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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA (44)
Lectura
guiada de Mateo capítulos 5 al 7
Vivir como
el Hijo – Vivir como Hijos
¡PADRE! NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS
Dios es Padre del Hombre, de Israel, de Cristo y los cristianos. Pero lo es de diversas maneras.
Dios merece el nombre de Padre del Hombre, - dice Santo Tomás – “porque lo creó a imagen y semejanza suya, cosa que no hizo con las demás creaturas inferiores”. Se lo llama también Padre de Israel: “Es tu Padre, aquél que te hizo y te creó” (Dt. 32,6). Pero Jesús lo tiene por Padre suyo y de sus discípulos de una manera especial, diferente, nueva. Dicen los estudiosos (Santos Sabugal) que esta invocación era plegaria de la Sinagoga y de la Iglesia, viniendo a ser luego herencia cristiana. Sabugal la llama: “preciosa gema tomada del cofre de la Sinagoga, que sigue formando parte del patrimonio común a cristianos y judíos y puede contribuir al diálogo fraterno entre ellos”. En labios de Cristo y de los cristianos, no traduce sólo la paternidad adoptiva de Dios en relación con Israel, su rey y el justo israelita. Se trata ahora de la paternidad de un Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo (“mi Padre” Mt. 7,21) y nuestro (Mt 6,9), quien nos engendró (1 Jn 3,9, 4,7; 5,1.4.18; 1 Pedro 1,23, Sant 1,18) mediante la fe en su palabra y el bautismo (Jn 3, 5-8). Es una filiación nueva y real, no ya adoptiva, de quienes “nos llamamos hijos y lo somos” (1 Jn 3,1). Jesús, el Hijo, lo invoca a su Padre con esa palabra en la oración del Huerto: “¡Abbá! ¡Padre!” (Mc 14,36). Y la misma exclamación, sin duda familiar a los primeros cristianos se refleja en las cartas de Pablo (Gal 4,6; Rm 8,15). Se conserva así la expresión aramea “Abbá”, intraducible al griego. Era la expresión familiar con que un niño de lengua aramea se dirigía a su padre natural. Equivale a nuestros: “papá”, “tata”, “papi”. Jesús hizo participantes a sus discípulos de su conciencia filial, porque los estableció en una relación filial verdadera: “quién es mi hermano?... todo el que hace la voluntad de mi Padre” (Mc 3, 33-35). Jesús tuvo y recomendó una actitud filial tierna e infantil ante el Padre (Cfr. Lc 18,16-17; Mc 9,35-36) de quien los hijos deben recibirlo todo. Los discípulos pueden expresar su inaudita y totalmente nueva relación filial con Dios, su único Padre (Ef 4,16), mediante la misma invocación de Jesús, formulada con su misma palabra en el exultante, jubiloso e incontenible grito: “¡Abbá! ¡Padre!”. Una invocación propia y exclusiva de los bautizados, de los hijos de Dios, y que por eso, en los primeros siglos era ocultada y mantenida en secreto y no revelada a los no creyentes. Los fieles “se atreven” a decirla porque “Jesús se lo enseñó” (Liturgia de la Misa).
Hasta la próxima
Horacio Bojorge