LA IGLESIA
"Y yo también te digo, que
tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas
del Hades no prevalecerán contra ella."-Mateo 16:18
Hoy
día existen muchas iglesias, con una gran variedad de nombres, y muchas
creencias con respecto a las enseñanzas de Jesús y sus apóstoles. Cuándo
consideramos estas diferentes puntos de vista, no lo hacemos fuera de
orden y nos preguntamos en cuanto a lo que es realmente la Iglesia, y
cual es el propósito divino concerniente a ella. ¿Existe alguna manera
de conocer cual es la Iglesia verdadera, o todos los grupos
denominacionales la componen la Iglesia verdadera?
La palabra "Iglesia" no aparece en el Antiguo Testamento, y su primer
uso en el Nuevo Testamento fue hecho por Jesús, cuando le dijo a Pedro
que las puertas "del infierno" no prevalecerían contra él. (Mateo 16:18)
Es una traducción de la palabra griega ekklesia, que significa "un
llamado" o una selección. Jesús dijo a sus discípulos: "yo los he
elegido del mundo".(Juan 15:19) Básicamente, entonces, la iglesia es una
compañía de personas que, al aceptar la invitación de Cristo, ha llegado
a separarse del mundo.
La Iglesia no es un edificio, aunque esta palabra se utilice para
denotar el lugar donde una congregación se reúne. Si la expresión "casa
de reunión" se utilizó universalmente al describir el lugar de asamblea
de una congregación esto quizás ayude a disminuir parte de la
equivocación que prevalece respecto al significado verdadero de la
palabra Iglesia.
Durante su ministerio Jesús utilizó la palabra Iglesia en solo tres
oportunidades: una, en su comentario a Pedro, y dos veces al instruir a
sus discípulos en el procedimiento apropiado para tratar con los
problemas que quizás surja entre ellos. (Mateo 18:17) La siguiente vez
la palabra aparece en Hechos 2:47, cuando tres mil almas aceptaron a
Cristo como resultado del sermón de Pedro en el Día del Pentecostés.
Este es un simple relato, declarando que el SEÑOR "agregaba cada día a
la iglesia a los que se habían de salvar ".
En esta declaración sencilla de hecho hay lugar para la reflexión. En el
Día del Pentecostés sólo tres mil llegaron a ser identificados con la
'Iglesia', y diariamente conversos se iban adicionando, sin embargo no
existe registro de algún servicio formal de iniciación. Todos estos
conversos eran personas judías, y cuando, bajo el ministerio persuasivo
de los apóstoles, ellos reconocieron que Jesús, a quien sus líderes
habían crucificado, era el Mesías prometido, creyeron en él y fueron
bautizados para el perdón de sus pecados.
¡Era tan simple como eso! Más tarde, como el número de los discípulos
aumentaba, y ellos se reunían para mutua edificación, estos grupos de
personas fueron llamados 'iglesias'. En Hechos 11:22 leemos acerca de la
iglesia "que estaba en Jerusalén. " En Romanos 16:5 Pablo extiende sus
saludos a la Iglesia "que está en su casa", la casa de Priscila y
Aquila.
De estos textos aprendemos que en los primeros días del Cristianismo
cada grupo de creyentes, a pesar de su tamaño y su ubicación, era
considerado una Iglesia. Y verdaderamente eran una Iglesia, porque cada
asamblea de creyentes fue compuesta de los que, gracias al Evangelio,
habían sido llamado a separarse del mundo y seguir en los pasos de
Jesús.
Estos grupos individuales nacieron sin nombres denominacionales, pero
fueron identificados por su ubicación, siendo llamados como la Iglesia
de Jerusalén, la Iglesia de Filipos, la Iglesia de Roma, o, como en
algunos casos, la Iglesia que efectuaban sus reuniones en el hogar de
uno u otro de los creyentes. En Revelación, capítulos dos y tres, se
mencionan siete Iglesias y son identificadas por las ciudades en las que
estaban localizadas y los mensajes especiales enviadas a ellas. Existe
razón para creer que estas siete iglesias están representando en forma
general a todos creyentes a través de la todas las épocas.
Jesús tuvo presente el significado más amplio de la palabra más cuando
le dijo a Pedro que 'las puertas del Hades' no prevalecerían contra la
Iglesia. Esta aplicación es también la que hace Pablo cuando, en Efesios
1:22, 23, habla de Cristo como "Cabeza sobre todas las cosas de la
Iglesia, la cual es su cuerpo". En relación con esto, Pablo otra vez
escribe acerca de "la Iglesia del Dios vivo, el pilar y la base de la
verdad." 1 Tim 3:15.
