Aristóteles (384-322 a.C.), filósofo y
científico griego, considerado, junto a Platón y Sócrates,
como uno de los pensadores más destacados de la antigua filosofía
griega y posiblemente el más influyente en el conjunto de toda
la filosofía occidental.
Nació en Estagira (actual ciudad griega de Stavro, entonces perteneciente
a Macedonia), razón por la cual también fue conocido posteriormente
por el apelativo de El Estagirita. Hijo de un médico de la corte
real, se trasladó a Atenas a los 17 años de edad para estudiar
en la Academia de Platón. Permaneció en esta ciudad durante
aproximadamente 20 años, primero como estudiante y, más
tarde, como maestro. Tras morir Platón (c. 347 a.C.), Aristóteles
se trasladó a Assos, ciudad de Asia Menor en la que gobernaba su
amigo Hermias de Atarnea. Allí contrajo matrimonio con una pariente
de éste (posiblemente su sobrina o su hija), llamada Pitias, y
actuó como su consejero. Tras ser capturado y ejecutado Hermias
por los persas (345 a.C.), Aristóteles se trasladó a Pela,
antigua capital de Macedonia, donde se convirtió en tutor de Alejandro
(más tarde Alejandro III el Magno), hijo menor del rey Filipo II.
En el año 336 a.C., al acceder Alejandro al trono, regresó
a Atenas y estableció su propia escuela: el Liceo. Debido a que
gran parte de las discusiones y debates se desarrollaban mientras maestros
y estudiantes caminaban por su paseo cubierto, sus alumnos recibieron
el nombre de peripatéticos. La muerte de Alejandro (323 a.C.) generó
en Atenas un fuerte sentimiento contra los macedonios, por lo que Aristóteles
se retiró a una propiedad familiar situada en Calcis, en la isla
de Eubea, donde falleció un año más tarde.
Al igual que Platón en sus primeros años en la Academia,
Aristóteles utilizó muy a menudo la forma dialogada de razonamiento,
aunque, al carecer del talento imaginativo de Platón, esta modalidad
de expresión no fue nunca de su pleno agrado. Si se exceptúan
escasos fragmentos mencionados en las obras de algunos escritores posteriores,
sus diálogos se han perdido por completo. Aristóteles escribió
además algunas notas técnicas, como es el caso de un diccionario
de términos filosóficos y un resumen de las doctrinas de
Pitágoras; de estos apuntes sólo han sobrevivido algunos
breves extractos. Lo que sí ha llegado hasta nuestros días,
sin embargo, son las notas de clase que Aristóteles elaboraba para
sus cursos, delimitados con gran esmero y que cubrían casi todos
los campos del saber y del arte. Los textos en los que descansa la reputación
de Aristóteles se basan en gran parte en estas anotaciones, que
fueron recopiladas y ordenadas por sus editores posteriores.
Entre sus textos existen tratados de lógica, llamados en conjunto
Organon (‘instrumento’), ya que proporcionan los medios con
los que se ha de alcanzar el conocimiento positivo. Entre las obras que
tratan de las ciencias naturales está la Física, que recoge
amplia información sobre astronomía, meteorología,
botánica y zoología. Sus escritos sobre la naturaleza, el
alcance y las propiedades del ser, que Aristóteles llamó
“filosofía primera”, recibieron el nombre de Metafísica
en la primera edición de sus obras (c. 60 a.C.), debido a que en
dicha edición aparecían tras la Física. A su hijo
Nicómaco dedicó su obra sobre la ética, llamada Ética
a Nicómaco. Otros escritos aristotélicos fundamentales son
Retórica, Poética (que se conserva incompleta) y Política
(también incompleta).
