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Aristóteles
Definición del alma
[...] De ello se deduce que cada cuerpo natural que posee vida es una sustancia
en el sentido de sustancia compuesta. Pero puesto que se trata de un cuerpo
de cierta cualidad, esto es, que tiene vida, no puede ser idéntico al
alma, pues el cuerpo animado es el sujeto o materia, no lo que le es atribuido.
Por consiguiente, el alma debe ser sustancia en el sentido de la forma de un
cuerpo natural que tiene dentro de él la vida en potencia. Mas la sustancia
formal es entelequia; el alma es, entonces, la entelequia de un cuerpo de esta
naturaleza. Ahora bien, la palabra entelequia se toma en un doble sentido que
corresponde, respectivamente, tanto al conocimiento como a su ejercicio. Es
así manifiesto que el alma es una entelequia como el conocimiento, ya
que el sueño como la vigilia implican la presencia del alma: la vigilia
es algo análogo al ejercicio del conocimiento, mientras que el sueño
semeja la ciencia poseída sin su aplicación. En la historia del
individuo el conocimiento aparece primero que su empleo o ejercicio.
Por esta razón el alma es, en definitiva, una entelequia primera de un
cuerpo natural que tiene la vida en potencia, es decir, de un cuerpo organizado.
Las partes de las plantas son así órganos aunque extremadamente
simples: por ejemplo, la hoja sirve de abrigo al pericarpio, y éste para
preservar el fruto, mientras que las raíces son el análogo de
la boca, pues ambas absorben el alimento. Si entonces debemos dar una fórmula
general aplicable a toda clase de alma, diremos que el alma es la entelequia
primera de un cuerpo natural organizado. Por eso podemos descartar por completo
como innecesaria la cuestión de si el alma y el cuerpo constituyen una
sola entidad; esto carece de sentido, como preguntar si la cera y la figura
a ella dada por el sello son una sola cosa, o, si en general, lo es la materia
de un objeto y aquello de lo cual él es la materia. Lo Uno y el Ser tienen
múltiples acepciones, pero su sentido fundamental es la entelequia.
Nosotros hemos definido, en términos generales, lo que es alma: ella
es una sustancia en el sentido de la forma, es decir, la esencia de un cuerpo
de una cualidad determinada. Supongamos, por ejemplo, que una herramienta, tal
como el hacha, fuera un cuerpo natural: la esencia del hacha sería su
sustancia y, por tanto, su alma, pues si la sustancia estuviera separada del
hacha, ésta no existiría, sino en cuanto al nombre. Como ella
es no resulta más que un hacha. En realidad el alma no es la esencia
y la forma de un cuerpo artificial sino de un cuerpo natural orgánico,
es decir, que tiene un principio de movimiento y reposo en sí mismo.
[....]
Por otra parte, no es el cuerpo separado de su alma el que es potencialmente
capaz de vivir, sino aquél que aún la posee. [...]
El alma es, entonces, inseparable del cuerpo, por lo menos ciertas partes del
alma, si ella es naturalmente divisible. En efecto, para ciertas partes del
cuerpo, su entelequia es la de las partes mismas. Sin embargo nada impide que
algunas otras partes no sean por lo menos separables, en razón de que
no son la entelequia de ningún cuerpo. Así, no se ve bien si el
alma es la entelequia del cuerpo, como el piloto del navío.
Esto debe bastar como exposición esquemática y esbozo de una definición
general del alma.
De anima, II, 1, 412a-413a. (Juárez Editor, Buenos Aires 1969, p.47-50.
trad. esp. de Alfredo Llanos).
Filósofo griego, el de mayor importancia junto con Platón, en
toda la historia de la filosofía; nacido en la ciudad jonia de Estagira
(la actual Stavro), en la península Calcídica, de donde le viene
el apelativo de "Estagirita", fue hijo de Nicómaco, médico
de Amintas, rey de Macedonia. El hecho de ser macedonio y pertenecer a una familia
vinculada a la casa real, explica que fuera nombrado por Filipo II preceptor
de Alejando Magno y que, con ocasión de los movimientos secesionistas
de Atenas, tuviera que huir por dos veces de esta ciudad. Vivió su infancia
en Pela y, muertos sus padres, pasó a Atarneo, con su tutor, Próxeno,
quien le envió a Atenas para que completara allí su educación.
