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IX. EL SERMÓN DE LA MONTAÑA Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7 Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos. Querido Lector: en esta novena entrega de la guía de meditación del Sermón de la Montaña empiezo el comentario de la primera de las cuatro partes a las que me he referido antes, en la que Jesús prescribe el obrar de los hijos. En esta entrega la comento globalmente y en las sucesivas por partes. A) OBRAR LAS OBRAS DEL PADRE (1) (5, 20-48): “HABÉIS OIDO QUE SE DIJO ... PERO YO OS DIGO: ... SED PERFECTOS COMO VUESTRO PADRE CELESTIAL” Jesús viene a llevar la Ley a su perfección. Revela que la justicia de los hijos debe sobrepasar todo lo conocido y practicado hasta ahora entre los hombres. Por eso la próxima sección del Sermón del Monte (Mateo 5, 21-48) consta de seis contraposiciones entre lo que se ha oído decir hasta entonces y lo que Jesús viene a decir ahora. La nueva conducta de los hijos debe exceder a la de los escribas. De lo contrario no es posible entrar en el Reino de los Cielos (v. 20). Esto significa que uno se queda fuera de la filialidad. No llega a vivir como hijo. No llega a ser hijo. Esta sección comienza con una enseñanza solemne introducida por el primero de siete: “Yo os digo” (5, 20). Por eso, este versículo hace de bisagra entre la sección anterior y la que sigue de aquí en adelante. En los versículos 5, 21-48, se encuentran seis “yo os digo” más, en forma de contraposición: "habéis oído que se dijo .... pero yo os digo" (versículos 21.27.31, 33, 38, 43). Con esta expresión Jesús va poniendo seis ejemplos de cómo la nueva justicia de los hijos debe exceder a la de los escribas y fariseos para llevar la antigua Ley a su perfección; es decir: a la perfección del obrar del Padre. El último “yo os digo” de Jesús manda a sus discípulos amar a los enemigos. De esta manera son engendrados como hijos de Dios alcanzando la mayor y perfecta semejanza de su imagen filial con el Padre (5, 45). En efecto, Jesús revela que la conducta del Padre, su modo de obrar, ha de ser la pauta y el modelo del obrar filial: “vosotros sed perfectos como vuestro Padre” (v. 48). Este es el secreto de la conducta filial: excede lo exigido por la Ley, porque es imitación del obrar del Padre, manifestado en Jesús. Los hijos no sólo quieren cumplir la ley, como una obligación moral, sino que el móvil de su acción es religioso: no disgustar nunca, sino agradar al Padre y glorificarlo cumpliendo su voluntad con gozo filial. El resultado es que sus vidas se convierten, sin buscarlo, en un testimonio que hace visible al Padre. Por eso son sal y luz de la tierra. Hasta la próxima Horacio Bojorge S.J.
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