III. La
guardiana
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Mira,
Seth. Éste es un báculo muy especial. Es muy
importante que aprendas a usarlo dijo
Micael, mostrándoselo. Atiende:
dependiendo de la presión que emplees al tomarlo
con tu mano se acomodarán sus átomos de manera
de ponerse flexible o tieso, sirviéndote así
como látigo o garrote según te sea necesario.
También sirve para suministrar una pequeña
descarga eléctrica al contrincante si éste no
entra en razones. Pero no es recomendable abusar
de esta cualidad del báculo porque la energía
que necesita para producir el rayo la absorbe de
tu organismo, debilitándote. No es fácil
aprender a usarlo, requiere de mucho
entrenamiento, pero una vez que dominas la
técnica se convierte en una extensión de tu
cuerpo. La clase de hoy la dedicaremos a esto. ¡Yo
pensé que hoy continuaríamos con las lecciones
de esgrima! ¡Pensé que utilizaríamos espadas!
protestó Seth.
¡Pero
esto es mucho más interesante, Seth! ¿Qué es
la espada en comparación con el báculo? Con la
espada derramas sangre; en cambio, con el báculo
te impones sin hacer demasiado daño.
Seth
no parecía convencido.
¡A
mí me gusta la espada!
Está
bien dijo Micael. Te haré una
demostración. Tú usa la espada y yo utilizaré
el báculo tomó distancia, preparándose
para pelear. ¿Estás listo?
¡Sí,
señor!
¡Bien!
¡Comencemos!
Seth
levantó la espada e instantáneamente el báculo
de Micael se enroscó a ella como una serpiente y,
de un tirón, la hizo volar por los aires. Antes
de que Seth pudiera reaccionar, Micael lo
enganchó de un tobillo y lo hizo caer de
espaldas al piso.
¿Te
golpeaste? preguntó Micael mientras le
tendía una mano.
¡No!
¡Ahora verás! exclamó Seth enfurecido,
poniéndose de pie de un salto.
Volvieron
a tomar posiciones y Seth fue a dar con sus
huesos contra una pared, rebotó y cayó con las
piernas en alto. Micael, que se estaba
divirtiendo enormemente, le tendió la mano por
segunda vez. Mientras Seth se levantaba en estado
de enfurruñamiento absoluto, entró a la sala
uno de los capitanes del ejército.
Micael...
Ya la tienes aquí.
¿Ya
llegó? le dijo Micael, con notoria
alegría. El otro asintió con la cabeza y
salió. Seth, debemos dejar esto para más
tarde...
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¿Por qué? inquirió Seth con
rostro ceñudo.
La
jefa de la Guardia Celeste acaba de llegar y tengo miles
de cosas que hablar con ella. Continuaremos luego.
Dicho
esto, Micael salió de la sala en dirección al campo de
vuelo, dejando a Seth a solas con sus pensamientos.
Siempre
hay algo o alguien más importante que yo...
Micael
se reunió con Elyón y los demás justo en el momento en
que la brillante nave de la guardiana se detenía,
apoyándose en el piso. Elyón gritó:
¡Traed
a los novicios para que la conozcan!
Rafael
fue a buscarlos y les dijo que se acercaran. Seth, de muy
mala gana, y viendo que una muchedumbre se apiñaba para
ver a la recién llegada, susurró al oído de su hermano:
¿Quién
es ésta, por la que hacen tanto alboroto?
Elyón
me ha dicho que es la criatura más hermosa del universo...
¡Ah,
qué va a ser la más hermosa! dijo con desprecio.
¡Qué
mal genio tienes, Seth! lo reprendió Abiel.
Si Elyón lo dice, así debe ser.
En ese
momento se abrió la compuerta de la nave y una figura
muy agraciada se dibujó en medio del resplandor que
emergía de la misma. Fue entonces cuando Gabriel, el
vocero celeste, la anunció con potente voz:
Hermanos
y hermanas, regocijémonos, pues la encarnación de la
belleza está nuevamente aquí, entre nosotros. Demos la
bienvenida a SatánaElyón, la princesa de la
Guardia Celeste.
Micael,
sonriente, se aproximó a la escalerilla para recibirla y
ella, luego de bajar lentamente, se arrojó a sus brazos
riendo. Lucía un espléndido traje adherente de un
material escamoso, que asimilaba la piel de una serpiente.