En el año 367/366 a.C. ingresa Aristóteles, a los 17 años,
en la Academia de Platón, desechando la escuela del sofista Isócrates.
El ingreso de Aristóteles en la Academia platónica, provisionalmente
presidida por el matemático
Eudoxo de Cnido, creador del modelo astronómico de las esferas concéntricas,
coincide con la época -y este hecho debe considerarse totalmente trascendental
para su filosofía- en que Platón, que tenía ya entonces
60 años, se hallaba en Sicilia, en su segundo y de nuevo desafortunado
viaje a Siracusa, del que no regresa hasta el 364; es, pues, el momento en que
en el pensamiento platónico comienza el período -"abstracto
y metodológico", según Jaeger-, de crítica a la teoría
de las ideas (representado, sobre todo, por los diálogos Teeteto, Sofista,
Político, Parménides y Filebo). Aristóteles permanece en
la Academia 20 años, hasta la muerte de Platón.
Las obras que se conocen de Aristóteles pertenecientes a estos años
hacen suponer un período de fidelidad inicial a las ideas platónicas
con cierta actitud de revisión de la teoría de las ideas, que
debía ser la de la Academia: Grilo, Eudemo, Protréptico, Sobre
las ideas y Sobre el bien son obras de juventud, al estilo de los diálogos
platónicos, y pueden llamarse obras exotéricas, o de divulgación,
a diferencia de las esotéricas, que configuran el cuerpo de obras aristotélicas
posteriores.
Conocido como "la mente", por su capacidad, y también como
"el lector" por su afición a la lectura, que practicaba directamente
sin la ayuda del esclavo lector como era costumbre, y muy posiblemente el miembro
más destacado de la Academia, no pasa a dirigirla a la muerte de Platón,
y se nombra en su lugar a Espeusipo. Debido a la frustración por este
nombramiento, para huir del peligro -Filipo de Macedonia había iniciado
ya la conquista de Grecia y todo macedonio era mal visto en Atenas-, o convencido
Aristóteles de que la nueva dirección no iba a mantener el espíritu
platónico, acompañado de Jenócrates, uno de los componentes
con mayor fama de la Academia, deja Atenas y la Academia, y se dirige, destruida
ya Estagira por el rey macedonio, a Atarneo, en Asia Menor, donde le acoge Hermias,
señor de aquella ciudad y amigo de su familia. Junto con Erasto y Corisco,
ambos de Escepsis, citados por Platón en su carta sexta como antiguos
alumnos de la Academia, y posteriormente Teofrasto de Ereso, funda en Asos una
escuela semejante a la de Atenas, y permanece en aquella región del 347
al 345. Pasa luego a Mitilene, en la isla de Lesbos, donde funda otra escuela
similar, y allí se dedica a estudios y observaciones de ciencias naturales
hasta el 342, fecha en que Filipo de Macedonia le nombra tutor de su hijo Alejandro,
de 13 años de edad. Posiblemente por esta época escribe o comienza
la redacción de algunas de sus obras sobre la naturaleza, como por ejemplo
Sobre las partes de los animales, y muy posiblemente también data de
esta época De la filosofía, obra muy conocida entre los antiguos,
y que Jaeger denomina "manifiesto" sobre la filosofía y crítica
a la teoría de las ideas de Platón.
En el 342 Aristóteles marcha a Pela, con Pitias, hermana o sobrina de
Hermias, con quien había contraído matrimonio en Atarneo, y pronto
tiene conocimiento de la muerte de su amigo Hermias, aliado de Filipo y apresado
a traición por los persas; a él dedica un epigrama escrito sobre
su cenotafio, que más tarde será utilizado en su contra. En el
340, nombrado Alejandro regente a los 16 años de edad, por la ausencia
de Filipo dedicado a la campaña emprendida contra Bizancio, Aristóteles
deja su labor como preceptor, pero obtiene de Alejandro la reconstrucción
de Estagira, su ciudad natal, donde se instala hasta el 335. En el 336, apuñalado
el rey Filipo por uno de sus mismos guardaespaldas el día de la boda
de su hija y la vigilia del comienzo de la gran campaña contra Persia,
le sucede Alejandro (336-323) quien, tras marchar sobre toda Grecia y dominarla,
la une a su ataque contra Persia. Aristóteles le dedica su tratado Sobre
la monarquía.
