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Medicina
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Revista Homeopatía para todos Nº 24 SUMARIO 1. Editoriales EDITORIALES Aceptando la invitación del nuevo Director nombrado por la comisión Directiva de la AMHA, Profesor Dr. Juan Carlos Tsuji, tengo el placer de comunicarme con ustedes dirigiéndoles unas palabras. Estos siete años han significado para mí una hermosa experiencia, como fue la de participar del nacimiento de Homeopatía para Todos, acompañar y disfrutar su crecimiento y los distintos cambios en su presentación, junto al apoyo creciente de colaboradores, pacientes y público en general, que reclaman con sincero interés la aparición de cada número. De tal manera que estas palabras finales son de agradecimiento a todos aquellos que han contribuido para que Homeopatía para Todos pudiera cumplir su misión, como órgano oficial de la AMHA, de difundir con simpleza y profundidad al mismo tiempo, los secretos de la Homeopatía Unicista Hahnemanniana. ¡Gracias, muchas gracias a todos! Además, con enorme placer, le deseo al Dr. Juan Carlos Tsuji, que ya ha tomado esta posta con el cariño y la responsabilidad que todos le reconocemos, que pueda transitar el mejor camino para comunicarse con ustedes con sabiduría. Si esto tiene forma de despedida lo es sólo desde la Dirección de la Revista, pues no podría dejar de seguir colaborando con este querido medio desde mi lugar en la AMHA Quisiera desearles a todos ustedes un buen año en el cual, a pesar de todo, anide en vuestros corazones la esperanza. Dr. Eduardo Kaufmann Profesor Titular AMHA Con este primer número del año 2001 de Homeopatía para Todos, se inicia mi tarea como director de la revista. Como todos los cambios, éste significa un movimiento, una alteración del orden anterior. Por eso mi primera comunicación con ustedes, los lectores, está destinada a asegurarles que el espíritu que animó a la publicación desde sus primeros días permanecerá intacto. Es la intención de este nuevo equipo continuar por el sendero trazado por el gestor y primer director de la revista, Prof. Dr. Eduardo Kaufmann. A lo largo de los años la revista Homeopatía para Todos fue ganando la amistad de los lectores y se fue transformando en una necesidad placentera luego de la consulta. Es así que la demanda por más ejemplares y por nuevos números fue cada vez más frecuente. Quiero agradecer a la Comisión Directiva de la AMHA que me confirió el honor de dirigir la revista. Sólo aspiro a poder cumplir con amor y sabiduría la tarea encomendada. La Humanidad tiene en la Homeopatía un poderoso instrumento para llegar a cumplir con el ideal de un mundo más sano. Quiera Dios y las oportunidades permitan, que desde Homeopatía para Todos podamos aportar nuestro granito de arena para ayudar a vivir en un mundo mejor. Dr. Juan Carlos Tsuji. Director Profesor Adjunto AMHA LA GRAN ARMONÍA. Confucio (551-479 AC) Cuando prevalezca el Gran Principio, el mundo será una comunidad donde los funcionarios serán elegidos conforme a su sabiduría y capacidad, donde imperará la confianza y se promoverá la cordialidad en las relaciones humanas. En consecuencia, los hombres no sólo considerarán como padres a sus propios padres, ni como hijos tan sólo a sus propios hijos. Los ancianos recibirán atención hasta el fin de sus días. Los jóvenes serán criados con solicitud. Los viudos, las viudas y los huérfanos así como los enfermos y los inválidos, estarán bajo una protección conveniente. Todo hombre tendrá su empleo y toda mujer su hogar. No se aceptará la idea de que la riqueza permanezca inactiva, ni se usarán las energías sólo para provecho personal. En tal comunidad, no prosperarán los planes egoístas; no se producirán robos ni crímenes; y la gente no tendrá necesidad de acerrojar sus puertas. Esto se entiende por la Gran Armonía. Aftas a repetición o el sacrificio de comer Dr. Jorge A. Casale.
Las vacunas y sus mitos
Cuando reflexionamos acerca de la utilidad
de las vacunas observamos actitudes antagónicas: por un lado los “fanáticos”
de las vacunas y por otro lado aquellos que han tenido experiencias negativas
y que en cierta forma necesitan conocer cuál fue la causa de esa experiencia.
Es sabido que los profesionales de la salud se declaran fanáticos de las
vacunas ya que la información que reciben es parcial y muchas veces desconocen
las investigaciones realizadas en el mundo acerca de la tan mentada efectividad
e inocuidad de las vacunas. En nuestro país como en muchos otros la mayoría
de las vacunas son obligatorias por ley, pero es mi deber como médico
informar a los padres que en el mundo se reportan anualmente miles de
reacciones y cientos de muertes y de invalidez permanente como consecuencia
de las vacunas.