El casco, recubierto con el mismo material, tenía la
forma de la cabeza de una cobra. Sobre él se erguía una
única antena sinuosa que la bella Satanael no había
querido cambiar por el sistema dual porque, según ella,
era antiestético. Detrás de la visera
transparente del casco podían verse un par de ojos
enormes y negrísimos, cuyos iris ocupaban toda la
superficie de los mismos. Brillaban como ascuas al igual
que su rostro, pequeño y de delicadas y asombrosamente
simétricas facciones. Al quitarse el casco sacudió
sensualmente una larguísima cabellera negra que cubría
gran parte de su cuerpo de curvas perfectas.
No
es como la imaginaba... susurró Abiel al oído de
Seth.
No
obtuvo respuesta. Seth había quedado totalmente
deslumbrado. No podía apartar su mirada de Satanael. En
verdad, era muy, pero muy hermosa. Demasiado como para
ser real.
En ese
momento salió otro ser de la nave, vestido con el mismo
atuendo. Tenía un agresivo rostro felino, largos
colmillos e intimidantes garras. Clavó sus amenazadores
ojos verdes en los novicios, a quienes no conocía.
Éstos empezaron a retroceder, chocando entre sí,
temblando de miedo.
No
os atemoricéis los contuvo Rafael. Es Ariel,
la mano derecha de Satanael. Parece un león bípedo,
pero no lo es. Es un ser inteligente. Es un querube.
¿No
nos hará daño? preguntó Seth.
Claro
que no. A no ser que os comportéis mal...
Los
treinta y seis primeros hombres civilizados permanecían
sentados en una sala, esperando con impaciencia un
anuncio que iba a dárseles, mientras Rafael y Satanael
hablaban en voz baja frente a ellos.
¿Por
qué son todos machos? ¿Por qué no habéis adiestrado a
ninguna hembra? preguntó ella.
No
queríamos que se distrajeran durante el período de
entrenamiento... le respondió Rafael.
Además, la idea es que se reproduzcan con especímenes
salvajes de su propia especie. Piensa en esto: ¿qué
hembra civilizada va a aceptar aparearse con un macho
salvaje?
Absolutamente
ninguna.
Ahí
tienes la respuesta. Los machos, en cambio, no son tan
quisquillosos como vosotras. Por otra parte,
la capacidad reproductora del macho es infinitamente
superior a la de la hembra. Mientras una hembra permanece
embarazada, él puede seguir preñando a otras y así
multiplicar rápidamente el número de sus hijos
Rafael hizo una pausa y luego, levantando la voz,
se dirigió a los novicios: Prestad atención, que
os diré algo muy importante comenzó.
Vuestro período de educación y entrenamiento ha
finalizado. Sois varones hechos y derechos, preparados
para tomar responsabilidades. Ha llegado el momento de
que cumpláis vuestra misión: fecundar a vuestras
hermanas y elevar a toda vuestra especie a una condición
superior. Vuestra tarea consistirá, en primer término,
en seleccionar hembras vírgenes y sanas para que sean
madres de vuestros hijos. En segundo término, deberéis
educar a vuestros vástagos (y también a vuestras
mujeres, si fuera posible) del mismo modo en que nosotros
os hemos educado... Hasta aquí, ¿alguna pregunta?
Sí
dijo Seth. Las hembras son salvajes y nos
colmarán de patadas y gatuñadas. ¿Cómo haremos para
aparearnos con ellas, sin morir en el intento?
Será
más fácil de lo que crees, Seth le contestó
Rafael con una sonrisa. En primer lugar, debéis
saber que vosotros sois considerablemente más altos y
robustos que la media de vuestra especie. Esto se debe a
las inmejorables condiciones en las que habéis sido
criados y también a algunos retoques genéticos que se
os han practicado. En comparación con los salvajes
seréis como gigantes, por decirlo de alguna
manera. Esto os será de gran utilidad para dominar con
facilidad a las hembras; pero es importante que no seáis
violentos con ellas. Si una hembra se resistiese
demasiado lo mejor será que la atéis de pies y manos;
pero nunca la lastiméis.
¡Qué
métodos los tuyos, Rafael! exclamó Satanael con
indignación.
En
verdad, no soy experto en este tema de las relaciones
entre el macho y la hembra continuó él. Por
eso le he pedido a Satanael que se haga cargo de
instruiros en estas cuestiones. Ella os explicará con
todo detalle cómo debéis actuar.
Seth,
más que entusiasmado con la nueva profesora, se
apresuró a preguntar si las clases serían de carácter
teóricopráctico.
Serán
estrictamente teóricas le contestó Satanael.
Ya os cansaréis de practicar con vuestras hermanas.
Qué
pena... Así no será tan divertido... suspiró
Seth, mientras le lanzaba miradas cargadas de lascivia.