Aristóteles regresa a Atenas el 335, a los 50 años de edad y a
los 13 de haber salido de ella, e inicia la tercera fase de su vida fundando
su propia escuela, el Liceo, que no destinará, como la Academia, a la
investigación de la matemática y la dialéctica, sino a
unas investigaciones de carácter más amplio relacionadas con la
ciencia de la naturaleza. Como meteco que es, no puede adquirir terrenos y se
instala en un pórtico largo de un gimnasio público, fuera de las
murallas, junto a un santuario dedicado a Apolo Licio (Apóllon Lýkeion).
El nombre en griego de pórtico, perípatos, por un lado, y el del
héroe del santuario, por otro, ha dado origen a las dos denominaciones
con que históricamente se conoce a la escuela de Aristóteles:
el Liceo y el Perípato. Permaneció al frente de su Escuela hasta
la muerte de Alejandro Magno, ocurrida a sus 32 años, mientras esperaba
conquistar Arabia. Tras la muerte del rey macedón, se desató en
Atenas una auténtica persecución contra todo sospechoso de haber
pertenecido al bando de los que querían una Grecia unida y dominada por
Macedonia. Aristóteles, tradicional amigo de la corte macedónica,
fue visto por los partidarios de Demóstenes como uno de ellos; acusado
de impiedad (asébeia) por el himno funerario compuesto en honor de Hermias
y privado de la protección del regente Antípatros, que había
acudido a reunirse con Alejandro, se ve obligado a marchar de Atenas. Se refugia
en Calcis, en las posesiones heredadas de su madre, y muere al cabo de unos
meses, en plena madurez de sus 62 años, de una enfermedad del estómago.
Fue por un tiempo costumbre general entre los historiadores sostener que el
Estagirita redactó sus obras más importantes, el conjunto de las
llamadas esotéricas, durante el período de su vida transcurrido
en el Liceo. Las investigaciones de Werner Jaeger (1888-1961), expuestas en
Aristóteles. Bases para la historia de su desarrollo intelectual (1923),
intentaron demostrar que las llamadas obras de Escuela de Aristóteles
no fueron compuestas en los últimos 12 años de Liceo, sino queel
conjunto del Corpus aristotélico está sujeto al devenir de una
composición llevada a cabo a través de los años en diversas
fases sin homogeneizar: los años de juventud en la Academia, los años
intermedios de viajes en Asia Menor y Macedonia, y los años de madurez
en el Liceo; tesis, por lo demás, sólo parcialmente admitida en
la actualidad.
A la muerte de Aristóteles, le sucedió en la dirección
del Liceo Teofrasto de Ereso, su discípulo preferido. Teofrasto dirigió
la Escuela hasta 288/284, orientando sus investigaciones todavía más
hacia la naturaleza y el conocimiento empírico. Con la muerte de Aristóteles
se inició un sucesivo deterioro del Liceo, que sólo renació
de algún modo con Andrónico de Rodas. Una de las causas de esta
crisis puede atribuirse al hecho de que al morir Teofrasto, quien también
había heredado la importante biblioteca de Aristóteles, legó
ésta a Neleo de Escepsis, hijo de Corisco. Éste se llevó
la biblioteca al Asia Menor y la traspasó a sus herederos, que, no teniendo
demasiado interés en ella, la ocultaron en una bodega para que no cayera
en manos de los Atálidas, que iban en busca de tesoros y libros para
la capital, Pérgamo. Apelicón, bibliófilo, los compró
y llevó a Atenas, donde fueron confiscados por Sila y trasladados a Roma
(86 a.C.). Andrónico de Rodas, el undécimo director del Liceo,
interesado en recuperar los libros de Aristóteles, se trasladó
a Roma, entró en contacto con el gramático Tirannión, que
los revisaba, y entre los años 40-20 a.C. ordenó y publicó
las obras de Aristóteles, que desde entonces se conocen con el nombre
de corpus aristotelicum . El conjunto de las obras auténticas de Aristóteles
suele dividirse en grupos que recuerdan su clasificación de las ciencias.
