Cuando el celo se despierta
en la yegua, tiene lugar la secreción de feromonas por medio
de la orina. Esta hormona es la que hace al semental acercarse a la
hembra. Es curiosa la manera en la que el macho reacciona, puesto que
levanta el labio superior y olfatea el aire con gran énfasis.
Una vez que el caballo está cerca de la yegua, muestra una pose
altiva para lo cual arquea el cuello. De esta forma persigue parecer
atractivo e imponente, por eso destaca especialmente los músculos
de cuello y hombros.
También podemos detectar las intenciones del semental de forma
auditiva, ya que los relinchos se vuelven más continuos, prolongados,
graves y enérgicos. El último paso del cortejo viene de
la mano del macho, que comienza a ejercitar una particular danza en
círculos, brincando a la vez que levanta considerablemente sus
cascos del suelo. Este baile es un verdadero espectáculo y, contrariamente
a lo que podríamos pensar, es fruto de un conflicto interior
del semental, que se debate entre la atracción y el temor al
rechazo.
Algunas hembras provocan de forma constante al caballo que pretende
montarlas, para después en el momento cumbre rechazarlos. Es
bueno contar con sementales expertos, puesto que los primerizos suelen
ponerse nerviosos y acaban por ser negados por la hembra que, sin pensarlo
dos veces, comienza a dar coces con sus patas traseras.
Y surgió el amor... equino
Momentos previos a la monta, cuando el semental ya cuenta con la aceptación
explícita de la yegua, éste acaricia el cuello con su
hocico, mordisquea con suavidad la crin y se frota contra ella. Poco
a poco, el semental se va retirando por el flanco para, con sumo cuidado,
olfatear las partes traseras de la yegua, lamerlas y mordisquear la
grupa, la cola y las patas traseras de la misma.
La erección del caballo se ve aumentada cuanto más guiña
la vulva la yegua. El semental se excita aún más cuando
la hembra aparta por fin la cola y deja el paso libre, ya que esto significa
que la sumisión es total, eliminando completamente el temor al
rechazo del que antes hablábamos.
Hay que procurar que el pene del caballo esté en posición
correcta durante la monta, para lo cual se toma un tiempo. La erección
puede alcanzar el metro y medio, sin embargo la cópula es breve.
En tan sólo seis o siete movimientos, la eyaculación tiene
lugar. Así pues, desde el inicio de la cópula suele transcurrir
una media de 13 segundos. La eyaculación se produce con una cadencia
de entre seis y nueve impactos que se acompañan de un movimiento
de cola que va de arriba a abajo. Esto no sólo indica la frecuencia
de eyaculación sino también que la hembra está
aceptando el semen.
Algo curioso en las relaciones sexuales equinas es que, a veces, es
la yegua la que toma la iniciativa, es decir, la que se acerca al macho
y lame con avidez su prepucio. Cuando un macho ha copulado tres veces
en ese día, es muy difícil que vuelva a montar otra vez,
pero a veces las técnicas de la yegua dan resultado y la cópula
tiene lugar.
Uno de los aspectos que más curiosidad despierta es la brevedad
del coito. Hay que ser conscientes de que el caballo es un animal acostumbrado
a la huída con el peligro y que su instinto de supervivencia
le obliga a no detenerse más tiempo del estrictamente necesario.
Esta costumbre está extendida también en cuanto a lo que
relaciones sexuales se refiere. Además, la sexualidad satisfactoria
de la yegua depende sobremanera de la intensidad del estímulo,
por eso el pene del caballo es de gran tamaño, para generar el
orgasmo en la yegua instantáneamente.
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