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Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7
Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos.
«Guardáos de practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos” (Mateo 6,1)
Jesús no se refiere aquí a la vanidad según la carne y el mundo. De alguna manera esa vanidad es lógica cuando se ignora la dicha que les brinda, a los que viven como el Hijo, el vivir buscando la gloria del Padre, despreocupados de buscar la propia. Los mundanos luchan lógicamente por renombre y gloria: en los deportes, escenarios, profesión, en “sociedad”, y compiten entre sí hasta en el matrimonio y la familia. Sus revistas y prensa los glorifica, publica y celebra. La cultura no creyente es una cultura del elogio y el panegírico. Y cultiva también el género inverso, tan temido por todos, que es como una especie de terrorismo moral: la denostación y el repudio. Es natural: de eso viven.
Creo ver una diferencia entre vanidad y vanagloria. Vanidad, viene de vano = vacío. Vanidad es vaciedad, cultivo y aprecio del vacío, lo hueco. Cuando el vacío que se persigue es el de una gloria vacía, entonces la vanidad es vana gloria: búsqueda de una gloria hueca. El Eclesiastés (Qohelet) advierte: “Vanidad de vanidades y todo vanidad”. Todo hombre hace a menudo la experiencia del vacío que deja en el corazón el haber vivido persiguiendo bienes pasajeros, como persiguiendo el viento. “Es un soplo la vida”, canta Gardel. Todo pasa, sólo la caridad permanece.
Pero Jesús no se refiere a la vanidad que corre tras reconocimiento, aplauso, figurar en los titulares y en cartelera por hazañas humanas. Jesús se refiere a una vanidad o vana-gloria cristiana: “Guardáos de practicar vuestra justicia para ser vistos por los hombres”, es decir, la justicia de hijos, la que debe ser superior a la de los escribas y fariseos (Mateo 5,20) y a la de los gentiles (Mateo 6,7.32). De lo que Jesús nos quiere disuadir es de que aspiremos a que los hombres nos aprueben por ser buenos cristianos, y discípulos de Cristo. Nos pone en guardia contra la tentación de querer sacar gloria, reconocimiento ajeno (o cualquier otra ventaja terrena), de nuestra condición de hijos de Dios. Jesús nos pone en guardia contra el apetito de ser reconocidos como justos, de llamar la atención del mundo y de sacar gloria y reconocimiento para nosotros mismos individual o colectivamente, de la condición de cristiano cabal y virtuoso. Al querer sacar provecho para sí del culto a Dios, Jesús lo llama: “levadura – principio de corrupción - de escribas y fariseos” (Marcos 12, 38-40).
La semana próxima quiero hablarte de algunas formas concretas de vanagloria que se han dado entre los cristianos.
Horacio Bojorge
hbojorge@adinet.com.uy