¿Que es poesía?

Tu pupila es azul

Tu eras el huracán y yo la torre

Una mujer me ha envenenado el alma

Yo sé lo que he soñado

Sobre la falda tenía el libro abierto

Como se arranca el hierro de una herida

Yo soy ardiente

Olas gigantes que os rompeis bramando

Volverán las oscuras golondrinas

 

¿A que me lo decís?

Alguna vez la encuentro por el mundo

No digaís que, agotado su tesoro

Como un libro abierto

Cuando me lo contaron sentí el frio

Cuando volvemos las fugaces horas del pasado a evocar

Dices que tienes corazón

Dos rosas lenguas de fuego

Es cuestión de palabras

Lo que el salvaje

Los suspiros son aire y van al aire

Me ha herido recatándose en las sombras

Nuestra pasión fue un trágico sainete

Yo admiro tu olvido

¿Quieres que ese néctar?

Te vi un punto

¿Será verdad que cuando toca el sueño?

Cuando en la noche te envuelven

Yo sé cual el objeto de tu suspiro es

Yo se un himno gigante y extraño

 

 

 

 

 

¿Que es poesía?

 ¿Qué es poesía? dices mientras clavas
En mi pupila tu pupila azul.

¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

 

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Tu pupila es azul 

 Tu pupila es azul, y cuando ríes
Su claridad suave me recuerda
El trémulo fulgor de la mañana
Que en el mar se refleja.

Tu pupila es azul y cuando lloras
Las transparentes lágrimas en ella
Se me figuran gotas de rocío
Sobre una violeta.

Tu pupila es azul y si en el fondo
Como un punto de luz radia una idea,
Me parece en el cielo de la tarde
Una perdida estrella.

 

 

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Tú eras el huracán y yo la alta torre 

 Tú eras el huracán y yo la alta
Torre que desafía su poder:
Tenías que estrellarte o que abatirme...
¡No pudo ser!.

Tú eras el océano y yo la enhiesta
Roca que firme aguarda su vaivén:
Tenías que romperte o que arrancarme...
¡No pudo ser!.

Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
Uno a arrollar, el otro a no ceder:
La senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!.

 

 

 

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Una mujer me ha envenenado el alma 

Una mujer me ha envenenado el alma,
Otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
Ninguna de las dos vino a buscarme,
Yo de ninguna de las dos me quejo.

Como el mundo es redondo, el mundo rueda.
Si mañana, rodando, este veneno
Envenena a su vez, ¿por qué acusarme?
¿Puedo dar mas de lo que a mí me dieron?.

 

 

 

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No sé lo que he soñado 

 

No sé lo que he soñado
En la noche pasada.
Triste, muy triste debió ser el sueño
Pues despierto la angustia me duraba.

Noté al incorporarme
Húmeda la almohada,
Y por primera vez sentí, al notarlo,
De un amargo placer henchirse el alma.

Triste cosa es el sueño
Que llanto nos arranca,
Mas tengo en mi tristeza una alegría...
¡Sé que aún me quedan lágrimas!.

 

 

 

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Sobre la falda tenía el libro abierto 

 

Sobre la falda tenía
El libro abierto,
En mi mejilla tocaban
Sus rizos negros,
No veíamos las letras
Ninguno, creo,
Mas guardábamos ambos
Hondo silencio.

¿Cuánto duró? Ni aun entonces
Pude saberlo.
Sólo sé que no se oía
Más que el aliento,
Que apresurado escapaba
Del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
Los dos a un tiempo,
Y nuestros ojos se hallaron
Y sonó un beso.

Creación de Dante era el libro,
Era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos,
Yo dije trémulo:
-¿Comprendes ya que un poema
Cabe en un verso?
Y ella respondió encendida:
-¡Ya lo comprendo!.

 

 

 

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Como se arranca el hierro de una herida 

 

Como se arranca el hierro de una herida
Su amor de las entrañas me arranqué,
¡Aunque sentí al hacerlo que la vida
Me arrancaba con él!.

