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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA  (31)   

Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7

Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos

   

¿CREÍBLES O ENGREÍDOS? 

«Guardáos de practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos” (Mateo 6,1)

¿Cuáles son las formas más sutiles y extendidas de vanagloria cristiana en que incurrimos inadvertidamente los cristianos en estos tiempos? Oigo opiniones de los lectores, porque no pretendo sabérmelas todas. Yo voy a limitarme a señalar una que me parece tan extendida como inadvertida y que, además, hasta se tiene por virtuosa.

Es una forma inadvertida, subconsciente, de mirar de reojo y de consultar la opinión del mundo, tratando de ganarse su aprobación  y su benevolencia. Es una convicción de que si el mundo no cree es por culpa de los creyentes, que no le dan buen ejemplo. Los que así sienten, suelen decir que la Iglesia debe recoger los desafíos que le lanza el mundo moderno y responderlos. La palabra desafío me evoca los desafíos del demonio a Jesucristo en las tentaciones del desierto: “Si eres el Hijo de Dios”. Que se repite en el Calvario: “Bájate de la Cruz”. Estas escenas evangélicas desenmascaran de qué naturaleza espiritual pueden ser los desafíos de la modernidad a la Iglesia, para que demuestre quién es, comportándose o haciendo lo que el mundo pretende y espera que haga. Queda patente su semejanza con los del Príncipe de este mundo, cuando le promete reconocerlo a Jesús y darle sus reinos, si se postra y lo adora. ¿Acaso no equivalen esos desafíos a exigirnos que, desoyendo a Jesús, nos pongamos a “practicar nuestra justicia de hijos del Padre para ser vistos” por el mundo moderno y aprobar en sus exámenes? ¿No es contra eso ¡específicamente! contra lo que nos pone en guardia la palabra de Jesús que estamos comentando y su ejemplo en la escena de las Tentaciones?

El mundo nos desafía a que nos hagamos creíbles porque no les resultamos creíbles. Pero nadie podrá hacerse creíble para el que no quiere creer. Por otra parte, la diferencia entre hacerse y resultar creíbles es tan grande como entre dar  y recibir. Resultar creíble, para los hijos de Dios, no es ni una meta ni un programa, sino una gracia, un resultado, una añadidura. Y como muestra la vida de Jesús, la credibilidad del testigo depende de que se abran los ojos de los ciegos para ver su testimonio.

Pero como el mundo es ciego para reconocer la justicia de los hijos y encuentra absurda su fe en un Dios crucificado, Jesús nos aconseja que no practiquemos nuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos, sino en lo secreto, de cara al Padre.

Horacio Bojorge

hbojorge@adinet.com.uy