El Organon, que aunque no es ciencia es un instrumento para todas ellas -la
lógica, nombre que Aristóteles no usó-, comprende las Categorías
(estudio de los términos fundamentales), la Interpretación (estudio
del enunciado o proposición), los Analíticos primeros y segundos
(estudio del silogismo formal y de la demostración científica,
respectivamente), los Tópicos (estudio del silogismo probable para salir
al paso de cualquier problema) y las Refutaciones sofísticas (tratado
de los sofismas). El segundo grupo lo constituyen los libros sobre la naturaleza:
Física (sobre movimiento y cambio en general), Sobre el cielo (cosmología
y astronomía), Sobre la generación y la corrupción (sobre
las cuatro cualidades fundamentales de la materia) y Meteorológico (estudio
de los fenómenos del cielo). Se incluye en este grupo la psicología
y la biología: Sobre el alma (historia o investigación sobre el
alma, principio vital), Parva naturalia (pequeños tratados sobre psicología
y biología), Historia de los animales (investigaciones zoológicas,
considerada una de sus obras maestras), Las partes de los animales, El movimiento
de los animales y La generación de los animales. Tras los libros físicos,
los metafísicos, esto es, los 14 libros de la Metafísica, nombre
cuyo origen se atribuye al hecho de haberlos situado Andrónico de Rodas
detrás de los libros de física: metá tà physikà
(después de los libros de física). Parece que fue Simplicio, neoplatónico
del s. VI d.C., el primero en aplicar este nombre al contenido de estos libros.
La filosofía práctica se compone de libros que tratan de ética
y política: Ética a Nicómaco (la más importante,
dedicada a su hijo Nicómaco), Ética mayor (breve y quizá
espuria) y la Ética a Eudemo. (platónica, y posiblemente espuria).
Los 10 libros de la Ética nicomáquea remiten a la Política,
obra en que, desde una perspectiva más empírica que ideal, Aristóteles
estudia el régimen político, o el gobierno de la ciudad, ámbito
donde se desarrolla la ética. El grupo de las ciencias poyéticas
o productivas comprende libros de retórica y poesía: la Retórica,
(cómo convencer con el discurso), y la Poética (cómo hacer
una obra de arte), donde el arte es mímesis, imitación de la naturaleza.
Añádanse a estas obras las escritas en su juventud, en la Academia
platónica, ya mencionadas: Grilos y Eudemos, y Protréptico o exhortación
a la filosofía. Aristóteles compiló, además, hasta
158 constituciones de ciudades-estado griegas; de las que se conserva la Constitución
de Atenas (fragmentos).Pese a la importancia e influencia de la interpretación
que W. Jaeger (1923) hace del corpus aristotelicum, se sostiene en la actualidad
que, aun siendo verdad que debe tenerse en cuenta una evolución a través
de las épocas del pensamiento de Aristóteles -vida en la Academia,
años de viajes y fundación y permanencia en el Liceo-, su obra
posee suficiente unidad y homogeneidad como para poder hablar de un sistema
y una filosofía aristotélicos.
La filosofía de Aristóteles
La filosofía de Aristóteles se presenta, casi desde el primer
momento, como una crítica sistemática a la teoría de las
ideas platónicas y un intento de sustituir la visión idealista
platónica por una especulación de signo realista basada en el
sentido común y la experiencia. Su división y estructuración
del saber, que influirá durante siglos, es ya sintomática: el
saber es múltiple y no se funda en principios únicos; no existe
una sola ciencia dialéctica (como en Platón), sino que cada campo
del saber tiene sus propios principios Todo conocimiento (episteme) es, según
Aristóteles, "práctico (episteme praktiké ) , productivo
(episteme poietiké) o teórico (episteme theoretiké)"
(Metafísica, 1025b). El saber productivo es la técnica de saber
hacer cosas, como el arte, la agricultura, la retórica y la poética.