SOBREPESO
Y IBESIDAD. Dra.
Claudia Mugliaroli. A lo largo del ejercicio de mi profesión, muchas personas me han consultado, y lo siguen haciendo en la actualidad debido a su problemática de sobrepeso y obesidad. En un comienzo como médica endocrinóloga, y luego sumando la homeopatía, mi concepto de recuperación y curación se modificó y por ende obviamente también cambió mi forma de tratar a mis pacientes. El tema de la obesidad es motivo de gran preocupación para muchas personas. Es además un buen barómetro de nuestro estado físico general. Aunque esta enfermedad representa, incuestionablemente un serio problema, lo inquietante es la tendencia a seguir dietas rigurosas en extremo, una práctica generalizada entre la gente joven, aún cuando no la necesitan. Hoy en día bajar de peso se ha convertido, para algunos en algo así como una obsesión. Este “afán de lograr una silueta esbelta” no es ajeno a la moda actual, que juntamente con los medios de comunicación, pone énfasis en una figura delgada, aún a costa de cualquier cosa. Ahora bien, ¿cuál es entonces, la causa de la obesidad? La causa directa es el exceso de comida y la mala calidad alimentaria del plan nutricional del obeso. Cuando la cantidad de energía calórica que uno incorpora es superior a su consumo, el excedente se almacena como depósito graso. La vida sedentaria es otro factor co-adyuvante importantísimo. En algunas ocasiones, la obesidad es también el reflejo de un desequilibrio hormonal. Otro factor a tener en cuenta es la herencia. Es preciso determinar la situación en que se halla cada persona al inicio del tratamiento. Algunos son obesos desde su infancia, otros ya han realizado tratamientos, hay quienes nunca han intentado adelgazar y quienes han pasado su vida probando dietas. La educación constituye un punto clave del proceso: aprender qué es la obesidad y en qué consisten los cambios en el estilo de vida y realizar su control médico periódico. ¿Cómo podemos regularizar nuestra dieta? ¿Cómo controlar la ansiedad que nos lleva a comer más de la cuenta? ¿Cómo adquirir la disciplina del buen comer? No existen formulas “milagrosas” para bajar de peso. Ni pastillas ni dietas mágicas. Existen ciertos profesionales inescrupulosos, que se anuncian como “homeópatas” prescribiendo cualquier cosa que nada tiene que ver con la homeopatía: diuréticos, sedantes, hormonas tiroideas, drogas que actúan sobre el circuito de la saciedad, etc. Asimismo existen pacientes que son muchas veces engañados cuando crédulamente concurren a este tipo de “homeópatas truchos”, los cuales aprovechan la situación del modo más lucrativo. También existe cierta comodidad cuando se piensa que se elige el camino aparentemente más fácil, sin realizar el proceso con una cuota de esfuerzo y constancia. Digo “aparentemente más fácil” ya que es posible que estos pacientes adelgacen, pero con la suspensión de este tipo de tratamientos, sobreviene un efecto rebote con el cual se recupera el peso perdido y se gana aún mas peso! Sin hablar además de los efectos tóxicos de este tipo de medicación. La única “magia” es nuestra decisión de ponernos en acción con un buen plan de alimentación vistiendo la armadura de la paciencia y la perseverancia. Nuestro camino es largo, difícil por momentos, y nuestro peor enemigo está dentro nuestro cuando sobreviene el desaliento…Pero si nos sobreponemos a esto y seguimos adelante concretaremos nuestro objetivo. La manera en que manejamos nuestros desafíos denota la fuerza de nuestra voluntad y la sabiduría que ponemos en ella. Es el verdadero médico y el verdadero médico homeópata quien acompaña y alienta a su paciente en su proceso de recuperación y curación. El verdadero beneficio esta justamente en poder recorrer ese camino, en esa lucha con nosotros mismos, ya que al ir atravesando diferentes obstáculos, nuestra vida se ira fortaleciendo, sentiremos que podemos y esa misma fortaleza vital se desplegará frente a las diferentes situaciones que nos toque enfrentar en nuestra vida. Adelgazar realmente es posible. Pero, como en otros problemas de salud, hacerlo depende de tomar el camino correcto. El camino del cambio profundo, en serio, de las actitudes y conductas. Un camino construido sobre la educación alimentaria y cambios en el estilo de vida. La Homeopatía unicista es un arma que nos ayuda en este proceso. Los síntomas que expresa cada persona (ansiedades, miedos, cólera, decepciones, etc.) que lo llevan a comer de más son expresión de un desequilibrio vital. Es a este nivel donde podemos actuar con la homeopatía que nos permite fortalecernos, a través de restablecer el equilibrio, y nos brinda ese “colchoncito vital” para poder defendernos mejor ante las circunstancias que tenemos que enfrentar cotidianamente. Podemos ver la vida más serenos, pero en acción, sacar esa voluntad de adentro nuestro que nos permitirá comenzar un buen plan de alimentación y ejercicios y perseverar en ello. No olvidemos que un viaje de mil millas comienza con el primer paso. (continuará en publicaciones posterior)