Del altar que le alcé en el alma mía
La voluntad su imagen arrojó,
Y la luz de la fe que en ella ardía
Ante el ara desierta se apagó.

Aun turbando en la noche el firme empeño
Vive en la idea la visión tenaz...
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
En que acaba el soñar!.

 

 

 

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Yo soy ardiente 

 

Yo soy ardiente, yo soy morena,
Yo soy el símbolo de la pasión,
De ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?.
No es a tí, no.

Mi frente es pálida, mis trenzas de oro,
Puedo brindarte dichas sin fin.
Yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?.
No, no es a tí.

Yo soy un sueño, un imposible,
Vano fantasma de niebla y luz;
Soy incorpórea, soy intangible.
No puedo amarte.
¡Oh, ven, ven tú!.  

 

 

 

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Olas gigantes que os rompeis bramando 

Olas gigantes que os rompéis bramando
En las playas desiertas y remotas,
Envuelto entre la sábana de espumas,
¡Llevadme con vosotras!.

Ráfagas de huracán que arrebatáis
Del alto bosque las marchitas hojas,
Arrastrado en el ciego torbellino
¡Llevadme con vosotras!.

Nubes de tempestad que rompe el rayo
Y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
Arrebatado entre la niebla oscura
¡Llevadme con vosotras!.

Llevadme por piedad adonde el vértigo
Con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
Con mi dolor a solas!. 

 

 

 

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 Volverán las oscuras golondrinas

Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
Tu hermosura y mi dicha a contemplar,
Aquellas que aprendieron nuestros nombres.
Esas... ¡no volverán!.

Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín las tapias a escalar
Y otra vez a la tarde aún más hermosas
Sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocio
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer como lágrimas del día,
Esas... ¡no volverán!.

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
Tu corazón de su profundo sueño
Tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,
Como se adora a Dios ante su altar,
Como yo te he querido... desengáñate,
¡Nadie así te amará!. 

 

 

 

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¿A que me lo decís? 

¿A qué me lo decís? Lo sé: es mudable,
Es altanera y vana y caprichosa;
Antes que el sentimiento de su alma,
Brotará el agua de la estéril roca.

Sé que en su corazón, nido de sierpes,
No hay una fibra que al amor responda;
Que es una estatua inanimada, pero...
¡Es tan hermosa! 

 

 

 

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 Alguna vez la encuentro por el mundo

 

Alguna vez la encuentro por el mundo
Y pasa junto a mí,
Y pasa sonriéndose, y yo digo:
-¿Cómo puede reir?.

Luego asoma a mi labio otra sonrisa,
Máscara del dolor,
Y entonces pienso: -Acaso ella se ríe
Como me río yo.

 

 

 

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No digaís que, agotado su tesoro

No digáis que, agotado su tesoro,
De asuntos falta, enmudeció la lira;
Podrá no haber poetas, pero siempre
Habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
Palpiten encendidas,
Mientras el sol las desgarradas nubes
De fuego y oro vista,
Mientras el aire en su regazo lleve
Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!.

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
Que al cálculo resista,
Mientras la humanidad siempre avanzando
No sepa a dó camina,
Mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!.

Mientras se sienta que se ríe el alma,
Sin que los labios rían;
Mientras se llore sin que el llanto acuda
A nublar la pupila;
Mientras el corazón y la cabeza
Batallando prosigan,
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía!.

Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran,
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira,
Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas,
Mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!. 

 

 

 

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 Como un libro abierto

Como en un libro abierto
Leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
Risas que desmienten los ojos?.

¡Llora! No te avergüences
De confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves, yo soy un hombre... y también lloro. 

 

 

 

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 Cuando me lo contaron sentí el frio

Cuando me lo contaron sentí el frío
De una hoja de acero en las entrañas,
Me apoyé contra el muro, y un instante
La conciencia perdí de dónde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche,
En ira y en piedad se anegó el alma.
¡Y entonces comprendí por qué se llora!
¡Y entonces comprendí por qué se mata!.

