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El PRT surge en
una etapa crítica del desarrollo del capitalismo en el
país. El agotamiento del proyecto de la burguesía
nacional como consecuencia de la paulatina integración
de una parte de ella al proceso de concentración monopólica
y centralización del capital, influye notoriamente en
lo político y social.
La "Revolución
Libertadora" de 1955 que dio el golpe de gracia a
la experiencia peronista -que ya venía mostrando sus
limitaciones-, impulsó una política económica social
con planes que facilitaron el proceso de concentración
monopólica. Para ello, proscribió o reprimió a
las fuerzas que expresaban a la clase obrera y al campo
popular; trató de debilitar o dividir al movimiento
sindical; facilitó la penetración de los capitales
transnacionales; orientó una política de achicamiento
del mercado interno con sensibles caídas del poder
adquisitivo de los trabajadores, etc.
Las más
importantes expresiones de la burguesía nacional que se
habían desarrollado vigorosamente con la política del
gobierno de Perón, se fueron integrando paulatinamente
a los grandes monopolios internacionales, al mismo
tiempo que avanzaron en un proceso de monopolización
asociándose y absorbiendo a otros sectores productivos.
Se agudizaron en
todo el período las luchas entre los sectores de la
burguesía que impulsaban la concentración del capital
y los que resistían su destrucción y absorción, lo
que motivó una acentuada inestabilidad social y política.
Era manifiesta todavía la debilidad de los nuevos
sectores monopólicos para definir otro proyecto hegemónico.
Frondizi, con su
política desarrollista, llegó al gobierno pactando con
el peronismo proscrito, impulsando los planes del
capital monopólico menos comprometido con las
transnacionales; pero vio frustrado su intento de
erigirse en dique de contención de los reclamos de las
masas. Los enfrentamientos entre "azules y
colorados" (dos proyectos de Partido Militar) en
1962 reflejaron asimismo los conflictos en lo interno
del bloque dominante, donde aún no habían logrado
imponerse totalmente los grupos monopólicos más
ligados a las transnacionales. Se daba una aguda
competencia entre ellos y una amplia gama de sectores
industriales productores para el mercado interno
(numerosos pero no los más poderosos económicamente),
afectados por la política promonopólica que se
impulsaba.
Esa
contradicción se expresó en el terreno político con
el triunfo de Illia apoyado espontáneamente por
sectores que desoyeron el llamado al voto en blanco
formulado por el peronismo y por otros núcleos
populares que, de esa manera, impidieron el triunfo del
candidato oficialista, el General (R) Aramburu, que
impulsaba la política de transnacionalización.
En ese breve período
constitucional, el gobierno radical (UCR del Pueblo:
1963-66) intentó implementar una línea económica y
política que respondía a la burguesía menos
concentrada, a contramano de la que determinaban los
grupos burgueses que gradualmente controlaban los
aspectos fundamentales del aparato productivo del país
y del sistema financiero. La crisis capitalista se
agudizó; el proceso de concentración continuó aunque
no fue el eje de la política económica oficial; el
Partido Militar se fue homogeneizando; la dirigencia
cegetista acosó al gobierno. El período se cerró
con el golpe militar de Onganía Gunio de 1966) que contó
con el respaldo de la burocracia sindical peronista y
con el expectante y transitorio crédito que le abrió
el propio Perón.
Krieger Vasena
desde el Ministerio de Economía orientó medidas que
facilitaron el natural proceso de concentración propio
del capitalismo. Esas medidas, a la vez que
centralizaban el capital en pocas manos, crearon condiciones
para el desarrollo de las grandes concentraciones
obreras y el crecimiento de la clase obrera de la gran
industria automovilística, siderúrgica, petroquímica,
etc., que fue convirtiéndose en la fuerza motriz
fundamental del campo popular, a la vez que se
incremento la pauperización de las capas medias.
Trascendentales
acontecimientos internacionales en el período
conmovieron y esclarecieron a los sectores más
politizados de la clase obrera y las masas populares: el
triunfo de la Revolución Cubana, la victoria del
pueblo cubano en Playa Girón y la definición
socialista de la Revolución; la ocupación de Santo
Domingo por los marines yanquis; la intervención
norteamericana en VietNam; las experiencias del Che
Guevara.
Ante todos estos
hechos, el pueblo argentino tomó posición. Se
promovieron declaraciones, actos públicos masivos, que
fueron marcando el camino a los sectores políticos
progresistas y, sobre todo, a las nuevas camadas de jóvenes
que no lograban inserción laboral ni estudiantil en la
sociedad en crisis ni referentes políticos y que sí
encontraban un modelo en la experiencia cubana,
absolutamente diferente de la que ofrecía la democracia
burguesa.
