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VIII. EL SERMÓN DE LA MONTAÑA Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7 Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos. Querido Lector: te ofrezco esta octava entrega de la guía de meditación del Sermón de la Montaña en la que continúo explicando la tercera y cuarta de sus cuatro partes principales. DIVISIÓN DEL SERMÓN DE LA MONTAÑA (2) Jesús, habiendo descrito en A) y B) el obrar y la conciencia filial, ahonda ahora aún más hasta llegar al fondo del corazón filial. C) CORAZONES COMO EL DE DIOS (6, 19 – 7, 12): Los que viven de cara a Dios, bajo Su mirada, miran las cosas como Dios las mira. Su mirada está gobernada por un amor, que privilegia al Padre y recibe de Él sus seguridades. No es amor de los tesoros sino un tesoro de amor: “No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (6, 19 - 21). ¿Dónde busca seguridad el corazón de un Hijo? ¿En su Padre o en el dinero? Jesús enseña a abandonarse en la Providencia del Padre; Quien al que busca lo que es más, le dará lo que es menos. El corazón filial está seguro del amor del Padre y de recibirlo todo de Él: “Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis... ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso” (6, 24-25.32). D)
CRITERIOS DE DISCERNIMIENTO (7,13 – 29): “No todo el que me dice Señor,
Señor, sino el que hace la voluntad de mi Padre” (7, 22). Los hijos
auténticos toman las decisiones justas aunque sean arduas porque es
estrecho el camino de la obras del amor filial (7, 13-14) Los
falsos hijos son falsos profetas: dicen ser hijos y/o se lo creen. ¿Cómo
discernirlos/nos? Dado que el corazón y la conciencia son invisibles,
hay que mirar sus obras, no sus palabras (7, 15 - 19)
Los verdaderos Hijos son los que hacen la voluntad del Padre. De
ellos dice Jesús: “Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre
celestial, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mateo 12, 50).
Ser o no ser, esa es la cuestión. Hasta la próxima Horacio Bojorge S.J.
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