Es imposible abandonar la posición institucional que crea la relación docente-alumno.
El ejercicio de la autoridad instaura y circunscribe el lugar del Otro; lo hace ser y genera el espacio para su advenimiento. En este proceso se genera una legalidad propia y específica que instituye y da forma al ejercicio del poder.
La legalidad actúa como elemento estructurante relacionando las partes (enseñante-enseñado) y poniendo limites a los espacios y a los tiempos. Cualquier corrimiento en el ejercicio de la autoridad destruye la legitimidad de las funciones institucionalizantes e instaura tiempos y espacios que no se corresponden con la relación docente-alumno.
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