El peronismo y
los partidos políticos tradicionales que no
representaban al sector dominante de la gran burguesía
monopólica, sino que más bien expresaban todavía a
capas burguesas que iban siendo destruidas o
desplazadas, fueron incapaces de definir propuestas
superadoras de la crisis. Ocurrió que la otrora
burguesía nacional perdía posibilidades históricas de
ser la fuerza motriz del proceso de desarrollo
capitalista, siendo desplazada paulatinamente por la
puja de sectores monopólicos.
El peronismo,
pese a los esfuerzos de sus expresiones más
progresistas, se limitaba a añorar el pasado bregando
por un "retorno" sin propuestas adecuadas a las
nuevas condiciones socio-económicas. El Partido
Comunista, como lo reconoce en la autocrítica de su XVI
Congreso, había perdido de vista el objetivo del poder
y no levantaba una propuesta independiente que
interpretase los intereses históricos de la clase
obrera.
Luego de la caída
del gobierno de Perón, los núcleos peronistas más
comprometidos con los intereses populares se habían
lanzado a la búsqueda de una fundamentación político-ideológica
para sus aspiraciones de cambios sociales
revolucionarios, indagando en experiencias de otros
pueblos. En tanto, numerosos sectores comunistas,
socialistas o "marxistas independientes" (como
se auto definían) "descubren" al peronismo,
originando tendencias de acercamiento que en numerosas
circunstancias los condujeron a un descarado "entrismo"
o al "seguidismo" de la dirigencia política
peronista o de la burocracia sindical. En este
camino, orientan políticas de concesiones, rebajándose
postulados teóricos fundamentales hasta olvidar
principios esenciales de la ideología
marxista-leninista.
La carencia de
representación política de los nuevos sectores
sociales que generaba el desarrollo capitalista en su
etapa monopólica (clase obrera de la gran industria y
capas medias en proceso de pauperización) trata de ser
cubierta por distintas organizaciones y grupos de
diversos matices. Entre esos grupos se encuentran
los que dieron origen al Partido Revolucionario de los
Trabajadores.
25 DE MAYO DE 1965: NACE EL PRT |
En la fundación
del PRT confluyeron dos vertientes diferentes: el
Frente Revolucionario Indoamericano Popular (FRIP) y
Palabra Obrera (PO).
El FRIP,
políticamente heterogéneo, estaba compuesto por
estudiantes, intelectuales de la pequeña burguesía y
trabajadores del noroeste argentino (fundamentalmente
Santiago del Estero y Tucumán, aunque con influencias
en el resto de la región desde la Universidad de Tucumán).
Sus integrantes provenían mayoritariamente de
corrientes nacionalistas antiimperialistas que, en
determinadas coyunturas, coincidieron con el peronismo y
que gradualmente fueron siendo influenciadas por el
marxismo. Convivían en su seno concepciones muy
distintas, lo que explica un largo proceso de gestación,
de debate, de estudio y de práctica política.
Motivaba a sus integrantes la aspiración de encontrar
explicación a la profunda crisis argentina que los
afectaba y la búsqueda de los caminos para superarla.
Estas inquietudes
impulsaban una activa militancia que gradualmente fue
vinculando la organización a los trabajadores de los
obrajes santiagueños, a los obreros de los ingenios
azucareros, peones del surco y campesinos pobres
santiagueños y tucumanos. Estos sectores,
sumamente combativos y con una prolongada tradición de
luchas sociales (especialmente los azucareros
tucumanos), habían apoyado fervorosamente el proyecto
peronista, lo que no fue obstáculo para que durante su
gobierno lo jaquearan con luchas masivas como la histórica
huelga azucarera de 1949. La inserción del FRIP
en esos sectores enriqueció su práctica y fue creando
condiciones favorables para la adopción ulterior de la
ideología del proletariado.
Un referente
importante para el grupo de jóvenes del FRIP fue la
Revolución Cubana. Los sectores del nacionalismo antiimperialista
del FRIP creyeron encontrar en la
experiencia cubana SU revolución, "patriótica",
"americana", contra el imperialismo. Aún
no se planteaban claramente concepciones clasistas;
primaba la visión nacionalista frente al imperialismo
yanqui y creyeron verla materializada en los primeros
pasos de esa revolución. Al definirse por el
socialismo, conmovió a toda la sociedad latinoamericana
y agudizó contradicciones en el seno del FRIP.
Mario Roberto
Santucho jugó un papel fundamental en la
lucha ideológica que se produjo dentro del FRIP en esa
coyuntura. En 1961 viajó a Cuba y durante dos
meses vivió momentos culminantes de aquel proceso, las
primeras definiciones políticas por el socialismo y el
esfuerzo popular para la construcción de la nueva
sociedad. A su regreso, participó activamente en
el FRIP -que acababa de organizarse luego de un
prolongado proceso de gestación- con la decisión de
dar la lucha interna para convertirlo en un embrión del
partido revolucionario en Argentina.