Pasó la nube de dolor, con pena
Logré balbucir breves palabras...
¿Quién me dio la noticia? un fiel amigo.
Me hacía un gran favor, le di las gracias. 

 

 

 

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Cuando volvemos las fugaces horas del pasado a evocar

Cuando volvemos las fugaces horas
Del pasado a evocar,
Temblando brilla en sus pestañas negras
Una lágrima pronta a resbalar.

Y al fin resbala y cae como gota
De rocío al pensar
Que, cual hoy por ayer, por hoy mañana,
Volveremos los dos a suspirar. 

 

 

 

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Dices que tienes corazón 

Dices que tienes corazón, y sólo
Lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón... es una máquina,
Que, al compás que se mueve, hace ruido. 

 

 

 

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 Dos rosas lenguas de fuego

Dos rojas lenguas de fuego
Que a un mismo tronco enlazadas
Se aproximan y, al besarse,
Forman una sola llama.

Dos notas que del laúd
A un tiempo la mano arranca,
Y en el espacio se encuentran,
Y armoniosas se abrazan.

Dos olas que vienen juntas
A morir sobre una playa
Y que al romper se coronan
Con un penacho de plata.

Dos jirones de vapor
Que del lago se levantan
Y, al juntarse allá en el cielo,
Forman una nube blanca.

Dos ideas que a la par brotan,
Dos besos que a un tiempo estallan,
Dos ecos que se confunden...
Eso son nuestras dos almas. 

 

 

 

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 Es cuestión de palabras

 Es cuestión de palabras y, no obstante,
Ni tú ni yo jamás,
Después de lo pasado, convendremos
En quién la culpa está.

¡Lástima que el Amor un diccionario
No tenga dónde hallar
Cuándo el orgullo es simplemente orgullo
Y cuándo es dignidad!.

 

 

 

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 Lo que el salvaje

 Lo que el salvaje que con torpe mano
Hace de un tronco a su capricho un dios,
Y luego ante su obra se arrodilla,
Eso hicimos tú y yo.

Dimos formas reales a un fantasma,
De la mente ridícula invención,
Y, hecho el ídolo ya, sacrificamos
En su altar nuestro amor.

 

 

 

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Los suspiros son aire y van al aire 

 Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿Sabes tú a dónde va?.

 

 

 

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Me ha herido recatándose en las sombras 

Me ha herido recatándose en las sombras,
Sellando con un beso su traición.
Los brazos me echó al cuello y por la espalda
Partióme a sangre fría el corazón.

Y ella prosigue alegre su camino,
Feliz, risueña, impávida. ¿Y por qué?
Porque no brota sangre de la herida.
Porque el muerto está en pie. 

 

 

 

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Nuestra pasión fue un trágico sainete 

 Nuestra pasión fue un trágico sainete
En cuya absurda fábula
Lo cómico y lo grave confundidos
Risas y llanto arrancan.

Pero fue lo peor de aquella historia
Que al fin de la jornada
A ella tocaron lágrimas y risas
Y a mí sólo las lágrimas.

 

 

 

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 No admiro tu olvido

 ¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día,
Me admiró tu cariño mucho más,
Porque lo que hay en mí que vale algo,
Eso... ni lo pudiste sospechar.

 

 

 

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¿Quieres que ese néctar? 

 ¿Quieres que de ese néctar delicioso
No te amargue la hez?
Pues aspírale, acércale a tus labios
Y déjale después.

¿Quieres que conservemos una dulce
Memoria de este amor?
Pues amémonos hoy mucho y mañana
¡Digámonos adiós!.

 

 

 

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Te vi un punto

 Te vi un punto y, flotando ante mis ojos,
La imagen de tus ojos se quedó
Como la mancha oscura orlada en fuego
Que flota y ciega si se mira al sol.

