
Gahmuret rey de Zazamanc- conocía al rey de España, pues era su primo. Kaylet
condujo a Gahmuret al país de Gales; allí, la reina Herzeloyde que aún era
doncella- convocó en Kanvoleis, capital del reino, un difícil torneo: ofrecía al
ganador dos países y su propia mano.
Gahmuret participó del torneo
porque su primo se lo pidió; también porque la reina de Francia; que lo amaba; le pidió
que fuera su caballero. Pero el motivo principal que impulsaba al héroe era el sólo
hecho de combatir; su fuerza y destreza le hacían ser el primero entre sus pares. Aunque
acudieron muchos famosos caballeros, príncipes y reyes de toda Europa, sólo el rey de
Zazamanc permaneció invicto. La reina se dio cuenta y decidió nombrarlo vencedor.
A pesar de sus triunfos, Gahmuret estaba triste; sentía añoranza por Belakane; además
en el torneo se enteró de la muerte de su hermano en combate, y posteriormente supo que
su madre también había muerto, de dolor.
Ante la insistencia de HerzeIoyde por nombrarlo vencedor, el héroe contestó:
"Señora, tengo una mujer, a la que quiero más que a mi vida"; a lo que la
reina respondió: "Debéis dejar a la mora por mi amor. La Gracia del bautismo es
más poderosa. Separaos del paganismo y amadme según nuestra Fe". Finalmente ella
logró ganarse su favor y se celebró una gran fiesta de bodas. Gahmuret sólo puso una
condición para casarse, que la reina no le impidiera seguir participando en los torneos;
sino escapará de su lado, como hizo con su primera esposa.
Su valor le llevó a combatir nuevamente más allá del mar. Supo que su antiguo señor,
el califa, habla sido atacado por otros países.
Había pasado medio año desde la partida de su esposo, Herzeloyde vivía sólo de la
esperanza de su regreso. Una tarde tuvo un sueño angustioso: "Le pareció como si
una estrella brillante la llevara por el aire, donde la alcanzaron con fuerza muchos rayos
fulgurantes con truenos. Todos caían sobre ella desde lo alto y chisporroteaban y
silbaban en sus largas trenzas. Con terribles crujidos resonaban los truenos y
desprendían una lluvia de lágrimas ardientes. Cuando volvió en sí, un grifo le
desgarró la mano derecha. Con ello cambió la imagen del sueño. Horriblemente le
pareció que era la madre nutricia de un dragón, que después le devoró el vientre,
mamó de sus pechos y voló de repente alejándose de ella, sin que lo volviera a ver. El
dragón le arrancó el corazón del pecho. También tuvo que ver esta cosa tan terrible.
Nunca ha sufrido tanto una mujer en un sueño. Antes era una dama perfecta, pero, ¡ay!,
ahora todo va a cambiar y la tristeza se apoderará de ella". En el momento en que
ella despertó, llegó el jefe de los escuderos de su esposo, para comunicar la muerte de
Gahmuret. La noticia causó tal pena a Herzeloyde, que cayó desmayada.
Gahmuret cayó combatiendo por el califa; un moro enemigo penetró en su yelmo la punta de
una lanza envenenada y le atravesó la cabeza. El califa lo hizo sepultar con todos los
honores en Bagdad.
Herzeloyde luchó contra la muerte, "catorce días después la reina dio a luz un
niño, tan grande que casi le costó la vida. Aquí se hace la primera tirada de dados de
esta historia y comienza propiamente, pues ahora ha nacido su protagonista. Habéis oído
algo de la dicha y la desdicha de su padre. Ahora sabéis de dónde procede la figura
principal de esta obra y sabréis cómo se le protegía. Se le ocultó todo lo de la
caballería hasta la mayoría de edad y la plenitud de juicio". "La soberana del
país quedó húmeda del rocío de lágrimas que brotaba de las penas de su corazón, y la
lluvia de sus ojos caía sobre el chiquillo. Mostraba verdadero amor de madre. Su boca
sabia sollozar y reír. Se alegraba del nacimiento de su hijo, pero su felicidad se
ahogaba en el vado de la tristeza".
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