En 1 de Corintios 12:12,13, Pablo amplía el concepto de la Iglesia
siendo el 'cuerpo' de Cristo. Él dice: "Porque así como el cuerpo es
uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo
muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo
Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos,
sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo
Espíritu."
Cómo Unirnos
¿Cómo llega uno a asociarse a la iglesia- la iglesia tal cuál fue
establecida por Jesús y los apóstoles? Hechos 2:47 dice que el SEÑOR
"agregaba cada día a la iglesia a los que se habían de ser salvos". Esto
indica que el llegar a ser un miembro de la iglesia del SEÑOR depende de
él. Esto, creemos, sería concedido para todo el pueblo cristiano. ¿Pero
cómo el SEÑOR añade miembros a su iglesia, y que requisitos debería
poseer aquel que quiera ser reconocido por el SEÑOR para pertenecer a su
Iglesia?
Brevemente, las Escrituras indican los pasos que se deben dar para
acercarse a la Iglesia. Primero, un arrepentimiento, reconociendo que
somos pecadores, y que no podemos por lo tanto estar de pie delante del
SEÑOR por nuestra propia justicia. (Marcos 2:17; Hechos 26:20) Luego,
aceptar a Jesucristo como nuestro Redentor y Salvador personal,
comprendiendo que sólo por el mérito de su sangre derramada podemos ser
aceptados por Dios. -Hechos 13:38,39; 16:31; Rom. 3:22; 5:1
Entonces, sobre la base de nuestra confianza en el mérito de la sangre
derramada por nuestro Redentor, somos invitados a presentarnos con
devoción sin reserva para hacer la voluntad de Dios. Podríamos hablar de
esto como hacer una consagración de nosotros mismos a Dios. Y
recalquemos que esta consagración es hecha solo a Dios, no al hombre, ni
a una organización humana. -Rom. 12:1,2
Las Escrituras son muy explícitas en cuanto a lo que esta consagración
significará en nuestra vida. Jesús dijo, "Si alguno quiere venir en pos
de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mateo 16:24). El
negarse a sí mismo no significa solamente el renunciar a algún placer o
satisfacción por un corto período de tiempo, ni aún por todo el tiempo.
Es, como la expresión significa, una completa negación de sí mismo. Es
la misma palabra que se utiliza respecto a la negación de Pedro a
Cristo, cuando él dijo que no conocía a Jesús en absoluto. Así que
negarnos a sí mismo es negarnos a reconocer el derecho de nuestra propio
voluntad. Renunciamos a nuestra voluntad y aceptamos, en su lugar, la
Voluntad de Dios expresadas a través de Cristo y su Palabra.
¿Y cual es la voluntad divina para aquellos que, respondiendo a la
invitación de Jesús', se niegan a sí mismos? Esto es puesto de
manifiesto en su invitación adicional, "Tome cada uno su cruz, y
sígame". (Marcos 10:21) Jesús " utilizó el simbolismo de tomar la cruz
para denotar el entrar en la muerte. Cuándo Jesús dio esta invitación,
él estaba poniendo su propia vida en sacrificio. Su sacrificio se
completó en Calvario cuando clamó, "Consumado es."-Juan 19:30
Aquellos que aceptan la invitación de Cristo para tomar su cruz y
seguirlo, así mismo ponen su vida en sacrificado servicio. No son
crucificados literalmente, aunque al comienzo del cristianismo algunos
lo hayan sido. Muchos sufrieron martirios de otras maneras. En el caso
de cada seguidor del Maestro, la voluntad de servir y sufrir a pesar de
las consecuencias debe estar presente.
El seguir los pasos de Jesús es mencionado por Pablo como estar "unidos
juntos a Él en la semejanza de su muerte." (Rom. 6:5) Antes de volvernos
a Cristo, estábamos muertos en transgresión y pecado (Efesios 2:1). Pero
mediante la fe obediente en el mérito de su sangre derramada, llegamos a
ser liberados de la condenación Adámica. Aunque morimos, no como
pecadores, sin embargo, somos sacrificados junto a Jesús. Pablo expresó
este concepto cuando él escribió, "Les imploro por lo tanto, hermanos,
por las misericordias de Dios, que presenten sus cuerpos en sacrificio
vivo, santo, aceptable a Dios. "-Rom. 12:1
Bautizados En Cristo
En Romanos 6:3, Pablo escribió: "¿O no sabéis que todos los que hemos
sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a
fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre,
así también nosotros andemos en vida nueva." El bautismo aquí no se
refiere al agua, sino a la entrada de Cristo en su muerte.