AQUÉL MÉDICO DE FAMILIA... Dr. Mario Draiman. Quienes tienen algunos años suelen evocar con nostalgia aquél médico de familia, ese personaje singular, al cual acudíamos ante cualquier malestar que nos afectara. El venía, entraba en la casa sin llamar y se instalaba. Al verlo ya uno se sentía mejor, casi bien. Sabíamos que él estaba de nuestro lado para protegernos. Bastaba que nos dijera con tono paternalista “no es nada, te vas a curar rápido” para que una rara tranquilidad invadiera todo el ámbito familiar. Nos atendía de todo, desde que nacíamos, y conocía toda nuestra historia, participando con consejos y alientos en las situaciones difíciles. Conocíamos su manos tiernas con las cuales nos acariciaba en su meticulosa semiología clínica para llegar al diagnóstico ansiado. Nunca tenía apuro, nos escuchaba paciente y comprensivamente. Cuando se iba, independientemente de su prescripción, un extraño bienestar quedaba flotando en el hogar. La mayoría de las veces ni siquiera quería cobrarnos y solía despedirse diciendo: “mañana vuelvo a echarte un vistazo”. Era común que en algunos hogares pobres les dejara dinero para que pudieran comprar los medicamentos. Si necesitábamos un estudio o una consulta con algún especialista, nos decía: “veníte mañana al Hospital”, dónde trabajaba ad honorem para devolverle a la sociedad todo lo que ésta le había brindado, al haberle permitido llegar a ser médico para servir al prójimo. Esta raza de médicos se fue extinguiendo. La medicina se fue “socializando” con la aparición de las mutuales, las obras sociales y la empresas de medicina prepaga. El médico pasó a ser un empleado al servicio de aquéllas. Las necesidades pasaron a ser la reducción de costos y la de ver muchos pacientes en poco tiempo como manera de compensar las bajas retribuciones. Como un aluvión la tecnología fue reemplazando las manos del médico. Los exámenes abusivos y frecuentemente innecesarios y riesgosos, se fueron imponiendo en la fugaz consulta médica. La medicina se fue fragmentando en especialidades que atienden cada vez un pedazo más pequeño del organismo. Y esto fue también penetrando en la mente de la población como una realidad inobjetable. Si me presentan una persona y le digo que soy médico la pregunta obligada es: ¿y cuál es su especialidad?. Si les respondo: médico, queda desorientada. Cualquier sujeto con un dolor abdominal pide hoy por hoy, directamente por el gastroenterólogo. Para qué perder tiempo con el clínico. Como corolario la medicina se deshumanizó. Actualmente observamos la despersonalización de la relación médico-paciente, con su consecuente falta de contención emocional, de lazos afectivos, de su no involucrarse en el drama existencial del paciente. Este ya no habla de “su médico” sino del “médico de la prepaga”, el cual incluso es cambiante, hoy le toca uno, mañana otro, y al que además por supuesto, no se lo puede llamar fuera del horario de atención porque la urgencia le corresponde a cualquier otro de guardia. Antes, cuando el paciente iba a su médico salía reconfortado, casi curado, tranquilizado. Hoy cuando sale de la consulta se siente más angustiado, más inseguro, con una pila de estudios por hacer debajo del brazo y con la incertidumbre de un diagnóstico comprometido “que se debe descartar”. Por que ahora también el paciente se debe hacer cargo de las dudas y las limitaciones del médico. Tengo pacientes a los que frente a síntomas banales se les mencionó la posibilidad de cáncer, que luego fue absolutamente descartado. Sin embargo por su especial sensibilidad quedaron afectados y expectantes de la aparición de la tan temida enfermedad como si tuvieran una espada de Damócles sobre su cabeza, para siempre ... Hoy se habla de recrear nuevamente al médico de familia o al médico generalista, pero más para un control de costos que para implicarse humanamente en la persona sufriente y sus circunstancias. Afortunadamente, en nuestro medio, el médico homeópata guarda mucho de aquel extinguido médico de familia. Porque conserva el humanismo en el trato, porque se ocupa de su drama vivencial, porque es “su paciente”, porque se interesa, se ocupa e influye en su historia. Porque ante todo su enfermo es una persona y debe ser comprendida y atendida en su totalidad, para ayudarlo a crecer y vivir mejor. Lamentablemente aún poca gente puede acceder a una atención homeopática, por desconocimiento o por causas económicas, derivadas fundamentalmente de las condiciones en que se desenvuelve el sistema médico en nuestro país. Es de esperar que en este siglo que comienza se pueda resolver este intrincado problema en que se encuentra atrapada la Medicina Oficial. Mientras tanto, por lo menos, siguen vigentes los aportes de nuestra Medicina Homeopática.
