Junta Interna de Delegados

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INDICE

CARTELERA

SALIDA

 

Alguien Nos Estuvo Mirando

Administración Pública Nacional:

donde decir Violencia NO es mentir

 

Uno lee que el libro describe diversas modalidades de violencia dentro de la Administración Pública, entendida como ámbito laboral, y en la enumeración de algunas de ellas, lee: abierta violación de normas vigentes; criterios irracionales de selección de personal; concursos espurios; sumarios injustificados; sistema de capacitación con "clientela cautiva" y desaliento a la excelencia profesional mediante criterios perversos de equivalencias para la capacitación externa al INAP; evaluaciones de personal con "cupos"; escandalosas desigualdades salariales aún para agentes que son graduados universitarios; desprecio y destrucción de la producción elaborada por los agentes; infrautilización de capacidades individuales y hacinamiento laboral; acoso sexual como salvoconducto para conseguir o mantener puestos de trabajo; ausencia de pronunciamiento administrativo frente a los reclamos presentados por los agentes, entre otras joyitas. Entonces uno va, lo compra, y lee. Lo lee como si fuera una novela que describe límpida y crudamente lo que es su lugar de trabajo, la maldita cotidianeidad donde se le van alrededor de cuarenta horas semanales desde el revés de la trama, en la que se desnudan las formas de violencia político-burocrática que uno y sus compañeros padecen diariamente, y esto, señores, no es una novela, es un ensayo objetivo y documentado que los trabajadores de la APN deberíamos convertir en best-seller. Cualquier similitud con lo que hemos vivido y seguimos aguantando en la Biblioteca no es mera coincidencia.

 

Bienvenidos al Tren Fantasma del Estado: la Administración Pública Nacional

La autora se llama Diana Scialpi, es socióloga especializada en Planificación y Gestión de Políticas Sociales (UBA), reviste dentro de la APN en Planta Permanente y describe con claridad y en modo conciso y muy bien documentado gran parte de las cuestiones que a uno le revolotean todo el tiempo sin poder asirlas nunca. Te las baja y te las deja ahí, picando, como para que no le pifies al tiro.

Como para que sepamos de qué va la cosa, luego de historizar los últimos veinte años del estado en que va quedando el Estado, define: "La violencia político-burocrática es una variante de la violencia política, perpetrada por funcionarios políticos de la Administración Pública y por agentes de alto rango (Personal Jerárquico), que tienen la responsabilidad social, legal y administrativa de cuidar a los trabajadores del Estado y de cumplir y hacer cumplir las normas administrativas vigentes. Es fortalecida además por el apoyo de no-decisores que convalidan dichas prácticas". Qué tal. A cuántos de nuestros jerarcas (directivos, jefes, capataces y ortibas menores varios) les cuaja esa definición.

Luego describe los mecanismos deformantes que el permanente ejercicio de esta violencia produce en los trabajadores, pasándole el trapo a las "re-rotulaciones" que pervierten todo significado. "Tanto se falsean los significados y se tergiversa el carácter de las conductas que se califica de persona equilibrada o persona que sabe adaptarse a las circunstancias (entendido como elogio) a la persona que no cuestiona las arbitrariedades."

Imparcialmente, Scialpi no deja contexto ni posible tratamiento del tema sin abordar, desde la perspectiva jurídica hasta las visiones antropológicas y psicoanalíticas, repasando y alumbrando todo el espectro de normativas que en la letra están vigentes pero no en los hechos. No elude, por ejemplo, el análisis crítico de la CYMAT del Convenio (¿se acuerdan? el que firmó UPCMenem en el 98), donde la única forma de violencia laboral que se reconoce es el acoso sexual, figura ya legislada y de las menos frecuentes en la cotidianeidad del Tren Fantasma). Explica algunas diferencias de trabajar para el Estado y trabajar para el Gobierno, expone lo que es y de dónde salió el SINAPA, nos informa que en la APN coexisten 64 regímenes escalafonarios (más confuso que el I Ching), para qué y a quién sirven los AG, y demás siglas que forman parte de nuestro vocabulario cotidiano.

Scialpi toma una serie de casos reales contados por sus víctimas-protagonistas. Allí desfilan manoseos de todo tipo. Reencasillamientos, incapacitaciones del INAP, evaluaciones truchas, concursos idem, homicidios laborales, violaciones a normativas y leyes vigentes. Atrocidades que conocemos muy bien, demasiado bien, y que jamás se resuelven. Aparece en el relato la táctica por la cual jamás se prospera en los reclamos: el silencio como única respuesta. El hostigamiento solapado. La falta de información y la propagación de la ignorancia de deberes y derechos. El miedo que finalmente nos hace cómplices. El hartazgo. Responder al silencio oficial con el propio silencio, lo que termina por aniquilar todo reclamo. Esto aparece claramente en el último capítulo, un Manual de Primeros Auxilios que más vale aprenderse de memoria, y que de paso le pega un buen palo a los gremios por su ineficacia (o inoperancia) en el tratamiento legal de la defensa de los derechos de los trabajadores en relación a los casos en que concretamente padecen prácticas de violencia político-burocrática que requieren tratamiento legal. Allí sintetiza la actitudes ante estos hechos que nos demuelen día a día: por parte de los agentes, "sienten temor ante el hecho de reclamar lo que les corresponde; suelen creer que pueden plantear y fundar sus derechos sin ayuda profesional"; y  "hacen silencio frente al silencio". Por parte de los funcionarios, "creen que el reclamo implica una actitud de agresión hacia su persona"; y "consideran que dejar sin efecto un acto administrativo ilegítimo es una facultad discrecional suya".

Más claro, echale agua.

El libro se llama VIOLENCIAS EN LA ADMINISTRACION PUBLICA, Casos y Miradas para pensar la Administración Pública Nacional como ámbito laboral, lo editó Catálogos, es absolutamente imprescindible leerlo para saber dónde estamos parados, doblados o acostados y para comenzar a definir cómo queremos y debemos estar, lo tienen en su librería amiga, cuesta alrededor de 13 mangos, y si se avivan de lo que contiene, en la BN no lo ingresarán jamás o estará eternamente En Consulta, y vaya a saber si eso es cierto.@

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En relación al Decreto presidencial

que obliga a sonreír a los empleados

públicos, ésta fue la contribución

de agarrate a los esfuerzos

oficiales para integrar al trabajador

del Estado a la alegría general

de la comunidad.


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