Frente a la importancia que Platón concedió a las matemáticas,
la filosofía de Aristóteles hizo hincapié en la biología,
quizá debido a la influencia que sobre él ejerció
la profesión de su padre. Para Aristóteles, el mundo estaba
compuesto por individuos (sustancias) que se presentaban en tipos naturales
fijos (especies). Cada individuo cuenta con un patrón innato específico
de desarrollo y tiende en su crecimiento hacia la debida autorrealización
como ejemplo de su clase. El crecimiento, la finalidad y la dirección
son, pues, aspectos innatos a la naturaleza, y aunque la ciencia estudia
los tipos generales, éstos, según Aristóteles, encuentran
su existencia en individuos específicos. La ciencia y la filosofía
deben, por consiguiente, no limitarse a escoger entre opciones de una
u otra naturaleza, sino equilibrar las afirmaciones del empirismo (observación
y experiencia sensorial) y el formalismo (deducción racional).
Una de las aportaciones características de la filosofía
de Aristóteles fue la nueva noción de causalidad. Los primeros
pensadores griegos habían tendido a asumir que sólo un único
tipo de causa podía ser explicatoria; Aristóteles propuso
cuatro. (El término que usa Aristóteles, aition, ‘factor
responsable y explicatorio’, no es sinónimo de causa en el
sentido moderno que posee esta palabra.)
Estas cuatro causas son: la causa material (materia de la que está
compuesta una cosa), la causa eficiente o motriz (fuente de movimiento,
generación o cambio), la causa formal (la especie, el tipo o la
clase) y la causa final (objetivo o pleno desarrollo de un individuo,
o la función planeada de una construcción o de un invento).
Así pues, un león joven está compuesto de tejidos
y órganos, lo que constituiría la causa material; la causa
motriz o eficiente serían sus padres, que lo crearon; la causa
formal es su especie (león); la causa final es su impulso innato
por convertirse en un ejemplar maduro de su especie. En contextos diferentes,
las mismas cuatro causas se aplican de forma análoga. Así,
la causa material de una estatua es el mármol en que se ha esculpido;
la causa eficiente, el escultor; la causa formal, la forma que el escultor
ha dado a la estatua (Hermes o Afrodita, por ejemplo); y la causa final,
su función (ser una obra de arte).
En todos los contextos, Aristóteles insiste en que algo puede entenderse
mejor cuando se expresan sus causas en términos específicos
y no en términos generales. Por este motivo, se obtiene más
información si se conoce que un escultor realizó la estatua
que si apenas se sabe que la esculpió un artista, y se obtendrá
todavía más información si se sabe que fue Policleto
el que la cinceló, que si tan sólo se conoce que fue un
escultor no especificado.
Aristóteles creía que su noción de las causas era
la clave ideal para organizar el conocimiento. Sus notas de clases son
una impresionante prueba de la fuerza de dicho esquema.
En la siguiente exposición se pueden apreciar algunos de los principales
aspectos de las doctrinas o teorías del pensamiento aristotélico.
En astronomía, Aristóteles propuso la existencia de un Universo
esférico y finito que tendría a la Tierra como centro. La
parte central estaría compuesta por cuatro elementos: tierra, aire,
fuego y agua. En su Física, cada uno de estos elementos tiene un
lugar adecuado, determinado por su peso relativo o “gravedad específica”.
Cada elemento se mueve, de forma natural, en línea recta —la
tierra hacia abajo, el fuego hacia arriba— hacia el lugar que le
corresponde, en el que se detendrá una vez alcanzado, de lo que
resulta que el movimiento terrestre siempre es lineal y siempre acaba
por detenerse. Los cielos, sin embargo, se mueven de forma natural e infinita
siguiendo un complejo movimiento circular, por lo que deben, conforme
con la lógica, estar compuestos por un quinto elemento, que él
llamaba aither, elemento superior que no es susceptible de sufrir cualquier
cambio que no sea el de lugar realizado por medio de un movimiento circular.
La teoría aristotélica de que el movimiento lineal siempre
se lleva a cabo a través de un medio de resistencia es, en realidad,
válida para todos los movimientos terrestres observables. Aristóteles
sostenía también que los cuerpos más pesados de una
materia específica caen de forma más rápida que aquellos
que son más ligeros cuando sus formas son iguales, concepto equivocado
que se aceptó como norma hasta que el físico y astrónomo
italiano Galileo llevó a cabo su experimento con pesos arrojados
desde la torre inclinada de Pisa.