VERDADEROS HOMEÓPATAS,
Dra.
Mónica Prunell. En nuestro medio no se encuentra reglamentada la Medicina Homeopática
como en Inglaterra, Francia, EEUU, donde sí lo está. La falta de límites
oficiales hace posible la proliferación de médicos y no médicos que aprovechando
el prestigio de la Homeopatía, se hacen pasar por “homeopáticos”, siendo
en realidad totalmente falsos. De modo que una persona puede ser engañada
en su buena fe y estar convencida de que el suyo es un tratamiento homeopático
cuando dista mucho de serlo. Desde el punto de vista ético es una estafa
al paciente y desde el punto de vista sanitario, una exposición al peligro
del uso de drogas de mala calidad, usadas por gente inescrupulosa que
tanto daño le hace a la Medicina Homeopática. Oportunamente a instancias
de la Federación de Asociaciones Médicas Homeopáticas Argentinas, por
Resolución Nº 1379/99, de fecha 16 de diciembre de 1999, de la Inspección
General de Justicia, se obtuvo el reconocimiento del COLEGIO DE MÉDICOS
HOMEÓPATAS, para funcionar en todo el territorio de la República Argentina.
Dicho Colegio nucleará a los Homeópatas Unicistas de este país quienes
obtendrán un número de registro con validez nacional, que les permitirá
diferenciarse de los que no practican la verdadera homeopatía. La Federación
de Asociaciones Médicas Homeopáticas Argentinas está constituida por:
la Asociación Médica Homeopática Argentina; la Escuela Médica Homeopática
Argentina Tomás Pablo Paschero; el Centro de Estudios Médicos Homeopáticos
Hahnemanniano de Córdoba y el Instituto de Altos Estudios Homeopáticos
James Tyler Kent. ¿Cómo reconocer un tratamiento no homeopático? Gran
porcentaje de los pacientes que tenemos oportunidad de ver han concurrido
a consultorios “homeopáticos”, y nos refieren que han sido vistos en un
lapso de 10 minutos por un médico, muchas veces iriólogo, que luego del
diagnóstico por el iris, le daba varios frasquitos con comprimidos, generalmente
numerados (sin especificar la medicación en la etiqueta). Estos pacientes
han ido a buscar en el falso homeópata lo que la medicina tradicional
no puede darles y menos aún les dará el “homeópata de las pastillas” Pues
este médico haciéndose pasar por homeópata, receta medicamentos alopáticos
dando drogas, anfetaminas, polvos de tiroides, hormonas y diuréticos para
adelgazar, sedantes para los nervios, corticoides para el reuma, etc.;
a veces mezclados con medicamentos homeopáticos. Como no figura la fórmula
de las drogas en el frasco ponen al paciente en riesgo potencial al hacerle
creer que está ingiriendo medicamentos inofensivos. Se los puede reconocer
porque emplean frasquitos con comprimidos, grageas, pastillas o cápsulas
y también pomadas, cremas, óvulos, supositorios e inyectables, formas
de presentación que la Homeopatía Unicista no usa casi nunca. Son los
llamados “médicos golondrinas”, que saltan de barrio a barrio y de pueblo
en pueblo atendiendo en garages, livings de casas de familia o en consultorios
no habilitados, donde nunca se ve un diploma que lo avale como homeópata.
Los pacientes concurren atraídos por propuestas mágicas (nada más alejado
de la homeopatía como veremos), promesas de resultados rápidos y consultas
presuntamente baratas, pero eso sí, la medicación resulta bien cara. En
realidad son médicos tradicionales, alópatas que se autotitulan homeópatas.
¿Cuáles son los tratamientos o técnicas que no son homeopáticos? La medicina
oficial es una medicina alopática, porque cura por lo diferente y por
el contrario (inflamación/antinflamatorio), tratando de erradicar o mitigar
el síntoma. Para lo cual utiliza fármacos muchas veces tóxicos, sintéticos
químicos (no naturales), con efectos muchas veces no deseados, por poseer
secundarismo, efectos colaterales y paradojales. Además no tiene en cuenta
la idiosincrasia individual, en la cual una dosis recomendada por el laboratorio,
puede resultar nociva. (Por ejemplo 500 mg. de aspirina generalmente solucionan
una cefalea sin producir síntomas gástricos, pero más frecuentemente de
lo que se cree, es capaz de producir úlceras y graves hemorragias digestivas).
