"EL
RINCON DE LOS TROVADORES"
Presenta a :
"VICTOR
PUERTODAN"
-POETA
Y NOVELISTA CUBANO-
de
su trabajo intitulado:
"DE ALAS, TIEMPO Y ASFALTO"

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DIRECTRIZ
DE LA GARGANTA.
La
voz se ennoblece ante el discurso
y
los silencios matan una cita en el asfalto
Barbaridad
del verbo
que
en silencio gesticula las frases aprendidas.
Profilaxis
para no caer en brazos de la ternura
para
no hundir la frente y descolgar los hilos de la unión.
La
voz se cae
miente
ante su tumba
sueña
con respiros y gargantas
con
unciones del milagro.
La
voz se endurece en el noble suspiro
bosteza
sus olores a mundo
y
parte el labio con la tenaza de una mentira.
Se
ha roto
el
cristal donde el asfalto ejercita su niebla
su
poderío de azabaches.
Se
ha roto
en
pedazos difíciles de armar
en
partes que se liberan agradeciendo el gemido de las alas.
Explosión
de luz
rayos
que en la oscuridad vencen el tiempo
caen
y mortifican la quietud
en
los opacos confines de la Gravedad.
Anochecido
el artilugio ya se piensa en rescatar la aurora
mientras
el impulso es lóbrego
y
reina la dificultad de ver los tintes en los espejos.
Asfalto
violado por la mano del iris
restauración
de las tinieblas que engordan una pared.
Al
Tiempo desfloran
y
nace
para
todos
el
viaje de los azules en la inmortal caída.
Mortal
cadencia esta de acelerar la imagen
y
frecuentar olvidos.
Orgía
perenne del color que atraviesa toda holgura
toda
intención de achicar el tiempo.
Cadencia
y cúmulo que invitan a probar vidas
porciones
del vientre donde se solicita la rendición del asfalto.
Alguien
disminuye su cansancio fabricando piedras en la almohada
Entre
los fusiles que cortan sueños.
Hacer
patente la realidad en una noche de fantasía
es
almorzar de pie frente a una estatua.
Alguien
disminuye la magia
almuerza
el bienestar ajeno
y
cree fecundar raíces
moles
en esta grave edad.
Así
y todo
en
el tono invisible alguien le asesta un golpe a la añoranza.
En
el asfalto se resume la espuma
como diurnos globos que explotan
y arman la rueda donde se mecen las humedades.
En el asfalto cabalga el siglo y en su ambición se colma
rastrea
la grandeza
el ámbar de lo no dispuesto
y vuela en la comunión de los que aman más allá de la penumbra.
Se
fue corriendo de la ciudad bajo el arco de una lluvia
podrido
embarcado en los pasos del asfalto.
Se fue
entre
la grieta de un reloj dormido
a inmolar las simpatías de la Luna.
En el ámbar donde se fabrican los rostros
aceleró las arrugas
Itinerario
de la vejez que bebe del litro de las edades.
Se fue
inmutable
tablero de su sombra
a pastorear ratones entre la rabia de la hierba.
Se
fue,
liberando
los resortes del Tiempo.
Alegres
caravanas de caras vanas.
Vanas caras que pasan la lengua
al árbol de las lejanías.
Se fue
estrechando
los arcos de los ojos
los
ribetes y todo el calvario de alas que fumigaron la Cruz
por tantos dioses acomodados.
Ejercicio secreto de hilvanar las ruedas de cartón
el
Glosario y las reventas de quien defeca sobre un alfiler
donde un pingüino ebrio vomita los caminos.
Se fue
a
la dulce mansión donde sopla
un viento a favor de lo Posible.
Ahora
estás en otro molde
en una esquina frente al mar
sacudiendo los reclamos
la
misma voz que caló en tu sien como una esponja
como
la punta del ala que se dilata y fluye en una oración.
Ahora estás en la otra península del sueño
en
la hirviente sanación de lo efímero.
Lo
que te sirvió de huella ahora es una sombra
que le sobra olvido.
