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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA (50)
Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7
Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos.
QUE ESTÁS EN LOS CIELOS
Cuando las Escrituras parecen situar a Dios en un lugar, hay en ellas un sentido más espiritual y elevado
¿Qué es el cielo? Tratando de esta pregunta, Orígenes advierte que cuando decimos que el Padre está en el cielo, no hemos de imaginar que tiene figura corporal y que allí habita en un lugar determinado [como los paganos se imaginaban a sus dioses y a sus ídolos]. Si Dios Padre estuviera limitado por los cielos sería menor que ellos, pero en realidad es él quien lo contiene todo con el ineludible poder de su divinidad”. En efecto la Escritura muestra al Señor “extendiendo los cielos como un manto” (Isa 44, 24; 51, 13; Ver Job 9,8) o midiéndolo con su derecha (Isa 48, 13). Los cielos, el universo es obra de sus manos y no puede contenerlo.
“Todas las expresiones de la Sagrada Escritura – explica Orígenes – que indican un lugar donde Dios habita, han de entenderse en sentido espiritual, conforme a la naturaleza de Dios. Por ejemplo: “sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre” (Jn 13,1); “sabiendo... que había salido de Dios y a Dios volvía” (13,3); “me voy y volveré a vosotros, si me amarais os alegraríais de que voy al Padre” (14, 28). Si hubiera que interpretar este tipo de frases con sentido espacial, tendríamos que hacer lo mismo con la siguiente: “Si alguno me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y pondremos nuestra morada en él” (Jn 14,23). De seguro que esta expresión no se refiere a ningún cambio de lugar con respecto a la venida del Padre y del Hijo al que ama la palabra de Jesús”. Orígenes rechaza “la idea tan impropia que tienen de Dios quienes le imaginan en un lugar concreto de los cielos, de lo cual lógicamente se podría concluir que Dios es corpóreo. “Esto llevaría consigo – dice Orígenes - los más gruesos errores acerca de Dioos: le imaginaríamos divisible, material, corruptible. Dios habita en el cielo como habita en cada santo, que lleva la imagen del hombre celestial (1 Cor 15, 49) o en Cristo (Flp. 2,15). Como los santos están en el cielo, allí también está Dios: “a ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo” (Sal 123, 1)”
“No imaginemos tampoco – concluye Orígenes – que las Escrituras nos enseñan a decir el Padrenuestro sólo en algunos momentos de oración. Debemos orarlo continuamente (1 Tes 5, 17) con toda nuestra vida, de manera que no pongamos nuestro tesoro (Flp 3 20) en medios terrenos sino en los cielos, en el trono de Dios. Porque el reino de Dios ha sido establecido en todos los que llevan en sí la imagen del hombre celestial (1 Cor 15, 49) y en el que se ha hecho celestial a sí mismo viviendo como tal”.
Hasta la próxima
Horacio Bojorge S.J.
hbojorge@adinet.com.uy