Y dondequiera que la vista clavo
Torno a ver tus pupilas llamear,
Y no te encuentro a tí, no es tu mirada,
unos ojos, los tuyos, nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro
Desasidos fantásticos lucir,
Cuando duermo los siento que se ciernen
De par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
Llevan al caminante a perecer,
Yo me siento arrastrado por tus ojos,
Pero a dónde me arrastran no lo sé.

 

 

 

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 ¿Será verdad que cuando toca el sueño?

 ¿Será verdad que cuando toca el sueño
Con sus dedos de rosa nuestros ojos,
De la cárcel que habita huye el espíritu
En vuelo presuroso?.

¿Será verdad que, huésped de las nieblas,
De la brisa nocturna al tenue soplo,
Alado sube a la región vacía
A encontrarse con otros?.

¿Y, desnudo de la humana forma,
Allí los lazos terrenales rotos,
Breves horas habita de la idea
El mundo silencioso?.

¿Y ríe y llora y aborrece y ama
Y guarda un rastro del dolor y el gozo,
Semejante al que deja cuando cruza
El cielo un meteoro?.

Yo no sé si ese mundo de visiones
Vive fuera o va dentro de nosotros,
Lo que sé es que conozco a muchas gentes
A quienes no conozco.

 

 

 

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Cuando en la noche te envuelven 

Cuando en la noche te envuelven
Las alas de tul del sueño
Y tus tendidas pestañas
Semejan arcos de ébano,
Por escuchar los latidos
De tu corazón inquieto
Y reclinar tu dormida
Cabeza sobre mi pecho,
Diera, alma mía,
Cuanto poseo:
¡La luz, el aire,
Y el pensamiento!.

Cuando se clavan tus ojos
En un invisible objeto
Y tus labios ilumina
De una sonrisa el reflejo,
Por leer sobre tu frente
El callado pensamiento
Que pasa como la nube
Del mar sobre el ancho espejo,
Diera, alma mía,
Cuanto deseo:
¡La fama, el oro,
La gloria, el genio!.

Cuando enmudece tu lengua
Y se apresura tu aliento
Y tus mejillas se encienden
Y entornas tus ojos negros,
Por ver entre sus pestañas
Brillar con húmedo fuego
La ardiente chispa que brota
Del volcán de los deseos,
Diera, alma mía,
Por cuanto espero,
¡La fe, el espíritu,
La tierra, el cielo!. 

 

 

 

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 Yo sé cual el objeto de tus suspiros es

 Yo sé cuál el objeto
De tus suspiros es.
Yo conozco la causa de tu dulce
Secreta languidez.
¿Te ríes...? Algún día
Sabrás, niña, por qué,
Tú lo sabes apenas
Y yo lo sé.

Yo sé cuando tu sueñas,
Y lo que en sueños ves;
Como en un libro puedo lo que callas
En tu frente leer.
¿Te ríes...? Algún día
Sabrás, niña, por qué:
Tú lo sabes apenas
Y yo lo sé.

Yo sé por qué sonríes
Y lloras a la vez.
Yo penetro en los senos misteriosos
De tu alma de mujer.
¿Te ríes...? Algún día
Sabrás, niña, por qué:
Mientras tu sientes mucho y nada sabes,
Yo, que no siento ya, todo lo sé.

 

 

 

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 Yo se un himno gigante y extraño

 

 Yo sé un himno gigante y extraño
Que anuncia en la noche del alma una aurora,
Y estas páginas son de ese himno
Cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre
Domando el rebelde, mezquino idioma,
Con palabras que fuesen a un tiempo
Suspiros y risas, colores y notas.

Pero vano es luchar, que no hay cifra
Capaz de encerrarle y apenas, ¡oh, hermosa!
Si, teniendo en mis manos las tuyas,
Pudiera, al oído, cantártelo a solas.

 

 

 

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