Un error muy frecuente es mezclar con la Homeopatía todas las terapéuticas
que no correspenden a la medicina oficial. No son terapéuticas homeopáticas:
las flores de Bach, de California, el naturismo, la herboristería, el
diagnóstico por el iris (iridodiagnóstico), la acupuntura, la quiropraxia
y la celuloterapia. Hay otro tema más complicado que es el de las desviaciones
de la homeopatía, llamadas homeopatía complejista que utiliza varios medicamentos
sucesivos a la vez en el mismo paciente y la homeopatía pluralista que
utiliza varios seguidos para la misma patología, uno tras otro. Usar medicamentos
homeopáticos no es suficiente para hacer verdadera homeopatía. ¿Qué es la Homeopatía Unicista?
¿Cuáles son las pautas para saber que un médico es verdaderamente homeópata
unicista? DIEZ CLAVES DE LA MEDICINA HOMEOPÁTICA La Homeopatía Unicista, medicina holística toma en cuenta algo más que los síntomas del enfermo: pone el acento en la prevención y en la participación del individuo en su propia curación. El enfoque holístico está perfectamente expresado en las palabras del médico filósofo Albert Schweitzer (1875-1965) quien dijo: “En el interior de cada paciente habita un médico y nosotros en tanto tales, cumplimos con nuestra misión cuando ponemos a nuestros pacientes en contacto con el médico que llevan dentro” . La próstata y la homeopatía Dr. Angel Oscar
Minotti La próstata es una pequeña glándula del varón que se aloja en el cuello de la vejiga y que posee un conducto que permite que vierta su contenido en la uretra, que es el tubo que corre por el centro del pene y que partiendo de la vejiga desagota su contenido urinario. En el momento de la eyaculación el contenido de la próstata forma parte del semen, permitiendo que los espermatozoides se muevan con la velocidad necesaria. Esta glándula tan pequeña se mantiene en su tamaño original hasta aproximadamente los 45 ó 50 años. A partir de esa edad invariablemente se va agrandando en todos los hombres hasta hacer-se tan grande en algunos casos, que comprime la uretra y no permite la salida del contenido de la vejiga. Cuando llega a comprimir la vejiga produce retención de orina y una micción frecuente, síntoma molesto que impide al hombre dormir plácidamente, ya que el intenso deseo de orinar puede despertarlo cada hora. La prostatitis, que es la inflamación de la próstata, ocasiona los mismos molestos síntomas debido al agrandamiento de la glándula, con la suma de otros malestares como dolores en la vejiga o en la uretra al orinar o después, y aún cuadros febriles. El agrandamiento de próstata senil está directamente determinado por las hormonas masculinas. Esta afección también se llama adenoma o hiperplasia y médicamente es un tumor benigno. El riesgo para el varón es que en esta glándula aparezca una zona de degeneración maligna, es decir, que se transforme en cáncer. Junto con el cáncer de recto e intestinos, el de próstata encabeza las estadísticas de casos de cáncer en hombres, solamente igualado por el cáncer de pulmón en fumadores. El hábito tabáquico y el alto consumo de grasas animales también favorecen el cáncer de próstata. Diagnosticado a tiempo, este cáncer puede ser curado por la radioterapia o por la cirugía. Infelizmente la extirpación total de la glándula puede traer impotencia sexual en casi el 50% de los casos. Se pierde además la eyaculación, que pasa a producirse en la vejiga y no hacia fuera, aunque luego el semen es eliminado con la orina. Esto significa esterilidad para el varón; es decir que no podrá procrear. Usted me dirá que a quién le interesa tener hijos a los 70 u 80 años. Le diré que he visto casos de cáncer de próstata en varones de 45 años y grandes tumoraciones benignas en hombres de 58 años, los cuales todavía podrían tener la oportunidad de ser papás. La Homeopatía puede hacer muchísimo en pos de la mejoría y a veces curación de las afecciones mencionadas. En el caso de la hiperplasia simple o el adenoma, poseemos eficacísimos remedios para disminuir el tamaño de la próstata y detener o retardar el crecimiento de la misma, de modo tal que el paciente dilate o evite el acto quirúrgico, que aunque se haga por resección endoscópica (método que consiste en extraer el centro de la próstata a través del pene dejando la corteza) no deja de ser un acto quirúrgico con anestesia (total o peridural) con todos los riesgos que ello entraña. En el caso del cáncer de próstata, ya mencioné que la oportunidad de la radioterapia o la cirugía se imponen, pero a veces el diagnóstico llega tarde y el tumor se ramifica por sus metástasis invadiendo los huesos por los que tiene predilección, en cuyo caso la cirugía no solucionará nada sino que apenas evitará la obstrucción de la salida libre