Los mecanismos cerebrales
que controlan la respuesta emocional del caballo son muy similares a
los del ser humano, tal y como ocurre en otras especies domésticas
como el perro y el gato. Desde siempre, el hombre ha considerado a los
caballos como seres vivos con una marcada inteligencia. Sin embargo,
hace poco tiempo se ha empezado a pensar en ellos como animales capaces
de sentir emociones como el miedo o la agresividad, en una forma muy
parecida a las personas.
El caballo es un animal gregario y necesita comunicarse con los otros
miembros de la manada. Este poderoso instinto está siempre presente,
por lo que tratará de volver junto a los compañeros de
su especie o de permanecer junto a ellos, ya que esto le da seguridad.
Con su sistema de comunicación pueden transmitir emociones básicas
como el miedo y establecer una jerarquía de dominio sin violencia.
Los caballos domésticos tratan a los humanos como miembros de
su manada, por lo que usan el mismo lenguaje corporal para comunicarse
con el dueño.
Por otra parte, los mecanismos de defensa, es decir, la aptitud física
a alejarse velozmente de la amenaza de un ataque y la posesión
de sentidos muy desarrollados, están orientados principalmente
hacia la huida como medio de conservación. Esto explica la naturaleza
nerviosa y excitable del caballo. Por lo general no son animales agresivos
y prefieren huir a combatir.
Los caballos son ciertamente sensibles a la atmósfera y son capaces
de valorar el estado de ánimo de su jinete, convirtiéndose
en cierta medida en el espejo de la persona que los monta. Poseen la
facultad de percibir al instante factores tales como la timidez o la
vacilación del ser humano, así como la confianza y el
valor.
El lenguaje corporal de los equinos es muy extenso y específico.
Su cara y su cuerpo poseen indicadores básicos de su estado de
ánimo y comportamiento, que será necesario conocer para
tener una mejor relación con la mascota.
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