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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA  (76)

Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7

Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos.

 

 ¿PUEDE TENTARNOS DIOS?

 El Señor nos pone a prueba para nuestro bien

 

Retomo un tema anterior. En la entrega del Nº  484 explicando “¿por quién somos tentados?”, dijimos, citando a Santo Tomás, que somos tentados por Dios, la carne, el mundo y el demonio. Un atento lector nos objetó: “La carta de Santiago 1, 13 dice expresamente que ‘Dios ni es tentado por el mal ni tienta a nadie’. Dios nos prueba pero no nos tienta, porque tentar dice relación al pecado. Por tanto yo creo que convendría evitar la palabra tentar referida a Dios”. Es verdad que en el uso corriente, tentar significa más bien inducir al mal. Pero no es así en la Escritura y en la Tradición. En realidad, como lo dice Santo Tomás, en la Sagrada Escritura, tentar es lo mismo que poner a prueba.

“El tema de la ‘tentación’ o ‘prueba’ – dice Sabugal, tratándolas como sinónimos – recorre prácticamente todo el Antiguo Testamento, como una de sus ideas centrales, desde el principio (Gen 3,1-5; 22,1) hasta el final (Sap 3,5-6; 11,9). Una temática enraizada, por lo demás en el empleo del verbo hebreo ‘nassáh’ [‘peirázein’ en griego], cuya forma intensiva ‘nissáh’, significa no solamente ‘intentar’ y ‘experimentar’, sino también ‘poner a prueba’ [en hebreo ‘massáh’ y ‘peirasmós’ en griego] a alguien:

a)      un hombre a otro (1 Re 10,1)

b)      el hombre a Dios (Ex 17, 2.7; Nm 14,22) y

c)      Dios al hombre (Gn 22,1; Jue 2,22; Jdt 8,25.27; Tob 12,13; Job 10,17 etc.; Sal 26,2)”.

 

El Señor no sólo ‘permite’ que el Malo nos tiente; sino que Él mismo tienta: “Dios tentó (= nissáh) a Abraham” (Gen 22,1), quien, “en la prueba fue hallado fiel” (Ecclo 44). Santiago declara: “¡Feliz el hombre que soporta la prueba!” (Sant 1,12) y elogia a Abraham por haberla superado mostrando, gracias a ella, su fe en obras (Sant 2, 21-23). Dios puso a prueba repetidas veces al pueblo elegido en el desierto (Ex 15,25) “para ver si anda o no según mi ley” (Ex 16,4); “para que el temor de Dios esté ante vuestros ojos y no pequéis” (Ex 20,20); “para humillarte, probarte y conocer lo que había en tu corazón: si ibas o no a guardar sus mandamientos [...] para mostrarte que no sólo de pan vive el hombre” (Dt 8,2). El Eclesiástico advierte: “si quieres servir a Dios prepara tu alma para la prueba, [...] porque en el fuego se purifica el oro y los adeptos de Dios en el horno de la humillación” (Ecclo 2,1.5).

Santo Tomás enseña, pues, con razón, que nos tientan Dios, la carne, el mundo y el demonio; pero por contrarios fines. Dios: para aquilatar nuestra caridad. Lo que niega Santiago es que Dios sea tentado por el mal o tiente a nadie “para mal”.

Hasta la próxima

Horacio Bojorge S.J.