de orina. Muchas veces la quimioterapia y las substancias antihormonas masculinas que se indican no consiguen detener el mal. Estos son los pacientes que en su mayoría me ha tocado ver y también a ellos podemos ayudarlos con la terapéutica homeopática sin crear falsas expectativas de curación, pero sí apuntalando sus defensas y su sistema inmunológico para brindarle una mejor calidad de vida, evitando los dolores, las fracturas óseas y deteniendo el mal. En algunos casos, si tenemos la posibilidad de acertar con el medicamento correcto, se han visto remisiones de afecciones cancerosas de próstata aún con metástasis óseas. Sin duda, deberíamos trabajar en conjunto con el urólogo, colega alópata, para hacerle saber que estamos en el camino común de luchar por la vida de nuestro paciente. Se pueden hacer los dos tratamientos al mismo tiempo sin ningún tipo de interferencia ya que el sistema y modo de actuar del medicamento homeopático no tiene ningún punto en común con el alopático. El alópata busca matar las células cancerosas o detiene su desarrollo por intermedio de substancias que no son inocuas de ninguna manera. El homeópata con su medicamento, trata al paciente que lleva la enfermedad de modo que él mismo al poner en juego todo su sistema inmunológico en grado máximo, pueda luchar contra su propio mal. Así he presenciado verdaderas curaciones homeopáticas o mejorías en la calidad de vida. Después de los 45 años el varón no debe dejar de hacerse lo que se llama el dosaje del PSA o antígeno específico de próstata, cada 6 meses. Este es un simple análisis de sangre que nos anunciará precozmente, aún sin síntoma alguno, la aparición del cáncer de próstata, el que diagnosticado en sus inicios es fácilmente dominable. ¿Es verdad que hay amores que matan? Dr. Eduardo Kaufmann
En esta intención de presentar temas relacionados con la afectividad desde el enfoque y tratamiento del médico homeópata unicista hahnemanniano, nos ocuparemos del amor inspirado en la naturaleza, en el fluir del agua de un arroyo a través de la pluma vehemente y dramática de la poetisa montevideana Delmira Agustini, quien vivió entre 1887 y 1914. El arte y la naturaleza, en la cual aquél a menudo se inspira, ha provocado a través de la historia de la humanidad la aparición de sentimientos que tienen que ver con nuestra capacidad de relacionarnos con el otro, desde el amor propiamente dicho, pasando por la tristeza, la pena, la nostalgia y aún el rencor.
EL ARROYO. ¿Te acuerdas? El arroyo fue la serpiente buena... fluía triste y triste como un llanto de ciego cuando en las piedras grises donde arraiga la pena como un inmenso lirio se levantó tu ruego. Mi corazón, la piedra más gris y más serena, despertó en la caricia de la corriente y luego sintió cómo la tarde, con manos de agarena (1), prendía sobre él una rosa de fuego. Y mientras la serpiente del arroyo blandía el veneno divino de la melancolía, tocada de crepúsculo me abrumó tu cabeza, la coroné de un beso fatal, en la corriente ví pasar un cadáver de fuego...Y locamente me derrumbó en tu abrazo profundo la tristeza. ¿Te acuerdas? El arroyo fue la serpiente buena... fluía triste y triste como un llanto de ciego. (1) Agarena: AGARENA De Agar: esclava egipcia de Abrahán, despedida por este luego del nacimiento de su hijo Isaac. Caminando con el desierto con Ismael, destinado a ser padre de la raza árabe, un ángel les indicó una fuente donde pudieron apagar su sed. La patética imagen de la tristeza en la contemplación del agua que fluye en el arroyo... tan triste como un llanto de ciego. Es como si la autora con un pincel y dos pinceladas hubiese pintado la imagen de la tristeza, poniendo color y forma a esa etérea e inasible sombra que tiene la palabra tristeza. Para el médico homeópata se trata de un síntoma mental que debe diferenciar de la pena. En la tristeza el paciente relata: —Dr., estoy así...triste, y no sé por qué, no sé qué me pasa. En la tristeza hay algo interno que no se sabe de dónde viene, es algo endógeno. En cambio en la pena sí aparece una causa externa (exógena), como puede ser la pérdida de un ser querido, la ruptura de un vínculo, etc. Volviendo a la poesía, la protagonista recuerda detalladamente un paisaje compartido seguramente con alguien que significó mucho en su vida, a la orilla de ese arroyo que llama la serpiente buena... ¡Quién no vio alguna vez un arroyo cuyas aguas que bajan van serpenteando entre las piedras! ¿Te acuerdas? El arroyo fue la serpiente buena... fluía triste y triste como un llanto de ciego cuando en las piedras grises donde arraiga la pena como un inmenso lirio se levantó tu ruego. Mi corazón, la piedra más gris y más serena, despertó en la caricia de la corriente y luego sintió cómo la