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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA  (21)

Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7

Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos.

 

¿CÓMO AMAR A LOS ENEMIGOS?

La enseñanza de Jesús acerca del amor a los enemigos es la cumbre de la revelación acerca de la condición filial, como reflejo del obrar del Padre:

«Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?  Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5, 43-48)

“Si vuestra justicia no excede la de los escribas y fariseos” (Mt 5, 20) no seréis hijos, dice Jesús.. ¡Con mayor razón la justicia filial tiene que exceder a la de los publicanos y paganos. Jesús invitará repetidamente a los discípulos a superar las actitudes paganas: “al orar no charléis mucho, como hacen los paganos” (6, 7); “no andéis preocupados – por la comida y el vestido – que por esas cosas se estressan los paganos” (6, 31-32)

El amor a los enemigos, lo presenta Jesús como la cumbre de sus enseñanzas acerca del obrar filial. Obrando así, los hijos tienen que exceder “lo natural”, “lo que hace todo el mundo”. ¿Si los hijos de Dios sólo quieren a los que los quieren, dónde está la diferencia? Amar a los que los aman, lo hacen hasta los mafiosos. Si no saludamos más que a nuestros hermanos en la fe ¿qué hacemos de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles, que saludan  a sus hermanos?

Amar no quiere decir amar por igual. No se trata de amar al enemigo lo mismo que al amigo. La justicia enseña a darle a cada uno el amor que se le debe. La justicia cristiana innova al afirmar que hay una forma del amor debida también a los enemigos. Les desea el bien; y es capaz de ejercitar con ellos obras de misericordia corporales y espirituales. Esto no altera el orden de la Caridad, que manda amar más a quienes debemos más beneficios. Jesús, maestro de mártires, enseña que los perseguidores son, sin quererlo, bienhechores, porque ponen en situación bienaventurada: “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia” (Mt 5,10-12).  La filiación se consuma en la persecución. Los hijos, como el Padre querrían que los perseguidores se convirtiesen. “Vosotros pues, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Jesús se mostró como el hijo perfecto cuando oró: “Perdónalos Padre porque no saben lo que hacen”.

Hasta la próxima

Horacio Bojorge S.J.

hbojorge@adinet.com.uy