Satanael,
acostumbrada a despertar las más desenfrenadas pasiones,
le respondió con una sonrisa de complicidad y,
sentándose sobre una mesa en una pose muy sensual,
comenzó:
Prestad
mucha atención. Si hacéis lo que yo os indique,
ciertamente conoceréis la cara del placer...
La base
construida en Adamo había sido ubicada en un lugar
paradisíaco, regado por un río de agua cristalina,
donde había un clima suave y crecían toda clase de
hermosos árboles y plantas con bellísimas y coloridas
flores. Allí había sido levantada la base Edén con
magníficas construcciones de tipo piramidal que
flanqueaban el río. En una de las pirámides se había
instalado un salón de regeneración celular y, muy cerca
de allí, se situaba un laboratorio al que sólo los
mandos superiores tenían permitido el acceso. Ningún
hombre había sido autorizado a ingresar allí.
Elyón
había decidido que Abiel, por su excelente conducta,
fuese el jefe del Proyecto Adamo, lo cual
disgustó bastante a Seth, quien se consideraba más
inteligente y carismático que su hermano y, por lo tanto,
con más derecho a ese puesto. Como no pudo salirse con
la suya se hizo guardián, poniéndose bajo las órdenes
de Satanael; pero eso no logró alejarlo de sus malos
pensamientos. Después del nombramiento de Abiel andaba
callado y cabizbajo, tratando de disimular sin éxito su
resentimiento. En una ocasión Micael lo encontró solo
en la orilla del río y, dándose cuenta de lo que le
sucedía, lo increpó:
¿Por
qué estás enfurecido y andas con la cabeza baja? Si
obraras correctamente andarías erguido pero, como no lo
haces, te comportas como una fiera agazapada a la espera
del momento justo para atacar.
Realmente,
esperaba que tú me comprendieras le contestó Seth
con antipatía.
¿Qué
es lo que tengo que comprender?
Sabes
perfectamente que ese puesto era para mí. Soy mucho más
capaz que Abiel. Él es un tonto que siempre anda detrás
de Elyón, reverenciándolo. Seguramente por eso lo
eligió a él. ¡Pues a mí no me gusta hacer el papel de
arrastrado!
Me
parece que estás exagerando mucho este asunto dijo
Micael con rostro severo. En primer lugar, no creo
que tu hermano sea ningún arrastrado y deberías pensar
un poco antes de hablar así de él. Si Elyón lo
escogió, sus buenos motivos habrá tenido. En cuanto a
ti, te preocupas por cosas que no tienen mayor
importancia. Eres un niño consentido que lo tiene todo:
no conoces las contrariedades, no has estado nunca en la
guerra y no tienes idea de lo que son el dolor, el
sufrimiento y la muerte. No sé de qué te quejas hizo
una larga pausa mientras lo contemplaba fijamente y luego,
alejándose de Seth, agregó: Sería bueno que
pensaras un poco en todo esto y haz el favor de ahorrarme
el tener que escuchar estupideces porque me pone de muy
mal humor.
Seth,
herido por la actitud de Micael, lo siguió con la mirada
hasta que lo vio desaparecer detrás de una pirámide. En
ese momento se dio cuenta de que había alguien detrás
suyo, muy cerca, que había estado observando toda la
escena en silencio. Se volvió y sus ojos se encontraron
con los de Satanael. Ella, seductora como siempre, le
dedicó una breve sonrisa y luego continuó su camino en
dirección al laboratorio restringido, cuya entrada era
guardada por su amigo Ariel en ese momento.
Huelo
a problemas le dijo al llegar.
¿Qué
tipo de problemas? le preguntó Ariel.
Seth
no está conforme con la decisión de Elyón. Está
celoso de su hermano.
Ya
se le pasará...
No.
No lo creo. Hay algo en él que no me gusta dijo
ella enigmáticamente.
¡Oh,
Satanael! ¿Qué idea se te metió ahora en la cabeza?
exclamó Ariel. ¿Qué es lo que ha hecho el
pobre muchacho para no ser de tu agrado?
No
me gusta su actitud... Quiere ser el primero... Quiere
tener poder... Puede ser peligroso.
¿Peligroso?
¿Por qué? ¡Si aunque quisiera no podría hacer nada!
Los hombres no tienen acceso al armamento.
Por
ahora, pero algún día lo tendrán. ¿Y cómo podemos
estar seguros de que no se rebelarán contra nosotros
cuando llegue ese día?
No
sé... respondió Ariel dubitativo.
Satanael
hizo un largo silencio, mientras observaba a Seth a lo
lejos. Por fin dijo:
Quizás
haya una sola manera de averiguarlo.
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