tarde, con manos de agarena, prendía sobre él una rosa de fuego. Aparece la pena en la imagen concreta y poética de la piedra gris, como concreta es la causa que provoca en alguien la pena cuando tenemos en cuenta ese síntoma en nuestro consultorio homeopático. Esa piedra gris que se puede transitar y aún sentarse sobre ella cuando bajan las aguas, convertida en la poética imagen de la pena. Además está el corazón como el arquetípico refugio de la pena...que alivia con la refrescante caricia de las aguas del arroyo o con la tibia caricia del amado o de la amada... Mi corazón despertó... como si algo estuviera dormido y reviviera con la caricia de la corriente También Delmira plantea el alivio de la pena con la caricia del agua. Cuando alguien padece una pena y está en condiciones de aceptar la caricia de un ser amado o su compañía, o su palabra de apoyo o consuelo; y logra mejorar y aliviarse con ello, tiene su pena en proceso de cicatrización. Porque los médicos hoemeópatas sabemos que hay que poder asumir esa actitud, pues hay personas que por su naturaleza rechazan cualquier intento de consuelo o aún se agravan con él. En estos casos la persona amada ni siquiera puede acercarse. En la historia clínica homeopática es de importancia saber si nuestro paciente mejora ante el consuelo, lo rechaza o el mismo no le provoca ningún cambio. Y mientras la serpiente del arroyo blandía el veneno divino de la melancolía, tocada de crepúsculo me abrumó tu cabeza, Hermosa imagen de esa luz crepuscular, dorada y brillante sobre la cabeza del amado. Con el derecho que tiene un lector de hacer la relectura del texto, estos tres versos provocan la sensación de que se está terminando algo más que la luz del día. la coroné de un beso fatal, en la corriente ví pasar un cadáver de fuego...Y locamente me derrumbó en tu abrazo profundo la tristeza. El éxtasis de la tristeza de la pareja... como ese arrobamiento del alma que se siente transportada fuera del cuerpo... con esa misma luz crepuscular reflejada en el agua que simula un cadáver de fuego. Muy posiblemente el presagio del trágico final de Delmira Agustini quien se enamoró de un argentino, se casó con un hombre al que no amaba y murió asesinada a los 27 años. Relata su compatriota, el escritor Eduardo Galeano sobre la vida de Delmira Agustini, que el 6 de julio de 1914 en una pieza de alquiler fue citada por el hombre que había sido su marido; y queriendo retenerla la amó y se suicidó. Coherencia total con la poesía profética de Delmira. Hemos tenido la oportunidad de recorrer tres imágenes realmente muy destacadas: la tristeza en primer lugar, luego la pena que siempre tiene un motivo provocador y por último la posibilidad del amor, de la caricia, del consuelo. Esto es muy importante en la tarea del médico homeópata unicista hahnemanniano quien, luego de la búsqueda prolija y minuciosa del medicamento único que corresponde a su paciente, lo prescribirá con el fin de equilibrar su energía vital, ayudándole a restañar, a cicatrizar heridas abiertas, a veces de muchos años de antigüedad. Hay que destacar que esto no tiene que ver solamente con lo mental o emocional, ya que siempre esas heridas suelen manifestarse también en lo físico con distintos síntomas: reumatismos, eczemas, jaquecas, diarreas crónicas. etc. Está reconocido que las profundas alteraciones emocionales mantenidas a lo largo del tiempo provocan alteraciones de la inmunidad, dando lugar a la aparición de enfermedades como la artritis reumatoidea y aun el cáncer. Pero también está en la misión y posibilidad del médico homeópata incursionar en un aspecto de la medicina bastante descuidado como es la prevención. El equilibrio de la energía vital producido por el medicamento homeopático personalizado de cada paciente es capaz de cumplir ese objetivo. Nos queda una pregunta: ¿hubiera podido prevenirse el trágico final de Delmira Agustini? De dónde venimos y hacia dónde vamos Dra. Silvia C. Mercado En este siglo de maravillosos adelantos científicos, donde con un mapa genético nos predicen las probabilidades de contraer tal o cual enfermedad, seguimos quejándonos de la Medicina. Y digo seguimos, porque cuando Hahnemann descubre la Homeopatía, a finales del 1700, los pacientes se morían entre lavativas, vejigatorios, exudatorios, purgantes, sanguijuelas y sangrías, por mencionar sólo una parte del arsenal mortificante con que se le hacía frente a la enfermedad. Ya asomaba el fantasma de la iatrogenia, es decir, la enfermedad originada por tratamientos médicos inadecuados. Y ya se oían quejas. Y fue justamente este médico genial, imbuído de un espíritu sabio y humanista, quien alzó su voz para defender a los desprotegidos: los enfermos. Por aquel entonces se imponían