El práctico es el saber que mejora la conducta humana: la ética
y la política. El teórico no tiene otro objeto que la búsqueda
de la verdad, en uno mismo y en las cosas. Esta triple división permite
una muy razonable clasificación de las distintas ciencias: lógica,
física, psicología, biología, política, ética,
etc., y ante todo la filosofía primera, la posteriormente llamada metafísica,
creada por Aristóteles y que pretende ser un tipo especial de saber,
cuyas vicisitudes llenarán de forma intensa la historia cultural de occidente.
Al saber -del que dice Aristóteles que "todos los hombres por naturaleza
desean saber" (Metafísica, 980a)-, en su forma de conocimiento teórico,
lo llama ciencia . Tres son las ciencias teóricas: la matemática,
la ciencia de la naturaleza y la filosofía primera. A esta última
atribuye como objeto propio el estudio de las sustancias separadas e inmutables;
a la física incumbe el estudio de los objetos separados, pero sujetos
a movimiento y cambio, y a la matemática los objetos sólo separables
de la materia por abstracción, pero no sujetos a movimiento y cambio.
Y este triple objeto de estudio indica que lo que se llama realidad lo es en
diversos sentidos. A la filosofía primera la considera ciencia divina,
teología, y la define como "ciencia del ser en cuanto ser",
porque se interesa sólo por un único aspecto de las cosas: en
cuanto son o existen. De la matemática se ocupa poco Aristóteles
(lo hacía la Academia de Platón), pero de ella toma la estructura
axiomática como modelo de conocimiento, y se interesa más bien
por lo vivo y dotado de movimiento.
El punto de partida es, por un lado, la observación de que es innegable
el cambio y la alteración en las cosas -el problema de los presocráticos-
y, por el otro, la convicción de que sólo hay conocimiento verdadero
de lo inmutable. ¿Cómo puede haber, pues, un verdadero conocimiento
de la naturaleza?
La visión que tiene Aristóteles de la naturaleza es la de un naturalista
o biólogo que ve en ella la manifestación multiforme de la vida
en las cosas que nacen o perecen, cambian, se alteran o se transforman. El movimiento,
la vida, ha de venir de algún principio, porque "todo lo que se
mueve es movido por algo"; este principio, en las cosas naturales, no puede
ser, por definición, sino interno a las mismas. Para entender el cambio,
debe disponerse de una terminología adecuada, que permita hablar sin
contradicción sobre las cosas que cambian, de modo que sea posible decir
y entender que lo que cambia no se crea de la nada ni tampoco desaparece, sino
que cambia en algún aspecto y en algún aspecto no cambia, permaneciendo
de algún modo también idéntico a sí mismo; de esta
terminología carecieron los presocráticos. Deben determinarse,
por tanto, los factores o principios (arkhai) del cambio, a saber: la materia,
la forma y la privación, esto es, el sustrato, que permanece, pero que
adquiere aquella forma de que está privado y, en esto mismo, cambia.
El cambio, visto desde esta perspectiva, no es sino la adquisición de
una forma de la que la materia sustrato, o el sujeto, está privada.
El cambio puede ser visto desde otra perspectiva, la que ofrece la distinción
de acto y potencia. Todo, según Aristóteles, está en acto
(enérgeia, entelékheia) o en potencia (dýnamis); todo,
en efecto, tiene una determinada realidad y una determinada capacidad o posibilidad
de ser alguna otra cosa o poder realizar algo: el hombre que no sabe música
puede aprenderla, un niño de pocos meses puede llegar a ser adulto y
una semilla puede convertirse en árbol; pero ningún humano puede
esperar que le salgan alas ni la semilla confiar en ser un ave. No todo puede
ser cualquier cosa; se está en potencia sólo respecto de aquello
que se puede ser. Movimiento es, entonces, estar en tránsito desde lo
que se es a lo que se puede ser: "la actualidad de lo potencial en cuanto
a tal". Ni el sustrato puede adquirir una forma de la que está privado,
ni lo que está en potencia pasa a ser actualidad sin la presencia y actuación
de una causa. Las causas (aitíai) explican el cambio; materia, forma,
iniciador del cambio y fin -causa material, formal, eficiente y final- constituyen
cuatro maneras distintas de contemplar el fenómeno del cambio. La teoría
aristotélica de las causas es una de las teorías paradigmáticas
de Aristóteles. Las causas fueron la explicación de los cambios
del mundo físico durante siglos, las rechazó la ciencia moderna
y alguna de ellas persiste formando parte todavía de nuestro modo de
hablar. Las causas no son sólo explicaciones del cambio; pertenecen en
cuanto aspectos de las cosas a la estructura de la realidad: son las líneas
maestras por las que transcurre la comprensión del universo. En la psicología
aristotélica, el hombre aparece como ser capaz de comprender todo el
universo y de tender a ello llevado por el ansia de saber. Esta comprensión
del universo como un todo requiere la consideración de las cosas en aquello
que hay de más general: meramente en cuanto existentes; atenerse a esta
consideración es investigar la realidad sólo como tal realidad.
