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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA (53)
Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7
Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos.
EL REINO DEL PADRE
El Reino del Padre no lo construimos los hijos, solamente lo pedimos, pero ya vivimos en él.
Jesús comenzó su predicación anunciando la llegada del Reinado de Dios: “El Reinado de Dios ha llegado, conviértanse y crean en el evangelio” (Mc 1, 15). Cuando se despide para subir al cielo, sus discípulos le preguntan: “¿es ahora cuando vas a restablecer el reino de Israel?” (Hch 1,6). Los discípulos no tenían todavía clara la diferencia entre el Reino del Padre y el Reino de Israel. Es decir entre el Reino que había anunciado Jesús y el Reino mesiánico político que esperaban muchos israelitas. Todavía hoy hay muchos cristianos que no tienen claro en qué consiste el Reino de Dios y lo piensan en términos políticos intrahistóricos y como algo que “hay que construir” y que sería obra humana. Sin embargo, el Reino de Dios, no se construye, se pide y se recibe. Lo que sí se edifica es la Iglesia.
Respecto del Reino de Dios y su realización última y definitiva, el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que: “La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y Resurrección (Ap 19, 1-9),. El Reino no se realizará, por lo tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (Ap 13,8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (2 Pe 3, 12-13) [CIC 677]
Para Jesús, el Reino de Dios, era el Reinado del Padre. Y el Reinado del Padre, naturalmente, tiene por ciudadanos a los que viven como hijos de Dios. Ese Reino de Dios, “viene sin dejarse sentir – dice Jesús – no dirán mírenlo allí mírenlo allá, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros” (Lc 17, 20-21). Es decir entre los hijos. Por eso, afirma Orígenes, el que ora pidiendo la venida del Reino, “lo hace para que el Reino de Dios nazca dentro de él, lleve fruto y se perfeccione. Porque toda persona santa es guiada por Dios, cumple sus leyes espirituales y permanece en sí mismo como ciudad bien gobernada. Presente en él está el Padre y reina con el Hijo en aquella”. El Reino del Padre es algo ya presente y que ha comenzado pero que debe seguir instalándose en las almas en el futuro, que ha comenzado en la tierra pero culminará en la Vida eterna.
Hasta la próxima
Horacio Bojorge
hbojorge@adinet.com.uy