las enfermedades venéreas, las fiebres y las epidemias surgidas de los pantanos. No se conocían los diferentes gérmenes causales. Sin embargo, a cada afección se la consideraba una entidad aislada. Tampoco se tomaba en cuenta el clima ni el hábitat del paciente y mucho menos la posibilidad de que la vida anímica del sujeto tuviera algo que ver con sus afecciones. Hahnemann no era un médico más. Su formación contaba con una inteligencia poco común y un pensamiento lógico aderezado con un profundo y respetuoso sentimiento religioso, mezcla poco común de encontrar entre los hombres de ciencias en aquellos tiempos. Su espíritu investigador y curioso, guiado por una sabia fuerza superior, lo llevó a enfrentarse con los métodos científicos que, como él decía, no hacían más que aumentar los sufrimientos de la gente. Pero él jamás renegó de la ciencia. Muy por el contrario, trabajó incansablemente con meticulosidad, para demostrar lo que en la práctica de todos los días confirmamos constantemente. La ciencia que Hahnemann nos legó es una ciencia que ve la totalidad del ser viviente (hombres y animales). Donde cada órganos y tejido se relaciona con el resto de una manera indisoluble. Donde cada síntoma y cada signo que descubrimos es una palabra a descifrar dentro del intrincado lenguaje de los seres vivientes. Claro que esta ciencia es quizá mucho más difícil que mirar por un microscopio, o leer un análisis clínico, o informar una radiografía. Porque esta ciencia implica adentrarse en la esencia misma del ser humano, compartir un destino común. Si recorremos la historia de la medicina, veremos que en sus comienzos el hombre se curaba con lo que encontraba en la naturaleza. Nadie le enseñaba, tenía la capacidad intuitiva para buscar lo que le hacía falta. Posteriormente, se fue perdiendo ese don y la humanidad se amparó en los dioses supremos para conseguir la sanación. Las enfermedades y las curas provenían de esas fuerzas superiores a quienes se les rendía culto. Pero poco a poco, fueron apareciendo los filósofos científicos. Aquellos hombres que mediante la meditación podían captar los pensamientos divinos y traducirlos en verdades terrenales. Tales, Pitágoras, Heráclito y Empédocles, fueron algunos de los predecesores de dos figuras relevantes que sintetizan dos corrientes médicas en teoría contrapuestas: Galeno (padre de la actual alopatía) e Hipócrates (padre de las medicinas holísticas de Occidente). Los seguidores galénicos centraban la enfermedad en el órgano afectado. Los hipocráticos, en el paciente. A simple vista, parecen posturas irreconciliables. Y en verdad es un poco así. Si bien es cierto que la mirada organicista y materialista (sólo cree lo que ve), nos ha llevado a grandes adelantos en cuanto al diagnóstico clínico (aparatología) y en cuanto a técnicas quirúrgicas, no se puede dejar de reconocer que en nombre de este supuesto beneficio, se han cometido y se siguen cometiendo grandes errores. Creer que todo se reduce a un cuerpo, es pensar como lo hicieron los “iluminados” del siglo XV, que juzgaron poco menos que desquiciado a Cristóbal Colón por asegurar que la Tierra era redonda. Ellos no podían ver su inspiración ni la forma de la Tierra simplemente porque todavía no se había descubierto el aparato que lo hiciera. Hoy, en pleno auge científico, carecemos todavía del aparato para ver lo que no se puede ver con nuestros sentidos comunes: la fuerza vital que anima ese conjunto de sustancia muerta que es nuestro cuerpo. Parcializar la terapéutica en un solo aspecto de nuestra humanidad resulta a corto o a largo plazo en nuevos sufrimientos para la gente, similares a aquellos de la época de Hahnemann. Por eso todavía seguimos quejándonos de la medicina deshumanizada. Así como Colón tuvo que cruzar el Atlántico para confirmar al mundo lo que ya sabía, la Homeopatía sigue demostrando día a día su efectividad en el campo de la salud. Sin descuidar lo orgánico, pone énfasis en el tratamiento integral: mente y cuerpo. Y para ello cuenta con medicamentos naturales, porque estamos hecho de la naturaleza que nos rodea. La pregunta entonces es ¿hacia dónde vamos? A lo largo de los siglos la medicina oficial dijo y desdijo lo que en algún momento consideró verdades irrefutables. La Homeopatía Unicista siguió incólume con sus principios de siempre, a lo largo de dos siglos. Seguimos pensando en el enfermo y no en la enfermedad y seguimos creyendo que esta medicina, nacida de la mano de Hipócrates y llevada a su máxima expresión por Hahnemann, seguirá siendo la esperanza de quienes se sienten incomprendidos en su esencia humana. |
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| Sufrimiento: otra mirada
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