La palabra bautismo en el Nuevo testamento se traduce de una palabra
griega que significa "sepultar" o 'sumergir'. Nuestro bautismo en Cristo
es el entierro de nuestros deseos en los suyos. Es un bautismo de
muerte, porque el deseo divino es que muramos con él.
En Apocalipsis 20:4 este pensamiento es simbolizado por el uso de la
palabra "decapitados." Aquí leemos acerca de los que fueron "decapitados
por el testimonio de Jesús, y por la Palabra de Dios." Esto se refiere
no a un decapitar literal, sino el renunciar a nuestros deseos,
representados por la cabeza, y el aceptar a Cristo como nuestra Cabeza.
Pablo además menciona sobre este punto, al decir, "Porque por un solo
Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo," (1 Cor. 12:13) Esto es
por la influencia del Espíritu Santo, mediante la Palabra de la Verdad,
que somos llevados hacia el SEÑOR, y dirigidos por su amor para
presentarnos en total consagración a Él. Así como esta consagración
significa el renunciar a nuestros propios deseos y aceptar los deseos de
Dios en Cristo, él así llega a ser nuestra Cabeza, y nosotros llegamos a
ser miembros de la Iglesia, que es su cuerpo. Así vemos cómo es que
Dios, por el poder de su Espíritu, agrega a miembros a la Iglesia de
Cristo. Nuestra parte en ello como individuos será someternos a la
influencia de su Espíritu, y seguir los pasos que la Palabra Divina
indica; esto es, los pasos del arrepentimiento, la aceptación de Cristo,
y nuestra propia presentación en total consagración para realizar los
deseos del Señor.
¿Podemos nosotros saber, después de seguir estos pasos, si el SEÑOR nos
ha aceptado o no, y nos reconoce actualmente como miembros aprobados de
la Iglesia, el cuerpo de Cristo? Así lo creemos. Pablo dijo, en el texto
ya citado, que habiendo sido "sepultados juntamente con él para muerte
por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la
gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva" (Rom. 6:4)
¿Estamos nosotros con júbilo caminando en la "nueva vida"?
Pablo además escribió: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas"(
2 Cor. 5:17) Las cosas viejas han pertenecido a un "tiempo pasado de
nuestras vidas", el cual ya se superó en el sentido de que ellas ya no
tienen una real atracción para nosotros. ¿Encontramos nuestros más
grandes gozos en las "nuevas" cosas del Señor- nuestra vocación de
servicio divino- nuestras nuevas esperanzas, nuevos objetivos, nuevas
ambiciones?
Tomando este paso de consagración al SEÑOR, nuestros anteriores amigos y
parientes quizás no puedan entendernos; en algunos casos, inclusive,
pueden perseguirnos. Pero en todo caso, ellos no encontrarán en nosotros
el mismo grado del compañerismo, pues no estarán en armonía con nuestro
nuevo estilo de vida. No los dejaremos de amar, ni dejaremos de hacer
todo lo que podamos por ellos, pero simplemente, el camino del mundo y
el camino de los consagrados a Dios son bastante distantes uno de otro.
¿Estamos experimentando esto?
Pablo nuevamente escribió, "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han
subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que
le aman". Entonces él agrega: "Pero Dios nos las reveló a nosotros por
el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de
Dios." 1 Cor .2:9,10
¿Nos dirige el SEÑOR día de día en una apreciación más profunda de las
maravillosas verdades contenidas en su Palabra? ¿Están las "cosas
profundas" de su Palabra perteneciendo a nuestro llamamiento en Cristo
Jesús, más claramente entendido como nuestro pedido para saber y hacer
sus deseos? Si así es, tenemos esta evidencia adicional que él nos ha
aceptado y nos dirige en el sendero de la rectitud.
Jesús mismo nos da una confianza muy definida de nuestra posición
delante del SEÑOR. Primero él declara que ningún hombre puede venir a Él
a menos que sea traído por su Padre Celestial. (Juan 6:44) Entonces nos
dice que los que vienen a Él "no lo hecho fuera". (Juan 6:37) ¿Que
confianza adicional nos da esto?
Sí, nuestra alegría en las cosas espirituales del nuevo estilo de vida
en el que andamos; nuestra pérdida de interés en las anteriores cosas de
la carne y del mundo; una medida de falta de entendimiento, y quizás aún
de persecución de parte del mundo; nuestro creciente aprecio a las cosas
espirituales, especialmente cuando ellas pertenecen a nuestro
llamamiento celestial-todo lo mencionado demuestra que nuestra
consagración ha sido aceptada por el SEÑOR, y que hemos sido realmente
'bautizados' en 'la Iglesia', el cuerpo de Cristo.