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Freud nació en Freiberg (actual Príbor,
República Checa), el 6 de mayo de 1856 y se educó en la
Universidad de Viena. Cuando apenas tenía tres años, su
familia, huyendo de los disturbios antisemitas que entonces se producían
en Freiberg, se trasladó a Leipzig. Poco tiempo después,
la familia se instaló en Viena, donde Freud residió la mayor
parte de su vida.
Aunque su ambición desde niño había
sido dedicarse al ejercicio del derecho, Freud se decidió a estudiar
medicina justo antes de entrar en la Universidad de Viena en 1873. Inspirado
por las investigaciones científicas del poeta alemán Goethe,
sintió un vehemente deseo de estudiar ciencias naturales y de resolver
alguno de los retos que en aquel momento afrontaban los investigadores
de su tiempo.
Ya durante el tercer curso, Freud comenzó a investigar
sobre el sistema nervioso central de los invertebrados, en el laboratorio
de fisiología que dirigía el médico alemán
Ernst Wilhelm von Brücke. Estas investigaciones neurológicas
fueron tan absorbentes que Freud descuidó sus obligaciones académicas,
permaneciendo en la facultad tres años más de lo habitual
antes de obtener su licenciatura en Medicina.
En 1881, después de cumplir un año de servicio militar obligatorio,
finalizó su licenciatura. Sin embargo, no quiso abandonar el trabajo
experimental y permaneció en la universidad como ayudante en el
laboratorio de fisiología. En 1883, presionado por Brücke,
se vio obligado a abandonar la investigación teórica.
Así, Freud estuvo tres años en el Hospital General de Viena,
dedicándose sucesivamente a la psiquiatría, la dermatología
y los trastornos nerviosos. En 1885, tras su designación como profesor
adjunto de Neuropatología en la Universidad de Viena, dejó
su trabajo en el hospital. A finales del mismo año, recibiría
una beca del gobierno para estudiar en París diecinueve semanas
junto al neurólogo Jean Charcot, que a la sazón trabajaba
en el tratamiento de ciertos trastornos mentales mediante la hipnosis,
en el manicomio de Salpêtrière del que era director. Los
estudios de Freud con Charcot, centrados en la histeria, encauzarían
definitivamente sus intereses hacia la psicopatología, el estudio
científico de los trastornos mentales.
En 1886 Freud se estableció como médico
privado en Viena, especializándose en los trastornos nerviosos.
Sufrió una fuerte oposición de la clase médica vienesa
por su defensa del punto de vista de Charcot sobre la histeria y el uso
de la hipnosis, entonces considerados como enfoques poco ortodoxos. El
enfrentamiento resultante retrasó la aceptación de sus hallazgos
posteriores sobre el origen de las neurosis.
El primer trabajo publicado de Freud sobre psicopatología, Sobre
la afasia, apareció en 1891; era un estudio de este trastorno neurológico
en el que la capacidad para pronunciar palabras o nombrar objetos comunes
se pierde como consecuencia de una enfermedad orgánica en el cerebro.
Su último trabajo sobre neurología, el artículo,
‘Parálisis cerebrales infantiles’, fue escrito para
una enciclopedia en 1897 sólo por la insistencia del editor, porque
en aquel momento Freud estaba más ocupado en las explicaciones
psicológicas de las enfermedades mentales que en las fisiológicas.
Sus trabajos posteriores se inscriben enteramente en ese terreno, que
él mismo había bautizado como psicoanálisis en 1896.
Esta nueva orientación de Freud se dio a conocer por vez primera
en su trabajo Estudios sobre la histeria (1893), elaborado en colaboración
con el médico vienés Josef Breuer, que dos años después
se publicaría con mayor extensión. Se consideraban los síntomas
de la histeria como manifestaciones de energía emocional no descargada,
asociada con traumas psíquicos olvidados. El procedimiento terapéutico
consistía en sumir al paciente en un estado hipnótico, para
forzarle a recordar y revivir la experiencia traumática origen
del trastorno, con lo que se descargarían por catarsis las emociones
causantes de los síntomas. La publicación de esta obra marcó
el comienzo de la teoría psicoanalítica, formulada sobre
la base de las observaciones clínicas.
Durante el periodo de 1895 a 1900, Freud desarrolló muchos de los
conceptos posteriormente incorporados tanto a la práctica como
a la doctrina psicoanalítica. Poco después de la publicación
de los estudios sobre la histeria, Freud abandonó el uso de la
hipnosis como procedimiento catártico, para reemplazarlo por la
investigación del curso espontáneo de pensamientos del paciente
—llamado asociación libre—, como método idóneo
para comprender los procesos mentales inconscientes que están en
la raíz de los trastornos neuróticos.
En sus observaciones clínicas, Freud halló
evidencias de los mecanismos mentales de la represión y la resistencia,
describiendo la primera como un mecanismo inconsciente que hace inaccesible
a la mente consciente el recuerdo de hechos dolorosos o traumáticos;
y la segunda como la defensa inconsciente contra la accesibilidad a la
consciencia de las experiencias reprimidas, para evitar la ansiedad que
de ella se deriva.
