El Huevo de Yegua

Arriba El Beso de Soberanía

 

    Un gringo recién llegado a Valparaíso iba subiendo por el cerro de la Cordillera a tiempo que bajaba Pedro Urdemales con un enorme zapallo en brazos.

    El gringo detuvo a Urdemales y le dijo:

-¿Qué cosa ser ésa, amiguito?

-Es un huevo de yegua, señor -le contestó Urdemales.

-¿Y cuánto valer?

-Dos pesos, no más, señor.

-Yusté tomar estas dos pesos y darme a mí la hueva de yegua.

    Y así se hizo.

    Siguió subiendo el gringo, y por mal de sus pecados dio un tropezón que lo obligó a soltar el zapallo, que se fue rodando cerro abajo. Se levantó el gringo y apurado siguió corriendo tras el zapallo; pero éste, que iba ya muy lejos, se dio contra un árbol que se levantaba al lado de una cueva, y del golpe se partió. Al ruido salió de la cueva una zorra toda asustada, arrancando como un diablo. El gringo que alcanzó a divisar que del lado del zapallo, que había quedado abierto, salía un animalito, siguió corriendo de atrás y gritaba:

-¡Atajen la potrilla!, ¡atajen la potrilla!

    Creyó él que el animalito que huía era el potrillo que debía haber dentro del huevo de yegua, el cual había salido vivo al romperse el huevo.

                                                         

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De "Cuentos de Pedro Urdemales"

Incluido en "Cuentos Populares Chilenos"

Ramón A. Laval

1968