Ahora estás en tu letargo mientras los tiempos
ensayan
el discurso del fracaso
- obviando claramente tus errores -
y sobre tus besos
se pule la descomunal ambición de recordarte.
METAMORFOSIS
DEL ALA.
A
la vista aún el ala tibia
asegurando
su escaparate en la eternidad
el
recodo que en casa ajena sobrevive.
Vertical
vaga en su silencio inédita
para
olfatear el aplauso y la estrechez del pecho
que
te brinda este asfalto de las imágenes.
Ala
recién llegada
casualidad
que cobra vida cuando su artesano
es
el marchito tallo que reposa en su cajón de víctima.
Arte
sano en el olvido mientras riega el ala
con
las humedades de la pena.
Desconocido
artesano que dejó el cáliz
para
abrigar posibles en la muerte
para
fecundar las alas sobre los días.
Exánime
el pincel bálsamo de tus dolores
recordando
el adiós el funeral sin gritos y esas plumas
que
se cubren de luces para eternizar
tu gesto
en
el cantero donde siempre se estrenan golondrinas.
Fragmento
de gota que se instala en el tiempo y crece.
se
vuelve sudor y polvo
se
vuelve más líquido menos palpable.
Más
y menos y parecido resplandor
que
en la cáscara se vuelve cotidiano.
Desliz
de las defensas que no ejercen su escudo
la
trinchera donde hacemos fenecer el amor y las historias.
Se
filtra en el acordeón del alma
discurre
y vuelve a crecer.
Ya
es un todo ya el tiempo es gota
fragmento
que se bebe y que quiere desviarse y no hay desvío
ni
cauce ni pantano para disolver el torrente.
Crece
y ya es un todo
Tiempo
indefenso que delira
y
queda ahogado en el fragmento.
Los
paraguas en huelga
mientras
el tiempo crece y se gradúa de gota perdida en el fragmento.
LÁPIZ
SOBRE EL CÍRCULO DEL TIEMPO
En
este círculo invento líneas
para
desaparecer la hormiga que me nace
y
que anuncia su miniatura en este salón de colores y sílabas.
Pequeño
el paso ya no preparo golondrinas,
ni
sábados viajeros,
ni
publicación al borde de una esquina que me anuncia.
Frágil
la huella no se me ocurre empinar el codo,
ni
demoler castillos ni aun el arma de
los inconformes.
Falto
el equilibrio cierro los ojos
para
abrir otra pared,
otra
continuación que prepare mis rivales.
Falto
el enemigo quemo las banderas
y
comienzo a fumar mi muerte,
mi
elevación hacia el abismo, la cultura de otro polvo
o
al menos la ilusión de la existencia.
En
la quietud descorcho mi postura
y
la paciencia es un canto que no me aburre.
Sobre
un ventanal
un
gato piensa seriamente en el abandono.
Dejo
en el asfalto el engranaje de las
porciones
que han llenado las arcas de mi vida.
Dejo por ejemplo
la inmediatez
de mi voz que envejeció de golpe
sus cuerdas y la humedad saliente de cada reforma.
Dejo los deseos de vivir y la enorme traición
que golpeó en mi rostro como un espasmo.
Las cinco maneras de mentir y el uniforme de terrestre
que compré en un bazar sin sueños.
Dejo la almohada amarilla de mis últimas masturbaciones
mi esperma y el acordeón que llevo en mi cerebro
las anclas que envejecieron las aguas
ante de que sonaran las luces de un Puerto.
Dejo sobre este papel toda mi romántica idiotez
mi mala forma y la pipa del cardenal dormido
que colocó una lanza sobre mi frente.
Dejo el parque y los disturbios
y el recuerdo de una mujer
que disecó con su belleza las perlas de mi pecho.
Dejo el ademán la intriga
el desorden y toda la herramienta capaz de un hueso generar.
Dejo a pesar de los insultos un corazón que lamer
dos lápices de carne
y una vuelta y media sin regreso.