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Bickersteth - Las Glorias de María
El Romanismo En Su
Relación Con La Segunda Venida De Cristo
Rev.
Robert Bickersteth
Ahora bien,
pregunto si esto no es dar a la criatura lo que se debe
dar al Creador. ¿No es esto culpable de idolatría? Es
imposible, en una sola conferencia, presentar siquiera
una pequeña porción de la evidencia sobre este doloroso
tema. No puedo, sin embargo, dejar de aludir a una bien
conocida publicación, titulada "Las Glorias de María",
siendo una traducción de la obra en italiano de Alfonso
de Ligorio, quien es ahora un santo canonizado por la
Iglesia de Roma. La Iglesia de Roma ha declarado oficialmente
que todos los escritos de Alfonso de Ligorio no contienen
"ninguna palabra digna de censura".
Seguramente,
entonces, es justo juzgar el parecer del Romanismo por
medio de los escritos de un hombre que fue canonizado por
la Iglesia de Roma en el año 1839, y que en cuanto a sus
escritos Roma ha afirmado ser merecedores de toda
alabanza, y que ninguna palabra de ellos es digna de
censura.
Ahora bien, entre
las afirmaciones hechas por Ligorio, y las cuales, usted
tendrá presente, según la autoridad de la Iglesia de
Roma, no merecen censura, encuentro la siguiente: "Es
la opinión de muchos, y yo sostengo que la opinión es
verdadera e indiscutible, que todas las gracias de Dios
son dispensadas a través de las manos de María, y que
todos los elegidos son traídos a la salvación a través
de la madre divina. En conformidad con esta opinión, puede
decirse que la salvación de todos depende de la
predicación de la devoción a María, y de la confianza
en su intercesión."
También se dirigen
las siguientes palabras idólatras a María de parte del
mismo autor: "Nada resiste tu poder, porque el
Creador de todo te honra como su madre, haciendo de tu
gloria la suya propia. María adeuda una infinita
gratitud a su Hijo por haberla elegido como su madre;
pero no es menos verdadero decir que Jesucristo ha contraído
una especie de obligación hacia ella por la existencia
humana que recibió de ella, y en recompensa por este
beneficio él la honra oyendo sus oraciones."
El mismo escritor
adopta el siguiente blasfemo tratamiento hacia María: "Oh
gran Reina, por medio tuyo son salvados los
desconsolados; y por cuanto su salvación es tu obra,
ellos formarán tu corona en el cielo." ¿Qué
puede estar más cercano a la idolatría que esto? ¿Qué
puede atenuar esta blasfemia, refrendada por el imprimátur
de Roma, "esto no contiene palabra alguna digna de
censura"? ¿Está Roma, o no está, expuesta al
cargo de idolatría? ¿Puede usted llegar a alguna
conclusión diferente de que sí está? Y le pregunto si,
en el ejercicio de un juicio calmo y desapasionado, el título
"Hombre de pecado", como corporizando la doble
idea de una cabeza personal visible y de culpa
preeminente, no es un título al cual Roma ha obtenido el
derecho mejor posible.
Su apariencia y su
pretensión de Cristianismo, combinadas con su palpable
desviación de la verdad apostólica, la hacen culpable
de apostasía. Su organización visible bajo un pontífice
supremo, arrogándose la supremacía universal; su difusión
mundial, y la tremenda culpa implícita en su traición a
quien ella profesa servir, como es exhibido en su honra
de la criatura por sobre el Creador - todo esto se
combina para aumentar la evidencia de que el Romanismo es
la apostasía sobre la cual un apóstol inspirado ha
escrito esta designación, "El Hombre de pecado".
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