"Desde su
primera relación directa con la revolución cubana y
con el Che, con la decisión de luchar por la revolución
socialista en Argentina, se lanzó con firmeza a
desarrollar las condiciones básicas para esa empresa.
Renuente a incorporarse al PC a quien criticaba por su
falta de vocación de poder y de confianza en la
capacidad revolucionaria de las masas, se apoya en el
naciente FRIP para avanzar hacía la construcción de un
partido revolucionario, esforzándose por comprender a
fondo los principios del partido leninista”.
En esa etapa de
álgidas discusiones dentro del FRIP, empezaron a
producirse acercamientos con sectores políticos con los
cuales se advertía más afinidad y mayor contacto de
los activistas dentro de las masas trabajadoras,
campesinas y estudiantiles. Entre esas relaciones
se encontraba el PC de Santiago del Estero al que, luego
de compartir actividades de apoyo a la Revolución
Cubana, el FRIP formaliza una propuesta de mayor
profundización de relaciones con intercambio de
documentos, opiniones y una práctica conjunta. La
respuesta negativa del PC se basó en que su línea política
rechazaba los contactos con organizaciones a las que
caracterizaba como trotskistas.
A su vez, Palabra
Obrera era uno de los varios grupos trotskistas que
existían en el país desde los años '50, resultado de
sucesivos desprendimientos y ramificaciones. Tenía
inserción en los sectores obreros de los ingenios
tucumanos donde practicaba el "entrismo" en el
peronismo.
El trabajo
conjunto entre el FRIP y Palabra Obrera se inició
ligado al conflicto de los obreros de los ingenios que
afrontaban la crisis de la industria del azúcar de los
años 1961-62. Se produjeron agudos
enfrentamientos entre los obreros en huelga y la policía,
entre los dirigentes de las bases y la burocracia, todo
lo cual convergió en un primer éxito: la recuperación
de la Federación Obrera de Trabajadores de la Industria
del Azúcar (F.0.T.I.A.). Constituyó ésta una de las
primeras experiencias de sindicalismo clasista de la
reciente historia argentina. Los principales
dirigentes de los ingenios tucumanos: Leandro Fote (San
José); González y Ramón Rosa Giménez (Santa Lucía),
Miguel Soria (Concepción), Quinteritos (Santa Ana),
entre otros, surgieron del incipiente trabajo conjunto
del FRIP-PO.
Hacia 1963 se
acordó la conformación de un Frente Unico entre ambas
organizaciones para actuar fundamentalmente entre el
proletariado azucarero. Esta actividad frentista
acercó concretamente al FRIP al marxismo, pero en gran
medida a través de la lectura que hacía el trotskismo,
concepción que influenció a la organización, aunque
muchos de sus puntos de vista fueron combatidos desde la
formación del Frente.
A pesar de las
diferencias profundas que se advertían desde los
primeros pasos, las dos organizaciones fueron avanzando
hacia un proceso de fusión que se concretó el 25 de
mayo de 1965 dando origen al PRT. Ambas
coincidían en la necesidad de un Partido Revolucionario
de la clase obrera ("un partido revolucionario
obrero", lo definían), pero la concepción de
partido de los dos troncos fundadores era diferente.
El sector del FRIP planteaba -aunque todavía con poca
claridad- la necesidad de una organización
revolucionaria de la clase obrera, mientras que PO
sostenía que debía construirse un partido de los
obreros que se originaría y desarrollaría en los
sindicatos, llegando a plantear que la CGT debía ser el
partido obrero. La táctica de PO era dar la lucha
económica, espontánea de las masas. El FRIP
pregonaba, confusamente todavía, la necesidad de un
trabajo político entre la clase obrera y entre las
masas en general, con miras a ir conformando un partido
revolucionario de cuadros.
Otro punto de
discrepancia era el referido a la lucha armada aunque al
principio el enfrentamiento sobre el tema quedó
soslayado con un aparente acuerdo tácito. El tema
ya había sido objeto de debates muy agudos en el seno
de Palabra Obrera donde un grupo, al frente del cual
estaba Angel Bengoechea, intentaba preparar "las
Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional" y
comenzar a actuar en el norte tucumano generando un foco
guerrillero, tratando de reproducir las experiencias de
la revolución cubana. Nahuel Moreno, el
dirigente máximo de Palabra Obrera, rompió con la
corriente de Bengoechea quien ya había empezado a
influir sobre obreros tucumanos, decepcionados de una
lucha reivindicativa sin perspectivas.
Mario Roberto
Santucho impulsó una fuerte lucha contra el planteo
foquista entre los sectores que debatían el terna de la
lucha armada, presentando con todo vigor la necesidad de
construir un partido revolucionario, desarrollarlo entre
las masas para, después, con su participación, iniciar
la lucha armada. Bengoechea vio frustrados sus
propósitos de iniciar un foco en Tucumán por la
influencia de Santucho en la vanguardia obrera tucumana.
