PARZIVAL
WOLFRAM
VON ESCHENBACH
"Os voy a contar con voz nueva una historia que habla de inquebrantables fidelidades,
de la verdadera feminidad de una mujer y de la virilidad del hombre que nunca se doblegó
ante ninguna dificultad. Donde quiera que luchó, no lo dejó abandonado su corazón. Era
como forjado de acero y consiguió en victoriosos combates muchos títulos de gloria. Era
valiente y tardó en adquirir la experiencia de la vida. Saludo al héroe, a quien miraban
dulces los ojos de las mujeres, cuyos corazones llenaba de añoranza, y quien
cuidadosamente huía de toda mala acción. El que he elegido como héroe de esta historia,
y a quien sucederán tantos portentos, no ha nacido aún en este punto de mi
narración".
Regía en ese entonces el derecho de sucesión francés, el cual establecía que a la
muerte del padre, sólo el hijo mayor heredaría todos los bienes.
"Gahmuret, el valiente pero comedido héroe, perdió así los castillos y el país en
el que su padre (Gandin de Anjou) había llevado esplendorosamente cetro y corona, con un
gran poder como rey, hasta que cayó muerto en un combate caballeresco".
"Se le lloró mucho, pues se había distinguido hasta su muerte por su sentido del
deber y por su buen nombre. Su primogénito convocó ante sí a todos los príncipes del
reino" para otorgarles feudos. Se mostró generoso con su hermano Gahmuret, no lo
desheredó, antes bien, repartió con él sus bienes y le pidió que perteneciera a su
séquito. Gahmuret agradeció la verdadera fraternidad demostrada por su hermano el rey,
pero sólo pidió armaduras para sus escuderos y "cuatro donceles bien educados y de
alta cuna". Quería recorrer mundo y realizar muchas hazañas que le trajeran fama en
tierras lejanas y conquistar el favor de nobles damas.
A su hermano le apenó dejarlo partir, y le concedió "más de lo que él mismo
ansiaba". "El héroe se despidió. Sus ojos no volverían a ver nunca más a su
madre, a su hermano y a su país; para muchos fue una gran pérdida".
Gahmuret pensaba "que no quería pertenecer a las mesnadas de nadie que llevase
corona, fuese rey, emperador o emperatriz, a no ser que gobernase sobre todos los países
de la tierra. Este deseo estaba vivo en su corazón. Entonces oyó que en Bagdad existía
un gobernante tan poderoso que dos tercios o más de la tierra le estaban sometidos. Su
nombre pagano era muy noble: se le llamaba el califa".
El héroe entró al servicio del califa, recorrió muchos países de oriente resultando
siempre victorioso en sus combates y ganó gran fama. En una ocasión, una tormenta lo
lanzó con su tripulación al puerto del reino de Zazamanc. Allí se encontró con un
campo de batalla, pues la ciudad estaba sitiada por dos poderosos ejércitos. Cuando supo
de la penosa situación que enfrentaban los habitantes, ofreció sus servicios.
A la mañana siguiente de su llegada, Gahmuret venció en las justas a los enemigos de la
reina del país, la hermosa mora Belakane, negra como un cuervo. Los héroes derrotados
depusieron la batalla; éstos resultaron ser parientes del vencedor. Floreció el amor
entre Gahmuret y Belakane; su país dio las gracias al extranjero por las hazañas
realizadas y la reina lo convirtió en señor del país. El héroe reconcilió a la reina
con los que eran sus enemigos y se aclaró el malentendido que los llevó a combatir
contra ella.
"El caballero orgulloso y valiente se quedó en su reino hasta que sintió dentro de
sí una fuerte añoranza. Su alegría se tornó en pesadumbre al no encontrar aventuras
caballerescas. Con todo, amaba a la dama negra más que a su propia vida". Pero aún
así, la fe los separaba; él se fue de allí de noche y en secreto. Mandó a su timonel
preparar sus carabelas y embarcar sus pertenencias. "Cuando abandonó a su mujer,
ésta tenía ya en su seno un niño de doce semanas". Belakane encontró en su
bolsillo una carta donde Gahmuret le explicaba sus motivos para partir; y detallaba su
genealogía para que su hijo supiera su procedencia, de los Anjou franceses, con
antepasados británicos, entre los que se incluía Utepandragun, padre del rey Arturo. Su
linaje se remontaba las hadas, pues a Mazadan lo raptó una de ellas, que se enamoró de
él.
"A su debido tiempo la dama dio a luz un hijo de dos colores. Dios hizo aquí un
milagro: era blanco y negro a la vez". La madre llamó a su niño Feirefiz de Anjou;
pero poco después ella murió de pena.
Había pasado un año desde que Gahmuret consiguió la victoria en el reino de Zazamanc,
entonces el mar lo llevó a un puerto de España.
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