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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA (16) Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7 Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos. ¿POR QUÉ JESÚS ENSEÑA A NO JURAR? ¿POR QUÉ JESÚS NO JURÓ NUNCA? «Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo os digo que no juréis en modo alguno” (Mateo 5, 33). Jesús
no juró nunca porque era totalmente veraz: “No hallaron en su boca
mentira” (1 Pedro 2, 22). “Maestro,
sabemos que eres veraz” (Mt 22,16). Él
era la Verdad que juzga todas las verdades y no es juzgada por ninguna.
Por Él es verdad cualquier cosa verdadera. Por eso Él no se sometía a
invocar el testimonio de nada ni nadie para fundamentar sus dichos, sus
enseñanzas, su vida: “Nosotros hablamos de lo que sabemos y damos
testimonio de lo que hemos visto” (Jn 3, 11). Por eso nunca quiso alegar
otro testimonio que el del Padre, el del Espíritu, el de las obras que el
Padre le concedía hacer “Si yo diera testimonio de mí mismo mi
testimonio no sería válido. Otro es el que da testimonio de mí y yo sé
que su testimonio es verdadero [...] tengo un testimonio mejor que el de
Juan, [...] las obras que el Padre me ha encomendado hacer ... dan
testimonio de mí” (Jn 5, 31-37; ver 8, 12-18; 10, 25-26, 37-38) Pero
Jesús es el Juez supremo. Jesús habló con autoridad propia y no
invocando autoridades ajenas. “Yo os digo; en verdad [amén] yo les
digo”. En el Sermón de la Montaña Jesús abre cada enseñanza, por
catorce veces, con estas palabras: Mt 5, 2.18.20.22.26.28.32.34. 39. 44; 6,
2.5.16.25.29. Son la fórmula evangélica habitual para presentar sus enseñanzas.
Y
ese modo de hablar con propia autoridad fue motivo de extrañeza en su
tierra: “la gente quedó asombrada de su doctrina – dice Mateo al
concluir el Sermón de la Montaña – porque les enseñaba como quien
tiene autoridad [propia] y no como sus escribas” (Mt 7, 28-29; ver Mc 1,
22.27). ¿Cómo
iba a invocar, jurando, otra garantía si Él es la garantía de todas las
certezas? Cómo
iba a jurar por el cielo o la tierra Aquél que dijo: “El cielo y la
tierra pasarán pero mis palabras no pasarán” (Mt
24, 35) ¿Cómo
iba a jurar por institución alguna humana, si “todo hombre es
mentiroso” (Rm 3,4; cita Sal 115,11) y
si “El que escuche mi palabra y la ponga en práctica es como el hombre
prudente que edifica su casa sobre la roca” (Mt 7, 24). ¡Oh
Padre, engéndranos en tu verdad, como hijos veraces, dignos de ti! ¡Y
por el precioso precio de la sangre de tu hijo, recompra a los esclavos de
la mentira! Hasta
la próxima, hermanos Horacio
Bojorge S.J. hbojorge@adinet.com.uy |