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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA (68)
Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7
Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos.
“NUESTRAS
OFENSAS”
También a Dios, las ofensas de los hijos le duelen más que las de los extraños.
Así como hay un pan “nuestro”, propio de los hijos, así también hay ofensas y deudas con Dios que son “nuestras”; las que le inferimos al Padre como hijos. Son faltas “filiales”, específicas de nuestra relación filial-paterna. Jesús enseña, a los que quieren vivir y orar como hijos, a pedir perdón a su Padre por todo aquello en lo que se quedan cortos “como hijos”. “Nuestras” ofensas no son, pues, las que provienen de la transgresión de la ley. ¡Esas son también ofensas a Dios! Pero son las ofensas que le infieren los siervos. Esas no son, pues, las ofensas “nuestras”; las que ‘como hijos’ le inferimos al “Padre Nuestro”. Esta petición se refiere a las actitudes que duelen y ofenden al Padre de parte de sus hijos o de los hombres que se rechazan la vocación a la filialidad.
“Nuestras” ofensas le duelen mucho más al Padre que las meras trasgresiones de su Ley, porque todos estamos llamados a vivir una justicia filial, que es “mayor que la de los escribas y fariseos” (Mateo 5, 20).
Por lo tanto, no se trata, de lo que entiende por “ofensas” la conciencia y la culpabilidad puritana, que podemos calificar de pre-filial o para-filial. No es ésa la conciencia filial, de donde brota y desde donde se ha de entender la oculta sabiduría de ese: “nuestras”. La conciencia legalista y puritana, deriva su experiencia de culpa de la infracción de la ley y recibe su justicia del cumplimiento de la misma. Esa conciencia legalista y puritana, ante la imposibilidad tanto de abolir la ley como de cumplirla, termina escondiéndose tras las máscaras de la hipocresía. ¡No! Jesús se refiere a otra cosa
No son, pues, insistimos, las ofensas que le infiere a Dios la conciencia servil, por incumplimiento de la ley. “Nuestras ofensas” consisten por ejemplo: 1) en la negativa a entrar en la condición filial a la que Jesús nos invita; o bien 2) en la deficiente conciencia filial, 3) en contentarnos con cumplir la ley, el “habéis oído que se dijo”, desentendiéndonos del ‘plus’ revelado por Jesús: “pero Yo os digo” que es necesario para llevar la ley a la perfección de la justicia filial; 4) en obrar mirando de reojo lo que dicen los hombres y esperando su aprobación o temiendo su desaprobación, en vez de vivir en lo secreto y de cara al Padre; 5) en esperar nuestra seguridad del dinero, y no confiar en la Providencia del Padre; 6) en estar desconformes con nosotros mismos y vivir envidiando a los demás; 7) en la falta de confianza filial, que duda de que el Padre lo mire y ame como a hijo.