En zoología, Aristóteles propuso un conjunto fijo de tipos
naturales (especies), que se reproducen de forma fiel a su clase. Pensó
que la excepción a esta regla la constituía la aparición,
por generación espontánea (concepto que acuñó),
de algunas moscas y gusanos “muy inferiores” a partir de fruta
en descomposición o estiércol. Los ciclos vitales típicos
son epiciclos: se repite el mismo patrón, aunque a través
de una sucesión lineal de individuos. Dichos procesos son, por
lo tanto, un paso intermedio entre los círculos inmutables de los
cielos y los simples movimientos lineales de los elementos terrestres.
Las especies forman una escala que comprende desde lo simple (con gusanos
y moscas en el plano inferior) hasta lo complejo (con los seres humanos
en el plano superior), aunque la evolución no es posible.
Aristóteles creía que la libertad de elección del
individuo hacía imposible un análisis preciso y completo
de las cuestiones humanas, con lo que las “ciencias prácticas”,
como la política o la ética, se llamaban ciencias sólo
por cortesía y analogía. Las limitaciones inherentes a las
ciencias prácticas quedan aclaradas en los conceptos aristotélicos
de naturaleza humana y autorrealización. La naturaleza humana implica,
para todos, una capacidad para formar hábitos, pero los hábitos
formados por un individuo en concreto dependen de la cultura y de las
opciones personales repetidas de ese individuo. Todos los seres humanos
anhelan la “felicidad”, es decir, una realización activa
y comprometida de sus capacidades innatas, aunque este objetivo puede
ser alcanzado por muchos caminos.
La Ética a Nicómaco es un análisis de la relación
del carácter y la inteligencia con la felicidad. Aristóteles
distinguía dos tipos de “virtud” o excelencia humana:
moral e intelectual. La virtud moral es una expresión del carácter,
producto de los hábitos que reflejan opciones repetidas. Una virtud
moral siempre es el punto medio entre dos extremos menos deseables. El
valor, por ejemplo, es el punto intermedio entre la cobardía y
la impetuosidad irreflexiva; la generosidad, por su parte, constituiría
el punto intermedio entre el derroche y la tacañería. Las
virtudes intelectuales, sin embargo, no están sujetas a estas doctrinas
de punto intermedio. La ética aristotélica es una ética
elitista: para él, la plena excelencia sólo puede ser alcanzada
por el varón adulto y maduro perteneciente a la clase alta y no
por las mujeres, niños, “bárbaros” (no griegos)
o “mecánicos” asalariados (trabajadores manuales, a
los cuales negaba el derecho al voto).
Como es obvio, en política es posible encontrar muchas formas de
asociación humana. Decidir cuál es la más idónea
dependerá de las circunstancias, como, por ejemplo, los recursos
naturales, la industria, las tradiciones culturales y el grado de alfabetización
de cada comunidad. Para Aristóteles, la política no era
un estudio de los estados ideales en forma abstracta, sino más
bien un examen del modo en que los ideales, las leyes, las costumbres
y las propiedades se interrelacionan en los casos reales. Así,
aunque aprobaba la institución de la esclavitud, moderaba su aceptación
aduciendo que los amos no debían abusar de su autoridad, ya que
los intereses de amo y esclavo son los mismos. La biblioteca del Liceo
contenía una colección de 158 constituciones, tanto de estados
griegos como extranjeros. El propio Aristóteles escribió
la Constitución de Atenas como parte de la colección, obra
que estuvo perdida hasta 1890, año en que fue recuperada. Los historiadores
han encontrado en este texto muy valiosos datos para reconstruir algunas
fases de la historia ateniense.
