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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA (82)
Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7
Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos.
LÍBRANOS
DEL MALO
Esta petición es una sola con la anterior
Entre las múltiples enseñanzas que se desprenden de la meditación de las tentaciones de Jesús, ésta es una muy principal: “El principal agente de la Tentación es el Malo”. Comprendemos así que esta petición está íntimamente ligada a la anterior. Está como implicada en ella. Es su consecuencia lógica. Ésta y la anterior, son como dos partes o dos aspectos de una misma petición. En el estilo del pensamiento bíblico abundan estos paralelismos en que se repite lo mismo en forma distinta: “Una cisterna vacía, que no tenía agua” (Gn 37,24) “Soy viuda, murió mi marido” (2 Re 14,6). María los emplea abundantemente en su Magnificat: “Dispersó a los soberbios... derribó a los potentados” (Lc 1,51-52). Y Jesús también los usó “El que a vosotros escucha a mí me escucha, y el que a vosotros os rechaza a mí me rechaza” (Lc 10,16). “Todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz” (Jn 3,20). La expresión “No nos dejes entrar en la Tentación, sino líbranos del Malo” (Mt 6,13), es pues, una sola petición con dos miembros paralelos. Impedir la entrada en la tentación y librar del Malo son dos expresiones equivalentes para referirse a un mismo objeto. El Malo, Satanás, el Demonio, es el Tentador, o sea el principal enemigo del vínculo filial que pone todo su empeño en destruirlo minando la confianza de los hijos en la bondad del Padre. En eso consiste, precisamente, ‘la’ tentación. La tentación es lo contrario a la gracia, procura impedirla o destruirla. En efecto, en el Nuevo Testamento, el espíritu impuro (pneuma akátharton) se presenta como el espíritu antagónico al Espíritu Santo (pneuma hagíon) porque obra el efecto contrario. Si el Espíritu Santo nos hace hijos y nos hace clamar: ¡Abbá!; el espíritu impuro, por el contrario, hace gritar “¡Qué tenemos que ver contigo! ¡viniste a arruinarnos! ¡te conocemos (pero no te amamos)!” (Mc 1,24; 5,7). El Espíritu Santo obra vinculación, pertenencia y fidelidad. El espíritu impuro, impide la comunión y la destruye donde existe. La obra propia del Malo es impedir la filialización de nuestro corazón, o provocar la desfilialización de nuestro interior y de nuestra vida. El Malo hacer dudar del amor del Padre, unas veces persuadiéndolos de que son demasiado malos, otras veces sembrando en ellos dudas acerca de la bondad del Padre. “El Padre no puede amarme siendo como soy”. “Si el Padre me amara no permitiría esto, no me abandonaría así”. Pedimos que el Padre nos mantenga fieles a nuestra pertenencia filial, librándonos del Malo.
Hasta la próxima
Horacio Bojorge S.J.
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