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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA (52)
Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7
Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos.
¡VENGA
TU REINO!
Más que una petición, es el deseo que prorrumpe del corazón de los hijos
Este es “el único gran deseo” (H. Schürmann). El Dios Padre es reconocido, acatado y gozosamente obedecido como Padre por sus hijos. Si el nombre del Padre es santificado, reconocido como Padre, glorificado como Padre, por el mismo hecho se instaura el Reino de los Hijos, o sea el reinado del Padre sobre los hombres filiales que lo reconocen tal, y acatan su voluntad. Pero esto es todo obra de gracia.
Este deseo es como la prolongación y la consecuencia del anterior: ¡Santifica tu nombre! Brota de la misma intención filial de que se tribute al Padre toda la gloria y el honor, el reconocimiento de su condición Paterna, por la que es la fuente amorosa del ser y la existencia. Pero el deseo ¡Venga tu reino! es interpretado a su vez por el deseo siguiente: ¡hágase tu voluntad!. Los tres grandes deseos van eslabonados uno con el otro y se explican el uno al otro.
Jesús no da explicaciones acerca de lo que significa “el Reino de Dios” cuyo advenimiento anuncia. No se explaya en definiciones. El que tiene corazón filial, entiende de qué se trata. El que no tiene corazón de hijo, no entenderá de qué se trata por más explicaciones que se le den. Por ejemplo, los que hablan de “construir el Reino de Dios” demuestran no haber entendido nada. Porque el Reino se pide, no se construye. Es un don del Padre y que de ninguna manera lo pueden construir los hombres. Eso equivaldría a aspirar a hacerse padres de sí mismos. Superhombres. Ciudadanos de una nueva Babel soberbia. Al Reino de los hijos se ingresa por generación. Por divina regeneración. Y nadie pretenderá engendrarse a sí mismo. Eso solo lo pretende la raza de víboras, la generación perversa, los hijos de la serpiente, que se sientan en el trono de Dios y pretenden hacerse adorar. Al reino de los hijos se entra por generación consentida, deseada. Se accede como a una nueva justicia, que excede a la de los escribas y fariseos. “Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos no entraréis en el Reino de los Cielos”; en otras palabras: “el reino de los hijos”. Es decir: os quedaréis afuera de la condición filial. El Reino del Padre es la condición filial de sus hijos. ¿Sobre quién reina Dios Padre si no es sobre los hombres que lo reconocen Padre y quieren vivir haciendo su voluntad? La ley del Reino celestial, es la voluntad del Padre, acatada amorosamente, abrazada gozosamente por los que tienen corazón de hijos. Por eso: El Reino de Dios entre vosotros, es decir, entre los hijos está (17, 20-21). En corazones como el de Jesús.
Hasta la próxima
Horacio Bojorge
http://www.oocities.org/ar/horaciobojorge