mientras los políticos reparten promesas y mentiras, nosotros vamos sembrando ideas y verdad. Sabemos que la justicia se gana peleando. Solamente luchando nos podremos liberar. Un día no lejano, los pueblos se levantarán y nuestro planeta se estremecerá con su clamor señalando a los que asesinaron a mansalva al pueblo desarmado. Ellos, los poderosos, tendrán que darse cuenta que el pueblo existe y que es capaz de rebelarse cuando se lo empuja a la muerte y la miseria.

Regamos cada surco, con lágrimas. Entregamos la vida sin guardarnos nada, porque las cadenas del alma se rompen con el amor, sembramos ideales para cosechar esperanzas.

Ellos pueden comprar diarios, televisiones y revistas, pero no podrán comprar el aire de las calles. No podrán callar nuestra voz ni censurar nuestra marcha. Nuestra marcha es un grito profundo que surge de las entrañas de un pueblo sometido a la tortura, al hambre, las humillaciones y la marginación.

Donde exista un hombre, una mujer o un niño que se rebele contra la injusticia, el viento le traerá el agitar de nuestros pañuelos para acompañarlo en la lucha. Mientras la voz de un joven se eleve contra los poderosos, allí estarán los libertarios sembrando ideales y entregando la vida.