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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA (46)
Lectura
guiada de Mateo capítulos 5 al 7
Vivir como
el Hijo – Vivir como Hijos
ORAR CON EL DESEO
El Padre Nuestro expresa ansias interiores con gemidos exteriores. Un ardor del corazón filial.
¡Santificado sea tu nombre! ¡Venga tu Reino! ¡Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo!
Estas tres peticiones expresan el deseo de un corazón filial como el de Jesús, que arde en amor al Padre de quien lo recibe todo como don de Amor y cuya gloria desea ardientemente. Siguen luego otras peticiones que expresan las necesidades propias y de los hermanos. Sobre todo las de los hermanos cuya necesidad se ve y se presenta al Padre con la misma vehemencia.
El deseo del corazón es la más elevada forma de oración y la más grata a Dios. Proviene directamente del Espíritu Santo filial que aspira al Padre.
El salmista se refiere a estos deseos ardientes cuando
dice: “Rujo con más fuerza que un león. ¡Señor mío, todas mis ansias
están en tu presencia, no se te ocultan mis gemidos; siento palpitar el corazón...”
San Agustín comenta el pasaje diciendo: “No gemimos delante de los hombres, que no pueden ver el corazón, sino: ¡todas
mis ansias están en tu presencia!. Que tu deseo esté siempre ante el
Padre; y el Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Tu mismo deseo es
tu oración; si el deseo es continuo, la oración es continua. No en vano dijo
el Apóstol: Orad sin cesar. Pero ¿acaso
nos arrodillamos, nos postramos y levantamos las manos sin interrupción, y
por eso dice: Orad sin cesar? Si
decimos que sólo podemos orar así, creo que es imposible orar sin cesar.
Existe otra oración interior y continua, que es el deseo. Aunque hagas
cualquier otra cosa, si deseas el reposo en Dios, no interrumpes la oración.
Si no quieres dejar de orar, no interrumpes el deseo. Tu deseo continuo es tu
voz, es decir, tu oración continua. Callas si dejas de amar. ¿Quiénes
callaron? Aquellos de quienes se dijo: Por exceso de la maldad se apagará el fervor de la caridad en
muchos”.
La
Iglesia reza el Padre Nuestro tres veces por día, en la Santa Misa y en la
oración de Laudes y de Vísperas. Pero el número tres como número perfecto,
quiere decir: ¡siempre! Lo que el Padre Nuestro dice con Palabras debe
decirlo con deseos de amor el corazón filial en forma incesante, continua. Es
a esto que se refiere Pablo cuando habla de los gemidos del Espíritu que
acude en nuestro auxilio porque no sabemos orar como conviene. Quizás sepamos
las palabras, pero no sabemos desear como se debe. El corazón no las respalda
con su ardor (Romanos 8,14-17; 23.26). Es el Espíritu el que las gime en
nosotros desde el corazón.
Hasta
la próxima
Horacio
Bojorge
http://www.oocities.org/ar/horaciobojorge/
ORAR CON EL DESEO
El Padre Nuestro expresa ansias interiores con gemidos exteriores. Un ardor del corazón filial.
¡Santificado sea tu nombre! ¡Venga tu Reino! ¡Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo!
Estas tres peticiones expresan el deseo de un corazón filial como el de Jesús, que arde en amor al Padre de quien lo recibe todo como don de Amor y cuya gloria desea ardientemente. Siguen luego otras peticiones que expresan las necesidades propias y de los hermanos. Sobre todo las de los hermanos cuya necesidad se ve y se presenta al Padre con la misma vehemencia.
El deseo del corazón es la más elevada forma de oración y la más grata a Dios. Proviene directamente del Espíritu Santo filial que aspira al Padre.
El salmista se refiere a estos deseos ardientes cuando
dice: “Rujo con más fuerza que un león. ¡Señor mío, todas mis ansias
están en tu presencia, no se te ocultan mis gemidos; siento palpitar el corazón...”
San Agustín comenta el pasaje diciendo: “No gemimos delante de los hombres, que no pueden ver el corazón, sino: ¡todas
mis ansias están en tu presencia!. Que tu deseo esté siempre ante el
Padre; y el Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Tu mismo deseo es
tu oración; si el deseo es continuo, la oración es continua. No en vano dijo
el Apóstol: Orad sin cesar. Pero ¿acaso
nos arrodillamos, nos postramos y levantamos las manos sin interrupción, y
por eso dice: Orad sin cesar? Si
decimos que sólo podemos orar así, creo que es imposible orar sin cesar.
Existe otra oración interior y continua, que es el deseo. Aunque hagas
cualquier otra cosa, si deseas el reposo en Dios, no interrumpes la oración.
Si no quieres dejar de orar, no interrumpes el deseo. Tu deseo continuo es tu
voz, es decir, tu oración continua. Callas si dejas de amar. ¿Quiénes
callaron? Aquellos de quienes se dijo: Por exceso de la maldad se apagará el fervor de la caridad en
muchos”.
La
Iglesia reza el Padre Nuestro tres veces por día, en la Santa Misa y en la
oración de Laudes y de Vísperas. Pero el número tres como número perfecto,
quiere decir: ¡siempre! Lo que el Padre Nuestro dice con Palabras debe
decirlo con deseos de amor el corazón filial en forma incesante, continua. Es
a esto que se refiere Pablo cuando habla de los gemidos del Espíritu que
acude en nuestro auxilio porque no sabemos orar como conviene. Quizás sepamos
las palabras, pero no sabemos desear como se debe. El corazón no las respalda
con su ardor (Romanos 8,14-17; 23.26). Es el Espíritu el que las gime en
nosotros desde el corazón.
Hasta
la próxima
Horacio
Bojorge
http://www.oocities.org/ar/horaciobojorge/