Las experiencias
de Bengoechea y de Masetti fueron muestras
elocuentes del impacto de la revolución cubana.
Ambas abrieron la primera discusión concreta sobre la
cuestión de la disputa del poder en Argentina: ¿Lucha
armada como camino para tomar el poder? ¿Lucha armada
de la vanguardia o de las masas? ¿Lucha armada antes de
que exista un partido revolucionario? ¿Qué tipo de
partido se necesita para dirigir a las masas hacia la
toma del Poder?
También existían
diferencias entre las dos vertientes fundadoras del PRT
acerca del peronismo (Palabra Obrera practicaba el
"entrismo") y con respecto a la IV
Internacional Trotskista (PO impulsaba la incorporación
del PRT). Estos dos puntos de divergencia se
resolvieron a modo de transacción en el II Congreso
(1966) con el rechazo rotundo al "entrismo" y
con la incorporación de la organización a la IV
Internacional. Palabra Obrera pretendía, además,
la definición de partido trotskista, lo que nunca llegó
a darse. El PRT se definió en el IV' Congreso
"Partido marxista de la revolución" y,
a partir del VI Congreso, partido marxista-leninista.
Sin embargo, la
incorporación a la IV Internacional resultó ser una
muestra clara de las conciliaciones en un proceso en que
la correlación de fuerzas iba variando con el
crecimiento de los elementos leninistas. Es
necesario destacar que toda la influencia trotskista en
la naciente organización no se debía exclusivamente a
Palabra Obrera, sino que era expresión ideológica de
sectores pequeño-burgueses incorporados que no habían
asimilado plenamente la concepción materialista dialéctica
de la historia ni los criterios leninistas de partido
revolucionario.
La fundación
del PRT por un grupo de jóvenes conscientes de la
necesidad de un partido para la revolución significó
un salto cualitativo en la superestructura política.
Asumir la necesidad de un partido marxista-leninista
para la revolución, un partido clandestino de cuadros
con centralismo democrático, parecía una osadía política
en un momento en que la concepción marxista-leninista
era cuestionada por sectores denominados de izquierda
que creían que, inevitablemente, llevaba a un
burocratismo, tal como se veía al PCUS a partir de
Stalin y por la debilidad del Partido Comunista que
funcionaba en la práctica como un partido de masas, con
una línea política reformista por falta de una visión
de poder y de independencia de clase.
Pasarían varios
años para que el PRT comenzara a incidir en la lucha de
clases y en la superestructura misma, a pesar de esta
concepción avanzada. Cuando surgió, no se
trataba todavía de una organización marxista-leninista
ya que, como quedó dicho, convivían en su seno
diferencias ideológicas y distintas prácticas políticas.
No era todavía un partido de nuevo tipo, un partido
leninista; no podía serio porque los partidos son fenómenos
históricos y por lo tanto sometidos al desarrollo de la
sociedad y las condiciones concretas en que se mueve.
El surgimiento de
un partido es expresión de la lucha de clases; se
alimenta y se desarrolla a su calor. La clase
obrera argentina y demás sectores populares habían
acumulado grandes experiencias de lucha reivindicativa y
política, pero el objetivo de disputar el poder a la
burguesía era nuevo. Los aciertos y los errores
deben ser vistos en relación con la base material de la
sociedad y con las experiencias políticas existentes
hasta ese momento. El PRT, fundado en 1965,
constituía una expresión de lo que la clase obrera
como tal fue capaz de desarrollar en esa etapa.
Fue producto de la experiencia histórica de la lucha de
clases ante el agotamiento del proyecto democrático de
la burguesía nacional y a la falta de un proyecto
revolucionario por parte del P.C. Surgió al margen de
éste y del Movimiento Comunista Internacional, lo que
le privó originariamente de utilizar la experiencia
acumulada por la revolución mundial.
La vida de un
partido no es sólo la obra de sus dirigentes.
Resulta de la interacción del partido con la clase
obrera y demás clases y sectores sociales; del papel
del partido en la lucha de clases. Los dirigentes
no son más que expresión y producto del colectivo.
Sin embargo, el partido los genera porque los necesita.
No podríamos dejar de señalar el papel rector que
cumplieron dirigentes de la talla de Mario Roberto
Santucho, de Domingo Mena, de Benito
Urteaga, de Luis Pujals, de Antonio del
Carmen Fernández y tantos otros que, con su espíritu
revolucionario, su búsqueda incesante en el
marxismo-leninismo, su capacidad de entrega y de alegría
por la revolución, supieron impregnar al PRT de una
esencia de clase proletaria, y extenderlo como bastión
de referencia, no sólo para los revolucionarios y
amplios sectores del pueblo argentino, sino de otros
pueblos de América Latina.
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