A esta investigación llama Aristóteles ciencia del ser, o "filosofía
primera" , y la tradición, metafísica o bien ontología,
y a ella incumbe la investigación de "las causas primeras de lo
que es, en tanto que algo es".Lo que aparece a la vista del entendimiento,
cuando contempla la realidad sólo en cuanto es, es la sustancia (ousía),
o entidad. El mundo es, metafísicamente hablando, un todo estructurado
de sustancias o de modos de la sustancia (accidentes), y sustancia o entidad
es, primariamente, la esencia y el individuo compuesto de materia y forma (hilemorfismo);
hay muchas maneras de ser y de decir "que algo es", pero todas se
dicen con relación a una sola, que es la entidad o sustancia. Bajo la
constante inestabilidad de todo lo existente, puesta en claro por la física,
la metafísica halla puntos sólidos donde fundar el conocimiento:
lo que Aristóteles llama sustancia, entidad, esencia, ousía, con
un doble sentido fundamental: como "qué es" (aspecto lógico,
reducible a lo inteligible: forma o esencia) y como "aquello que es"
(aspecto ontológico, reducible al ser individual: acto); lo uno es lo
otro, porque la forma o esencia no puede existir sino actualizada. La metafísica,
la ontología, mira en perspectiva, buscando el conocimiento más
allá de los individuos y las cosas concretas: "Si nada hay aparte
de los individuos, nada habrá inteligible, sino que todas las cosas serán
sensibles, no habrá ciencia de nada, a no ser que se llame ciencia a
la sensación" . Las sustancias, o entidades, son de tres clases:
dos físicas (corruptible una, como las plantas y los animales, e incorruptible
y eterna la otra, pero móvil, como los astros del cielo) y una inmóvil
y eterna; sin ésta, aquéllas no existirían. Todo en el
mundo es actividad y movimiento, ya sea que mire el mundo como un conjunto de
cambios de forma en un sustrato material, ya sea que se mire como un conjunto
de tránsitos de la potencia al acto. La armonía del mundo es una
sucesión de cambios de forma y sucesivas actualizaciones de potencialidades,
sólo explicable si hay una primera sustancia cuya esencia es movimiento
sin ninguna clase de potencialidad. A este primer moviente llama Dios, porque
es eterno, entidad y acto, que "mueve sin moverse" como lo "deseable
e inteligible", que "mueve en tanto que amado", es necesario,
perfecto y "absolutamente es como es"; de él penden el Universo
y la Naturaleza; su actividad es "placer", vida, pensamiento, "de
modo que entendimiento e inteligible se identifican". Así describe
a Dios Aristóteles en el libro 7 (XII) de la Metafísica y en el
libro VIII de la Física: como principio, mejor como centro, del movimiento
del mundo, porque a él tiende todo como tienden las cosas hacia un fin,
porque mueve como hace lo deseable e inteligible. En el universo entero hay
finalidad(teleología), no porque el primer moviente tienda a algo o mueva
con "vistas a algo", sino porque él es "para bien de algo".
