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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA (51)
Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7
Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos.
¡SANTIFICADO
SEA TU NOMBRE!
Esta petición inicial es el alma de todo el Padre Nuestro y de cada una de sus peticiones
“¡Santificado sea tu Nombre!” Esta primera frase de la Oración de Jesús, no podemos alinearla simplemente como una “primera petición” con las siguientes. Debemos reconocerle una importante función inaugural que precede a todos los demás deseos y peticiones siguientes y los informa íntimamente. “Es el alma de todo el Padrenuestro y de cada una de sus peticiones” (H. Schürmann). Los oraciones judías del tiempo de Jesús solían comenzar con una alabanza. Jesús estaba lleno del deseo de la gloria del Padre, sin embargo no nos enseña a comenzar con una alabanza, sino con una petición que remite a las manos del Padre mismo la realización de este deseo, el más intenso y grande del corazón filial: ¡Santificado sea tu nombre! Esta expresión en forma pasiva (pasivo divino, lo llaman los exegetas) quiere decir en realidad, dirigiéndose a Dios: “¡Santifica (Tú) tu nombre!”. Jesús pone así de manifiesto que la santificación del nombre del Padre supera toda posibilidad humana ya que es obra del Padre mismo y que sólo Él puede realizar. Lo único que podemos hacer nosotros, creaturas, es desearlo y pedirlo. “Esa santificación no es pues, obra de los hijos que lo invocan, sino gratuito don del Padre a quien invocan” (S. Sabugal). Santificación significa también glorificación: “glorificado sea tu nombre”, es decir, “glorifica tu nombre” (Jn 12, 28). El evangelista Juan condensa la obra de Jesús en la acción de glorificar al Padre en la tierra (Jn 17, 4), manifestando su nombre a los discípulos (Jn 17,2.26) rogando asimismo que santifique en la verdad de su amor paterno (Jn 17,17) a aquellos a quienes seguirá dando a conocer su nombre (Jn 17, 26). Los discípulos son, pues, objeto de la progresiva manifestación del nombre del Padre por parte de Jesús. El Padre santifica su nombre primera y principalmente en sus hijos, en los que viven como el Hijo. ¡Que todos puedan decirte Padre como yo! ¡Manifiéstate Padre, a través de Jesús y a través de mí! Hemos visto que en el Sermón de la Montaña Jesús ponía como meta de la justicia filial la glorificación o santificación del Padre: “que vean vuestras buenas obras [de hijos] y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,16). “¡Muestra que eres Padre! ¿cómo? ¡engendrándonos!” Ojalá todos te conozcan como Padre y vivan como hijos, dándote gloria.
Hasta la próxima
Horacio Bojorge S.J.
hbojorge@adinet.com.uy