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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA  (42)   

Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7

Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos

 

 JESÚS MAESTRO DE ORACION FILIAL

 

Bajada: Jesús aprendió a orar de María y en su pueblo, pero el Padre lo hizo maestro de una nueva oración para todos los tiempos.

 

El Catecismo de la Iglesia católica (=CIC) nos enseña cosas muy hermosas acerca de la oración de Jesús como maestro de oración. Nos dice que Jesús, verdadero hombre, aprendió a orar como aprendían los niños judíos de su época. Jesús los aventajó, sin embargo, porque tuvo una maestra de oración muy especial: su Madre, María Santísima. Jesús aprendió a orar de su madre, que conservaba y meditaba en su corazón todas las “maravillas” del Todopoderoso, las palabras del Ángel Gabriel, los misterios de la concepción y del parto virginales, y tantos otros misterios. Jesús aprendió también de ella y de su pueblo, en el templo y la sinagoga, a recitar y cantar los salmos y demás oraciones de los judíos piadosos. “Pero – agrega el Catecismo – su oración brota de una fuente secreta distinta, como lo deja presentir a la edad de doce años: “Yo debo estar en las cosas de mi Padre” (Lucas 2, 49). Aquí comienza a revelarse la novedad de la oración cristiana, novedad absoluta surgida en la plenitud de los tiempos: “‘la oración filial’, que el Padre esperaba de sus hijos va a ser vivida ¡por fin! por el propio Hijo único, en su Humanidad, con los hombres y a favor de ellos” (CIC 2599). Esta misma oración suya es la que nos enseña Jesús a sus discípulos. El Catecismo dice: “El camino de nuestra oración es su propia oración al Padre” (CIC 2607). “No hay otro camino de oración cristiana que Cristo [...] La santa humanidad de Jesús es, pues, el camino por el que el Espíritu Santo nos enseña a orar a Dios nuestro Padre” (CIC 2664). Jesús afirma: “Yo soy el camino, la verdad y la vida... nadie viene al Padre si no es por mí” (Jn  14,6). Nuestra oración al Padre debe hacerse en comunión con Jesús. Cuando lo invocamos como Padre “nuestro”, reconocemos que es el Padre de Jesús y nuestro. Jesús y sus discípulos somos un solo nosotros filial y fraterno ante el Padre. “Nuestra oración, ya sea comunitaria o individual, ya sea interior o vocal, no tiene acceso al Padre más que si oramos ‘en el Nombre de Jesús’” (CIC 2664). Y aunque un cristiano ore solo e individualmente, siempre está unido a la comunión de los santos y se dirige al Padre unido al “nosotros” de la Iglesia y al Jesús glorioso. Jesús no es solamente nuestro Maestro para enseñarnos los deseos expresados en el Padre Nuestro, sino nuestro hermano mayor, para rezarlo siempre con nosotros.

Hasta la próxima

Horacio Bojorge

hbojorge@adinet.com.uy