De lo contrario, "todo procedería de la noche", esto es, del
Caos. Esta finalidad es lo que Aristóteles llama el Bien del universo,
que se expresa en el orden del universo, y se logra por el hecho de que todas
las sustancias "tienden" a realizar, a actualizar, todas las potencialidades
de su propia forma. El orden del mundo es el encadenamiento de la actividad
de las sustancias, compuestas de materia y forma, que despliegan sus posibilidades
o capacidades de acuerdo con su esencia. La entidad, la sustancia (la forma),
es el origen del movimiento o actividad de cada cosa, igual como la sustancia
primera lo es de todo el universo. Por su forma tienden el fuego y el aire a
la periferia del universo y la tierra y el agua al centro; la planta y el animal,
por su forma, empiezan y terminan el movimiento en sí mismos (finalidad
inmanente) y, por su esencia, su sustancia o su forma, tiende el hombre a su
actividad racional (finalidad consciente). El hombre es el único ser
del universo que desarrolla de un modo racional la expresión del orden,
o desarrollo de todas las capacidades que le brinda su esencia: mediante el
conocimiento, en el terreno de la racionalidad teórica, captando de forma
abstracta y conceptual la verdadera naturaleza de las cosas, y mediante la conducta
moral, en el terreno de la racionalidad práctica, con el desarrollo de
todas las potencialidades del alma con las que desea el bien. La vida propiamente
humana es la vida ética y ésta consiste en el cultivo de las virtudes
éticas y las dianoéticas: en la actividad (praxis) conforme a
la virtud más excelente y según lo mejor que hay en el hombre;
y también en ello consiste la felicidad y, por esto, la ética
y la política son la realización del fin ( telos) de la naturaleza
humana.A la fundación de la lógica debe Aristóteles buena
parte de su merecida fama de ser uno de los principales pensadores de la humanidad.
La lógica se convierte, con él, en ciencia formal e instrumento
(Órganon) del conocer. Tal como la concibe, es fundamentalmente una lógica
de predicados, o términos, que ha recibido el nombre de silogística,
puesto que su objetivo es el estudio del silogismo. El lugar e importancia que
ocupa la inferencia deductiva en la lógica de Aristóteles está
plenamente de acuerdo con el carácter de plena inteligibilidad que otorga
al mundo: se manifiesta ésta no sólo en lo que el hombre puede
conocer de forma inmediata sino también en la posibilidad de fundar en
un sistema deductivo, que descansa en los primeros principios del pensamiento,
todo el entramado de afirmaciones posibles acerca del mundo.
La lógica aristotélica no es un método deductivo completo
y se basa sólo en el análisis de cuatro tipos de enunciados, los
llamados enunciados categóricos, de modo que las inferencias que permite
son de un tipo determinado. Pero da en el núcleo del sentido de la lógica
al concebirla como un instrumento para conocer qué son las cosas y por
qué son las cosas, por lo menos en el mundo de las categorías
en que se movía mentalmente Aristóteles. La estructura del enunciado
categórico ("Sócrates es filósofo") manifiesta
que hay cosas que son sustancialmente ("ser Sócrates") y otras
que son accidentalmente ("ser filósofo"), según el lugar
que ocupan en el enunciado, como sujeto o como predicado. El porqué de
las cosas, su causa, se manifiesta en las inferencias. Los "porqués"
derivan de la propiedad que tienen las sustancias de determinarse por múltiples
accidentes; en este supuesto, indagar el porqué es preguntar la razón
por la que unos accidentes, y no otros, pertenecen a una determinada sustancia.
Un razonamiento deductivo, en forma silogística, pone de manifiesto las
relaciones entre la sustancia y sus modificaciones. Un buen ciudadano ha de
obedecer las leyes de la ciudad Sócrates es un buen ciudadano. Sócrates
ha de obedecer las leyes de la ciudad Sócrates puede obedecer o no las
leyes de la ciudad, y para saberlo es útil un buen razonamiento. Pero
para saber algo inmediato, quién es Sócrates o qué significa
ser un "buen ciudadano", habrá que recurrir no a la deducción,
o a la relación accidental entre sustancias, sino a la investigación
empírica, esto es, a la inducción. Aristóteles estudió
la demostración formal en los Analíticos primeros, y la demostración
científica, aquella que parte de premisas consideradas verdaderas, en
los Analíticos segundos. La lógica aristotélica, aunque
limitada en cuanto al tipo de inferencias que pueden hacerse, era no obstante
rigurosa y estaba en consonancia con los objetivos que perseguía su filosofía.
Junto con la lógica de enunciados de los estoicos, ha constituido la
base de la lógica tradicional.
Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996-99.
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84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez
Riu.