En lógica, Aristóteles desarrolló reglas para establecer
un razonamiento encadenado que, si se respetaban, no producirían
nunca falsas conclusiones si la reflexión partía de premisas
verdaderas (reglas de validez). En el razonamiento los nexos básicos
eran los silogismos: proposiciones emparejadas que, en su conjunto, proporcionaban
una nueva conclusión. En el ejemplo más famoso, “Todos
los humanos son mortales” y “Todos los griegos son humanos”,
se llega a la conclusión válida de que “Todos los
griegos son mortales”. La ciencia es el resultado de construir sistemas
de razonamiento más complejos. En su lógica, Aristóteles
distinguía entre la dialéctica y la analítica; para
él, la dialéctica sólo comprueba las opiniones por
su consistencia lógica. La analítica, por su parte, trabaja
de forma deductiva a partir de principios que descansan sobre la experiencia
y una observación precisa. Esto supone una ruptura deliberada con
la Academia de Platón, escuela donde la dialéctica era el
único método lógico válido, y tan eficaz para
aplicarse en la ciencia como en la filosofía.
En su Metafísica, Aristóteles abogaba por la existencia
de un ser divino, al que se describe como “Primer Motor”,
responsable de la unidad y significación de la naturaleza. Dios,
en su calidad de ser perfecto, es por consiguiente el ejemplo al que aspiran
todos los seres del mundo, ya que desean participar de la perfección.
Existen además otros motores, como son los motores inteligentes
de los planetas y las estrellas (Aristóteles sugería que
el número de éstos era de “55 o 47”). No obstante,
el “Primer Motor” o Dios, tal y como lo describe Aristóteles,
no corresponde a finalidades religiosas, como han observado numerosos
filósofos y teólogos posteriores. Al “Primer Motor”,
por ejemplo, no le interesa lo que sucede en el mundo ni tampoco es su
creador. Aristóteles limitó su teología, sin embargo,
a lo que él creía que la ciencia necesita y puede establecer.
Tras la caída del Imperio romano las obras de Aristóteles
se perdieron en Occidente. Durante el siglo IX, los estudiosos musulmanes
introdujeron su obra, traducida al árabe, en el ámbito del
islam. De estos pensadores que examinaron y comentaron la obra aristotélica,
el más famoso fue Averroes, filósofo hispanoárabe
del siglo XII. En el siglo XIII el Occidente latino renovó su interés
por la obra de Aristóteles y santo Tomás de Aquino halló
en ella una base filosófica para orientar el pensamiento cristiano,
aunque su interpretación de Aristóteles fuera cuestionada
en un principio por las instancias eclesiásticas. En las primeras
fases de este redescubrimiento, la filosofía de Aristóteles
fue tomada con cierto recelo, en gran parte debido a la creencia de que
sus enseñanzas conducían a una visión materialista
del mundo. Sin embargo, la obra de santo Tomás acabaría
siendo aceptada, continuando más tarde la filosofía del
escolasticismo la tradición filosófica fundamentada en la
adaptación que santo Tomás hacía del pensamiento
aristotélico.
La influencia de la filosofía de Aristóteles ha sido general,
contribuyendo incluso a determinar el lenguaje moderno y el denominado
sentido común, y su concepto del “Primer Motor” como
causa final ha tenido un importante papel dentro de la teología.
Antes del siglo XX, decir lógica significaba en exclusiva hacer
referencia a la lógica aristotélica. Hasta el renacimiento,
e incluso después, tanto poetas como astrónomos ensalzaron
el concepto aristotélico del Universo. El estudio de la zoología
estuvo basado en la obra de Aristóteles hasta que, en el siglo
XIX, el científico británico Charles Darwin cuestionó
la doctrina de la inmutabilidad de las especies. En el siglo XX se ha
producido una nueva apreciación del método aristotélico
y de su relevancia para la educación, el análisis de las
acciones humanas, la crítica literaria y el análisis político.
No sólo la disciplina de la zoología, sino el mundo del
saber en general, parece justificar el comentario realizado por Darwin,
quien llegó a afirmar que los héroes intelectuales de su
época “eran simples colegiales al lado del viejo Aristóteles”.
Datos extraídos de: Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2000.
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