Freud propuso seguir el curso de los procesos inconscientes, usando las
asociaciones libres del paciente como guía para interpretar los
sueños y los lapsus en el lenguaje (además de chistes, actos
fallidos, etc). Mediante el análisis de los sueños llegó
a sus teorías sobre la sexualidad infantil y el complejo de Edipo,
que explicaría el apego del niño al progenitor del sexo
contrario, junto con los sentimientos hostiles hacia el del propio sexo
(considerado —en principio— un rival). Estos planteamientos,
que hacían hincapié en la base biológica del comportamiento
humano —particularmente el sexo y la agresividad—, fueron
muy controvertidos.
En estos años, desarrolló también la teoría
de la transferencia, proceso por el que las actitudes emocionales, establecidas
originalmente hacia las figuras de los padres durante la infancia, son
transferidas en la vida adulta a otros personajes (maestros, autoridades,
jefes, el propio psicoanalista, etc.). El final de este periodo viene
marcado por la aparición de su obra más importante, La interpretación
de los sueños (1900 primera edición, que posteriormente
el mismo Freud ampliaría). En ella analiza (además de algunos
sueños de sus pacientes, amigos, hijos, e incluso de personajes
famosos) muchos de sus propios sueños, registrados durante tres
años de autoanálisis iniciados en 1897. Este trabajo expone
todos los conceptos fundamentales en que se asientan la teoría
y la técnica psicoanalítica.
En 1902 Freud fue nombrado profesor titular de la Universidad
de Viena. Este honor no era, sin embargo, debido al reconocimiento de
sus aportaciones, sino como resultado de los esfuerzos de un paciente
con influencias. El mundo médico todavía contemplaba su
trabajo con hostilidad, y sus siguientes escritos, Psicopatología
de la vida cotidiana (1904) y Tres ensayos para una teoría sexual
(1905), no hicieron más que aumentar este antagonismo. Como consecuencia,
Freud continuó trabajando virtualmente solo, en lo que él
mismo denominó "una espléndida soledad ".
Sin embargo, hacia 1906, Freud contaba ya con un reducido número
de alumnos y seguidores destacando los psiquiatras austriacos William
Stekel y Alfred Adler, el psicólogo austriaco Otto Rank, el psiquiatra
estadounidense Abraham Brill, y los psiquiatras suizos Eugen Bleuler y
Carl Jung, además del húngaro Sándor Ferenczi, que
se unió al grupo en 1908.
El creciente reconocimiento del movimiento psicoanalítico
hizo posible crear en 1910 una organización de ámbito mundial
denominada Asociación Psicoanalítica Internacional. Mientras
el movimiento se extendía, ganando adeptos en Europa y Estados
Unidos, Freud estaba preocupado por las disensiones aparecidas entre los
componentes de su círculo original, sobre todo las de Adler y Jung,
cada uno de los cuales desarrolló una base teórica diferente
en desacuerdo con la tesis de Freud sobre el origen sexual de las neurosis.
Freud se enfrentó a estas posturas desarrollando sus conceptos
básicos y sus puntos de vista en publicaciones y conferencias.
Tras el comienzo de la I Guerra Mundial, Freud abandonó casi la
observación clínica y se concentró en la aplicación
de sus teorías a la interpretación psicoanalítica
de fenómenos sociales, como la religión, la mitología,
el arte, la literatura, el orden social o la propia guerra. En 1923 se
le detectó un cáncer en la mandíbula que precisó
de un tratamiento constante y doloroso, por el que tuvo que someterse
a varias operaciones quirúrgicas. A pesar de estos sufrimientos,
continuó su actividad durante los dieciséis años
siguientes, escribiendo principalmente sobre asuntos filosóficos
o culturales.
Cuando los nazis ocuparon Austria, en 1938, Freud se trasladó con
su familia a Londres, donde falleció el 23 de septiembre de 1939.
La principal contribución de Freud fue la creación de un
enfoque radicalmente nuevo en la comprensión de la personalidad
humana, al demostrar la existencia y poder de lo inconsciente. Además,
fundó una nueva disciplina médica y formuló procedimientos
terapéuticos básicos que, más o menos modificados
aún se aplican, en el tratamiento mediante psicoterapia de las
neurosis (y, parcialmente, de las psicosis). Aunque nunca conoció
en vida un reconocimiento unánime, y ha sido a menudo cuestionado
desde entonces, Freud es indudablemente uno de los grandes pensadores
del mundo contemporáneo.
Entre otros de sus trabajos habría que destacar
Tótem y Tabú (1913), Más allá del principio
del placer (1920), Psicología de masas (1920), El yo y el ello
(1923), El malestar en la cultura (1930), El porvenir de una ilusión
(1927), Introducción al psicoanálisis (1933), y Moisés
y el monoteísmo (1939).
Datos extraídos de: Enciclopedia Microsoft®
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