3ª Parte

Vivir requiere de un permanente estado de estrés o tensión. Mientras estamos en marcha lo graduamos permanente y cotidianamente. Y así como administramos nuestros recursos económicos, necesitamos discriminar momentos, circunstancias o personas con las cuales es adecuado desplegar nuestra energía. Realmente, en los tiempos que corren, cubrir todas las áreas de nuestra vida es todo un trabajo.

Mientras reflexionamos en nuestras ideas y sentimientos, mientras nos mantenemos serenos, el stress inherente a vivir no es enfermedad. Es vitalidad. Pero, si disfrazamos nuestras inseguridades o asignaturas pendientes, si vivimos tratando de constatar la superioridad propia a costa del defecto ajeno, si nos quedamos aferrados a justificar las propias inhibiciones por factores que seguramente tienen algún grado de validez, entonces, este estrés sí se acoplará a una específica enfermedad. Pues, según la biografía y circunstancia actual, la tensión suele hacer eco en un determinado órgano o sistema del organismo.

En síntesis, la mejor prevención para "batallar" contra la tensión o stress específico que cada persona sienta, es justamente encararla de acuerdo a su propia historia y las características del momento en que se vive. Lo cual, suele llevar a que cada uno se replantee qué aprendió en familia de temas tales como esforzarse, tener autoridad o el poder, la importancia del dinero siendo hombre o mujer, caerse-levantarse, etc.

Como sucede con tantos virus o alimentos, hay condiciones que son necesarias pero no son suficientes para comprender una manifestación que consensualmente denominamos orgánica.  En este sentido, el mayor desafío, el mayor trabajo, radica en bucear tanto en las propias motivaciones y ambiciones, como en las aprendidas en el entorno familiar de origen. Cuando a esto ultimo le damos la importancia que tiene, no malgastamos nuestra energía en accesorios. Más bien, conservamos la serenidad para posicionarnos de manera más firme en las batallas actuales que, como a todos, se nos presentan.

En aras de una mayor claridad, la reacción excesiva al stress es como una locomotora frenada. Y lo sufre Ud. mientras sus pasiones más indómitas ni pueden ser atemperadas ni pueden ser descargadas en una adecuada puesta en marcha. Su reacción (estresante) se manifiesta cuando, pretendiendo eludir la propia historia de ambiciones o luchas por el poder, etc, cae en justificarse y le proyecta a un contexto la total responsabilidad de la manera de vivenciar las circunstancias de su vida. El problema radica en que, mientras tanto, en lo que dependa de Ud. mismo, olvida cuestionarse acerca de cómo contribuye para fomentar o perpetuar esas mismas situaciones que le ocasionan tanto malestar.

Vemos así que, la reacción al stress es difícil de comprender mientras las personas prosigan hablando de un dilema "físico-mental". Es más acertado referirse a las emociones y al cuerpo como una unidad. Esta confusión entre emocional y mental no es gratuita. Parece responder a que, justamente, lo más resistido es la sensibilidad.

Sin embargo, a nuestras sensibilidades no les agrada ser intelectualizadas, ni desmenuzadas en disquisiciones de café que suelen transcurrir mientras se describe de múltiples ángulos a la realidad que todos vivimos. En particular, porque las emociones están para ser sentidas, nunca razonadas. De ahí que, el arte de cada uno, radique en darle el lugar a cada emoción, unas veces teniendo que la razón domarlas, otras veces permitiéndose desplegarlas sin tanto chaleco de fuerza mental.

De todas maneras, el motor de ambos casos extremos, es energía, tensión. Y cuando nos pasamos de la raya, por mucho o por poco, será vivenciado como eso que denominamos 'reacción al stress inherente a vivir'. Para luego, de acuerdo a la propia historia de 'implosiones emocionales', acoplarse al órgano o sistema que sea más representativo del conflicto en cuestión.

Así, sus sentimientos prolijos o no, como los de la gente de su alrededor, reclaman su atención. En este sentido, parece ser más acertado aceptar que la única manera de comenzar a revertir lo que no funciona de la realidad que le disgusta, es percibirla como está. Hasta el momento "es" así. A partir de ello, se trata de cómo cada uno aplica su energía en posicionarse ante las situaciones difíciles que no siempre harán una excepción con Ud. Más bien, su historia, en su mayor parte parte, la contará Ud. Frente a situaciones que abarcan a tantas personas, también de Ud. depende el cómo, dónde y cuándo dar rienda suelta a la tensión implícita en la materialización de sus ideas, sensibilidades o proyectos más preciados, o......... desproporcionados.

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