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VI. EL SERMÓN DE LA MONTAÑA Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7 Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos. Querido Lector: te ofrezco esta sexta entrega de la guía de meditación del Sermón de la Montaña en el que Jesús quiere enseñarnos a vivir como Hijos y a vivir y obrar para gloria del Padre celestial. LA NUEVA JUSTICIA: VIVIR COMO HIJOS (Mateo 5, 17-20) “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Os lo aseguro: mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley sin que todo se cumpla. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos”. En este pasaje Jesús habla de la Ley y de dos justicias o modos de vivirla: la de los escribas y fariseos y la de los hijos. La justicia de los hijos no anula la Ley sino que la lleva a su perfección, haciendo a los hijos perfectos como lo es su Padre celestial porque obran lo mismo que obra el Padre (ver 5, 48). La nueva justicia filial, superando y excediendo a la antigua, la lleva a la perfección del Padre. De este modo, los hijos iluminan con su vida no solo a los paganos sino también al pueblo elegido La Ley en cuanto manifestaba la voluntad de Dios sigue vigente, Jesús enseña a cumplirla perfectamente, como querer del Padre, con corazón de Hijo. Y por eso mismo, enseñará que si queremos ser verdaderos hijos del Padre debemos excederla para llevarla a su perfección. La justicia de los Hijos debe superar a la de los escribas y fariseos que apuntaba al cumplimiento escrupuloso de la Ley. En eso consiste su grandeza ante el Padre: en exceder filialmente la guarda de la Ley no solamente por obedecerlo sino por complacerlo. Jesús mide la grandeza o pequeñez de los hombres ante el Padre por su amor filial, expresado en su fidelidad a los mínimos mandamientos de la Ley. Esta nueva apreciación de la pequeñez o la grandeza que introduce Jesús, contradice el concepto de grandeza y pequeñez que tenían los fariseos y los escribas. El Reino de los Cielos, es el Reino del Padre y el Reino de los Hijos. No es algo distinto de la condición filial y fraterna. No entrar en el Reino es quedarse sin ser hijo, no llegar a serlo. Hasta la próxima Horacio Bojorge S.J. |