Cristo
vivo presente en la Eucaristía
Presencia
Real de Jesucristo
Para
entender bien el sentido de la celebración eucarística es necesario
tener en cuenta la presencia de Cristo y Su acción en la misma.
Al pronunciar el sacerdote las palabras de la consagración, su fuerza
es tal, que Cristo se hace presente tal cual, bajo las substancias del
pan y del vino. Es decir, vivo, real y substancialmente. En Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad, por lo tanto, donde está su Cuerpo, está su
Sangre, su Alma y su Divinidad. Él está presente en todas las hostias
consagradas del mundo y aún en la partícula más pequeña que podamos
encontrar. Así, Cristo se encuentra en todas las hostias guardadas en
el Sagrarios, mientras que el pan, signo sensible, no se corrompa.
Está presencia real de Cristo, es uno de los dogmas más importantes de
nuestra fe. (Cfr. Catec. n. 1373 –1381). Como los dogmas, la razón no
los puede entender, es necesario reflexionar y estudiar para, cuando
menos, entenderlo mejor.
Han existido muchas herejías sobre esta presencia real de
Cristo, bajo las especies de pan y vino. Entre ellas encontramos: los gnósticos,
los maniqueos que decían que Cristo sólo tuvo un cuerpo aparente,
por lo tanto, no había presencia real.
Entre los protestantes, algunos la niegan y otros la aceptan, pero con
errores. Unos niegan la presencia real, otros dicen que la Eucaristía,
solamente, es un “figura” de Cristo. Calvino decía
que “Cristo está en la Eucaristía porque actúa por medio de
ella, pero que su presencia no es substancial”. Los protestantes
liberales, mencionan que Cristo está presente por la fe, son los
creyentes quienes ponen a Cristo en la Eucaristía.
Lutero, equivocadamente, lo explicaba así: “En la Eucaristía están
al mismo tiempo el pan y el vino y el cuerpo y la sangre de Cristo".
Pero, la presencia real y substancial de Cristo en la Eucaristía, fue
revelada por Él mismo en Cafarnaúm. No hay otro dogma más manifestado
y explicado claramente que este en la Biblia. Sabemos que lo que prometió
en Cafarnaúm, lo realizó en la Última Cena, el Jueves Santo, basta
con leer los relatos de los evangelistas. (Cfr.
Mt. 22, 19-20; Lc. 22, 19 –20; Mc. 14, 22-24).
El mandato de Cristo de: “Hacer esto en memoria mía”
fue tan contundente, que desde los inicios, los primeros cristianos se
reunían para celebrar “la fracción del pan”. Y, pasó a
hacer parte, junto con el Bautismo, del rito propio de los cristianos.
Ellos nunca dudaron de la presencia real de Cristo en el pan.
La Transubstanciación
Hemos dicho que la
presencia de Cristo es real y substancial, esto nos ha sido revelado,
por lo que, no es evidente a la razón, como dogma que es, resulta
incomprensible. Sin embargo, trataremos de dar una explicación de lo
que sucede.
La Iglesia nos dice que “por el sacramento de la Eucaristía se
produce una singular y maravillosa conversión de toda la substancia del
pan en el Cuerpo de Cristo, y de toda la substancia del vino en la
Sangre; conversión que la Iglesia llama transubstansiación”(Cfr.
Catec. n. 1376).
El dogma de la Transubstansiación significa el cambio que sucede al
pronunciar las palabras de la Consagración en la Misa, por las cuales
el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo,
quedando sólo la apariencia de pan y vino. Hay cambio de substancia,
pero no de accidentes (pan y vino), la presencia real de Cristo no la
podemos ver, sólo vemos los accidentes. Esto es posible, únicamente,
por una intervención especialísima de Dios
1-La
Eucaristía como sacramento
2-El
signo, los ministros y sujetos de la Eucaristía
3-Los
efectos y el por qué de la Eucaristía
4-Cristo
vivo presente en la Eucaristía
5-La
Eucaristía como sacrificio
6-Características
de la Participación en la Eucaristía |